domingo, febrero 28, 2010

Todo a su tiempo en Caracas-Margarita

Todo a su tiempo, de David Ives (Chicago, 1950), es otro de los espectáculos conmovedores que ha presentado la agrupación Circulo Vertical, versionado y dirigido por Julio Bouley, en la Sala Horacio Peterson. Se trata de cuatro minicomedias que proponen al público una reflexión sobre la profunda crisis filosófica en que se encuentra sumida la sociedad estadounidense y con ella la comunidad planetaria, mucho más cuando el versionista-director Bouley traduce y adapta al contexto venezolano.
Para nosotros no se trata solamente de evaluar aquel humor extraño y extremo de David Ives -vive y trabaja en Nueva York- para confrontar a la sociedad estadounidense a través de situaciones que parecen surrealistas, pero que son abordadas como si fueran situaciones cotidianas. Genialidad, sátira, poesía o simple divertimento son los elementos del lenguaje de sus obras en las que temas como el amor, la soledad, la creación literaria y hasta el sentido de la vida adquieren una espontaneidad y contemporaneidad que no son extrañas en la sociedad venezolana.
Las cuatro comedias de Todo a su tiempo son independientes entre sí, aunque su hilaridad, su contenido, su forma directa de acercarse al espectador y su clima general las unen. Estos cuatro textos están entrelazados por grabaciones de piezas musicales de Tom Waits, gracias a la versión y la dirección lograda por Julio Bouley, quien ahora cuenta con actores y actrices como Deyanira Mujica, Ingrid Ross, Juan Carlos Carvajal, Paramaconi Castillo y Héctor Marín.
Sobre los contenidos de las cuatro comedias diremos que Palabras, palabras, palabras es un experimento donde tres monos encerrados escriben a máquina infinitamente. Un tipo muy particular muestra a un joven que revela su secreto más profundo y existencial a una mujer de quien se enamoró. Sí, claro es una comedia clásica sobre una pareja en un café que trata de conocerse al establecer una conversación simple y cotidiana, pero deben vencer un obstáculo: una campana los interrumpe cada vez que dicen algo que les impide llegar a enamorarse, y Maracaibo plasma a un joven perdido en una especie de zona desconocida donde es imposible obtener lo que se desea.
Vimos el espectáculo y solo podemos decir que hemos descubiertos a un elenco brioso y joven, que, lamentablemente, estaba de visita en Caracas pues viven en Margarita. Todos ellos, sin excepción, son una muestra del mejor nuevo teatro venezolano que está actualmente en las tablas.
David Ives mantuvo su obra Todo a su tiempo dos años en la cartelera de Off-Broadway y así ganó varios premios y prestigio. Ha escrito otras piezas como Don Juan en Chicago, Variaciones sobre la muerte de Trosky, Historia antigua, Telenovela, y El idioma universal. También ha entregado otros libretos para Broadway.
Entrevista a su tiempo
Julio Bouley explica que, hacia el año 1996, el Centro Venezolano Americano, de Caracas, organizó una serie de montajes teatrales de autores estadounidenses contemporáneos y lo invitaron a dirigir con el Teatro del Contrajuego la pieza Quémalo de Lanford Wilson. “Yo conocía los clásicos del teatro naturalista como Tennesse Williams o Arthur Miller, pero la vitalidad y la fuerza de esta pieza me sorprendió. A partir de allí comencé a buscar piezas cortas de autores contemporáneos estadounidenses porque ese género corto siempre me ha gustado. No sólo en teatro sino también en literatura y cine. Así fue que descubrí las piezas de Terrence Mc Nally con las que monté Sex and Love en 1999 siempre con Contrajuego. En ese montaje nos fue muy bien. Seguí buscando y leyendo y alguien me comentó sobre It’s all about timing o Todo a su tiempo de David Ives. Las leí y simplemente me impactaron. Ese humor insólito y un poco absurdo, pero tan natural, me atrapó. Estamos hablando de 2000 aproximadamente y comienzo con un grupo de actores a armar el proyecto y a traducir. Por diversas razones ese proyecto se cayó y en una crisis de producción de Las preciosas ridículas de Moliere, en 2008 en Margarita con mi grupo Círculo Vertical, decidí retomar ese viejo proyecto y montar cuatro de las pequeñas piezas de Ives. Esas piezas me permitían ensayar separadamente con los actores en horarios diferentes y no anular la producción y perder mi viaje a Venezuela".
