sábado, junio 13, 2015

Artistas criollos participaron en Independencia Dominicana

José Ferrer

Oscar Acosta
Con la nueva Venezuela que surgió posteriormente al triunfo de Carabobo se abrieron  perspectivas culturales y artísticas transformadoras en el afán de imponer los ideales republicanos, contrarios a la añeja visión monárquica que imperó por más de tres siglos. El teatro ocupó un lugar importante en este proceso como medio de comunicación por excelencia, no solo por su indudable capacidad de transmitir de manera expedita y abierta los nuevos idearios, sino también por la amplia y masiva aceptación popular, sin importar el origen o la condición social de los espectadores, herencia de la tradición impuesta por la cultura colonial.
Una faceta poco estudiada de este período es  la actuación teatral. De las representaciones hechas en el pasado remoto nos quedaron como evidencias constatables los escenarios y las obras, así como una gran cantidad de referencias sociológicas e históricas del conglomerado espectador, pero muy poca o ninguna información de los actores, artífices principales y centro mismo del evento dramático, condenados al olvido por el carácter efímero y perecedero de su arte. Dos artistas dramáticos,  destacan en los albores del teatro venezolano: Cecilia Baranis y José Ferrer. Poco sabemos de ellos, a pesar de las  reiteradas menciones que encontramos en los documentos oficiales y prensa de la época. Las primeras referencias al dueto las hallamos a finales de los años 20 del siglo XIX, cuando formaron parte de la compañía  del segundo Coliseo caraqueño, ubicado en la esquina que lleva hoy el mismo nombre, adyacente a la estación del metro La Hoyada.
En la Gaceta del Gobierno (1), periódico oficial esos años, fueron publicadas en 1829, suscritas por un autodenominado “un amante del teatro”, exhortaciones a que José Ferrer y José María Ponce, empresario dueño del Coliseo, arreglaran sus diferencias por razones de ajuste salarial.   El anónimo conciliador expresa su queja por la ausencia de Ferrer en la “representación pasada” de una comedia titulada la “Escocesa”, en la que “ni aún la señora Baranis, lució en su papel por no encontrar quien compita con su habilidad”. Otro reclamo del mismo autor, hallamos una semana después en la Gaceta (2), esta vez en un tono  cómicamente desesperado: “Que vuelva Ferrer, Ferrer, Ferrer, y mil veces Ferrer”. De ambos escritos se deduce el favoritismo y la  popularidad de la cual gozaban los dos artistas entre el público caraqueño.
Las desavenencias entre Ferrer y el empresario no se resolvieron. Constancia de ello encontramos en un expediente que reposa en el Archivo General de la Nación (3), el cual arroja datos reveladores sobre el artista, quien solicitó licencia a las autoridades para dar funciones en el “Teatro provisional q.e tiene establecido la Sra. Romualda Rubí en la esquina q.e nombran de Beroes” (sic.) La solicitud es negada por el privilegio de exclusividad para las escenificaciones, decretado desde Bogotá en 1828 por el Libertador Simón Bolívar, a favor de los empresarios del Coliseo. En ese momento la compañía regente del único teatro caraqueño la dirigía el español Andrés Juliá García, otra importante figura dramática y autor del primer ensayo sobre el arte teatral publicado en Venezuela, en 1839.
Gracias al petitorio que suscribe Ferrer en este expediente, sabemos que, ya en 1834, tenía muchos años representando funciones teatrales en Caracas y otros lugares de la República, así como que debía sostener a una “numerosa familia”, a la vez que reclamaba para si el haber mejorado “como es notorio el arte dramatico en esta capital, que se hallaba en el mayor atraso”. (sic)
Sea por su imposibilidad de dar funciones en Caracas, la principal plaza teatral del país, debido al monopolio del Coliseo, o  por el trashumar característico de los teatristas de esa época en busca del favor del público, en abril de 1841, la pareja de histriones lleva su arte a Bogotá. Así lo evidencia una nota publicada en el periódico neogranadino El Condor (4) que anuncia un nuevo contrato para representaciones por cinco meses, suscrito por “José Ferrer, director” y “la señora Cecilia Baranis, primera dama”, entre otros actores venezolanos, refiriendo los ventajosos informes de varias personas sobre “el mérito artístico  y la buena conducta” con que los habían visto “trabajar  en tránsito a la ciudad”. Suponemos, ya que la reseña  no da más datos, que la temporada fue programaba para el llamado Coliseo Ramírez, por muchos años principal escenario bogotano.
