sábado, febrero 26, 2011

Mi reino por un sueño

Este 28 de febrero es festivo para el teatro venezolano. Arriba a sus primeros 40 años una de las agrupaciones más emblemáticas del siglo XX. Y por eso Rajatabla celebra su presencia en los escenarios con la reposición del montaje que la hizo debutar, Tu país está feliz, mañana en la Sala 1 del Celarg, donde permanecerá dos días más. No obstante, para estar en sintonía con los tiempos actuales, desde el pasado jueves 24 está exhibiendo -en su edificio sede, detrás de Unearte y al lado del Teatro Teresa Carreño- el espectáculo Mi reino por un sueño... una cuerda tensa a punto de romperse, texto de José Antonio Barrios Valle, versionado y dirigido por Costa Palamides,
Según el director Palamides, la pieza de Barrios Valle, centrada en la vida y obra de José Antonio Ramos Sucre (Cumaná, 1890/Ginebra, 1930), le ha permitido crear sobre el escenario un itinerario dramático y onírico partiendo del encuentro imaginario, después de la muerte del autor de La torre de timón, Las formas del fuego y El cielo de esmalte, con el vate elegíaco y trágico Cruz Salmerón Acosta (Manicuare 1892-1930).
“Son dos vidas llenas de coincidencias, separados por fatídicas enfermedades y distintos caminos poéticos, esbozan sobre la escena rajatablina una travesía plena de trances repentinos de biografía, inmersos en una atmósfera de presagio y ritualidad proveniente de liturgias medievales y bizantinas. Sin olvidar los cielos y mares nativos de ambos aedas, sumergidos en el colorido de la fiesta popular, las brumas orientales y la musicalidad de malagueñas, fulías y polos de nuestro canto”, puntualiza Palamides
Dramaturgia nueva
El escritor Barrios Valle comenta que escogió al poeta Ramos Sucre para su obra teatral porque participó en un taller de poesía organizado por Monte Ávila Editorial Latinoamericana, durante 2008, donde intervinieron otras diez personas, con el bardo Miguel Márquez, y uno de los autores que seleccionaron para estudiarlo fue ese gran venezolano malogrado a los 40 años. “Desde ahí que su obra y su vida me atraparon y desde ese momento investigué más a fondo sobre él. De ese taller salí con tres poemarios, inéditos hasta ahora, pero paralelamente hice un borrador para una pieza teatral. Cuando culminé ese texto se lo mostré al profesor Márquez, quien me hizo una serie de sugerencias, las cuales apliqué. Después la envíe al Concurso de Dramaturgia Breve Gilberto Pinto, de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, y gané esa competencia, también en el 2008. Ahora Rajatabla, dentro de su valioso plan de promoción y difusión de la dramaturgia nacional, la ha llevado a la escena, de lo cual estoy sumamente agradecido”.
-¿Cómo abordó a Ramos Sucre para su teatro?
-Escribí una pieza para siete personajes y un coro, donde el protagonista es Ramos Sucre, pero además está su madre Rita Sucre; su tío, el presbítero Ramos; su ascendiente ilustre, el mariscal Antonio José Sucre; su gran amigo el poeta Cruz Salmerón Acosta; un ser fantástico que es “la dama de blanco” y Morfeo, el dios del sueño. Mi texto se debate entre el sueño y la realidad, es la vigilia del poeta, quien padecía de un insomnio crónico, el cual, según algunos biógrafos, lo condujo al suicidio, cuando vivía en Ginebra, como cónsul de Venezuela ante Suiza, hacia 1930, cuando tenía 40 años. En mis didascalias propongo un espectáculo multimedia para dar así una dimensión múltiple de este ilustre venezolano, pero es el director quien ejecuta la partitura de mi obra. En mi pieza pretendo plasmar la tragedia de un ser humano que no puede dormir y que eso se le convierte en una tortura mortal. Yo utilicé muchos poemas suyos y especialmente su correspondencia con su familia y los amigos, donde hice énfasis en su relación con el escritor Cruz Salmerón Acosta, quien además fue afectado de lepra y murió en la soledad de su casa en Manicuare. Yo busco que con mi pieza se conozca y se evalúe más la obra del vate, quien fue pionero en la creación de una hermosa poesía en prosa, la cual, para mí, tiene valores universales. Y hago énfasis en su relación con Salmerón Acosta, porque a pesar de sus personalidades diferentes, mantuvieron una profunda amistad.
Equipaje teatral
El venezolano José Antonio Barrios Valle (Cádiz, 22 de julio de 1964) escribe para que los personajes que moran en su interior puedan ser escuchados. Tiene ya una apreciable su bibliografía teatral: La cotufa no baila más, que ganó el Premio de Dramaturgia Fundarte 2006. ¡Qué bodas tienes tú!/ Cursillo pre-matrimonial para parejas indecisas. Rasputín en Caracas. El sitio, triunfador en el Concurso CASA de Dramaturgia Venezolana 2008. Y Mi reino por un sueño... una cuerda tensa a punto de romperse, que ganó el concurso de la Casa Andrés Bello 2008. También añade el monólogo La novia viuda. Y cierra con ocho piezas mínimas: De la Carraca a Palo Verde... un metro para Miranda, El año del perro, Punto y coma, Pañito blanco para el altar, Doble despecho... ese bolero ya no es para ti, La novia es mi hijo, Me sacó la piedra y Barajita repetida no llena álbum. Su más reciente pieza, aún sin estrenar, es La anaconda del sótano tres, donde retoma una leyenda urbana, centrada en una serie de fábulas sobre el complejo habitacional Parque Central, de Caracas. Y por sin fuera poco en su computadora hay un borrador sobre el rey Miguel, un africano esclavizado que luchó contra los españoles en Venezuela, a mediados del siglo XVI.
Viaje dantesco
Costa Palamides, hijo de griegos, nacido en Caracas el 14 de junio de 1954, explica que en la puesta en escena de Mi reino por un sueño... una cuerda tensa a punto de romperse no sólo conjuga la presencia de la estética rajatablina, propiciada por director Carlos Giménez, de quien se confiesa discípulo en varios aspectos de su formación, sino que también entreteje un viaje dantesco. “La música original de mi hermano Pantelis compone una liturgia grecolatina a través de la composición de siete melodías para los textos poéticos de ambos bardos de nuestra literatura. Es una especie de réquiem escénico, donde hay reminiscencias de la teatralidad de Ramos Sucre y los efluvios de canto popular de Salmerón Acosta, para expresar un mundo que ronda la fatalidad y el deseo con voces desesperadas de confinados, con existencias presas de enfermedades incurables e insomnios prolongados que conllevaron al desmoronamiento físico de ambos poetas. Así se funde el fulgurante azul de Cruz con la morada sin luz de José Antonio, las vírgenes escapadas del poeta cumanés dan paso a las musas licenciosas del poeta de Manicuare, la pesada carga histórica de un Sucre con la liviandad espontánea y festiva de Salmerón sin saber que por dentro va cargando su cruz”.
El montaje cuenta con un vestuario de Silvia Inés Vallejo, que combina alegorías y misticismo en una propuesta de presencias míticas e históricas, la escenografía con rendijas simbólicas de Héctor Becerra, los tocados bizantinos de Rubén León y las máscaras a flor de piel de Eliana Santander, la iluminación de David Blanco inmersa en "una luz de aurora boreal que busca fijarse en el cielo sereno y sin astros" de Ramos Sucre. Aunado a este esfuerzo creativo está la producción general de Francisco Alfaro y las actuaciones de Elvis Chaveinte, Gabriel Agüero, Demis Gutiérrez, Abilio Torres, Simona Chirinos, Dora Farías, Miriam Pareja, Rossana Hernández, Pedro Pineda y Gerardo Luongo.