"La verdad es que ensayar una obra en Margarita es trabajo de titanes. Allá, en Caracas, como aquí se ensaya de noche, pero en una isla donde el transporte es tan deficiente que a partir de las ocho de la noche no hay forma de moverse que no sea en taxi o en carro propio te imaginas lo que significa para el teatro. El trabajo con cada pieza fue muy particular. Para mí Todo a su tiempo es una unidad aunque se hayan elegido cuatro piezas, pero al ensayar separadamente y con grandes dificultades de producción me llevó a aislar cada pieza. En realidad me sentí siempre en un Maracaibo, para hacer referencia a la última pieza de Todo a su tiempo. En esta obra un personaje se queda atrapado en un Maracaibo, una especie de limbo maldito donde no se puede conseguir lo que se quiere sino su contrario. Bueno, Margarita es como un Maracaibo, y claro al entenderlo, pude montar la obra. Así, a pesar de no tener la ayuda de ningún ente estatal, de no tener espacio de ensayo, de no tener actores disponibles más que uno o dos días a la semana, etcétera. La obra salió adelante. Y nos fue muy bien, en 2008 y en el remontaje en Margarita y en Caracas en 2010. En todas las funciones se quedó gente afuera. Creo que eso habla de la vitalidad de este autor y del acierto de adaptarlo al contexto venezolano".
-¿Por qué adapta a David ives al contexto venezolano?
-Creo que en la respuesta anterior te explico un poco el porqué. Lo interesante de Ives es que habla de la sociedad estadounidense, pero con tanta genialidad, que al final en realidad habla de todas las sociedades del planeta, porque habla del ser humano. El título original de Maracaibo es Filadelfia, pero al traducirla y adaptarla al contexto venezolano, simplemente no entiendo cómo en algún momento pensé dejarla en el contexto estadounidense. Creo que ese tipo de humor es el que nos ayuda a comprendernos como seres humanos y seres sociales. Creo que el teatro venezolano está en una crisis profunda porque simplemente ha dejado de interesarse en comprender al ser humano. Pareciera que sólo le interesa últimamente tener gente en la sala. Llama a gente de televisión (no me atrevo a decir actores en todos los casos), repite la fórmula del monólogo de la estrella, usa hasta el cansancio los temitas de los maridos o las esposas de manera superficial y se alejó del fundamento del teatro para acercarse a la televisión. La mala televisión, que lamentablemente creo que es la única que hay en Venezuela. Todo para asegurar la taquilla. Y para traicionar al teatro. Para mí el teatro es un intento de comprender al ser humano. Si no hay ese intento simplemente no hay teatro. Yo no hago teatro para divertir a la gente. Yo creo que el teatro no es un divertimento, no es un entretenimiento. No hay nada más peligroso para el teatro que el entretenimiento. Entretenerse es pasar el rato sin pensar, sin sentir, sin sufrir, sin ser feliz. Entretenerse es morirse. Cuando yo voy al teatro quiero que me hagan vivir. Quiero aprender algo. Quiero reír y llorar, no necesariamente en la misma obra. Quiero entender un poquito más por qué somos así como somos. Tan miserables a veces y tan maravillosos otras veces, aunque menos. Ese es el teatro que me gustaría hacer siempre y es el que intento hacer. Tampoco hago teatro para ganar dinero, pero eso ya te lo expliqué en la entrevista sobre Vamos a imaginar que nos estamos tomando un café treinta años después.
-¿Qué opinión le merece la filosofía de Ives?
-Creo que se inscribe perfectamente en lo que te decía antes. Creo que trata de entender el mundo y sus habitantes humanos.
-¿Cómo se propuso el montaje y como se trabajo con los actores?
-El trabajo con los actores fue fundamental. Simplemente porque en la obra no hay más nada que los actores. No fue un trabajo fácil porque todos son actores que están empezando y lo que necesitan estas pequeñas obras: naturalidad, no es nada fácil de conseguir. La verdadera naturalidad. No esa naturalidad superficial y mentirosa de la televisión, sino una verdadera naturalidad. Nunca deja de sorprenderme cómo el espectador está tan subyugado a la televisión y a sus clichés de actuación que no entiende cuando le muestran la vida tal cual es dice que es falso. La gente quiere sus tonitos falsos de la telenovela en todos lados. Tanto que la gente ahora habla en la calle como le enseña la telenovela de moda. ¡Y eso es lo natural! ¡Que se joda lo natural si es esa mierda!!! Ese fue el trabajo con los actores. Luchar para que no actúen y sean como ellos son. Seres humanos de verdad y que están frente a seres humanos de verdad. Que bella oportunidad para no desperdiciarla jamàs.
-¿Qué tiene entre manos para montar próximamente?
-Para este año tengo tres proyectos: para julio uno con Contrajuego sobre testimonios de enfermos o de familiares de enfermos de esquizofrenia. La invitación de remontar el monólogo Vamos a imaginar… y la oferta para estrenar otro monólogo: una versión hecha por mí de Timón de Atenas de Shakespeare. Los dos unipersonales para noviembre. Vamos a ver si se pueden dar los tres porque sin ayuda estatal es difícil hacer tres producciones. Y además están los costos de pasajes que ahora cuestan exactamente el doble.

