domingo, junio 27, 2010

Kaufman quiere reinventar al teatro

Moisés Kaufman vino a Caracas para supervisar el montaje de su pieza teatral Actos indecentes. Los tres juicios de Oscar Wilde, que adelanta el director Michel Hausman para Palo de Agua Producciones, y cuya fecha de estreno sería el 16 de julio en el Teatro Escena 8.
Kaufman, que se instaló desde 1987 en Nueva York para estudiar e iniciar un autentica carrera creativa y profesional con las artes escénicas, durante sus encuentros con periodistas culturales venezolanos, recordó que esa obra, la primera que escribió y que el mismo dirigió durante las temporadas de 1997 y 1998, fue consecuencia de una exhaustiva investigación documental sobre los procesos que le siguieron a ese poeta irlandés en el Londres de 1895, más por ser un artista subversivo que por su conducta homosexual.
Escrita en 1997, la pieza se basa en los tres procesos contra Oscar Wilde con respecto a su relación con Lord Alfred Douglas, donde lo acusan de cometer actos indecentes con hombres. El primer juicio es la demanda por difamación que Wilde hace al Marqués de Queensberry, el padre de Alfred, cuando este lo acusa de “sodomita”. Los juicios se desarrollan hasta llevar a Wilde a la ruina y a la cárcel, pero pasó a la historia como un hombre que luchó contra las injusticias sociales de su tiempo.
Kaufman convirtió los tres juicios de Oscar Wilde en un drama humano e intelectual en donde entrelaza los testimonios reales dados en la corte londinense con extractos de los escritos de Wilde, formando así un novedoso estilo teatral que marcaría al teatro moderno y catapultaría su carrera profesional, como lo advirtieron los críticos estadounidenses.
Artista subversivo
Puntualiza Kaufman, como lo reveló al periodista Juan Antonio González, que los juicios contra Wilde no fueron por su conducta homosexual, como tal, sino por ser un artista subversivo, cuyas ideas artísticas eran muy peligrosas. Por eso, en buena parte de los juicios, las pregunta que le hacen son sobre su literatura y no sobre su vida sexual. Y subraya que el sistema judicial victoriano, ese que lo encarceló durante dos años, sigue vigente, con otras características. “A diario se censuran obras de arte. Wilde creyó en la individualidad de espíritu de cada ser humano. Desdichadamente no pudo ser libre en la sociedad en la que vivió”.
Kaufman, como lo registra el periodista Ángel Ricardo Gómez, insistió en que Wilde no solamente fue un genio que reinventó cierto tipo de arte, sino que realmente dentro de sus comedias se esconde una critica bien profunda a la sociedad victoriana. “Esa crítica fue la que lo llevó a que lo juzgaran. La sociedad tenia que silenciarlo. Una cosa que me pareció superimportante de lo que le ocurrió a Wilde es que cuando enjuiciaron a un artista de su calibre, a pesar de ello, le otorgaron una plataforma desde la cual podía hablar a toda la sociedad europea, porque todo lo que sucedió en el juicio está en los periódicos. Entonces, de repente, Wilde le estaba hablando a toda Europa. Ocurrió exactamente todo lo contrario de lo que los ingleses querían”.
-Esta obra lo lanza a usted dentro de la comunidad estadounidense y ahora se le conocerá en su país. ¿Qué reacción espera?
-Como yo no vivo en Venezuela no puedo hablar de su contexto ni de una reacción de su público, porque no lo tengo claro. Pero aunque no viva aquí, como se lo dije a otro periodista, si pienso que la labor del artista en cualquier sociedad en la que viva es engendrar un dialogo entre lo que está ocurriendo en la calle y lo que pasa en el escenario. El trabajo de censurar a un artista origina que este exprese lo que quiere decir más libre, fina y específicamente. Cuando colocan a Oscar Wilde en el escenario lo fuerzan a ser más elocuente de lo que era antes.
“Me emociona, pues, si que sea mi obra y que se monte por primera vez aquí y me emociona además que sea Javier Vidal su protagonista, porque me cuesta pensar en otro actor venezolano tan bien dotado como él para encarnar al poeta Wilde; es un actor brillante, tan educado y tan conocedor del teatro, y además me gusta que mi primer maestro del teatro, Fernando Yvosky esté actuando en mi obra. Además me siento satisfecho de la participación de profesionales como Juan Carlos Alarcón, Karl Hoffmann, Rolando Padilla, Ebén Renan, Elvis Chaveinte, Christian McGaffney y Delbis Cardona.