100 millones de TOC

Toc Toc puede ser la comedia más importante de la temporada 2011, aunque Baraka puede disputarle tal éxito, que se contabiliza con espectadores emergiendo de las salas Corpbanca y Trasnocho agradecidos por lo aprehendido. ¿Qué hay en esas piezas de Laurent Baffie (Francia, 1958) y de María Goos (Holanda, 1956) que no muestren los otros montajes caraqueños? Una recuerda como los seres humanos por más cuerdos que parezcan tienen Trastornos Obsesivos Compulsivos (TOC), los cuales pueden transformarse en peligrosos, mientras la otra subraya que la amistad carece de blindaje contra la envidia y la traición la acecha cual espada de Damocles. En resumen: locura, razón o eterna lealtad de los amigos son obsesiones que los humanos tienen...y estas pueden desembocar en situaciones cuasitrágicas.
Y para quienes no comprendan que es un TOC, precisamente los loqueros enseñan que los afectados –se dice que hay 100 millones en este planeta-no son enfermos mentales per se y deben ser tratados profesionalmente. Es un síndrome psiquiátrico perteneciente al grupo de los desórdenes de ansiedad, caracterizado por obsesiones y compulsiones. Varias teorías sugieren una base biológica para ese trastorno y actualmente unos estudios están explorando tal posibilidad. Las investigaciones y los experimentos que se llevan a cabo favorecen el uso de tratamientos tanto farmacológicos como cognitivo-conductuales que pueden beneficiar a las personas con TOC.
Los espectadores que elijan Toc Toc -después de haber degustado Baraka- se encontrarán con el veterano primer actor Alejo Felipe transformado en líder del elenco donde participan: Lourdes Valera, Rafael Romero, Sonia Villamizar, Guillermo García y María Antonieta Duque, además de Melisa Álvarez. Todos ellos -bajo la precisa dirección de Juan Souki y con la perfecta producción de Eduardo Fermín- visitan al albo consultorio de un psiquiatra, porque sus personajes, con sendos TOC, deben ser tratados urgentemente antes de evolucionar a males mayores. Son pues: Fred, quien no puede evitar sus palabrotas y gestos obscenos; María, católica maniática que comprueba diez veces el gas, la luz y el agua antes de salir de casa; Camilo, simpático taxista empeñado en calcularlo todo y eso afecta su matrimonio; Blanca, con fobia a las bacterias; Pep, obsesionado con la simetría e incapaz de pisar las líneas del suelo, y este raro sexteto lo cierra Lili, quien insiste en repetir dos veces cada palabra; además con ellos está la discreta ayudante del loquero.
Pero el espectáculo teatral, gracias a la habilidosa estructura de la obra, es lúdico por las intensas acciones físicas de los personajes entregados a sus manías y las disparatadas situaciones que exhiben. La risa del público va de principio a fin, porque l@s loc@s, y eso es lo que parecen, aunque no lo sean, hace que la audiencia suelte todas sus inhibiciones y comience a gozar, porque además identifican a seres de la cotidianidad similares a los de la escena. ¡Teatro espejo y del bueno, gracias además al complaciente elenco y al director Souki!
Y el final demuestra, una vez mas, que no hay descuidarse o confiarse mucho con los denominados “médicos del alma” porque estos también pueden estar enfermos con TOC o muchas más que sus pacientes.


domingo, febrero 20, 2011

La muerte y la doncella

El pueblo egipcio desde las calles y las plazas públicas sacó de su palacio al dictador que lo había subyugado durante largos 30 años. Tan trascendental suceso político fue logrado con mucha sangre inocente y rocambolescos cambios de caretas de los auténticos poderes geopolíticos mundiales. Y es por eso que en la noche del histórico viernes 11 de febrero de 2011, en el Espacio Plural del Trasnocho Cultural de Caracas, se festejó con el estreno del espectáculo teatral La muerte y la doncella de Ariel Dorfman, correctamente versionado y dirigido por Moisés Guevara y apuntalado en la ejemplar entrega actoral de Antonio Delli, Claudia Nieto y Gonzalo Velutini.
Ahora, mientras la nación egipcia avanza en su proceloso camino hacia una democracia, se conocerán los excesos del derrocado Hosni Mubarak, donde las torturas y las desapariciones de “los delincuentes políticos”, superan la capacidad de asombro de unas comunidades que llevan siglos viviendo bajo los dictados de una religión monoteísta que no permite divergencias y exige sumisión total ante quienes detentan el poder político, económico, militar y además religioso. Se trata, pues, de un proceso revolucionario popular, al cual, como lo analiza Mario Vargas Llosa, el Occidente liberal y democrático debería celebrar como “una extraordinaria confirmación de la vigencia universal de los valores que representa la cultura de la libertad y volcar todo su apoyo hacia los pueblos árabes en este momento de su lucha contra los tiranos. No sólo sería un acto de justicia sino también una manera de asegurar la amistad y la colaboración con un futuro Oriente Próximo libre y democrático”.
Y es precisamente en ese contexto de la opinión mundial globalizada, donde América Latina tiene sus roles importantes y en especial Venezuela, y como para prepararle “el paladar” a los caraqueños es que hacen la temporada de La muerte y la doncella, el cual no es un panfleto teatral sino toda una seria reflexión sobre las represiones y las torturas para los “delincuentes políticos” y las consecuencias de la mismas, que van desde la desaparición de los detenidos hasta la enfermedad mental de los sobrevivientes. Una realidad que se ha vivido en Egipto y que dejó huellas en España, Argentina y Chile… y otros países que mejor no nombramos, ya que las torturas, sean fisicas o psicológicas, son armas “secretas” de los Estados sin distinciones ideológicas.
La obra
En un innombrado país que comienza a sentir los rigores de la democracia tras largos años perdidos de una dictadura siniestra, se contextualiza La muerte y la doncella, una reflexión sobre la tortura y los derechos humanos. La acción dramática duramente realista transcurre en una casa de playa de una ciudad, latinoamericana o española, donde lentamente gestan un proceso de transición política, para lo cual se plasma la saga de Paulina Salas, esposa del abogado Gerardo Escobar, quien tiene la nada fácil tarea de formar parte de la comisión que investigará hechos de violencia del régimen anterior. Durante una noche, un accidente obliga a su marido a traer a casa a un desconocido, el médico Roberto Miranda; ella cree que es uno de los torturadores, del cual ella fue víctima; en su memoria permanecen el aroma, el sonido de sus voces y la música que utilizaban cuando la torturaban: La muerte y la doncella, de Franz Schubert. Paulina lo aprisiona para descubrir la verdad, mientras se debate entre su represión psicológica y su memoria; Gerardo pendula entre su esposa y la ley, y Roberto Miranda se ve forzado a un duro cautiverio, mientras los esposos tratan de reconstruir el pasado y esos amargos momentos que los marcaron y que ahora están de nuevo en su casa, la cual a su vez es una metáfora del país que está iniciando una transición, una nación donde tienen que convivir asesinos y torturadores con víctimas de la violencia política, los que la sufrieron directamente y en sus carnes en las cárceles y centros policiales, y los que la padecieron en sus vidas cotidianas, escondidos, excluidos de sus trabajos, amenazados, acallados por el miedo.
El epílogo surge cuando la víctima descubre definitivamente a su verdugo y decide tomarse la justicia por su propia mano sometiendo al torturador a un secuestro y obligándole a confesar sus crímenes bajo amenaza de muerte.
Montaje y actuaciones
No es un texto fácil, porque sus personajes no son seres precisamente aplomados. Los tres viven con sus fantasmas que no han podido exorcisar o enterrar. Y todo estalla cuando el presente se hace pasado lacerante y comienzan las venganzas y las retaliaciones, impera la ley del talión, y al final la solución... la tiene el público.
Nosotros disfrutamos del realismo del espectáculo, muy cuidado por el director Guevara, el cual se realiza en 90 minutos, o sea una noche y una mañana teatrales, pero suficientes para gozar de la performance extraordinaria de la vengativa Claudia Nieto, bien secundada por un versátil Antonio Delli y un torvo Gonzalo Velutini, quien logra mostrar al siniestro personaje del médico Miranda, todo un torturador culto y amante de la música clásica.
El espectáculo es algo más que un sobrio evento teatral,es una invitacion a pensar en la debilidad de las democracias y en la espada de Damocles que pende sobre las naciones del Tercer Mundo,especialmente, aunque en el Primer Mundo los golpes y las represiones pululan pero con guantes de seda.
Intelectual combativo
Ariel Dorfman (Buenos Aires, 1942), es poeta, dramaturgo, novelista y ensayista, además comprometido activista de los derechos humanos. Pasó parte de su infancia en Estados Unidos, estableciéndose en Chile en 1954; en 1965 obtuvo una licenciatura en Literatura Comparada y en 1967 adoptó la ciudadanía chilena. Colaboró con el gobierno de Salvador Allende y después del golpe de Estado de Augusto Pinochet se exilió en Francia y posteriormente en Estados Unidos. Pero su mayor actividad ha sido como ensayista. Se ha destacado en su análisis de la cultura popular, en particular por su visión crítica de la ideología subyacente en algunas historietas. También ha abordado el análisis de la mentalidad artística latinoamericana. También ha escrito teatro y su obra más famosa es La muerte y la doncella, publicada en 1991, la cual tuvo un fracasado estreno en 1990 en Chile. Se presentó el 22 de diciembre de 1991 en Nueva York y al año siguiente en Broadway, donde mereció un gran elenco: Glenn Close, Richard Dreyfuus y Gene Hackman. Fue llevada al cine en 1994, con el mismo título, por el director Román Polanski y con las actuaciones de Sigourney Weaver, Ben Kingsley y Stuart Wilson. Desde hace 11 años estaba entre los proyectos artísticos del director venezolano Moisés Guevara y es ahora cuando lo ha logrado mostrar, acompañado en la producción por Eduardo Fermín. Se hace camino al andar, como canta el poeta.