sábado, febrero 27, 2010

Para no olvidar El Caracazo

No tenemos un Homero ni otro Herodoto para que cuenten y recuenten, utilizando además el debido tamiz poético, la historia reciente de Venezuela. Pero si existe, y a buena hora, el caraqueño Oscar Acosta (2 de abril de 1964) quien insiste, a 21 años de los luctuosos sucesos de los días 27 y 28 de febrero de 1989, en mostrar su importante pieza teatral Los papeles de Febrero, gracias al esmerado trabajo del director Paúl Salazar Rivas y su elenco del Pequeño Grupo, desde la Sala Horacio Peterson, en Unearte.
Tres jóvenes, dos policías, una mujer embarazada y dos soldados, materializan Los papeles de febrero, aquella aciaga circunstancia que marcó la historia contemporánea de Venezuela, conocida como El Caracazo. Ahí se recuerdan esos trágicos hechos, con los que estudiosos, historiadores y, por supuesto, artistas e intelectuales tenemos una deuda, pues son parte de una memoria aún viva y poco testimoniada, en tanto nos remite a las mayorías anónimas que son las que, a fin de cuentas, determinan el rumbo de la historia.
Los papeles de Febrero asombra porque logra abordar, sin maniqueísmos, el lado humano de esa explosión social que comenzó en Guarenas, se extendió a Caracas y después se generalizó con mayor o menor intensidad en diversas regiones del país, dejando un balance, aproximado, de más de 3.000 muertos y heridos, y cuantiosos daños a las propiedades públicas y privadas.
Pero El Caracazo nos dejó una advertencia, una sola: puede repetirse si el país entero no cambia, aunque Acosta considera que los sucesos de febrero de 1989 son el final de una etapa de la historia venezolana y una estocada mortal a la partidocracia la cual, desde 1958, hegemonizó los poderes políticos y económicos, y además es prólogo de las asonadas militares de 1992. Lo que vino después y el actual presente serán temas para el futuro mediato.
Compromiso político
Para nosotros, Los papeles de Febrero, más allá de ser una pieza de hondo compromiso político, es una exaltación del bravo pueblo venezolano, ese que vivió El Caracazo, ese que fue tentado por el desorden, por la falta de ley, y dio rienda suelta a sus frustraciones centenarias.
Acosta logra plasmarlos en sus dimensiones humanas, con todas sus aristas, tanto a soldados, policías como al pueblo mismo, atrapados en una telaraña de violencia que nunca se explicaron, ni nadie ha pretendido hacerlo.
No es sociología teatral política, pero Acosta sí logra rescatar los perfiles de ocho venezolanos y un colombiano que fueron discretos protagonistas de situaciones violentas, sin saber lo que verdaderamente estaba pasando o se gestaba. Son situaciones límites, son personajes existencialistas entregados a su devenir sin saber que estaban poniendo la raya a sus existencias, cual si fuesen insectos capturados en una inmensa red donde son sacrificados.
Atmósfera violenta
El espectáculo, según la estética del director Salazar Rivas, tiene una sólida apoyatura audiovisual que ayuda a crear la siniestra atmósfera de violencia que se vivió durante aquellos días del 27 y 28 de febrero, especialmente en Caracas, para lo cual, en una especie de prólogo, se proyectan, antes de la teatralización, algunos detalles de “la coronación” del presidente Carlos Andrés Pérez en el Teatro Teresa Carreño, para afirmar así que El Sacudón o El Caracazo fue un detonador por el derroche tercermundista.
La puesta en escena, como lo recomienda el autor, utiliza decorados sencillos. Es un montaje espartano, donde lo importante es la concepción de las interrelaciones de los personajes y como estos se comunican con la audiencia, que aunque tiene por delante la cuarta pared, está involucrada en cada una de las situaciones ahí recuperadas, porque es parte de la historia personal de los adultos que ahora la presencian. Es, por supuesto, híper realismo y del bueno, de ese que no deja tiempo sino para respirar y para que la imaginación viaje al pasado reciente, un pasado donde muchísimos venezolanos estuvimos involucrados de manera directa o indirecta.
Las actuaciones son sobrias, sin mayores derroches, porque se trata de un elenco joven y por ende en etapa de capacitación, salvo el caso de Aura D’Arthenay, que es toda una veterana. Sin embargo, el desempeño de Jhonathan Urrea es memorable al encarnar a un desvalido inmigrante colombiano que no quiere que lo maten ni tampoco perder a sus compañeros de infortunio, todo esto dentro de una actuación de comedia, que ayuda a soportar la tensa situación que todos ellos viven.
Esos papagayos
Los papeles de Febrero nos recordó, una vez más, que la libertad del ser humano en America Latina es lo más parecido a la alegría que se siente cuando se logra elevar un papagayo o una cometa, como diría el colombiano que se salvó de perecer en aquellos infaustos sucesos de El Sacudón o El Caracazo.
Por ahora, la dramaturgia venezolana ha evocado esos sucesos, pero tiene que seguir trabajando más y más sobre ese pasado reciente, una tarea que estimula a Oscar Acosta para seguir en la brega.
No se puede olvidar que Román Chalbaud también hizo una versión fílmica de los nefastos días de febrero de 1989. Con El Caracazo (2005) rescató además una parte de su pieza teatral Pandemónium, pero eso será tema para otra columna.
Ficha artística
Obra: Los papeles de Febrero
Autor: Oscar Acosta
Elenco: Aura D'arthenay, José Alfredo Figueroa, Jhonathan Urrea, Yusmary Parra y Marlex Martínez.
Producción: Pequeño Grupo
Director general: Paúl Salazar Rivas

miércoles, febrero 24, 2010

Otra vez las vaginas monologan

Vagina: Conducto membranoso
y fibroso que en las hembras
humanas se extiende desde
la vulva hasta la matriz, que
son los órganos de la copulación.
Y cumpliendo esta función
reproductiva es el órgano
que recibe al pene durante el coito,
es el canal del parto y la vía de salida
de la menstruación.

