sábado, febrero 06, 2016

El Caracazo llega al teatro de Caracas

Rodolfo Porras ganador del Premio de Dramaturgia César Rengifo 2016.
Rodolfo, uno de los cuatro hijos de la actriz Isabel Hungría y Luis Porras, ganó el  III Premio Nacional de Dramaturgia César Rengifo 2016 por su obra  La punta del iceberg; un concurso, organizado por la Fundación para la Cultura y las Artes (Fundarte) de la Alcaldía del Municipio Libertador, la cual auspicia la publicación  y el montaje de dicho texto, además de entregar una suma en metálico para el escritor.
 La punta del iceberg  fue escogida entre 42 obras presentadas ante Fundarte,  todas relacionadas con el tema del petróleo en Venezuela. Esta  pieza es la historia de tres personajes durante El Caracazo —rebelión popular ocurrida el 27 de febrero de 1989 contra las medidas neoliberales del presidente Carlos Andrés Pérez—y hace parte de la producción dramatúrgica  de  Rodolfo Porras (58 años), escritor, director y productor, articulista, ensayista, guionista de cine y televisión; además licenciado en Letras  (UCV) y con estudios en el Instituto de Arte Dramático y la Escuela de Cine. Fue director general del Instituto de las Artes Escénicas y Musicales (IAEM) del Ministerio del Poder Popular para la Cultura y coordinador de Teatro de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello.
  La punta del iceberg, según Porras, hace parte de su discurso  dramatúrgico, el cual está íntimamente ligado con los problemas sociales venezolanos, como lo ha demostrado en sus obras  Cuarteto de amor para una historia de dos  y  La Celada, las cuales el mismo ha puesto en escena. También ha escrito: Luvina,  Tres en cárcel,  Acorde final,  La trastienda  e   Historia con calle, entre otras. 58 años) ha dicho que “La punta del iceberg”
 ¿Este es el primer premio que gana?
No, durante la temporada de 1998 mi pieza  Luvina ganó el Premio Municipal  de Teatro (Mención teatro Universitario), montaje que yo también dirigí.
-¿Por qué su obra se llama “La punta del iceberg”?
Mi pieza está inspirada en El Caracazo y sus tres personajes (dos hombres y una mujer) plasman una saga muy venezolana,  cuyo trasfondo es la explotación petrolera y muy especialmente la llamada cultura del petróleo. Son tres actos íntimamente ligados entre sí. Y creo que su título se refiere precisamente a lo que no vemos en escena, a lo que está por debajo, y por eso se llama  La punta del iceberg. Es una metáfora sobre el crudo y todo lo que eso ha significado para nosotros los venezolanos.
¿Qué pasará con esta obra?
El fin último de toda literatura dramática es ser representada  y por eso desde ahora debo comenzar a ensayarla, próximamente, con miras a mostrarla en el V Festival de Teatro de Caracas, que organiza Fundarte para  los  venideros meses de marzo y abril, o antes de finalizar el semestre. Esa es mi meta. Es además un homenaje a César Rengifo, porque a través de sus obras plásticas y teatrales  logró plasmar “una mirada humanista, comprometida con la vida, justicia y verdad”, como dijo recientemente el alcalde Jorge Rodriguez.   
¿Cuál es el estado del teatro venezolano?

Yo he viajado por todo el pais y conozco lo que se hace con el teatro. Es una disciplina artística muy joven, pese a que comenzó a finales del siglo XVII. Creo que el verdadero teatro venezolano se inicia  a mediados del siglo XX, con autores como César Rengifo y con la presencia de maestros como José Gómez Obregón, Juana Sujo  y Horacio Peterson, entre otros. Nuestro teatro tuvo un agudo declive a finales del siglo XX, pero es durante las dos primeras  décadas del siglo XXI  que ha tenido un resurgimiento, por las políticas oficiales y porque además Fundarte ha rescatado los festivales de teatro y puso en marcha el rescate  de no menos de 25 salas para todo el municipio Libertador. Hay una fuerte presencia del teatro comercial, pero al lado hay una juventud  preparada y con deseos de hacer más y mejores espectáculos. Debo subrayar que los venezolanos tenemos una gran pasión por las artes teatrales y lo demuestran su asistencia en masa a los festivales, como ocurrió también durante la segunda mitad del siglo XX.

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