sábado, diciembre 13, 2014

Vladimir Vera agente libre

El director Vera y el elenco de  "La casa de Bernarda Alba"
El teatrero Vladimir Vera ya no es el director artístico de la Fundación Rajatabla. Ingresó en mayo del año pasado y durante todo este tiempo montó los espectáculos  La piel en llamas  del catalán Guillem Clua,  El marqués  de Sade  de Yukio Mishima y  La casa de Bernarda Alba  de Bernarda Alba, los cuales arrojaron valiosos récords de público y de críticas. No hubo bochinche ni berrinche para generar su salida. El artista optó, de mutuo acuerdo con el presidente William López, dejar de ser personal fijo de Rajatabla. Los próximos montajes del grupo se harán bajo su égida, pero como  director invitado. Es, pues,  agente libre, en términos beisboleros.
-¿Cuál es el balance de la pasantía Rajatabla?
-La historia del teatro venezolano siempre tendrá en cuenta el nombre de Rajatabla.  No sólo por la labor excepcional y titánica realizada por Carlos Giménez (1946/1993), sino por el desfile de directores que hicieron montajes de alta factura dentro de la agrupación (Raúl Bambilla, Basilio Álvarez, Paolo Magelli, Rolando Giménez y Ugo Ulive, entre otros).  Rajatabla está ahora en una gran encrucijada conceptual; se encuentra entre la institución que añora los grandes montajes de su historia o la agrupación de vanguardia que busca nuevos derroteros creativos. No sé para donde se  inclinará la balanza. Pero sea lo que sea, espero que la calidad, la disciplina creativa y el rigor nunca deje de ser el norte del grupo, ya que de lo contrario se ensuciaría la historia de un grupo que ha revolucionado la historia del teatro, desde  1971.
-¿Difícil luchar contra la historia rajatablina?
-Claro. Los derroteros creativos han variado. Se trata de mantener una línea estética, pero con la visión más cercana a la actualidad posible. El Rajatabla de ayer debe acoplarse a las nuevas eras y a veces esa conversión es difícil. Traducir lo moderno de los 70, es totalmente a lo moderno del siglo XXI. Lo interesante es que la historia del grupo ha dejado grandes profesionales con los que ha sido un placer crear en conjunto. Y yo, modestamente, puse mis granitos de arena.
-¿Satisfecho de lo logrado con su pasantía?
-Nunca. La conformidad es la muerte del espíritu creativo. Un artista conforme tiende a coquetear con la mediocridad. Estaré satisfecho cuando Venezuela vuelva a ser una de las referencias mundiales del teatro. Creo que Venezuela merece rigor dentro de la escena y los creadores hemos bajado un poco la guardia. Pero igual, no por ello, no seguiremos luchando. Donde esté lucharé por el teatro criollo.
-¿Qué espera  hacer?
-Seguir trabajando. Para el próximo año tengo pensado dirigir  El fantasma de Hiroshima  de Gennys Pérez y  La ópera de tres centavos  de Bertold Brecht, producidas por Rajatabla. Con mi Teatro Forte tengo planes de montar, en el primer semestre del 2015,  Martillo, un proyecto de carácter experimental basado en la Orestiada. 
-¿Se justifica una agrupación como Rajatabla en el teatro venezolano?
-Creo que cada grupo de teatro, sea pequeño, amateur, profesional, experimental, comercial o  etcétera,  es necesario dentro de la escena nacional. Venezuela necesita más y mejor cultura, por lo que son necesarios más grupos y siempre tener los referentes de los grupos de tradición nacional, como el caso de Rajatabla. Espero que por muchos años más siga siendo referencia de la escena criolla.
-¿Para dónde va el teatro venezolano?
-Espero que renazca como el Ave Fénix. El teatro nacional debe ir a nuevos derroteros para volver a ser lo que fue. Debe retomar el riesgo, la fuerza, la capacidad creativa que antes tenía. El venezolano tiende a ser talentoso, pero ese talento sin rigor, sin estudio, sin disciplina, sin riesgo y sin la necesidad de reinvención constante, se convierte en humo en la escena. Si no le damos una vuelta de tuerca y salimos de manera urgente de la zona de confort, nuestra vanguardia se transmutará en un sin número de actos culturales.
Inolvidable Bernarda

 El director Vera se despidió de Rajatabla tras mostrar, su creativa y convincente versión escenica de   La casa de Bernarda Alba,   obra cumbre de Federico García Lorca. Dice que es un texto duro, lapidario donde el poder (tema recurrente en la estética rajatablina) se ve reflejado por una madre que obliga a un luto de siete años a sus cinco hijas. Una casa cerrada, es la metáfora que nos muestra García Lorca para acercarnos al régimen franquista que nacía antes de su asesinato en Granada. Esa sensación de encierro, de carencia de libertad, de fuerza militar que rodeaba a una sociedad, fue la visión escénica que quise retratar en el montaje. Bernarda es una mujer sola en una tierra de hombres y no es cualquier mujer, es una mujer que debe asumir los pantalones de un hombre para valerse y retratar la autoridad de una familia, es una mujer que debe generar respeto y un temor reverencial para su supervivencia y el de su familia. Creo que una de las mejores decisiones que he tomado en mi carrera creativa, fue escoger a una de las fundadoras de Rajatabla (la increíble y admirada Francis Rueda), como la viuda Bernarda Alba. Parte del reto era buscar una visión distinta del clásico lorquiano, una forma de romper el clásico sin perder la fuerza de la poesía del genio granadino. Esa fue el norte de la creación. Conté con un equipo tanto técnico como artístico soñado. El vestuario de Fedora Freites, las luces de David Blanco, el trabajo corporal de Soraya Orta, la dirección musical de Mayra Santos; entre otros, hicieron que estos maravillosos actores entraran en la atmósfera que necesitábamos crear. Fue un trabajo basado en la confianza que me brindó mi equipo de trabajo. Creo que es la obra más cercana al espíritu rajatablino que he realizado. Me siento más que satisfecho”.

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