sábado, abril 16, 2011

Cabaret venezolano

Negados, cuestionados, perseguidos y hasta humillados por columnistas ignorantes e insensibles o esquilmados por funcionarios medievales, quienes incluso hasta cobran peaje exigiendo boletos de cortesía. Pero ahí están: no menos de 30 espectáculos muestran semanalmente en Caracas de viernes a domingo, sin contar los que hacen de lunes a jueves en salas improvisadas. Son la vanguardia del teatro venezolano de la capital, la que se negado a morir o rendirse y ahora hace lo que siempre hicieron, como cómicos de la legua, vivir del aplauso y el cariño del público materializado en monedas o en papeles de banco. No estamos escribiendo fisión, no por ahora. Reseñamos una verdad que los espectadores agradecen, pues los cómicos sí trabajan en situaciones complejas y muestran sus obras con dignidad y con las estéticas que ellos consideran justas y adecuadas para ese crítico de las mil cabezas que aplaude o promete no regresar más a esa salsa si no le satisface lo mostrado.

Y dentro de ese variedad de producciones está el montaje venezolano de la comedia Cabaret -debutaron el 4 de noviembre de 2010- el cual ha regresado al Teatro Teresa Carreño para completar su primer ciclo de 30 funciones en Caracas, Barquisimeto y Valencia con un selecto elenco de artistas venezolanos. Y seguirán para Maracaibo, Puerto Ordaz, nuevamente a Valencia y cierran en Caracas, a finales de año, para completar las 50 funciones programadas.

Cabaret es un espectáculo con coreografías, canciones y actuaciones ceñidas a un texto que crearon John Kander, Fred Ebb y el libretista Joe Masterhoff para transformarlo en un musical, estrenado en 1967, el cual acaparó todos los premios en Broadway y Londres y abarrotó las salas en que se presentó. En 1972, Bob Fosse dirigió la versión cinematográfica por la que Liza Minnelli y Joel Grey ganaron los Premios Oscar y convirtieron sus personajes en íconos universales. Desde entonces la obra ha permanecido en los escenarios del mundo, hasta que en los años 90 el director inglés Sam Mendes la modernizó y revitalizó para ponerla al alcance de nuevas generaciones de espectadores.

Más de 40 años

Ahora Cabaret es la prueba de fuego para César Sierra, el dilecto nieto de Lily Álvarez y Gabriel Martínez, legendarios personajes del teatro para niños y formadores de actores y actrices en Venezuela. Es uno de los clásicos del teatro musical. Tiene más de 40 años recorriendo los escenarios del mundo y ha permitido múltiples lecturas. Y como los verdaderos “clásicos” lo es porque su mensaje es universal. Habla de la moral, de la libertad, de la búsqueda de la felicidad, del amor en su sentido más universal. Es un espectáculo optimista, a pesar del ambiente sórdido y oscuro en que se desarrolla. No olvidemos que tiene lugar en uno de los momentos más terribles de la historia contemporánea, nada menos que cuando el nazismo iniciaba su siniestro periplo de 12 años. Uno de los personajes dice una frase que resume el espíritu de la obra: “era como si se acercara el fin del mundo”...pero después de esa reflexión los personajes de la obra se atreven a cantar de nuevo y pasando por encima de prohibiciones, amenazas y miserias aprenden a sacar lo mejor de la vida. La perfecta dirección que impuso César Sierra superó escollos y lo mismo se puede señalar de algunos actores, como Luis Fernández, protagonista con su andrógino personaje de animador cabaretero, creado desde adentro y sin concesiones, secundado por la versátil Naty Martínez y el sobrio Adrián Delgado, y muy bien apuntalados por las performances de Francis Rueda y Cayito Aponte, la pareja separada por el nacionalsocialismo hitleriano. Un correcto cuerpo de baile y una precisa orquesta, comandada por Armando Lovera, completan el elenco profesional de este fino y aleccionador montaje antifascista.

Siniestro colofón

Y como colofón, debemos resaltar que difícilmente la última escena de este Cabaret venezolano se podrá olvidar. Ahí estaba el amanerado animador del antro berlinés, Emcee, encarnado por Luis Fernández, mostrándose ante el público para despedirse, cubierto por una batola de rayas blancas y grises, adornada con la amarilla estrella de cinco puntas, para después dar la vuelta y avanzar, sin titubear y convencido de su destino, hacia los enceguecedores reflectores del campo de concentración donde los nazis se disponían a exterminar a los judíos.

Aquello fue un puñetazo en el plexo solar, como para no olvidar jamás que la realidad siempre será más amarga que la ficción de ese espectáculo exhibido en Caracas y de su memorable factura artística venezolana. Y para que nadie del talento de sus artistas, este colofón fue creado por César Sierra y su gente,porque asi sintieron el espectaculo y asi quisieron dejarlo con su sello de creatividad.

Elenco

Cabaret tiene dos historias de amor: la de los dos protagonistas Sally Bowles (Naty Martínez) y Cliff (Adrián Delgado) y la de la casera Fräulein Schneider (Francis Rueda) y el comerciante judío Herr Schultz (Cayito Aponte). Todos ellos destacan junto a Karl Hoffman en el papel de Ernst Ludwing y Mena Napolitano como Fraulen Kost. Completan el elenco: Andrés Acuña, Armando Acuña, María Esther Alonso, Mariana Alviárez, Domingo Balducci, Yelitza González, Anthony Lo Russo, Melissa Marín, José Vicente Pinto, Catherine Pintos y Sabrina Salvador; junto a un numeroso ensamble de baile y una banda de nueve músicos de primera línea en vivo, bajo la batuta de Armando Lovera.

50 funciones

Producir comedias musicales en Broadway o West End exige calidad profesional y riesgo comercial. Ese género teatral genera millones de dólares y necesita diestros artistas y además empresarios, conocedores del negocio y de todo lo que pasa en la escena, porque saben tanto como los directores y los autores. Y casi siempre les va bien. Pero al mejor cazador se le va la liebre y en ocasiones todo falla. Las obras no atrapan al público y los medios de comunicación tienen críticos, guías para la audiencia, a quienes consultan para no malbaratar el dinero. Son momentos catastróficos en lo artístico y para el show business. La piedra filosofal que convierte en oro a los eventos escénicos no se ha descubierto todavía. No hay formulas mágicas. Y cuando el negocio con los musicales no se hace en Nueva York o Londres el riesgo es mayor porque los equipos artísticos no se improvisan en una madrugada y la inversión para tales fines tampoco abunda. Pero en Caracas la horrible, como la llamara Simón Bolívar, el director Michel Hausmann y su productora Palo de Agua se arriesgaron, a lo largo de este siglo, y les fue bien con sus tres musicales, los cuales además mostraron en la provincia. Lograron consolidar elencos diestros que cumplieron, como Luigi Sciamanna y Armando Cabrera, entre otros.

Y para proseguir la huella de Hausmann y su empresa, el director César Sierra se alió con el productor Carlos Audrines, de Magno Producciones, para realizar un total de 50 funciones de Cabaret en Caracas, Valencia, Barquisimeto, Maracaibo y Puerto Ordaz. Esperan contabilizar, por lo menos, 40 mil espectadores.

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