Método
-¿Existe ya el Método Moisés Kaufman para escribir y montar teatro?
-Poco a poco se genera un método. Sí, mi grupo Tectonic Theater Project da clases a cientos de estudiantes al año, es porque esa gente sí está interesada en seguir nuestra investigación teatral. Dictamos talleres en Estados Unidos para enseñar los métodos que hemos usado para crear nuestras obras. Muchos de nuestros cuestionamientos del teatro son válidos para diferentes tipos de trabajos escénicos. Nuestro trabajo se basa en una indagación profunda de lenguajes teatrales, porque queremos saber cómo seguir avanzando, aún cuando el cine y la televisión se han convertido en importantes creadores de narrativas audiovisuales, nos preguntamos todavía: ¿Qué le queda al teatro? ¿Para qué hacemos teatro? O, quizás más importante: ¿para qué vamos al teatro? Todo mi trabajo de los últimos 20 años se ha basado en esas preguntas. 33 Variations, nuestro más reciente espectáculo, continúa ese cuestionamiento. Así lo hicimos con The Laramie Project, mi pieza teatral que después llevé al cine y que ahora recorre al mundo para denunciar la homofóbia asesina. Y es por eso que hemos desarrollado técnicas que ahora enseñamos en las más importantes universidades estadounidenses, desde Columbia, hasta Harvard. Lo interesante de estas técnicas es que están todas basadas en ese profundo cuestionamiento del arte escénico. El año pasado entrenamos a más de mil artistas de teatro en nuestras técnicas. Hay, pues, un Método Kaufman.
-¿Puede ampliar eso de los cuestionamientos que le permiten a usted y su grupo hacer lo que hacen?
- Partimos de preguntarnos cómo hacemos un teatro diferente al cine y la televisión e incluso a la Internet de los actuales momentos y qué puede hacer el teatro que no puedan hacer ni el cine. ni la televisión. ni la Internet? ¿Podemos otorgarle al teatro la posición de vanguardia que tiene o que ha tenido? ¿Cómo hacer para que el teatro vuelva a participar enérgicamente en un diálogo en la sociedad en que se desarrolla?
Kaufman asevera que uno de los graves problemas del actual teatro es que se desarrolla en lenguajes realistas o naturalistas, que son géneros que el cine o la televisión hacen mucho mejor que el mismo teatro. ¿Cuales son los lenguajes o vocabularios teatrales que tenemos que investigar o que tenemos que inventar para seguir manteniendo el teatro con nivel en el siglo XXI?
-¿Cómo se puede lograr que el teatro siga siendo vigente, a pesar de la competencia del cine y la televisión?
-Yo pienso que todo depende de la técnica de trabajo y, por supuesto, los conceptos que se aplican. Generalmente, en Estados Unidos, se agarra un texto teatral y se entra a una sala y después de cuatro semanas de ensayos se ha montado un espectáculo, Eso hace que la mayor parte del teatro que se representa sea un teatro basado en textos, pero qué pasaría si ingreso en un sala de ensayo sin ese texto pero sí con un plan claro para una auténtica creación teatral. Así hicimos con el proceso para el espectáculo 33 Variations, del cual solo teníamos la música de Beethoven, las Variaciones Diabelli.
Precisa que gracias al método que él y su equipo aplican, buscan cuales son las formas realmente teatrales o cómo construir lenguajes teatrales. “Todas las técnicas que usamos es para descubrir cómo se escribe teatro y no cómo se escribe un texto. Todas las técnicas que hemos desarrollado son para explorar profundamente cómo escribir teatro y no cómo escribir textos teatrales .Mi anhelo mas importante es reinventar lo que es el teatro y como se puede lograr que el teatro sea vigente y mágico y que sea un lugar donde podamos tener la conversación mas importante de nuestra sociedad”.
-Usted tiene ya más de 20 años en Estados Unidos, haciendo teatro, ¿está satisfecho?
No, no estoy satisfecho y el día que lo llegue a estar dejaré de trabajar, por ahora, pues, no estoy satisfecho y sigo trabajando.

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