martes, febrero 15, 2011

La mujer es un titán

Por ahora no hay otra exitosa dramaturga venezolana como ella. Vive sola en Miami, acompañada de sus hijos, Oriana y Nico. Ella, Indira Páez, no se quiebra y aquí nos los cuenta.
-¿Cuántas obras escritas y cuántas han sido representadas?
-Trece escritas y todas representadas, pero tengo una en proceso. Gracias a Dios y a mis amigos teatreros. Me di a conocer con La princesa triste, en 1996.Y, como dato para mis biógrafos y amigos directores y actores, no he cumplido 50 años, por lo que deben irse preparando. Me gradué de bachiller en 1985, a los 17, y mientras estaba de vacaciones, esperando mi ingreso a la universidad, para estudiar Derecho, hice un taller de teatro juvenil. Me llevó la curiosidad, pero resultó fascinante, apasionante y enamorador.Tanto que decidí cambiarme de carrera, olvidarme del Derecho y estudiar Artes en la UCV. A mi papá casi le da un infarto.
-¿Cuál es la más exitosa de todas y cuál más dinero le ha dado?
-La que se ha representado en más países ha sido Crónicas desquiciadas, pero la que se ha montado por más tiempo seguido es sin duda Amanecí como con ganas de morirme, gracias a ese motor de talento que es mi querida Rebeca Alemán. La obra tiene siete años seguidos en carteleras de distintas partes del mundo. Ahora, la que más ganancias económicas me ha dejado ha sido Loca, trasnochada y melancólica con mis admiradísimas Lourdes Valera y Nohely Arteaga, producida por mi amiga Jorgita Rodríguez y dirigida por mi amado Dairo Piñeres.
-¿De donde parte para crear sus obras y por ende sus personajes?
-Generalmente de mis experiencias personales... tengo muy poca imaginación (risas).
-¿Cómo se entiende con los directores y actrices?
-Muy bien, porque respeto profundamente el trabajo de todos y cada uno de los que formamos parte de ese experimento mágico llamado teatro... Y más allá, siempre agradezco a Dios que alguien escoja mis textos para montarlos. Me siento bendita cada vez que eso ocurre.
-Casi todo su teatro es femenino, o sea en temática y sus personajes, ¿cuándo le metes el diente a los hombres y los muestra tal cual son, porque ya experiencia con ellos también tiene?
-Jajajajaja.... bueno... lo que me pasa con las mujeres es que... me parecen heroínas. Cada vez más. Admiro profundamente la manera que tienen, o que tenemos, de levantarnos después de cada caída. De sumergirnos en la sonrisa de nuestros hijos para salir adelante, así tengamos el corazón magullado, la cuenta de banco vacía o el cuerpo lleno de cansancio y trasnocho. Creo que la mujer contemporánea es un tema infinito... así que en ella me inspiro: en esa que tiene que cumplir mil roles en un mismo día y al mismo tiempo... esa que es padre y madre, esa que emigra buscando mejores horizontes para sus hijos, o la que se queda en su país sembrando el futuro, la que trabaja a toda hora y ni se queja... la que sube cerro o viaja en avión. La mujer para mí, es un titán.
-¿Que hace ahora en Estados Unidos?
-Pues principalmente crío a mis hijos (risas)... Y estoy trabajando para Telemundo, en un proyecto muy hermoso de la mano de Roberto Stopello y Borja Pérez, del cual no puedo dar mayores detalles... Sigo con mi teatro siempre, acabamos de inaugurar la sala del Teatro Trail con Amanecí como con ganas de morirme, y en el Teatro Bar, de Miami, se presenta siempre Monologando, con textos de esta servidora entre otros, dirigidos por Manuel Mendoza. Estoy además escribiendo una pieza llamada A veces el corazón también se muda, basada en experiencias recientes de mi vida... porque escribir, es lo que siempre me salva de la locura, así como mis hijos me salvan de la tristeza.
-¿Lecciones de lo vivido en Miami?
-Pues... que una nunca termina de conocer a la gente... que las alarmas suenan y que una se hace la sorda... que a veces una cede tanto que se parte en dos...y que no vale la pena sacrificar la felicidad propia por la del otro porque al final terminan los dos infelices. ¡Experiencias!
-¿Seguirá en Miami o regresa a Caracas la horrible?
-Caracas nunca será horrible para mí. La amo con pasión y locura desmedida y la extraño todos los segundos de mis días. Pero escogí quedarme en Miami -a pesar de las dificultades que todos los inmigrantes enfrentamos- por mis hijos. Porque quiero que se sientan libres, de mente, de cuerpo, de discurso. Quiero que conozcan otros horizontes y amplíen su visión del mundo. Por ellos, vale la pena todo el esfuerzo y el guayabo.
-¿Y el teatro dónde se ha quedado?
-Todavía creo que el teatro es literatura viva, con alma y personalidad propias. Siempre repito, producto de mi experiencia, que el teatro es una expresión artística en donde se conjugan todas las demás: plástica, música, danza, retórica, lírica... y todo ocurre ante la mirada del espectador, que juega un papel importantísimo en la creación de esta maravilla, de este milagro que llamamos teatro. Sin público no hay teatro, porque el teatro no es para ser leído, sino para ser visto. Cuando escribo, sé que mis obras son simplemente bocetos de algo inacabado, que va a ser armado por el director, los actores, el iluminador, el escenógrafo, el vestuarista, el público. Es un acto delicioso de creación colectiva que me hace sentir acompañada, plena y viva. Es como hacer el amor... y no exagero.

