sábado, septiembre 18, 2010

Elba Escobar a los 55

Las seis salas de Unearte y Celarg, además de la sede de la Compañía Nacional de Teatro en el Foro Libertador, y otros siete espacios privados, constituyen, en estos momentos, las alternativas caraqueñas de los teatreros para presentar espectáculos durante los fines de semana, los cuales pueden pasar de 30 funciones, aptas para adultos y niños.
Cuando se reactiven las temporadas del teatro Alberto de Paz y Mateos y las dos salas de la Casa del Artista, habrá más oportunidades para los artistas locales o los procedentes del interior de la República. Y si los teatros Nacional y Municipal, son programados más para la comunidad, pues, la agenda crecería notablemente.
Sí hay suficientes eventos teatrales y dancísticos para mostrar, gratis o cobrando entrada, sin desechar las asombrosas manifestaciones folclóricas que deben ser vistas por los capitalinos y las cuales, por ahora, pueden ponderarse en jornadas dominicales y al aire libre en el Paseo Los Próceres, gracias a un acuerdo entre la Vicepresidencia de la República y el Centro de la Diversidad Cultural, fundación adscrita al Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
No obstante, a pesar de esos datos estadísticos sobre la oferta y la demanda del Show Business criollo, la crisis del espacio teatral no está resuelta y los teatristas insisten en acondicionar discotecas, bares y restaurantes para exhibir montajes “livianos”, acompañados de bebidas y comidas. En síntesis: el café concierto también es un filón para la subsistencia artística y una oportunidad para entretener al público. Se hace en Buenos Aires, donde no hay menos de 100 salas teatrales funcionando, y ha dado óptimos resultados.
Y aquí en Caracas también hay incipientes iniciativas similares, como el caso del Teatro Bar, un semisótano para rockeros que, desde el año pasado, alberga al espectáculo A 2,50 la cubalibre de Ibrahim Guerra, mientras el restaurante Capital Jazz & Bistró, en el mall fashion Tolón, ha planificado una muestra de “Monólogos de mujeres de cierta edad”, dirigidos por Luis Fernández. Ahí ya debutó Elba Escobar con su unipersonal Ni doña ni doñita y están programadas, entre otras: Mirtha Pérez con La segundísima, creado por Luis Fernández, basado en como fue que ella le quitó el marido (Eduardo Serrano) a Carmen Julia Álvarez y luego como se lo arrebataron a ella; Cuentos privados lo inventó Tania Sarabia, basado en como a ella, por ser una comediante que siempre bromea, no le creían que estaba enferma de cáncer de seno, hasta que finalmente se sinceró con su público y hablo de su triste realidad en aquel momento, lo que a ve como una victoria, gracias a la cura, en la que tuvo mucho que ver el humor;y Mimí Lazo se exhibirá con A mi gordo no me lo quita nadie, la típica guardia que le montan las mujeres a sus esposos y parejas, por estar constantemente en vigilia para evitar que “las cuaimas quita maridos” los roben, tal como se lo escribió Luis Fernández.
A Elba Escobar, primerísima actriz, además de ser culta, la conocimos cuando era titiritera, estudiaba en el Pedagógico de Caracas y además debutaba en el teatro con el montaje que hizo Antonio Costante de El jardín de los cerezos, de Anton Chejov. Ahora la hemos visto, bien montada en sus tacones, empantalonada y con blusa florecida, mientras confesaba que tiene 55 años, “bien vividos, bien bailados y correctamente disfrutados”. Su show, una performance para la cual usa acartonadas “chuletas”, rotulada Ni doña ni doñita, que es el titulo de su segundo libro. Ahí, ella, sin pelos y otras señales, porque se depila, revela como hizo para transformar su compleja etapa de la menopausia en experiencia didáctica y hasta sensual.
Ni doña ni doñita es un espectáculo muy divertido para las mujeres porque habla de lo suyo, de sus intimidades, y para los varones resulta aleccionador, además de entretenido. Es difícil no reírse de las ocurrencias de esa gran mujer que además es gran comediante, la ex titiritera Elba.


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