sábado, febrero 18, 2012

Maracuchas en Caracas

Aunque suene a perogrullada, el teatro venezolano no es únicamente el que se representa en Caracas. También hay muchas creaciones importantes en diversas regiones y ciudades, pero estas no se conocen por múltiples razones que no vamos a recordar en esta crónica.
Aclarado esto, debemos subrayar que, en el caluroso silencio de la capital zuliana, un puñado de hombres y mujeres desde hace muchísimos meses lograron crear un espectáculo el cual ha capturado a más de 80 mil espectadores y es ahora cuando se presenta en el teatro Municipal de Caracas, desde ayer y hasta el próximo martes, siempre a las 6:00 PM, como parte de las actividades del Circuito de Artes Escénicas de Fundarte y el Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
Se trata de Señoras de Maracaibo, un refinado sainete que plasma el ir y venir de la memoria y escritura de cinco actores que encarnan a las mujeres que trajinan desde sus experiencias convirtiéndolas en señoras para la anécdota, en cuentos para seguir asombrando a su audiencia, insistimos por ahora, de esa cálida región venezolana. Es un montaje del más puro travestismo teatral criollo, donde Ricardo Lugo, Henry Semprún, Carlos Guevara, José Bermúdez y José Molero revivieron los recuerdos de sus mujeres amadas para reinterpretarlas en la escena. Cinco mujeres -Dalia, Guillermina, Marucha, La China y la “Muda” Mística- que ríen y lloran en monólogos las referencias de sus Maracaibos y presentan a esas damas para trasladarnos a los olores de las casa de los abuelos y abuelas.
Señoras de Maracaibo es consecuencia tangible del trabajo social y artístico de la Fundación para el Desarrollo de la Dramaturgia Regional (Fundrama), el Núcleo de Expresión Escénica de Unearte y el Consejo Comunal “Batalla de Pichincha” , instituciones que se identifican con el sentir y el calor de la zulianidad, concretamente en su Maracaibo.
Señoras de Maracaibo es una obra sincrética por su variedad expositiva, urbana por sus maneras, pero sobre todo llena de vitales pulsiones sociológicas. Prevalece sin embargo la autonomía de la creación, retrato eficiente de unos hábitos enclavados en una comunidad y proyectados fuera del realismo. Tal vez, de manera instintiva, los aspectos formales han sido salvados con solemnidad, pues magnificar un clima puede llevar a la caricatura y ampliar rasgos para mejor hacer reír, pero aquí estas señoras hacen un limpio ejercicio de evocación, se mantienen en el límite del filo de la navaja. Si se defienden desde el pudor y el sarcasmo no es sino rescoldo de un dolor, tal vez el sexo triste y las vidas anuladas de tanto fracaso.
No es tampoco Señoras de Maracaibo una crónica dudosa del día, ni tampoco convenciones de páginas sociales. Vale la pena detenerse en el carácter ejemplar de sus representaciones, porque ayuda a comprender la alianza entre la potencia de lo artificial wildeano y las fuentes de la experiencia, en este caso sometida por la distancia de los hechos cumplidos aunque latentes, por eso algunos espectadores sonríen sin hacerse notar, mientras que otros aceptaran sin pensarlo dos veces: lo zuliano es esencia de la venezolanidad.



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