domingo, febrero 13, 2011

Baraka o los malos amigos

Hay cuatro sorprendentes espectáculos en sendos teatros caraqueños: Brujas de Santiago Moncada y Confesiones de mujeres de 30 de Domingos de Oliveira, que vienen de la temporada 2010, prosiguen en Premium; Acto cultural de José Ignacio Cabrujas y Baraka de María Goos, recién debutaron y se muestran en Trasnocho.
Ese cuarteto, cada uno con diversas claves de comedia y laboriosas performances de sus comediantes, fue versionado y dirigido por el incansable artista Héctor Manrique (1963). “El zar del teatro” asumió el compromiso de llevar a escena las atormentadas cuitas de esos 18 personajes y divertir así más espectadores y advertirles que ese ancho y ajeno mundo de metáforas anida en ese caballero o en una delicada dama o dentro de nosotros mismos y no nos hemos enterado todavía. En fin: el teatro cambia al espectador y este no lo sabrá sino más tarde y cuando menos lo espere, cuando desde el espejo de su baño lo ayudara a digerir amores o desengaños e impulsarse hacia otra aventura existencial, porque no hay teatro banal, sino mal hecho y aún así deja interrogantes para resolver.
De los tres primeros montajes ya publicamos sus reseñas: piezas existenciales de desgarradas temáticas, actuadas con precisa calidad. Y ahora nos corresponde Baraka, o Cloaca, de María Goos (Holanda, 1956) comedia negra, o tragicomedia según se le mire, la cual revela como la amistad, y también el amor, cuando se somete a una prueba de lealtad puede desengañar y generar cosas peores para las relaciones humanas. ¿Vale la pena hacer esa prueba o es mejor soportar la angustia de una preocupación?
Baraka es la saga de cuatro amigos de toda una vida que se reúnen para auxiliar a uno de ellos. No tienen éxito y el suicidio revela cómo, cuando los intereses personales son puestos por delante de todo, no hay relación de amistad, o de amor, que se salve del fracaso. Ahí se plantea un intenso vínculo entre: Juan (Carlos Cruz), político ambicioso que persigue un ministerio y al final atrapa el de Cultura; Martín (Héctor Manrique), decadente director de teatro; Tom (Iván Tamayo), abogado bohemio con problemas psíquicos, y Pedro (Javier Vidal), homosexual, mediocre empleado municipal que se apropió de pinturas de propiedad pública para resolver penurias económicas. La crisis estalla cuando un funcionario superior dictamina que Pedro debe devolver lo birlado. Ninguno hace nada y el ladronzuelo se quita la vida… y la amistad de los sobrevivientes se rompe.
Baraka no da consejos por parte de la autora ni del director y versionista. Eso queda al criterio del público, donde abundan las divergencias y casi todas recriminan al mediocre político. En la vida real pululan situaciones similares que se resuelven con el silencio cómplice o el ostracismo del implicado en un delito de tales proporciones.
Baraka, donde la amistad entre cuatro prototipos de hombres es analizada en una situación limite, nos remite necesariamente a otro texto y su respectivo espectáculo, Brujas, donde también se abordan los conflictos de la amistad pero entre las mujeres. Ambas piezas muestran a los seres humanos, sin distinción de sexo y sus conductas sexuales, empeñados en tener dinero, poder y buena reputación, aunque tengan que vender el alma al diablo.
Brujas y Baraka son odas al individualismo salvaje, esa amenaza que todos los seres humanos sabemos que existe y al cual le huimos para no nos alcance…pero lo llevamos por dentro y puede sorprendernos de vez en cuando.
Baraka, eso si, se puede disfrutar de performances esplendidas por parte de Vidal y Tamayo en sus complejos roles, aunque Manrique se desenvuelve como pez en el agua y sale airoso, pero a Cruz le faltó ordinariez en su personaje, para hacerlo creíble.
Y como es un espectáculo que deja un toque en el corazón, les recomiendo reflexionar sobre estas dos sentencias de Cicerón, que creemos adecuadas para el momento: Vivir sin amigos no es vivir. El amigo verdadero demuestra su autenticidad en las horas adversas.