“Estaba preocupada por las vaginas. Preocupada sobre lo que pensamos acerca de ellas y, más aún, porque no pensamos en ellas, así que decidí hablarle a las mujeres sobre sus vaginas y realice entrevistas que luego se convirtieron en monólogos sobre vaginas…al principio eran renuentes con el tema, un poco tímidas, pero una vez que se soltaron no paraban de hablar”. Así explica Eve Ensler las razones que tuvo para investigar, redactar, producir y presentar Los monólogos de la vagina hace 14 años, en Estados Unidos, espectáculo que desde 2001 se muestra en Venezuela.
Primero Caracas
Su titulo suscitó perversas expectativas entre venezolanos y venezolanas. Ciertos “defensores de la moral pública” esgrimieron crucifijos, espadones y teas, pero ante el incesante desfile del público, en su mayoría integrado por damas, niñas, señoritas y bisabuelas, para ver aquello en la Sala de Conciertos, los “cazafantasmas de la censura” guardaron silencio y aceptaron saborear Los monólogos de la vagina, porque, como falócratas, querían compararlos con Los monólogos del pene que se erguían como replica teatral, la cual se hizo pero pasó con más pena que gloria, porque ni siquiera levantó…audiencia.
Los monólogos de la vagina, o Los monólogos vaginales, es una deliciosa y terapéutica pieza estrenada en el Here Contemporary Arts Center de Nueva York, en 1996, pero desde 1998 se exhibe en casi todo el mundo, con actrices como Melanie Griffith, Kate Winslet y Calista Flockart.
El 3 de mayo de 2001 debutó el montaje caraqueño que tuvo entre sus intérpretes a Elba Escobar, Gledys Ibarra, Eva Moreno, Tania Sarabia, Carlota Sosa y Beatriz Valdés. Ellas encarnaron, en grupos de tres por función, bajo la dirección de Héctor Manrique y la producción de Carolina Rincón, los textos que había creado la escritora neoyorquina Eve Ensler (25 de mayo de 1953).
A escasos nueve años de aquella aventura estética y cultural, como ha sido producir y exhibir Los monólogos de la vagina, Manrique y Carolina advierten que hicieron más 500 representaciones en varias poblaciones venezolanas y en Ciudad de Panamá, donde sus audiencias inteligentes descubrieron que esa palabra, además de exaltar a esa parte del órgano reproductor femenino, encierra un fascinante conjunto de interrogantes y que, como asegura la dramaturga, “después de asistir al espectáculo, nadie jamás volverá a mirar de la misma manera el cuerpo de una mujer”.Y es por eso que ahora quieren sumar más espectadoras y espectadores, gracias al talento y la experiencia existencial de María Cristina Lozada, Julie Restifo y Eulalia Siso, el elenco actual, desde el Centro Cultural Corp Banca.
Es una argumentación centrada en experiencias de más de 200 damas que revelaron a Eve sus conductas sexuales, tanto placenteras como traumáticas, por intermedio de sus vaginas; contaron sus necesidades que van desde las relaciones amorosas hasta la violencia doméstica, sin olvidar partos o indeclinables compromisos con la especie. En resumen, hace abrir los ojos a la audiencia con respeto a las féminas, porque habla de urgencias, de sufrimientos y hasta de entretenimientos.
Es una pieza que exhibe humedades femeninas en nueve monólogos asumidos por actrices que pregonan desde muy adentro, desde sus vaginas, y más no se le puede pedir a las comediantas en este caso. Ellas, María, Julie y Eulalia sentadas en tres banquetas, con escasos matices de iluminación, increíblemente desafiantes como hembras, consiguen estremecer al público porque sí logran traspasar sus predios artísticos con esas historias fantásticas, mordaces, repletas de vidas y profundamente humanas, universales y transgresoras además.
V-Day
Eve Ensler ingresó a la historia por la puerta grande del teatro por su excelente trabajo con Los monólogos de la vagina. Ella, que es actriz, luchadora feminista y activista de los derechos humanos, reveló que fue maltratada, física y sexualmente por su padre, cuando era una niña Se graduó de la Middlebury Collage en 1975. Se casó con Richard McDermott en 1978 y se divorció 10 años después. Es la madre adoptiva del actor Dylan McDermott, a quien adoptó cuando tenía 18 años y ella 26, como informa Wikipedia.
Su obra fue traducida a 45 idiomas y presentada en más de 119 países. Recibió el Obie Award en 1996 y en 1999 obtuvo un Beca Guggenheim. También ha recibido el Berrilla-Kerr Award para la creación teatral, el Elliot Norton Award a la mejor creación, y el Premio del Jurado de Teatro en la U. S. Comedy Festival de las Artes.
En 1998, por su experiencia con la producción de Los monólogos de la vagina creó el V-Day para festejarlo cada 14 de febrero, o sea el Día de San Valentín. Se trata de un movimiento mundial para detener la violencia contra las mujeres y las niñas, el cual recauda fondos y hace programas de sensibilización.
En 2008, más de 4000 eventos del V-Day se realizaron en aproximadamente 1.250 localidades de EE.UU. y alrededor del mundo. Hasta la fecha, el movimiento de V-Day ha recaudado millones de dólares y ha educado a millones de personas sobre la cuestión de la violencia contra las mujeres y los esfuerzos para poner fin a ella.

