sábado, junio 06, 2015

Fotomatón 2015

Jose Gregorio Martinez en su  destacado espectáculo
Sigue vigente Fotomatón, melodrama del dramaturgo venezolano Gustavo Ott, estrenado el 6 de febrero de  1999 en el teatro San Martín de Caracas.  Y   ahora está de nuevo, en la sala Rajatabla, gracias al primer actor José Gregorio Martínez, quien le ha dado total vigencia con sus impactantes caracterizaciones y algunos maquillajes al texto original.
Fotomatón fue remontado para la temporada 2004 con Martínez, quien inició  así intensa y meteórica carrera actoral que le ha permitido desde entonces ganarse los premios Avencrit 2013 y el Marco Antonio Ettedgui, además de incrementar su prestigio actoral.
 Este Fotomatón, “autopsia nacional en nueve innings”, según su autor,  utiliza una estructura que emula un juego de béisbol y plasma en nueve entradas la historia del pelotero Fernando a través de los distintos personajes que componen su familia. El béisbol, pues, no está ausente de los escenarios desde que Ott  metaforizó las descarnadas facetas de algunos de sus protagonistas y los contextos donde estos se desarrollan, o sea los peloteros, sus familias y una sociedad con todas sus aristas.
Con Fotomatón se exhibe lo que puede ocurrirle a un beisbolista cuando, tras violentar las conservadoras normas sexuales y degustar lo  prohibido, pierde la vida, precisamente en el epílogo de un juego de su equipo, Los Cardenales de Lara. Fotomatón plasma la historia del pelotero a partir de su cadáver  que reposa en la morgue a donde lo llevaron después que una transexual lo mató porque no le respondía a sus llamadas telefónicas, tras pasar una tórrida noche de locas copas.
 Tan  rocambolesca historia, con un delirante ritmo escénico, a través de los distintos personajes que componen esa familia (padre, madre, hermano, tío, prima, forense y el pelotero mismo) logran transformarlo en lúdico alegato contra la insensibilidad y la ausencia de solidaridad en las sociedades latinoamericanas en general  y particularmente la venezolana, porque sus personajes son criollos hasta la médula.
Fotomatón  ha sido considerada como un alegato contra los prejuicios y el desprecio, desde una óptica graciosa, a veces hilarante, con un humor fino capaz de seducir a cualquier audiencia. Es un aleccionador unipersonal  sobre la familia y el odio en América Latina.


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