Teatro pago o gratuito

No somos sal ni luz del teatro venezolano. Pero molesta y duele que algunas personas, sin conocimiento de causa, hablen o escriban sobre tal disciplina artística que nos es tan cara. Algunos tremendistas aseguran que “el teatro venezolano ha muerto”. No reconocen ni quieren aceptar que los tiempos y su protagonista fundamental, o sea la comunidad, han cambiado y que por consiguiente tan vital expresión estética también. Transformación no significa desaparición.
Como puede haber ignorancia entre esos críticos, recomiendo leerse los 24 libros que desde 1993 hemos publicado, con reseñas difundidas desde los periódicos como El Mundo, Últimas Noticias, La Voz y el semanario Todosadentro; además mantenemos el blog http://elespectadorvenezolano.blogspot.com, desde 2005, el cual ya contabiliza casi 200 mil visitas. Son textos centrados en procesos, protagonistas y temporadas artísticas realizadas durante los últimos 17 años, especialmente en Caracas.
Pero si esa información tampoco satisface a “los sepultureros del teatro”, proponemos que revisen las carteleras de los diversos diarios caraqueños durante los fines de semana y así podrán apreciar, como ocurrió el domingo 6 de febrero en El Nacional, la promoción de no menos de 20 montajes, para adultos y niños. Y por si fuera poca tal avalancha de espectáculos, varios locales no convencionales, porque originalmente son bares o discotecas, están realizando una programación semanal de monólogos y otras linduras escénicas, tras hacer ajustes legales y recibir los permisos de los cuerpos de seguridad de las instituciones bomberiles, porque aquello debe estar supervisado para prevenir accidentes y otras siniestras eventualidades.
En síntesis, parafraseando, podremos decirles a los que afirman rotundamente que el teatro venezolano ha desaparecido, que el muerto que vosotros matáis goza de buena salud. El teatro morirá cuando no haya actores, directores, autores, técnicos y, por supuesto, público, y eso todavía no ha sucedido en Caracas ni en el resto de Venezuela.
Trasnocho como Ateneo
Y es precisamente sobre el público en Caracas, de ese que, gratuitamente o pagando, va a las salas dos o una vez por semana, que escribimos aquí, aunque los productores o empresarios no son generosos con esas informaciones cuando se les solicita. Corresponde al Ministerio del Poder Popular para la Cultura buscar o exigir esos datos, ya que los indicadores culturales son informaciones claves para ulteriores planificaciones, además el fisco debe recaudar impuestos o conformar las excepciones.
Sobre el teatro comercial, ese que vende boletos por taquilla, el sitio caraqueño más concurrido, “la joya de la corona” del Centro Trasnocho Cultural, es el Teatro Trasnocho, donde la programación no se detiene sino durante las festividades decembrinas. Su gerente Moisés Guevara reveló que hasta el cierre de la temporada 2010, o sea durante los últimos nueve años, habían realizado 3.888 funciones y contabilizado la asistencia de 476.575 personas.
¿Cierto o falso? Esa buena gente no tienen necesidad de mentir, sino todo lo contrario: difunden lo que hacen para que cunda el ejemplo del sector privado entregado a impulsar las actividades culturales.
En ese dato “trasnochado” falta recordar un detalle importante: a mediados de la pasada década, el Teatro Trasnocho abrió otra sala para 100 espectadores, el Espacio Plural, que ha servido para la exhibición de espectáculos breves, además de ser una alternativa para el colectivo de teatreros que clama donde exhibirse
Invitamos a los lectores para que ponderen esas cifras que dio Guevara sobre una de las actividades primordiales del “Ateneo del siglo XXI”, como llamamos al Trasnocho Cultural, en el sótano del “mall” El Paseo, en Las Mercedes.
Recordamos que Trasnocho no es el único teatro comercial, quedan otros como Premium, Corpbanca, Luisela Díaz, Escena 8 y Teatrex, además del Celarg, pero no tienen afluencia de público ni la programación es continua.
Experimento en Unearte
El segundo punto de este primer informe sobre el público teatral caraqueño se centra en los espacios de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte), la cual desde 2009 funciona en el monumental edificio de la plaza Morelos, que durante 26 años utilizó el Ateneo de Caracas por intermedio de un comodato con el Estado.
Ahí, según declaraciones del vicerrector Miguel Issa, entre julio de 2009 y diciembre de 2010, se han realizado 3.794 funciones y eventos, donde participaron 8.389 artistas e instructores para satisfacer así a unos 351.654 espectadores, quienes ocuparon las salas “Horacio Peterson”, “Anna Julia Rojas” y “Conciertos”, los Espacios Cálidos, la Plaza Reverón y las salas del piso 3, además de la “Margot Benacerraf”.No vieron solamente teatro, sino que también apreciaron danza y performances, además de espectáculos musicales y otro tanto de cine. Y, por si fuero poco, Unearte también ha llevado espectáculos a los refugios para los damnificados.
Issa asegura que el balance de esa primera etapa con el uso de los espacios del edificio de Unearte, para programar espectáculos y eventos totalmente gratuitos, “es altamente positivo y supera las expectativas que tenían” y además eso les demuestra que tienen público asegurado para los espectáculos y eventos que programen de miércoles a domingos, hasta las siete de la noche.
-¿Para contabilizar ese público influyó la gratuidad de la entrada?
- Sí, por supuesto que tenemos público porque no se cobra entrada, pero además tenemos audiencia para una serie de actividades culturales paralelas, como las Cátedras libres, pues no solo nos interesa los espectadores para el teatro o la danza, sino también para incrementar las investigaciones y rescatar la memoria de algunos hacedores.
-¿Qué requisitos deben llenar los grupos para presentarse en Unearte?
-Aquí el requisito fundamental es la calidad, no hay objeciones ideológicas, para presentarse. Aquí no aceptamos irrespetos de ninguna índole. Estos espacios son para la confrontación de estéticas. Quien pretenda exhibirse aquí en Unearte debe dirigirse a la Dirección de Promoción Artística y entrar en contacto con el personal de programación, donde se le atiende y se le pedirán algunos requisitos, como es la propuesta teatral por escrito o usando un demo, e incluso si se nos invita podemos ir a ver un ensayo para saber así de que se trata.
-Unearte cancela un caché a los grupos que se presentan, ¿a cuánto asciende eso?
-Es un pago simbólico, porque sabemos que es poco. Actualmente abonamos 600 bolívares por función a la agrupación, para un máximo de 10 funciones, pero hay posibilidades de que sean 15 representaciones por obra. Nosotros cedemos el espacio, aportamos el equipo técnico, la promoción y un programa de mano.
-¿Se ha comentado que piensa solicitar una colaboración o una especie de pago simbólico?
-Eso no se ha decidido todavía, pero si está en estudio. Se están estudiando otras formulas para poder incrementar el pago a las agrupaciones, pero esta en estudio. Por ahora los espectáculos en Unearte son gratuitos.