sábado, febrero 20, 2010

Rondón vuelve a boxear

El más mejor de Roberto Azuaje quedó entre los siete textos finalistas del concurso de dramaturgia venezolana organizado por la Fundación Rajatabla, colectivo teatral fundado por Carlos Giménez en 1971. La selección del jurado comprende,además, las creaciones Honor a mis padres de Elio Palencia, Mi reino por un sueño de José Antonio Barrios, Yo soy John Lennon de Paúl Salazar, Agridulce de Glener Morales, El robo de la arrobita (teatro Infantil) de Carmen García Vilar, y Nosotras de Marisabel Dávila Lobos.
-¿Qué ha pasado con tu teatro?, preguntamos a Roberto Azuaje, quien además es abogado
-Luego de escribir, en 2008, Siete grados de entropía tropical, obra representada en Londres con éxito de crítica y público, trabajé en el guión cinematográfico El espíritu de la calle que trata acerca de la cultura urbana y del hip hop, seleccionado por el CNAC en la convocatoria de dicho año para desarrollo de guión; así como también mi cuarta pieza teatral Los días del gañán indomable, que mantengo inédita, pues estoy corrigiéndole algunos aspectos en los que no quedé conforme.
Azuaje, de 45 años, añade que en el año 2009 comenzó a dictar talleres de dramaturgia y guión cinematográfico, así como también abordó la escritura de escribir una serie de televisión acerca del Bicentenario del 19 de abril de 1810. “Le di un poco de reposo al teatro el año pasado para diversificar mi trabajo hacia la docencia, el cine y la televisión; así como también para mejorar mis habilidades como dramaturgo”.
-¿Cuántas obras hasta ahora y cómo puede resumir cada una de ellas?
-He escrito cuatro obras: José Amindra, drama histórico sobre los sueños de fuga de Miranda en La Carraca; El más mejor, una pieza que es un “viaje, una verbena y una fiesta esotérica” con la vida de Vicente Paúl Rondón; Siete grados de entropía tropical, drama histórico sobre la vida del científico venezolano Humberto Fernández Morán y Los días del gañán indomable, cuyo tema me reservo hasta que se publique. Asimismo, he escrito dos piezas cortas: Podría sentir un poco de molestias y Activos congelados, esta última perteneciente al ciclo Madre del Teatro San Martín de Caracas, próxima a ser representada; y un monólogo para un actor con Síndrome de Down titulado Beso de mariposa. Aparte de esto, he escrito dos guiones de cine: Josefa y José, drama histórico acerca de la vida de José María España y Josefa Joaquina Sánchez, finalista del Concurso de Guión Cinematográfico de Largometraje de Ficción (Luchas Sociales) Villa del Cine 2007, y El espíritu de la calle, ya antes nombrado.
-¿Cómo fue creada o construida El más mejor?
- Surgió de un largo proceso interno que se inició cuando presencié, en vivo y directo, vía satélite, la derrota de Vicente Paúl Rondón ante Bob Foster en Miami, el 7 de abril de 1972. Luego, años después, la consternación que me produjo la trágica muerte de Rondón en Caracas volvió a inspirar en mí el deseo de contar la historia de este boxeador. Posteriormente, en 2005, asistí al Taller de Dramaturgia dictado por Rodolfo Santana en Monte Ávila, quien me estimuló a llevar al papel la obra. Tomada esta decisión, una serie de sucesos que podríamos calificar de esotéricos, donde sentí que el alma del campeón venezolano guiaba mi trabajo, me llevaron escribir la obra de un tirón (a pesar de las condiciones adversas) y presentarla en el Primer Concurso Nacional de Creación Contemporánea y Dramaturgia Innovadora, donde obtuvo el tercer lugar.
Explica que “El más mejor es una historia fisionada sobre Vicente Paúl Rondón (Río Chico, 27 de febrero de 1938/Caracas, 28 de diciembre de 1992), boxeador de trágica vida. Específicamente es un viaje, una verbena y una fiesta que ocurre en la mente de Rondón en los momentos previos a su pelea con Bob Foster, el suceso que marcó su vida para siempre. Él fue un hombre ingenuo, excelente atleta, pero con un defecto imperdonable para una persona negra (afrodescendiente) y pobre en este país: le gustaba vociferar su ignorancia, y por ello fue condenado a la muerte civil y a la eterna burla de sus compatriotas. Está escrita en 35 cuartillas y espera un director con su elenco dispuesto”.
-¿Qué características tiene para su montaje?
-En líneas generales, requiere que se represente en escena abierta para sugerir nuevas perspectivas que permitan percibir el espectáculo de una forma tridimensional y multisensorial. La música, el baile, las coreografías boxísticas y la participación del público son indispensables para “vivir” la historia de Vicente Paúl Rondón y sentir en carne propia su tragedia. La obra permite al director la máxima expresión de su arte, por lo que podemos esperar del grupo Rajatabla un espectáculo diferente y muy especial. La obra está concebida para ser montada en forma muy libre. La pieza posee un discurso lúdico que permite al director alterar el orden de las escenas según lo dicte su propuesta estética. Quizás la primera escena es la única que debería permanecer inalterada, pues la obra posee giros, situaciones e incluso finales alternativos que, sea cual sea la lectura que se haga de ellos, se logra acceder a la temática y moraleja de la pieza.
-¿Cuál es la importancia de esa pieza para los momentos que vivimos?
-A pesar que esta obra narra sucesos ocurridos hace algunos años, su temática se mantiene terriblemente vigente. Los atletas se han convertido en los semidioses modernos y la caída en desgracia de algunos de ellos sigue siendo testimonio del lado oscuro del negocio mil millonario del deporte profesional. El caso de Rondón bien podría prefigurar casos como el de Tiger Woods, los beisbolistas dopados y la conducta irregular de un Michael Phelps. Las presiones psicológicas, morales, mediáticas y económicas que soporta un atleta profesional son muy difíciles de resistir, y pienso que el caso de Vicente Paúl Rondón es el más conspicuo y trágico de todos.
-¿Qué tiene entre manos, en cuanto a más obras?
-Uno se permite decir que se tomó un reposo del teatro, pero esto no es del todo cierto. En mis archivos reposan alrededor de 15 proyectos por desarrollar, pues mientras uno se hace más conocido, hay personas que me sugieren temas y personajes sobre los cuales trabajar. Mis proyectos para este año son escribir dos dramas históricos acerca de dos personajes (cuyo nombre me reservo) que se mantienen en el olvido a pesar de que sus aportes a la humanidad se mantienen vigentes en el tiempo, así como también un guión para la Villa del Cine acerca de importantes sucesos contemporáneos. Con estas obras pretendo levantar un poco más la loza de mármol que se ha dejado caer, no sólo sobre nuestra historia, sino sobre la de todo el planeta. Me gustaría terminar una comedia y una obra infantil que están bastante adelantadas e incursionaré en la dirección escénica de una comedia escrita por uno de mis alumnos, cuya temática y concepto me parecen fenomenales.
-¿Cuál es el estado de la dramaturgia y su utilización en Venezuela?
-Considero que a pesar de existir una demanda del público venezolano para ver más y mejores obras dramáticas, esta necesidad no se está satisfaciendo, especialmente con respecto a la calidad. Aunque esta situación es notable en todas las áreas de la dramaturgia, es en el área audiovisual donde la situación es más patente. Nuestro cine y nuestra televisión (con algunas excepciones) no están reflejando la situación del país. Se nota mucho empirismo y desconocimiento de las reglas mínimas de la dramaturgia en la escritura de las producciones cinematográficas y televisivas, excluyendo de esta apreciación, por supuesto, algunas notables excepciones. Si atendemos a la máxima de que la dramaturgia es un arte de actualidad, debemos concluir que los productos audiovisuales nacionales están de espaldas a lo que sucede en Venezuela. De un tiempo a esta parte estamos viendo en nuestras pantallas historias muy superficiales, con una temática banal e insulsa. Y no es que en el teatro no existan producciones de tal factura, pero al menos instituciones como Rajatabla, el Teatro San Martín y algunas individualidades hacen un esfuerzo para presentar teatro de calidad al espectador venezolano. Se nota mucho empirismo y desconocimiento de las reglas mínimas de la dramaturgia en la escritura de las producciones cinematográficas y televisivas, excluyendo de esta apreciación, por supuesto, algunas notables excepciones.

