jueves, mayo 25, 2017

Teatro en Resistencia o el retorno de "Fresa y chocolate"

Un espectáculo que siempre será oportuno.
Teatro en Resistencia, que alude al actual contexto social y político de Venezuela, es un valioso proyecto de difusión cultural que adelanta, desde hace varias semanas, el Grupo Actoral 80 (que lideriza Héctor Manrique). Está destinado a mostrar gratuitamente, una vez al mes, algunos de los espectáculos que se exhiben en la salas comerciales de Caracas, gracias a la complicidad de sus gerentes, buscando así propiciar la reflexión y drenar la tensión nerviosa de los espectadores, sin distinción de tendencias políticas e ideológicas.  
Ahora le tocó el turno al Teatro Municipal de Chacao -antes se hizo en el Teatro Trasnocho- donde ha exhibido, nada nada y nada menos, que Fresa y chocolate, obra anti homofóbica del cubano Senel Paz (1950). Bien dirigida por Manrique y actuada gracias a Daniel Rodríguez, Juan Vicente Pérez y Wadih Hadaya, y con la pulcra producción de Carolina Rincón.
El grupo Actoral 80 ingresó oportunamente a la liza anti homofóbica, cuando estrenaron, durante la temporada 2015, Fresa y chocolate,  cuyo texto nació del cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo del mismo Senel Paz y después se hizo cine (1994)  gracia a los directores Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío.
A buena hora, el teatro criollo tercia y acentúa su presencia en la lucha que se libra en el mundo contra ese crimen de odio que es la homofobia; enfermedad psicosocial que se caracteriza por tener una profunda aversión hacia los homosexuales, otra más de las manifestaciones del fascismo, miasma ideológica que utilizan algunos deshonestos activistas políticos de izquierda o derecha. Conocen los teatreros que el mundo se divide entre países que persiguen la homosexualidad y los que reconocen y amparan los derechos de gays y lesbianas, pero que en unos y otros persiste el odio hacia las relaciones íntimas entre seres del mismo sexo. Y por eso los hacedores de las artes escénicas están en combate.
CRUDA REALIDAD SOCIAL
En el teatro Municipal de Chacao, el pasado domingo 21, se plasmó de nuevo la cruda realidad social de la Cuba revolucionaria, durante varias décadas del siglo XX. Plasma la relación de amistad que brota y se establece entre Diego (Juan Vicente Pérez), artista gay que cree en la libertad y trata de ejercerla, y David (Daniel Rodríguez), estudiante universitario cargado de prejuicios en contra de la homosexualidad, quien además sigue las orientaciones del régimen castrista. La personalidad racional y desenfadada y tierna de Diego penetra y conquista finalmente la mentalidad del revolucionario David, quien reevalúa sus concepciones no solo de la homosexualidad, sino también sobre lo que significa ser un auténtico revolucionario, a pesar de su homofóbico compañero Miguel (Wadih Hadaya) quien planea utilizarlo para espiar a Diego, persona a quien el régimen considera "aberrante y peligrosa”. El desenlace es el nacimiento de una fuerte amistad entre Diego y David, quienes se separan porque el artista gay sale de la isla en pos de otras metas.
No tiene Fresa y chocolate  un final edulcorado ni nada que se le parezca, solo una propuesta para que el público analice y tome una posición, porque sí  entre los antiguos romanos, griegos, chinos y egipcios la homosexualidad  era solo una manifestación más de la sexualidad del ser humano, sin calificativos ni otra relevancia, las religiones judeocristianas y la era moderna hicieron cambiar tal situación, hasta castigar, censurar y prohibir tal expresión, por intermedio de la homofobia, que puede incluso llevar a la cárcel o a la muerte. En Cuba el odio ha disminuido porque incluso Fidel Castro admitió que su régimen se excedió y hasta una sobrina suya, Vilma Castro Espín, ahora es líder y defensora de los derechos de los LGTBI.
El montaje venezolano que deja sin aliento al público por la veracidad de su representación, exalta el talento que como sobrio puestista y director de actores tiene Manrique y las notables condiciones que han desarrollado Rodríguez, Pérez y Hadaya. ¡Verlo es decir no a la homofobia!
Hay que recordar al público que aunque la homofobia está prohibida en Venezuela, según la Carta Magna de 1999, esa enfermedad psicosocial esta tan enraizada en la sociedad venezolana, que pasaran muchas generaciones hasta que el respeto hacia los demás sea norma de vida y para la educación, y en especial las artes, son las más eficaces herramientas.
Y es por todo eso que Manrique y el GA 80 han escenificado Fresa y chocolate y la han convertido en su pieza de repertorio. Ellos creen y manifiestan que “la razón fundamental para montar esta obra es que en la sumatoria de todas las voluntades estará la solución de nuestros problemas como sociedad, en Fresa y chocolate se ejemplifica como la marginación en cualquiera de sus estadios sólo lleva a la fractura íntima y pública del hombre y esas fracturas y desarraigos llevan al empobrecimiento de las personas”.  Y reiteran que “el amor es una fuerza modificadora. Creemos que si hay algo que le está haciendo falta a nuestra sociedad es el respeto a la vida, a las ideas de los demás, porque nos enriquecen”.
CRIMEN DE ODIO

 Mientras el cine venezolano denuncia y fustiga a la homofobia con sus peliculas y las lleva a los festivales internacionales, donde además gana premios de prestigio, nuestro teatro también lo hace o lo prosigue haciendo porque así lo comenzó Isaac Chocrón, en 1971, con esa pieza icónica que es La revolución, puesta en escena por Román Chalbaud y con Rafael Briceño y José Ignacio Cabrujas en su reparto. No es gratuito, pues, que en este siglo  los films criollos  Azul y no tan rosa  de Miguel Ferrari (2012), Pelo malo  de Mariana Rondón (2013), Desde allá  de Lorenzo Vigas (2015)  y Tamara de Elia Schneider (2917) sean un cuarteto de oro cultural y mediático contra una de las más feroces discriminaciones: la homofobia. El Grupo Actoral 80 (GA80), como lo señalamos antes, ingresó oportunamente a la liza anti homofóbica con su excelente Fresa y chocolate. El montaje   deja sin aliento al público por la veracidad de su representación, exalta el talento que como sobrio puestista y director de actores tiene Manrique y las notables condiciones que han desarrollado Rodríguez, Pérez y Hadaya. ¡Verlo es decir no a la homofobia! A buena hora, el teatro y el cine criollos tercian y acentúan su presencia en la lucha que se libra en el mundo contra ese crimen de odio que es la homofobia. Y por eso que todos los hacedores de las artes escénicas están en combate, con su Teatro en Resistencia.

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