jueves, febrero 10, 2011

Teatro venezolano premiado en Madrid

Los dramaturgos venezolanos son más representados en el exterior que en los escenarios de su terruño. Y, además, afuera ganan más y más premios.¿Por qué pasa eso y qué se esta haciendo en esta Tierra de Gracia para que dicha situación, anómala y dañina para la cultura nacional, sea superada? Las preguntas tienen tímidas respuestas, pero no vamos a relanzar esa polémica que hemos estado planteando durante los últimas décadas y nos limitaremos aquí a informar que Juan Martins se ganó un galardón en España, con su texto Duchamp,11:45, y, por supuesto. publicamos sus respuestas a una serie de interrogantes que le propusimos.
Premio en España
La dramaturga Juana Escabias con su obra Apología del amor se ha alzado, el pasado 27 de enero, con el V premio El Espectáculo Teatral, el cual concede la revista homónima y Ediciones Irreverentes, según fue anunciado en un acto celebrado en los Teatros del Canal de Madrid en el marco de la programación de MadFeria. La escritora y periodista madrileña se impuso a los otros dos finalistas de esta quinta edición, quienes eran el venezolano Juan Martins por Duchamps: 11,45 y Manuel Vila-Mabela por La rebelión de Carlota. Ambos autores, además de ser finalistas, han recibido una Mención de Honor del Jurado.
Juana Escabias se une así a la lista de ganadores anteriores de este premio, formada por Lourdes Ortiz, Raúl Hernández Garrido, Santiago Martín Bermúdez y Emilio Williams.
Siete para el venezolano
Juan Martins, quien reside en Maracay, comenta que con este premio o reconocimiento ya completa siete en su haber: Mención de honor como Finalista en el V Premio El espectáculo Teatral 2010, España con la pieza Duchamp, 11:45. Primer Premio en el XVI Concurso Nacional de Literatura IPASME 2008 con Saldré de tu piel de cuero. Premio Bienal de Literatura Augusto Padrón 2004, género dramaturgia con la pieza Caperucita ríe a medianoche, otorgado por la Alcaldía de Maracay. Premio Miguel Ramón Utrera 2008, mención dramaturgia con la obra Caramelo de Nueva York. Premio Mayor de las Artes, mención dramaturgia. Conac 2004 con la pieza Dollwrist. Finalista en el concurso El Espectáculo Teatral, España 2006 y seleccionada para el Festheve 2008. París, con la obra La tarde de la iguana. Premio extraordinario de monólogo teatral hiperbreve: Concurso internacional de microficción Garzón Céspedes. Madrid 2007, con la pieza Sara bajo lágrima. Y Premio Mérito al Trabajo. Teatro. Medalla de Plata 2007. Todos esos reconocimientos me comprometen con la dramaturgia venezolana.
-¿Cómo explica que gane premios afuera y aquí en su país no se monten sus textos?
-Su pregunta es muy importante, puesto que la dramaturgia venezolana tiene un reconocimiento internacional que hay que considerar: no tendríamos espacio aquí para mencionar los premios y reconocimientos obtenidos por nuestros dramaturgos. ¿Acaso con esa misma secuencia han sido montados y considerados dentro del país. Creo que la respuesta está clara. No. Pienso además que el tema daría para un seminario o un debate en mesa complejo. Y lo digo ahora con toda responsabilidad como crítico que también soy. Hay que asumir con responsabilidad el teatro, desde la creación ante su posesionamiento político o comercial. Adentrarnos más bien en el problema del discurso teatral y definir cómo lo estamos haciendo para no terminar “inventando la rueda”. Y en cuanto a las políticas que ejerce el Estado viene haciendo ruedas que ya todos conocemos: girando en una ineficacia que se repite. La cosa no está divertida. Al contrario, se está suprimiendo la posibilidad de crear nuevos espacios, desarrollos teatrales para los jóvenes emergentes. No se piensa en eso, ni nos pensamos en el quehacer teatral como medio de conocimiento y, aún más, como factor de desarrollo cultural. El teatro tiene que permitir el hecho de pensarnos en él. De construirse en nuevas tendencias, discursos, estilos y propuestas a modo de que se dé aquella dinámica necesaria. Si quieres, una dialéctica con la realidad en la medida que produzcamos teoría de nuestra propia praxis. Y esto es muy característico en la mejor crítica latinoamericana: producir conceptos de la praxis teatral, búsquedas creativas de este quehacer al que correspondemos. Porque entonces, de lo contrario, los autores buscarán hacia afuera como en efecto está sucediendo. Por alguna razón nos seduce el “otro”, lo que está fuera de nosotros. Y hay excepciones de la regla que se manifiestan por lo general en la periferia del país. Quienes, como sabemos, se preocupan por la dramaturgia venezolana, pero tenemos que hacer énfasis en el tema. No importa el tiempo que ello nos lleve. Y saber hasta dónde tenemos responsabilidad en ello.
-¿En qué consisten los premios?
-Los premios se ajustan a eso: a un premio. No tienen nada que ver con la literatura, porque el compromiso, para el escritor, es con la escritura. Son un estímulo importante, eso sí, pero tenemos que tener claro que lo más importante es la disciplina y la labor de la construcción literaria. Me debo a eso, a "costructos" literarios, independientemente del género que asumas. El discurso va constituyendo el lenguaje con el que te sientes más cómodo para este proceso de la escritura como acá trato de definirlo. Si uno quiere, es placentero y se disfruta, pero tiene su rigor, su organización con el uso del tiempo. No queremos hacer otra cosa sino escribir. Y volviendo a la pregunta si en algo consisten es en otorgarle al autor la posibilidad (no siempre) de ganar ese tiempo que tanto necesita para escribir. Es un oficio solitario, sólo estás con tus pensamientos y la forma de trasferirlo en escritura. Es decir, se trata de la representación del discurso. Y te la juegas, todas. Asumiendo las consecuencias de ese discurso. Cuando llegan los premios, llegan con ellos, reconocimiento, pero lo que más nos interesa es aquel tiempo que estamos ganando para el oficio. Y esto en nada, insisto, tiene que ver con el éxito. Consisten entonces, los premios, en otorgarle al autor ese placer del tiempo que se nos hace en la escritura, así que, es una responsabilidad que tenemos para seguir con mayor rigor el trabajo. Tratar con el material literario con un nuevo estímulo de creación. Y claro, ello, la escritura, «nunca nos hará eternos. No seremos eternos» —para citar a Roberto Bolaño—, pero si felices (y la “felicidad” es un encuentro con el instante) al asumirla como un estilo de vida.
-¿Para qué sirven los premios?
-Es un referente para los editores y directores que puedan sentirse atraídos por este llamada de atención que ha hecho un premio sobre un autor determinado. Allí su utilidad está relacionada con la vivencia y trayectoria de la obra. Es un hecho de vitalidad para la obra, sin lugar a dudas. Permitir que el autor encuentre un espacio en su proceso creador. Mucho más allá del aspecto mediático o comercial, como dije, está el reconocimiento hacia un discurso teatral. Puesto que escribir teatro es cada vez más difícil. A mi modo de entenderlo, escribir es un ejercicio muy difícil.
-¿Puede resumir la sinopsis de su obra premiada en España?
-Dado el carácter simbólico de la pieza será mejor resumir acá un poco de la propuesta del texto, en caso de que algún director o productor pueda interesarse por la misma: la ciudad, quizás Londres, en otra ocasión Nueva York o París. Se representa de acuerdo a lo que exige el texto. La ciudad es una abstracción en la memoria de los personajes. Todo es sobrio sobre la escena, más bien, dispuesta en proyección de imágenes sobre un ciclorama: carteles de lugares inverosímiles. La ciudad como expresión de lo absurdo, puesto que lo más importante serán, en el contexto de esas imágenes, los(as) actores/actrices en la enunciación de ese espacio escénico: la violencia, lo urbano. Es la simetría de una ciudad nocturna. La escenografía es sobria, apenas sillas. Para el autor es importante que en esas imágenes estén proyectadas las obras “Vietnam, la batalla del arroz” de Gilles Aillaud y “Vivir y dejar morir o el trágico final de Marcel Duchamp” por Gilles Aillaud, Eduardo Arroyo y Antonio Recalcati las cuales logran confundirse con publicidad. También, imágenes del artista mencionado Marcel Duchamp y de Andy Warhol. Con la intención de mostrar, en una relación lúdica con la escena, que todo sucede en una galería de arte, otras veces, en aquellos espacios urbanos de la ciudad. La ciudad es una galería, una representación de lo mediático y de la “alteridad”. Con todo, lo que debe prevalecer es la síntesis y el discurso del responsable de escena. Cada final de escena es, si se quiere, una transición la cual permite introducir una escena en la otra al juicio de éste, su director, quien propondrá a su vez, si es su criterio, la secuencia de aquellas escenas y de sus cuadros respectivos. Podrá entonces construir una secuencia diferente. La historia, se desarrolla en horas de la madrugada hasta el amanecer. Todo sucede allí, en ese contexto donde los personajes encontrarán a la manera de conducir sus pasiones. Es una historia de amor, recogida desde las ideas. El amor nocturno que puede ser expresionista o simbólico, por supuesto, extraño como todas las pasiones después de todo. La protagonista se encuentra con el amor, pero será el lector-espectador quien le otorgue coherencia e hilaridad a la misma. Es una pieza también para la lectura abierta, sin significaciones concebidas. Después de todo, pretendo que sea un gesto amoroso su composición literaria. Y creo que la cosa va por buen camino. Ya el lector dirá si me acerco o, por el contrario, me alejo de tal proposición.
-¿Ha intentado autoproducir sus obras premiadas?
-Sí, corrí con éxito con mi pieza Dollwrist. Pero nada fácil ha sido porque estamos en el tema de la producción y de los recursos necesarios. Y en ello se nos va la mitad del tiempo porque tenemos que construir desde una resistencia cultural estas posibilidades. Es “resistencia” porque no tienes los recursos. Al Estado poco le importa lo que estás haciendo como autor. Tenemos que valernos de lo que tenemos a la mano, puesto que no siempre contamos con esos recursos de acuerdo a lo que vamos escribiendo. Por lo menos ése es mi caso: resistir culturalmente por falta de recursos: un poco de ir con el “teatro tosco” para trascender en un “teatro sagrado”, inmediato pero lleno de vida. Es un reto. Me pregunto ahora: ¿qué es lo que hace falta para hacer teatro? Actores que se desplazan en un espacio vacío ante su público. Nada más. Y ante ese hecho, el cual tiene que ver con la dirección, tenemos también una responsabilidad. Ya poco importa si lo haces con una pieza tuya o con la de otro autor. Por ejemplo un caso, cuando tengo deseo dirigir me gusta hacerlo con el teatro de Gustavo Ott, sin embargo, no siempre se tienen los recursos para ello. Y no me refiero a recursos estéticos, sino al económico para poder contar con una planta de actores y actrices que te permitan conducir los sueños a partir de un teatro donde prevalecen “cosas breves”, el contenido de un espacio vacío. Prefiero dirigir piezas de otros dramaturgos y producir las mías. Pero tengo que repetir algo aquí: el director —hablo en mi caso por lo menos— poco tiene que ver con el dramaturgo. La escritura debe tener su propia autonomía. Es el texto quien nos exige con rigor.
-¿Qué obra tiene en camino o en algún otro concurso?
-Estoy muy estimulado y escribiendo otra pieza (a la que todavía no le tengo título), pero hasta ahora mantiene este estilo que descubrí con Duchamp, 11:45. Estoy seguro que formará parte de una trilogía en la que estoy trabajando, cuyo tema va por lo lúdico y el el tratamiento con la alteridad sobre la ficción del tiempo. Disfrutándolo lo mejor que pueda. Ya sea dramaturgia, ensayo o poesía. Los premios estarán allí, nada tienen que ver con la literatura. Al autor, todo le llega por añadidura cuando asume lo que es importante: escribir bien.


