jueves, septiembre 22, 2016

Aquellas manos o el teatro trasgresor de Chalbaud


Genio y figura. Solamente a un artista como Román Chalbaud, a punto de festejar sus primeros 85 años y cuando tiene más de  40 peliculas y textos teatrales que soportan cualquier crítica y además son de carácter modélico, se le podía ocurrir y hacer un espectáculo sobre una temática nada frecuente en los escenarios no solo de Venezuela. Pero lo hizo, para demostrar cierto aquello de que solo los experimentados pueden experimentar.
Tomó el argumento de la película inglesa  Irina Palm (2007), dirigida por el germánico  Sam Garbarski y estrenada  el 13 de febrero en el  Festival Internacional de Berlín, lo adaptó primero para una versión de microteatro, o sea 15 minutos de acción dramática,  y lo mostró en improvisado escenario del Sambil de Caracas, apuntalado únicamente en las dotes histriónicas de  Gladys Prince y  Juan Carlos Lira, y como aquello  gustó , durante la temporada 2015,  aceptó el reto de llevarlo a una hora y exhibirlo para este 2016 en la sala 1 del Celarg, bajo el sugestivo título En la palma de tu mano, acentuando el perfil de los personajes  y la complejidad crítica de sus relaciones familiares y sociales, desechando la sordidez del mundo de las drogas sicotrópicas, el alcohol y la prostitución como única salidas para las soledades de los hombres, como lo plasma el filme, pero dándole un toque melodramático y el balsámico e inesperado final feliz. No hay que olvidar como la realidad siempre es más fuerte o más amarga que la ficción teatral.
¿Pero qué fue lo que hizo o ha hecho Chalbaud? Nada que rompa con su saga de artista trasgresor y nada complaciente, nada que borre sus peliculas o teatros como El pez que fuma, Los cuchillos de fuego, Pandemónium, Sagrado y obsceno, Cuchillos de fuego y Caín adolescente, entre otros. Tomó, pues, el guión de Irina Palm – escrito por Sam Garbarski, Philippe Blasband y Martin Herron- y lo hizo suyo, sin negar los créditos naturales, además convocó a un elenco y estrenó ese rocambolesco cuento melodramático de la desesperada abuela Irene que acepta trabajar en un prostíbulo inglés para masturbar a kilómetros de caballeros, solamente a través de un hueco de una cabina, donde esperan sus suaves manos.  
¿Qué, cómo, de qué se trata? Todo aquello transcurre en un sex shop del Soho londinense contemporáneo y es el único trabajo que la abuela consigue para reunir 46 mil dólares y costear así la operación quirúrgica que salvará la vida de su único nieto, de 7 años. Es una crítica a la reina madre del Imperio, a una sociedad clasista donde la medicina está socializada pero tiene sus niveles y el que quiera salvarse debe emigrar y pagar en libras o en dólares.En síntesis: se muestra la posible degradación moral y física de los ciudadanos cuando no tienen capital y no quieren morirse sin luchar.
Ella, la abuela Irene, tiene suerte al conseguir un empleo más adecuado para jovencitas y además atrapa o enamora, sin querer queriendo, al dueño del establecimiento pornográfico o el prostíbulo, quien la invita a ser su compañero de vida, hasta que les llegue la muerte. Un final feliz, como de cualquier telenovela, ese invento derivado del melodrama —hibrido de los talentos franceses, ingleses y cubanos - que lo resuelve todo con unos besos y unas cuantas lágrimas en el trayecto para bajar el telón de la historia.
 Lo notable del guión teatral y la realización del espectáculo, con cuatro actores únicamente, es la simplicidad –telegráfica o tuitesca de la narración escénica- los ritmos y las atmósferas, desarrolladas todas sobre el filo de la comedia en bruto. No hay tiempo sino para compadecer a la aguerrida abuela que hace todo lo impropio para salvar la vida de su nieto y ayudar a su hija y la nuera. Nosotros recordamos las novelas Al filo de la navaja y Servidumbre humana del inglés William Somerset Maugham, por la humanidad y la sordidez de sus personajes, además de la controversial y triunfante vida de aquel escritor.
Hay opiniones moralistas que condenan al argumento y ofrecen flores para el niño condenado a morirse antes de tiempo. Pero la historia fílmica y teatral es otra y arroja su moraleja: el fin justifica los medios, como hace siglos lo predicó Nicolás de Maquiavelo en librito El príncipe.
 Los trabajos actorales más fuertes y dignos de aplausos son los de Gladys Prince y Juan Carlos Lira, especialmente por sus transiciones, y los secundan, con menos intensidad, Andreína Mesa y Joan Manuel Larrad.
TRAGEDIA REAL

La productora de este montaje, Yackeline Salazar -reconocida por su labor en películas venezolanas como El manzano azul, Reverón, El malquerido La casa del fin de los tiempos- fue asesinada el 23 de agosto cuando salía de su casa para realizar unas compras. La maldad tenía que cobrar su cuota en un hogar en un respetable hogar venezolano. El estreno de la pieza, que estaba programado para el sábado 3 de septiembre, fue pospuesto y las funciones venideras servirán de homenaje. Sus asesinos son perseguidos y ya hay hasta uno preso. "Es un homenaje para ella. Por eso insistimos en que la obra se debía realizar, y ella estará acompañándonos en cada función", dijo el actor Juan Carlos Lira.

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