sábado, noviembre 23, 2013

Hugo Kogan

Con Hugo Kogan se mantiene la tradición del buen teartro argentino
Algún día se tendrá que investigar cómo ha sido, y aún continúa, la presencia de la cultura argentina en  Venezuela, especialmente el accionar de sus teatreros en Caracas y  su innegable influencia en el desarrollo de las artes escénicas desde mediados del siglo XX. Se tendrán que publicar los resultados de esos estudios, muy importantes para alimentar la historia del teatro contemporáneo, el cual cada día que pasa es más multisápido.
Mientras llega ese ensayo historiográfico, hay que recordar que al finalizar la década de los 40 se instaló Juana Sujo, quien entre otras cosas fundó una escuela, que ahora lleva su nombre y la cual funciona desde hace 64 años. Y desde entonces la presencia sureña no ha cesado y es por eso que hace semanas vimos y aplaudimos -ya nuestra mano zurda tiene más vida- al actor y director argentino Hugo Kogan tras una increíble performance con la obra Potestad, de Eduardo Pavlovsky, en el Teatro San Martin, y después lo disfrutamos en una charla con el público, mayoritariamente  estudiantes.
 Potestad, que la habíamos visto representada por el rioplatense Teatro del Secadero, volvió ahora a  Caracas con Kogan para denunciar la injusticia y las atrocidades cometidas en la Argentina dictatorial, una puesta en claro de la historia de esa nación, una revancha histórica teatral sobre siete años de ignominia militarista que convirtieron a la patria de Carlos Giménez y Juan Carlos Gené (teatreros legendarios que también dejaron obra en Venezuela: Rajatabla y el GA 80)  en un campo de exterminio, del cual salieron las masas populares para negociar una primavera democrática, por la vía del voto,  la cual lleva 30 años, hasta ahora. 
En menos de 50 minutos, Kogan plasma uno de los episodios más patéticos de la dictadura argentina, cual fue el robo de los bebes de los enemigos de los milicos, para lo cual el actor maneja con destreza todo tipo de registros dramáticos, capaz de la carcajada y el sobrecogimiento más extremos, además de mantener muy bien la tensión de la obra. Ahí, como lo señalado la crítica sureña, la mueca, el gesto social, el transformismo ideológico, el cambio de registro, no son asignaturas que se aprueban sin estudio.   Si había un actor para Potestad, era Hugo Kogan, pues   Potestad requiere de un actor sólido, capaz de llenar el espacio físicamente, cambiar de ritmo, de voz, de actitud y de emociones.
Kogan, durante su  entusiasta charla con los espectadores, puntualizó como gracias a que el teatro  se estudia y se practica desde la escuela primaria, sus compatriotas crecen amando tal disciplina artística y además desarrollan la imaginación y avanzan  en un proceso de socialización básico para su devenir, “porque antes de formar actores, hay que formar personas”.

Este ejemplar artista ha dicho que todo esa masa de dinero que se gasta en armas para matar, él la gastaría “en las distintas expresiones artísticas y no tengas la menor duda que este mundo de hoy, tan convulsionado sería un mundo totalmente distinto”. Genio y figura de un artista argentino combatiente

2 comentarios:

Mayteconacento dijo...

Vi la obra en Mont Laurier, provincia de Québec en 2012, impecable y execente la actuacion de Hugo Kogan, la obra es en español y la mayor parte del publico presente no eran hispanofonicos, a pesar de ello la atencion y ka emocion desatada por el actor trascendia todas las kenguas. Excelente

Mayteconacento dijo...

Vi la obra en Mont Laurier, provincia de Québec en 2012, impecable y execente la actuacion de Hugo Kogan, la obra es en español y la mayor parte del publico presente no eran hispanofonicos, a pesar de ello la atencion y ka emocion desatada por el actor trascendia todas las kenguas. Excelente