domingo, julio 24, 2011

Negro carmesí en Rajatabla

El domingo 28 de agosto cerramos la edición de nuestro vigésimo quinto libro, Teatro 2011/ Apuntes para su historia en Venezuela, el cual comienza con la reseña, del 28 de agosto de 2010, sobre Trastos viejos, pieza de Javier Vidal sobre la violencia urbana salpicada de drogadicción, producida por Rajatabla, agrupación que fundó Carlos Giménez, aquel 28 de febrero de 1971, al estrenar el montaje musico teatral Tu país esta feliz, un poemario de Antonio Miranda con música de Xulio Formoso.
Y hoy, precisamente en las últimas etapas de la futura publicación, cuando debemos referimos al grupo Kabré en temporada con su entretenido y nostálgico espectáculo Negro carmesí, escrito y dirigido por Wilfredo Tortosa, además tenemos que reseñar el más insólito atraco que se haya cometido jamás en la sala Rajatabla, ocurrido el martes 12 de julio de 2011, a las 5:00PM, en pleno ensayo.
Cuenta, Tortosa que estaba coordinaba con sus actores la plantilla de movimientos escénicos para el montaje, cuando dos desconocidos abrieron la puerta de la sala y sin amenazarlos se abalanzaron sobre una laptop que reposaba en una mesita. “No se me ocurrió pensar que nos estaban atracando y hasta llegue a creer que era una broma de algún conocido, pero cuando vi que salieron violentamente y llevándose nuestra computadora, reaccionamos pero ya era tarde. En una moto que los esperaba en las inmediaciones Teatro Teresa Carreño secuestraron nuestra laptop, donde teníamos las artes del programa de mano y otras informaciones. Esperamos que no se repita jamás una cosa así. Estamos esperando que la dirección de seguridad de Unearte revise las grabaciones de sendas cámaras ubicadas en el pasillo que conduce a la sala rajatablina, para ver si logramos identificar a los choros, aunque hemos perdido toda esperanza”.
Tras esta introducción nada tradicional para un teatro venezolano, debemos resaltar que nos sorprendió gratamente lo visto, pues Negro carmesí resulta que es un novedoso espectáculo sarcástico musical centrado en las peripecias de dos hombres y dos mujeres, quienes trabajan en labores de limpieza y deben dejar como nuevo al abandonado salón del edificio donde antes funcionó una radioemisora.
Más allá de la anécdota del evento teatral, que puede gustar o no ser tomada en cuenta -aunque es importante porque recrea episodios de la época dorada de la radiodifusión venezolana, cuando la televisión no había llegado aún- juzgamos que es importante haber conocido y disfrutado de los cuatro histriones ahí involucrados, porque son de aquellos que poco se exhiben en otros escenarios, ya que la mayoría de los actores no crean personajes sino que repiten los textos memorizados. Nada de eso pasa, por supuesto, con la impactante María Elena Duque, el prometedor galán Maxwell Rodríguez, la versátil Nadeimy Armao y Albert Smith con unos registros vocales impresionantes. Desgarrados y convincentes entes escénicos.
Tortosa, un meritorio trabajador de las artes escénicas venezolanas, muy feliz por el trabajo actoral logrado con su equipo, advierte que su espectáculo no es una relectura más de la historia cultural criolla, pero es también un homenaje a todos aquellos amantes de la radiodifusión.

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