Revancha bicentenaria

Desde Julio de 2008 están en escena. Eso les ha permitido 80 funciones, por ahora en varias urbes criollas, además de Ciudad de México y La Paz. Y en ocasión del Bicentenario de Venezuela, no piensan bajar el telón hasta más allá del año 2011. Nos referimos al colectivo Teatro del Laberinto, fundado hace 12 años, el cual con Bolívar vs. San Martín. La Revancha logró poetizar un hecho histórico singular, que poco se conoce o se analiza en los claustros de Venezuela y Argentina, porque ese evento tiene un cierto grado de sospechosa oscuridad, asuntos de académicos metidos a políticos o de éstos en actividades que no son de su incumbencia.
El título no es errado. Se trata un imaginario match de boxeo entre el venezolano Simón Bolívar y el argentino José de San Martín, creado a partir del caballeresco encuentro real que mantuvieron ambos Libertadores, entre el 24 y el 27 de julio de 1822, en Guayaquil, para discernir el futuro de sus incipientes repúblicas ante el acoso de los imperios del siglo XIX y cuando la independencia sudamericana no se había consolidado. Eso está en escena, tal cual lo narra cualquier texto elemental de historia.
Útil anacronismo
Lo novedoso es como lo han plasmado en la escena: mediante una ingeniosa y divertida propuesta que se vale de la metáfora boxística, para representar el enfrentamiento de los dos personajes en busca de la gloria, sin el uso de espadas y cañones.
Esta propuesta dramatúrgica, y de montaje por supuesto, la cual hace temporada en Unearte, se logra dentro de una situación anacrónica, tal como antes lo hizo José Antonio Rial con su pieza Bolívar (escenificada por Carlos Giménez y su grupo Rajatabla hacia 1982), donde el Libertador era un prisionero político en un campo de concentración regentado por una dictadura latinoamericana. O sea que Bolívar hace décadas que salió de su panteón y ahora es cotidiano personaje teatral de gran valía... y hasta boxea con el héroe sureño.
Bolívar vs. San Martín. La Revancha se materializa de manera lúdica, popular y no exenta de una atmósfera desacralizadora con los protagonistas ahí plasmados, la pareja de Libertadores suramericanos cruzando sus guantes como curtidos boxeadores en un cuadrilátero del Coliseo el Exilio, ubicado en el Barrio El Olvido, y cuyo ritmo lo determina el narrador y comentarista de la pelea para una radio alternativa que nadie sintoniza.
Los performancistas, Arnaldo Mendoza e Ignacio Márquez dan vida a Bolívar y a San Martín, así como a diez personajes más que acompañan al Libertador y al Emancipador de América, tratando de dialogar y convencerse a punta de guantazos.
Audaz espectáculo
El autor-director-actor Márquez no desecha el background histórico y obtiene así una delirante e ingeniosa propuesta escénica que utiliza la metáfora del boxeo para rememorar el choque de esos personajes en busca del poder y sus beneficios. Un encuentro que no tuvo vencidos, por supuesto, pero que dejó sin resolver los destinos de sus naciones, que aún pugnan por alcanzarlos. Es un audaz espectáculo que busca la depuración para alcanzar el nivel de excelencia que se merece por la oportuna carga ideológica que enarbola.
Ver a Bolívar y San Martín con pantaloncitos de boxeadores y los torsos desnudos, dándose guantazos y lanzado sus peroratas, es tierno, pero estremece, porque la unión fracasó y el continente sigue balcanizado y amenazado. Y desde la escena se lo ha recordado en buen momento, sin lugar a dudas.
Nunca un espectáculo teatral fue tan oportuno y adecuado para que los espectadores reflexionen sobre la historia del subcontinente. Es una muestra evidente de que no todo el arte escénico criollo está banalizado, que hay elencos que se atreven a investigar en el pasado histórico y crear a partir de sus textos unos espectáculos capaces de incitar a revisar lo sucedido y hasta proponer caminos para el futuro mediato.
¡El buen humor teatral es más didáctico a veces que un discurso académico historicista, sin duda alguna!
Visita histórica
En Guayaquil, Bolívar y San Martín, según los testimonios que dejaron en misivas a sus equipos de gobierno, sí definieron delicados escollos políticos y militares. Así le escribe el caraqueño al general Francisco de Paula Santander: “Se puede llamar visita propiamente, porque no hemos hecho más que abrazarnos, conversar y despedirnos. Creo que él ha venido por asegurarse nuestra amistad, para apoyarse con ella respecto a sus enemigos internos y externos... Me ha ofrecido su eterna amistad hacia Colombia; intervenir a favor del arreglo de límites; no mezclarse en los asuntos de Guayaquil; una federación completa y absoluta aunque no sea mas que con Colombia...En fin, él desea que todo marche bajo el aspecto de la unión, pero que tampoco quiere la democracia y sí el que venga un príncipe de Europa a reinar en el Perú…No me ha dicho que trajera proyecto alguno, ni ha exigido nada de Colombia, pues las tropas que lleva estaban preparadas para el caso. Sólo me ha empeñado mucho en el canje de guarniciones, y, por su parte, no hay género de amistad ni de oferta que no me haya hecho”.
Ficha artística
Obra: La revancha. Autor:Ignacio Márquez. Intérpretes:Ignacio Márquez: Bolívar, Sucre, Infundio Vargas, Simón Rodríguez, El Precursor Miranda y Manuela. Y Arnaldo Mendoza: San Martín, Remedio, Divino Moreno, Manuel Belgrano, Carlos Alvear y Francisco “el Márquez” Serrano.Dirección general:Ignacio Márquez.Producción: Teatro del Laberinto



