sábado, julio 28, 2012

Sexo en supermercado


El sexo -o las conductas sexuales- en los espectáculos teatrales no es nada nuevo. Importantes piezas a través de la historia han plasmado innumerables problemáticas, satisfacciones o innovaciones sobre importante campo de la vida de los seres humanos. Es por eso que conflictos de parejas, soledades, traiciones, infidelidades, homosexualidades, voyerismos y sadomasoquismos fueron incorporándose como temas principales o secundarios en variopintos espectáculos a lo largo de los siglos.
 Recordamos esto, porque a dos años de haberlo estrenado en el Celarg, el creativo teatrero  Francisco Denis Boulton ha repuesto su montaje Sexo, basado en el texto homónimo  de René Pollesch, en su sala Rio Teatro Caribe (en San Bernardino), con sugerentes innovaciones escénicas y técnicas, gracias a las actrices   Prakriti Maduro, Karina Velásquez y Susana López, y  en dirección conjunta con el cineasta Marcel Rasquin, quien así debuta en el teatro.
ESPECTÁCULO
Sexo no es otra diversión más sobre la sexualidad  -una temática que se ha apoderado intensamente de la escena caraqueña- pues con este montaje, producido por TRES, los realizadores y actrices convierten al espectáculo una disertación filosófica sobre como  una gran parte de las relaciones contemporáneas están basadas en la economía. 
Se trata, por lo tanto, de una respetable tesis escénica sobre sexo y dinero, llevada al público de una manera atractiva, exótica, de vanguardia y multimedia, donde se  utilizan  pantallas de video y cámaras, por lo que es, de acuerdo a palabras de Marcel Rasquin, “el proyecto ideal para embarcarse en una aventura teatral”, un evento lúdico especialmente por lo que hacen o muestran las actrices.
En síntesis: el público participando de un show en vivo de televisión, como si fuese un estudio de TV von un programa sobre el sexo y sus manifestaciones, claro un sexo sin participación activa o personal del hombre, el otro polo de la sexualidad. Son tres mujeres y una cámara de video que graba y/o proyecta sus inquietudes, revelaciones y secretos, expuestas a los ojos de los espectadores, quienes se transforman en  complacientes vouyeristas de sus disertaciones.
El espectáculo, con una duración no mayor de 70 minutos, permite el lucimiento de todo su elenco, pero es ahí donde Prakriti, Karina y Susana  advierten  y convencen que no todo es sexo ni amor, que todos los seres humanos aún seguimos siendo undívagos, inescrutables e incomprensibles, cruzando siempre esa raya amarilla entre la cordura y la locura, dependiendo del tiempo y el espacio donde nos desplacemos. Es teatro para pensar y mirar más allá de lo que sucede en ese escenario bifrontal, especie de  set de televisión o ese supermercado donde se vive actualmente.
Ahí Denis Boulton y Rasquin se repartieron las cargas de dirección del espectáculo, donde las imágenes televisivas y las acciones teatrales se daban la mano y llegaban al público para satisfacerlo o aburrirlo, cosa que no existió jamás. Fueron capaces de generar todas las emociones posibles entre el público, al tiempo que obligaron a pensar o reflexionar sobre el amargo sabor del sexo convertido con mercancía, sobre ese cóctel de amor y hormonas que quita el seso y es capaz de enloquecer, tras haberlo materializado con unas relaciones sexuales amparadas o legalizadas por la comunidad, incluso a regañadientes.
TODO SE NEGOCIA
El dramaturgo René Pollesch (Alemania, 1962) con su Sexo (2001), propone, a partir del osado discurso de sus tres féminas, una reflexión sobre los problemas del individuo en el mundo de hoy. Además, “el texto es propicio para interrogar al público de manera directa y descarnada, acerca de los valores y condicionamientos que impone la cultura y sus dinámicas de poder”, como apunta el director Denis Boulton. Pollesch  explica  que si en una obra se une sexualidad con dinero, seguramente no habría problemas, porque todos estarán de acuerdo, pero si relacionamos amor con dinero, veremos que “la sociedad no lo tolera, aunque si lo practica, abiertamente o de manera camuflada”. Y puntualiza que Sexo trata de unir justamente esos dos conceptos. Y se pregunta y se auto responde: ¿por qué no aceptar que el amor y el dinero mantienen unido a un matrimonio y que eso no significa que se destruya el amor? Pollesch insiste en que “el amor es enigmático, pero todo el mundo habla del amor como si supiera qué es. Quisiera que fuera todavía más misterioso y contradictorio. Un buen ejemplo de esa “ligereza” es la película Moulin Rouge, de Baz Luhrmann, donde Nicole Kidman encarna  a una prostituta cortejada por un poeta pobre y un empresario rico. Como es una historia convencional, la hetaira se queda con el vate, porque eso asegura el final feliz necesario para convencer al público que el dinero contamina el amor y así el productor pueda ganar millones”. Pollesch reitera, no solo con sus declaraciones sino con lo que “enseña” su texto, que el actual modelo económico predetermina a la mujer y al hombre de hoy, impone leyes o normas para “pautar” las vidas intimas de los seres humanos como si estuviese gerenciando un supermercado, donde sexo y amor no son más que servicios negociables”.
TEATRO CONTRACORRIENTE
Francisco Denis Boulton (Caracas, 1962) es uno de los más extraños teatristas vernáculos. Su rareza consiste en que lleva, más de una década, haciendo un teatro contracorriente, una mezcla de circo de salón con teatro de texto. Eso gusta o disgusta, pero es imposible ignorarlo. Ahora se “fajó”, como criollo que es, y estudió a Pollesch para mostrarlo, después de haberlo consultado y trabajado con él en Alemania, para su desopilante montaje de Sexo. Extenuante e hiperkinética ceremonia donde hay cine y/o televisión, teatro puro y hasta ron en pico de botella, para demostrar así el estremecedor discurso de ese germano sobre las verdades y las mentiras del amor y el sexo en la sociedad capitalista, esas pulsiones físicas y psicológicas que mueven a todos los seres humanos y lo convierten en esclavos de quienes las manipulen. Su otro más reciente espectáculo  Machete Caníbal (2011) también juega con esas tendencias escénicas pero sus contenidos son diferentes. 

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