sábado, febrero 05, 2011

Mariaca Semprún:heroína del amor

Nos conmovió y obligó a pensar y repensar, al mismo tiempo que impuso la revisión de todos los anaqueles de nuestra vida para buscar ese algo que se había extraviado. Eso ocurrió con aquella dramática saga de amor trágico. ¿Por qué? ¿Quién no amó o fue amado? ¿Quién no hizo una maldad sin quererlo, pero la misma hundió al otro ser que creía en nosotros? En síntesis: los seres humanos estamos siempre sobre la cuerda floja de la banalidad y terminamos matando a lo que más amamos, parafraseando a Oscar Wilde.
En fin, son existenciales cavilaciones generadas ante un complejo montaje que reivindica al crispado teatro vernáculo, estético aporte escénico que reventará las neuronas a más de uno de los espectadores y el cual se exhibe, para variar, en uno de los mejores teatros caraqueños, aunque su ubicación, en el depauperado San Bernardino, lo hace problemático para el público. Nos referimos al moderno y bien diseñado espacio teatral de la Asociación Cultural Humboldt.
Sin embargo, desafiando tales imponderables de la inseguridad, sumados a los problemas de hacer arte en Caracas, con envidiable rigor Cristina Neufeld logró producir e iniciar la temporada de la excelente pieza Un informe sobre la banalidad del amor, de Mario Diament (Buenos Aires, 1942), dirigida con precisión creativa por Luigi Sciamanna, quien además actúa al lado de Mariaca Semprún, en memorables performances. ¡Los teatromaníacos deben acudir en masa para aplaudir los esfuerzos ahí materializados y disfrutar además esa oda amorosa por encima de ideologías, algo que nunca pasa de moda!
Aquí en Caracas, Mario Diament, periodista y apasionado dramaturgo (Lou, su obra 13 será estrenada en Buenos Aires, este julio), impactó durante la temporada 2007 del teatro Trasnocho con su pieza Cita a ciegas, sobre el amor de un poeta ciego, dirigida por Daniel Uribe. Ahora regresó triunfante con un melodrama que le exigió digerir densos textos e investigar vidas y obras del filósofo alemán Martín Heidegger (1889/1976) y la judía pensadora germana Hannah Arendt (1906/1975), hasta que entregó Un informe sobre la banalidad del amor, donde ella se enamora de su profesor, lo ama para toda la vida, a pesar que estaba casado y mantenía más relaciones extraconyugales con jovencitas, y lo salva de los comités de desnazificación, porque creyó que su juramento al führer Adolfo Hitler lo hizo para salvar a su familia.
Un informe sobre la banalidad del amor es, pues, una turbulenta historia romántica entre el filósofo y la alumna, pero con desgraciado final. No es una biografía, sino una bien entretejida trama, desarrollada por un periodista que es buen dramaturgo o un autor que terminó siendo un excelente comunicador. Se desarrolla en cinco actos y va desde los años 20 hasta los 50 del siglo XX, en Alemania. La saga amorosa plasma al atormentado buscador de sexo para drenar pulsiones y la mujer que sublima el valor de la inteligencia representada en un donjuán que dice cosas como “la vida, en si misma, carece de todo propósito...solo el amor es capaz de infundirle razón a la existencia”.
Él frivolizó al mal, jugó a ser nazi para salvar el pellejo y banalizó al amor usándolo como válvula para controlar presiones. Ella enloquece porque nunca puede ser su esposa, como habría sido su anhelo, porque era una diversión más para el caballero…hasta que al final lo salva de la catástrofe por su nazismo. ¡Fue sabio Mario Diament al titular su pieza como lo hizo!
Y para los que se apasionen por el tema de esos amores tormentosos, pues, le recomendamos que se busquen las otras piezas teatrales que ya se han escrito sobre tal romance de la judía por el nazi. Así comprenderán que el amor y el sexo no tienen adjetivos y son completamente amorales, aunque los credos religiosos digan todo lo contrario.
Sciamanna trabaja
El director Sciamanna se olvidó por momentos de algunas acotaciones del autor e hizo sus aportes. El escritor pedía coros para ambientar las etapas de la relación, que en el montaje caraqueño fueron sustituidos por voces en of y la proyección de un video con fragmentos del filme Der Letzte de Murnau y vistas de las ruinas alemanas, en 1945. Logró, pues, que el público se sumergiera en esa espantosa carnicería humana que fue la Segunda Guerra Mundial y recordara incluso algunos de sus orígenes. También creó atmósferas sombrías que se iluminaban cuando la pareja se juntaba. Dio algunas pinceladas para que los cinco actos no fuesen tan brutalmente realistas y mostraran un discreto romanticismo. ¡Un poco de bálsamo para semejantes heridas!
Ya habíamos visto y aplaudido la creatividad de Sciamanna cuando dirigió, brevemente, al Teatro Universitario de la UCV, en especial por su controversial y auténtica versión del Pinocho de Carlo Collodi, durante la temporada 2006, la cual asustó ojos miopes y agitó devaluadas hormonas de aquellas “señoras” de “la casa que vence las sombras”, quienes abortaron así otro relanzamiento del más famoso e histórico grupo teatral venezolano y prosiguieron con una mediocridad que ya es patética, mientras que el “descabezado” director y actor continuó triunfando en todo lo que hace. ¡Donde perdió…ganó!
Su trabajo como Martín Heidegger esta bien logrado, especialmente en el último acto, mientras que a lo largo de todo el espectáculo acentúa su férula sobre Mariaca Semprún, una verdadera revelación, dama joven y bella que debe estar más tiempo en la escena para disfrute del público. La enamorada Arendt es la gran protagonista de esta hermosa obra de Mario Diament, un fanático enamorado de las mujeres, como lo dice a viva voz y como lo demuestra, además, con su escritura. ¡Su Hannah Arendt es otra gran heroína del amor y asi lo muestra Mariaca Semprún!
En síntesis, Martín Heidegger y Hannah Arendt nunca antes fueron tan publicitados en esta bucólica Venezuela, gracias, pues, a Neufeld, Diament y los artistas que hicieron posible tan estremecedor espectáculo teatral.