jueves, febrero 18, 2010

Un venezolano dios brutico

No siempre escribimos una reseña así, pero como nada es definitivo, salvo la muerte, por ahora, nos aventuramos, ya que los lectores y los artistas merecen que les cambien de cuando en vez el menú. Y es por eso que comunicamos como un texto de comprobada y amarga comicidad, cuatro intérpretes curtidos y un puestista astuto, además de buen lector, lograron acoplarse hasta obtener oceánicas respuestas de audiencia cuantificable en la taquilla, gracias, además, a la promoción publicitaria y al "boca-a-boca" del público satisfecho y agradecido. Nos referimos por supuesto a un evento producido con fondos privados. Y reiteramos que la formula conceptualmente para exitosos espectáculos es sencilla: obra, actor, director y espectadores, pero nadie puede creer que integrar textos, cómicos y realizadores es como soplar y hacer botellas. Hay también otro teatro triunfador que no percibe ingresos por boletería, pero aquel escasea cada vez más. ¡Ahí está el detalle!
Tal el caso de la desopilante comedia Un dios salvaje, de Yasmina Reza (París, 1 de mayo de 1959), que con los asombrosos comediantes Carlota Sosa, Iván Tamayo, Basilio Álvarez y Martha Estrada, conducidos a la perfección por Héctor Manrique, hace temporada, agotando la boletería de la Sala Trasnocho, no solo para divertir y provocar carreritas por los esfínteres urinarios de la audiencia, sino que también enseñan a la gente como las comunidades humanas se reproducen hasta el infinito con defectos, porque, según enseña el refranero popular, “de tal palo tal astilla” o “el que de joven no trabaja, de viejo no duerme en la paja”.
Un dios salvaje, sometido a un discreto y feliz proceso de venezolanización, plasma a dos matrimonios burgueses, o clases medias, entregados a la solución negociada de un conflicto: sus dos hijos, de 11 años, se cayeron a golpes y uno le sacó dos dientes y le dañó otro a su amiguito, con un palo, mientras jugaban en la plaza Altamira.
Leímos el texto y aunque la literatura dramática, por perfecta que sea, no anticipa lo que puede ocurrir desde la escena, estábamos seguros que, gracias a las actuaciones y la égida de Manrique, los criollos se estremecerían porque esa frecuente situación cotidiana reitera que los adultos somos tanto o más irracionales que los niños y como todos tenemos adentro un dios salvaje, y no es un exabrupto. Un diocesito brutico que anida ahí para recordar la fragilidad de los humanos, por más encumbrados que estemos en la pirámide social. ¡Sin excepciones!
Un dios salvaje no es una Wikipedia de sociología, antropología, psicología y psiquiatría, sino un virulento consomé de esas ciencias. Es la observación agudizada de tan extraordinaria y molieresca dramaturga ante un hecho común y corriente, en cualquier sociedad occidental: padres alarmados porque sus vástagos se están matando y ellos no pueden hacer nada para impedirlo. Los progenitores de los muchachitos deciden buscar una solución al sangriento incidente, pero es tan cruel y canallesco lo que después pasa entre ellos, que se entiende la violencia de los hijos y se vislumbra un futuro que acabará devorándolos a todos.
La saga escénica es sencilla, como todas las que Reza ha llevado al teatro. Lo que ocurre ahí golpea profundamente al público, que termina aceptando, a regañadientes, la metáfora que propone la autora. ¡Nadie escucha al contrario, ni intenta hacerlo. ¡Todos son dioses salvajes!
¿Pero qué es lo que pasa en Un dios salvaje que logra desatar la locura del público? Primero, no es nada cómico el argumento inicial o la justificación para la convocatoria de esas dos parejas matrimoniales como tal. La comicidad se desata por las contradicciones de los personajes: un machista grandilocuente y un varón domado, frente a una mujer aburrida con su matrimonio pero incapaz de romperlo y otra que cree que se esta comiendo el mundo, pero es ella a quien la devora el monstruo de la publicidad y el marketing metidos a vendedores de cultura.
Esas cuatro personalidades, todas al borde de la locura, cosa que no lo saben, chocan en un asombroso todos contra todos y utilizan ese encuentro, con el cual pretenden resolver la salvaje situación de sus muchachitos, en una especie de diván freudiano colectivo, para mostrar todas sus frustraciones y las ridiculeces que los acosan. Diríamos que son cuatro alienados por una sociedad consumista, que los mantiene vivos y activos para que sigan produciendo y alimenten a esa gigantesca maquina devoradora de seres humanos que es la sociedad mundial…y no estamos parafraseando a las cartillas marxistas.
Y es tan terapéutico ese acto teatral, producido por Carolina Rincon, el cual no supera los 90 minutos, que hasta hay un vomito –teatral, por supuesto- en escena que sirve para regurgitar todo lo maldito que tienen por dentro y no han sido capaces de expulsar. Todo aquello termina siendo una terapia recomendable, no solo porque ahogan un ladilloso celular entre las agudas de un florero, sino por la envidiable catarsis de su borrachera colectiva. ¡Unos dioses en lascivos actos salvajes gracias a la comedia teatral!
Yasmina Reza no ha reinventado el teatro. Ha escrito sí una ejemplar comedia de situaciones, tomando prestado de Moliere y Feydeau, míticos maestros del mejor arte teatral francés. Ridiculiza a los personajes por sus contradicciones y los mete en una contemporánea farsa vodevilesca a partir de una riña entre niños y la forma civilizada que sus progenitores pretender utilizar para resolver el conflicto, pero lo que sucede es todo lo contrario.
Y, por supuesto, sin la visión corrosiva y desacralizadora de Héctor Manrique y la complicidad de esos niños-padres que se reúnen para mejorar la civilidad de sus vástagos, no se presenta esa catarsis colectiva que genera Un dios salvaje. Los comediantes se superan a si mismos, dejan acartonamientos y actuaciones de cartilla y se entregan a mostrar todo lo que sienten y viven como seres humanos. Hay momentos en que sus performances son suplantadas por sus imborrables vivencias infantiles, pero eso no los afecta porque el guión los retorna a la escena. También ellos, cuarentones bien vividos, juegan a ser niños y comportarse con malacrianzas, tal es el caso de Carlota Sosa e Iván Tamayo, cuyos personajes son los disparadores de esa terapia teatral, sin que Basilio Álvarez y Martha Estrada se queden atrás, pero es que no tienen un texto más denso o situaciones más complejas que sus oponentes, cosa que deben reclamarle a Yasmina Reza, aunque ella sabiamente lo escribió así. Una pareja triunfadora contra una menos brillante, opaca quizás, una que quiere joder a la otra y al final lo consigue.
Hemos visto varias décadas de buen y mal teatro criollo, pero este venezolanizado Un dios salvaje nos recuerda que mientras haya seres humanos en conflicto, o sea vivos, habrá posibilidades de degustar espectáculos novedosos, como éste. Nos faltan muchos más autores humanos y más creativos, además de muchos más directores y actores que apuesten a enfrentarse a un urgido público, que es quien decide el éxito o el fracaso. Esto lo decimos porque el teatro de nuestra cara Tierra de Gracia, como lo escribió Rómulo Gallegos, es aún como el pasajero del último vagón del tren, aquel que todo lo pondera cuando ya ha pasado, cuando los hechos se anidan entre los tremedales de la historia, y no cuando están ocurriendo.