Aunque no hay absoluta precisión sobre la fecha,  José Ferrer y Cecilia Baranis participaron en la independencia de República Dominicana -poco antes o después de su estancia en Bogotá- donde fueron llamados  por los llamados Trinitarios, grupo de jóvenes líderes independentistas en ese país, para participar en la Sociedad Dramática que fundaron, a fin de difundir las ideas republicanas y autonómicas a través del teatro, aproximadamente en el año 1840. Tal episodio, con el Padre de la Patria dominicana Juan Pablo Duarte a la cabeza, constituye un capítulo único del teatro en nuestro continente, en el cual los actores -y entre ellos dos compatriotas- se convirtieron en  voceros protagónicos de los nuevos ideales de transformación. Las piezas interpretadas, escogidas por su contenido para incendiar el sentir político popular, ganaron categoría y profesionalismo con la participación de los actores venezolanos. Se conserva un afiche que anuncia un espectáculo en el que participa Cecilia Baranis. Así mismo, el historiador y ensayista dominicano Pedro Troncoso, apunta  la circulación  de un volante que anunciaba una función a "Beneficio de José Ferrer, galán alternativo de este teatro" (5).
Hay constancia de que la Baranis siguió activa en Venezuela en plan estelar hasta pasados los años 50. En 1850, protagonizó en Valencia (Edo. Carabobo) la pieza La víctima de la libertad o Policarpa Salavarrieta de Lisandro Ruedas, drama de carácter patriótico que recrea el sacrificio de la  heroína independentista colombiana, como notamos en el reparto referido en la primera edición de esta obra; así mismo son frecuentes las alusiones a sus interpretaciones en la prensa capitalina de entonces. Sobre Ferrer sabemos que, en 1853, retomó la actuación luego de años de ausencia, contribuyendo al éxito de la obra Matilde o las Cruzadas del español Francisco de Paula Lasso de Vega, representada en Caracas, según nota crítica aparecida en el Diario de Avisos y Semanario de las Provincias, que reza “el sr. J. Ferrer que apareció en las tablas después de muchos años de retiro”, tal como cita el investigador José María Salvador en su estupendo trabajo sobre la crítica teatral y musical  durante el gobierno de los Monagas (6) .
En República Dominicana, Giovanny Cruz, reconocido actor, director y  dramaturgo de ese país hermano, desde hace tiempo emprendió una cruzada a través de sus artículos y conferencias para desentrañar y enaltecer la memoria de estas figuras artísticas venezolanas. Tal es su entusiasmo que escribió un monólogo, aún inédito, titulado El último personaje de Cecilia B. Este redactor, compartió con él algunas impresiones y datos obtenidos en territorio nacional sobre el tema. Sirva el interés mutuo sobre el pasado teatral, para rendir homenaje a esta pareja de creadores  que contribuyeron a la profesionalización del arte latinoamericano y que merecen salir del olvido al que fueron relegados por el descuido de nuestra memoria histórica.

Bibliografia
1 “Teatro”, Gaceta de Gobierno,  15 de agosto de 1829, p. 3, 2a col.
2 “Teatro”, Gaceta de Gobierno,  22 de agosto 1829, p. 4, 1a-2a col.
3 Legajo de la Provincia de Caracas, año 1834, número 7.12.- Expediente que contiene la necesidad del teatro que dirige José Ferrer por no tener local propio. Año 1934.
“Teatro”, El Condor,  N° 4, 1841,  p. 16, 2a col.
5 Vida de Juan Pablo Duarte, p. 110. Instituto Duartiano, Colección Duartiana, V. XI, Santo Domingo, D.N., 2005

Mariano de Briceño, un crítico musical y teatral en Venezuela durante el dominio de los Monagas (1847-1858), p. 4, Ponencia presentada en I Congreso Venezolano de Musicología 2007, Universidad Central de Venezuela.

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