Rajatabla y sus trastos viejos

Por ahora, el grupo teatral Rajatabla ha sobrevivido 18 años a la desaparición de su director-fundador Carlos Giménez y resiste dando ejemplo desde la escena. Y para inaugurar sus “fiestas patronales”, con motivo de sus cuatro décadas en los escenarios, la institución ha repuesto Trastos viejos, conmovedora obra dramática de Javier Vidal, cuyo tema central es la amistad, la que fue, es y será siempre, a pesar de los pesares, el más noble de los sentimientos de los seres humanos.
La temporada 2011 es en el teatro Escena 8, con las ponderadas actuaciones de Germán Mendieta (Coro, 1960), Francisco Alfaro (Madrid, 1950) y la magnifica performance de Derwin Campos (Caracas, 1983), correctamente iluminados y sonorizados por David Blanco y Eduardo Bolívar. José Domínguez, quien firma la dirección y la puesta en escena, merece nuestro aplauso por su profesionalismo. Gerardo Luongo es el productor artístico. La minimalista escenografía y el decantado vestuario son de Silvia Inés Vallejo.
Obra
Para meterle los dientes del cerebro a Trastos viejos hay que conocer lo que significó el horror de la Guerra Civil Española (1936-1939), con un millón de victimas, sin contar los que perecieron en los campos de concentración nazis, además de los amargos años de la posguerra o de la victoria y el incipiente desarrollo que impuso la dictadura hasta que “el Caudillo de España por la gracia de Dios” se fue “de cacería” en 1975, dejando las cosas del Estado muy bien atadas, con rey y descendientes como para que no haya duda alguna. De toda ese valleinclanesco drama hispano se lograron salvar, entre otros, Floreal y Eusebio, patéticos personajes que el catalán y caraqueño Javier Vidal (Barcelona, 1953) ha regalado al público venezolano como un pícaro espejo de hojalata para que se mire y se dé cuenta para donde van las cosas o cómo es que se vive ahora.
Sí, eso es lo que nosotros deducimos del fragor de Trastos viejos, texto que rememora las peripecias existenciales de los hispanos Floreal y Eusebio, quienes, tras ser carne de cañón en la guerra cainítica de republicanos y nacionalistas, se salvaron de las garras de los alemanes y al emigrar a Venezuela pudieron trabajar, formar sus familias y hasta envejecer en medio de una paupérrima soledad, mientras les llegaba la muerte.
Trastos viejos, creado a partir de sagas de hechos reales, plasma el último día en las vidas de Floreal (Alfaro) y Eusebio (Mendieta), viudos y acompañados con sus recuerdos, luchando con una nueva guerra, con otro campo de concentración que los obliga a seguir sobreviviendo. Pero un tercer personaje entra inesperadamente en escena: Wilmer (Campos), hijo ilegítimo de Floreal con una cocinera negra, cuya adición a las drogas obliga a su progenitor a tomar una drástica decisión, tras lo cual irrumpe el final, no tan insospechado, sino más bien obvio, diríamos nosotros.
Sórdida viñeta
A Trastos viejos le hemos seguido la huella desde el siglo pasado. Creemos que valió la pena que Rajatabla la produjera y la escenificara durante la temporada 2006 y la repusiera ahora, con decantada producción artística. En este inicio de década hay que reconocer que la pieza maduró y se hizo más contemporánea o sea que se contextualizó, se materializó en medio de este clima de inseguridad que azota a Venezuela.
Hemos estado viendo a Trastos viejos desde su estreno y ahora el degustarla de nuevo, damos fe como el tiempo añeja y mejora no solo al vino sino también al buen teatro. Sigue siendo una pieza atormentadora y de mucha vigencia, pero ahora eriza la piel porque sus actuaciones hacen vivir la tragedia de tres seres humanos: dos ancianos que nunca esperaron tanta crueldad y de un joven victima de esa microguerra civil urbana donde las drogas y los sicarios son formas de exterminio al parecer incontenible.
Trastos viejos es una sórdida viñeta sobre una comunidad de venezolanos e inmigrantes que siempre llevan consigo la nostalgia de sus paises. Vemos en esta pieza, gracias al trabajo de los actores y demás involucrados, un alerta sobre la microguerra civil que azota a Venezuela. ¡Otros se quedaran en el disfrute de la anécdota, porque el público es libre hasta de engañarse, como los avestruces! ¡Nunca una pieza teatral fue tan precisa y tan oportuna como esta!
Fantasmas y demonios
Javier Vidal, a quien sus padres lo trajeron a Caracas al año siguiente de su nacimiento, es un teatrero destacado en la actuación, la dirección y la dramaturgia, además de haber sido docente. Como autor tiene no menos de 20 piezas, casi todas escenificadas y sometidas al rigor del aplauso o el rechazo del “crítico de las mil cabezas”. Escribió Trastos viejos para montarla con el Theja, pero como allá no había actores mayores, se la ofreció a Rajatabla, por recomendación de José Domínguez, quien la puso en escena desde la temporada 2006. Escribe “porque es mi mejor forma para exorcisar a fantasmas y demonios que de vez en cuando me asaltan”.
De esos malos ratos, como lo confiesa sin amarguras, nació Trastos viejos, porque debía escribir sobre esas familias trasterradas que emigraron al continente americano por problemas políticos y económicos. “Me inspiré en Eusebio Pérez para uno de los personajes, un valenciano y además republicano, vecino de mis padres, quien salió vivo de un campo de concentración nazi. Floreal es un invento mío. Mi obra es la historia de dos viejos y un joven, que a su vez son tres extranjeros, tres exiliados que luchan para sobrevivir en la Caracas violenta donde han vivido sus últimos años. Ahí está lo escrito, desde muy adentro, sobre mis dos patrias”.
40 años
Carlos Giménez (Rosario, Argentina, 1946/Caracas, 1993) inventó a Rajatabla como un taller teatral para el Ateneo de Caracas y lo hizo debutar el 28 de febrero de 1971 con el espectáculo poeticomusical Tu país está feliz, basado en el poemario homónimo del brasileño Antonio Miranda y con lamúsica de Xulio Formoso. La institución se transformó en fundación independiente hacia 1984 y gracias a la sapiencia y la habilidad gerencial de su director-fundador, además de la entrega de sus miembros, se convirtió en la organización teatral más importante de Venezuela y en la plataforma para la realización de los Festivales Internacionales de Teatro de Caracas, durante sus primeros 22 años.
Rajatabla pudo haber desaparecido tras la muerte de Giménez, pero gracias a la habilidad de Francisco Alfaro ha sobrevivido 18 años y ahora para demostrar que no se rinden y que siguen buscando más autores y otros públicos, anuncian además de la reposición de Trastos viejos , otro remontaje de Tu país está feliz que exhibirán el 28 de febrero, pero antes, el 17 de febrero, estrenan de la pieza Mi vida por un sueño… una cuerda tensa a punto de romperse de José Antonio Barrios, dirigida por Costa Palamides, que es la producción número 118 del colectivo en sus 40 años de ininterrumpido quehacer teatral.