sábado, junio 26, 2010

Transexualidad al cine criollo

Elio Palencia vive para las artes escénicas. A sus 47 años-los cumple el 13 de diciembre- este maracayero, tiene razones más que suficientes para estar feliz y anhelar vivir muchas décadas más. “En 2008 hice un taller de guiones y la Villa del Cine me premió llevándolo a la pantalla. Se trata de Cheila, una casa pa’ maíta, versión de mi obra teatral La quinta de Dayana, protagonizada por el transexual colombiano Endry Cardeño, bajo la dirección de Eduardo Barbera. No me puedo quejar: trabajo para el teatro, la televisión y ahora llego al cine. Vivo, pues, para y de las artes escénicas”, puntualiza.
La memoria
Desde niño, la vocación de Elio fue definida por una especie de encantamiento hacia todo lo que fuera “representación”. En la escuela reunía a sus compañeritos y rayaba algunas líneas para ser montadas. Igual en el liceo y al entrar la universidad, fue la gran definición vocacional, el descubrimiento de un camino y el principio de una visión hacia lo creativo en el teatro en paralelo con su propio crecimiento vital. Terminó sus estudios en Turismo, empezó Sociología, que no terminó, porque la mayor parte de su tiempo estaba ganada por el intento de profesionalizarme. Rajatabla había aparecido en su camino.
Es decir, comenzó a escribir desde el hecho teatral en sí, por necesidades expresivas dentro de la escena, donde se inició como actor y luego fue interesándose por otros campos y posibilidades de contenido y forma, tanto en la dramaturgia como en la puesta en escena y la producción, a cuyos círculos casi siempre he estado ligado. De hecho, varias de sus piezas han sido escritas para colectivos de actores, en dialéctica creativa con ellos y también con directores. Porque para él la pieza termina de escribirse sobre el escenario. Los demás géneros literarios le han dado cierto pudor, aunque se atrevió con la prosa y tiene una serie de relatos que, bajo el título de Re-sentir, abordan un tema recurrente: el de la memoria, pero desde la perspectiva de un niño.
Letargo teatral
Aunque sus obras teatrales mantienen demanda de público y los artistas las buscan para escenificarlas, Elio comenta el peligroso letargo que vive el teatro venezolano, después que durante los años 70 y 80 vivió un fenómeno inédito. En esta primera década del siglo XXI ha detectado una indefinición o aturdimiento respecto a la escena, una medianía que parece haber sido definida por el mercantilismo de la década de la centuria anterior. “Pero hay gente como Xiomara Moreno, y agrupaciones como Teatrela, TET, Textoteatro, La Bacante y Contrajuego, además de los festivales de Occidente y de Oriente y unos cuantos creadores emergentes. Creo que en ellos está en conexión con riguroso nivel de compromiso con el arte teatral, que en la medida de su coherencia es compromiso con la sociedad. Creo que es importante destacar la edición de la dramaturgia y vaya mi reconocimiento a la iniciativa de la editorial “El perro y la rana”, pero gran parte de la construcción de un teatro nacional pasa también por montar lo que escriben sus dramaturgos, y además montar bien sus piezas y llevarlas a todos los rincones del país. Pero sobre todo es necesario revisar a la política teatral gubernamental como inversión social y eso pasa por darle a los creadores una vida digna, propiciando su perfeccionamiento para que puedan dar lo mejor de si a los demás. La reivindicación del creador teatral sigue siendo una deuda histórica”.
Pasión por el cine
Elio Palencia subraya que siempre le interesó el cine y que fue en 1990, de la mano de Román Chalbaud y David Suárez, cuando escribió su primer guión, basado en su obra Detrás de la avenida.Pero ese proyecto se quedó frío y es ahora que, tras hacer un taller de guiones, puede ver, por vez primera uno de sus textos teatrales llevado a la pantalla.
-¿Cómo quedò la trama de Cheila, una casa pa’ maíta?
-Igual que en mi obra de teatro,La quinta de Dayana. Se le cambió el titulo a la producción cinematográfica para acercarla más a la protagonista, que primero se llamaba José o Cheíto y después Cheila, por eso su titulo definitivo es Cheila, una casa pa’ maíta. Yo puedo resumir aquí, que el filme plasma como Cheila regresa de un largo viaje por tierras canadienses, donde ha luchado para realizar su sueño: convertirse en una mujer total. Para su sorpresa al llegar a la casa que le compró a su “maíta” con tanto esfuerzo, se encuentra con un ambiente de desidia y la ocupación de un caótico sequito de hermanos, cuñados y sobrinos; una difícil situación que le revelará duras verdades acerca de la relación con ella misma y sus seres queridos.
-¿Qué ha reacciones del público conoce ante las primeras exhibiciones de “Cheila…”?
-El público llano la ha aplaudido y los especialistas la han premiado. Ahora espero su lanzamiento comercial y sus exhibiciones en las cinematecas y otros espacios. Su temática, que es la transexualidad, impacta pero no asusta al pueblo venezolano, es lo que puedo deducir.
Desde 1990
Su teatro toca temas que van desde el Sida hasta la transexualidad, la homosexualidad y otros más. Defiende lo que escribe porque el teatro es un espacio posible para lo que no existe y puede ser. Y también para que “precisamente salga a la luz la diversidad que somos. Las minorías son parte de nuestra sociedad, la enriquecen y deben ser respetadas”. Su debut como dramaturgo fue durante la temporada caraqueña de 1990, cuando el Centro de Directores para el Nuevo Teatro le montó Detrás de la avenida. Desde entonces ha presentado: Penitentes, La quinta de Dayana, Arráncame la vida,Un patio, dos islas, De bodas, Carmiña, una yegua de otra tierra, Pasajeros, Doña Bárbara, la perfecta ama de casa, ¿Niña o hembra?, Anorexia, rapsodia náutica, Del alma querida, Mi hermano José Rosario, La reina del soufflé, Fronteras, Campeones, Escindida, Sintonía o... ¿hay un extraño en casa?, Habitación independiente para hombre solo, Secuestro rosa, Camino a Kabaskén y Oasis Pub. Además de Promoción honor a mis padres, que no ha sido estrenada en el proyecto de producciones del grupo Rajatabla.

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