martes, octubre 25, 2016

José Yovane Monetta regresó a Caracas

LOS PÁJAROS MOJADOS
Los dictadores como los amores no son eternos. Sí son inolvidables y mucho más cuando dejan víctimas o vidas destruidas en el camino. Decimos esto porque el dramaturgo chileno José Yovane Monetta (11.05.1948 /16.08.2016) fue afectado por Pinochet y tuvo que rehacer su camino aquí en Venezuela. Por eso ahora en Caracas, gracias a la profesora y teatrera Virginia Aponte, en los espacios de la Universidad Católica Andrés Bello y con la hermosa gente de las agrupaciones Teatro UCAB y Agoteatro, se le rindió un espléndido homenaje como fue la teatralización de los cinco textos que se le conocen.
Entre el 17 y el 20 de octubre de este crucial 2016, en el teatro del módulo 4 de la UCAB se mostraron, pues: Luna, tú eres mi sol, Los pájaros mojados, Ladrón de orillas, El Quijote de Los Andes, y Los colores mudos, dirigidas por Virginia Aponte, Duilia Díaz, Jesús Navas y Nicolas Boada y con las actuaciones servidas por Agustín García, Wilfredo García, Carlos Domínguez, Jesús Navas y Natalia Sua, Ignacio Serrano y Miguel Abreu,  Nicolas Barreto y Daniel Santolo, respectivamente. Nunca tan pocos hicieron tanto por la cultura teatral y por la amistad que trasciende fronteras y otras diferencias arbitrariamente creadas por los humanos.
Virginia Aponte, artífice de la actividad teatral “ucabista”, conoció a José Yovane Monetta por intermedio de David Musa, importante promotor cultural cuyo trabajo teatral está enfocado hacia las clases populares de Chile, como también lo fue este autor homenajeado. Fue un escritor recio, jamás dejó que sus ideas fueran manipuladas por otros que no pudiesen leer la humanidad que destilaban sus textos. Un poeta de la luz que hizo de su palabra un camino por recorrer si podías tener su misma reciedumbre que emanaba de su trabajo. Vivió el Chile del presidente Allende y sufrió la dictadura del general Pinochet como tantos jóvenes de los años 70 y 80. Fue amigo de Víctor Jara cuando estudiaba teatro en la Universidad de Chile. Y supo de persecuciones y cárcel en momentos tan difíciles que vivieron nuestros hermanos chilenos durante muchos años. Vino a Venezuela, hizo teatro en Cumaná, se enamoró y engendró a Patricia, quien ahora vive en Barcelona, España. Regresó a Chile en los años 80 y continuó en sus luchas reivindicativas desde la trinchera del arte escénico.
Su obra –y Virginia Aponte la analiza muy bien- es profundamente humana, fácil de digerir para todos aquellos que apuesten por el otro y por aquellos que han sido olvidados y traicionados. A si son todas las cinco piezas que se reúnen y se visten de dignidad en este homenaje tan merecido. “Son piezas extraordinarias, profundamente humanizadoras, yo diría que geniales”, dice.
Nadie es profeta en su tierra y desgraciadamente su teatro no ha sido mayormente promocionado en su Patria, porque en la tierra de Neruda son muchas las heridas que no han cicatrizado, pero sus obras se han visto en España, Colombia, Argentina, Alemania, Bélgica, Brasil y Suiza, además de Venezuela. Se relacionó de manera cercana con Darío Fo en sus talleres en Italia. Fue un hombre que llevó su voz fuera de Chile y ahora hemos podido escucharla en Caracas. “Su reciente fallecimiento nos tomó de sorpresa y sólo pudimos pensar en hacer esta semana dedicada a él. Desde nuestra más profunda admiración y respeto hemos caminado de su mano y nos ha hecho mejores actores, directores y sobre todo mejores seres humanos. Gracias maestro y hasta siempre”, subraya Virginia Aponte.
DOS PIEZAS DE CINCO
Vimos Luna tu eres mi sol y Los pájaros mojados, piezas amargas que se centran en los marginados y desposeídos, personajes prototipos de las sociedades capitalistas. Ahora solo esperamos que Virginia Aponte –cuyo epónimo identifica al teatro de la UCAB- haga una temporada con algunos o todos esos textos, porque los venezolanos debemos verlos, digerirlos y aprehender.
Luna tu eres mi sol aborda la discriminación por la conductas sexuales y plasma la historia de dos homosexuales envejecidos, travestis además, quienes se desplazan por estados emocionales que las llevan de la risa al llanto, mostrando el lado humano de quienes por lo general, son mirad@s en forma despectiva por la sociedad. Ana y Lola, sus nombres de guerra, comparten no sólo la casa que habitan, sino también sus vidas, que esconden tras la risa y la ironía con que enfrentan la cotidianidad. Texto ácido por frustraciones familiares y sociales que los arrinconaron, pero al mismo revela su condición de lucha para no dejarse manosear de una sociedad clasista. Dejan su pasado al descubierto en la puesta en escena: un amor arrebatado y jamás olvidado, el deseo de ser madre, la angustia de sentirse en un cuerpo equivocado, las ganas de ser mujer, y lo difícil de enfrentar la mirada prejuiciosa de la sociedad, que muchas veces las enjuicia sólo por ser diferentes.
Si Luna tu eres mi sol genera risas por su discurso truculento y sus actuaciones, con Los pájaros mojados se recibe un puñetazo en la boca del estómago, porque su historia se centra en un ermitaño que ha vivido en un descampado en el desierto chileno; sus amigos han sido hormigas, abejas, polillas, mariposas y hasta gaviotas. De improvisto, su soledad es cambiada para siempre, porque irrumpe un vagabundo en ese mundo de silencios y fantasmas y así comienzan esos diálogos y confrontaciones donde la amistad es el lenguaje necesario que necesitamos establecer para vivir como lo que somos: hermanos. Es una pieza para la esperanza y el porvenir, asevera Virginia Aponte, quien dice: “Con esta pieza no sólo me siento acompañada, sino que celebro 40 años de estar haciendo teatro. Ha sido ver a la oruga transformarse en mariposa”.
Memorables son las actuaciones de Wilfredo García con Carlos Domínguez y Agustín García en las dos piezas reseñadas.

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