miércoles, febrero 17, 2010

Lorca y el mundo gay

Ian Gibson (Irlanda, Dublín, 1939), periodista, escritor e investigador consumado, entregó su más reciente libro Caballo azul de mi locura/ Lorca y el mundo gay, lujoso texto de la editorial Planeta, con 466 páginas y numerosas fotografías de colección. Estamos seguros que su histórica actividad no ha concluido y no es extraño que durante próximos días aparezca con otro texto sobre Federico García Lorca (1898-1936), ese gran poeta del amor que se enfrentó a una sociedad machista e intolerante, y que por eso las hordas franquistas lo fusilaron y no entregaron su cadáver o lo hicieron desaparecer para exacerbar así más su venganza. Todo un legendario personaje cuyas piezas teatrales se conocieron en Caracas, a mediados del siglo XX, gracias al pionero Alberto de Paz y Mateos, valioso artista republicano que se escapó de la post guerra para apuntar el desarrrollo de las artes escénicas venezolanas.
Sobre la homosexualidad de García Lorca no había secretos en la España republicana y él tampoco se preocupaba en ocultarla o disfrazarla, y pese a que las costumbres de la época rechazaban abiertamente tal conducta sexual, no le caían a piedras, especialmente en las grandes ciudades, pero aun así al bardo lo perseguían públicamente desde los periódicos y revistas del bando derechista y reaccionario, y cuando esos intelectuales y periodistas pudieron pasarle factura lo hicieron, ignorando sus éxitos literarios, dentro y fuera de la nación, o con unas críticas deleznables. Todo eso creó un clima diabólico que precipitó aquel desenlace fatal.
Gibson investigó o escarbó en toda la obra de García Lorca para resaltar su estética homoerótica, como diría el crítico venezolano Rubén Monasterios, y recogió testimonios escritos o personales de la gente que asegura haberlo conocido y además dieron fe de lo que hacia o deshacía con su sexo, además de las desazones de sus romances fugaces o atormentados.
Este libro aporta, pues, una documentación clave para descifrar algunos de sus textos, especialmente la pieza El público, además de su poesía. Es una especie de texto de cabecera para hurgar en su teatro y hacer brotar lo mejor de su estética. Ya nadie tendrá que trabajar sobre la base de chismes, sino con certeza, lo cual, como es obvio, ayudará a la creación escénica y al trabajo actoral inclusive.
Gibson, que se ha especializado no solo en la literatura garcialorquiana, sino en todo el contexto literario y artístico hispano donde surgió, creció y se desarrolló tal paladín de la mejor España. Tal como lo escribe en las páginas 379 y 380, un fragmento que aquí reproducimos porque es rotundo y explica todo su libro:
-La obra de Lorca, hoy de irradiación mundial, no existiría si no fuera por su condición de marginado sexual, por su identificación, profundamente cristiana, con todos los que sufren, con todos los que se sienten excluidos o rechazados. Fue una criatura en el fondo dolorida que puso sus excepcionales dones al servicio de los demás con la esperanza de una sociedad más justa. No es correcto que se le siga negando su homosexualidad. Hace poco Jesús Generelo, coordinador de Educación de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), aludió a tal “silencio” en un comentario sobre la asignatura Educación para la Ciudadanía, tan combatida por las derechas de este país. “Hay que trabajar en todas las materias-dijo-, como en Literatura, donde la mayoría de las clases se pasa de puntillas por la homosexualidad de Federico García Lorca o de Oscar Wilde, cuando es casi imposible entender buena parte de su obra si no se explica su identidad sexual”.
Y remató Gibson, afirmando que es “casi imposible… o imposible del todo. Repito que ello no es justo. Y añado que es obtuso, pusilánime y contraproducente. Es hora ya de aceptar al poeta en su compleja y fascinante integridad. Sólo así se le honrará como merece. Sólo así será posible dar un justo valor a versos como éstos, escritos a los veintidós años:
Sobre el paisaje viejo y el hogar humeante
Quiero lanzar mi grito,
Sollozando de mí como el gusano
Deplora su destino.
Pudiendo del hombre, Amor inmenso
Y azul como los álamos del río,
Azul de corazones y de fuerza,
El Azul de mí mismo,
Que me ponga en las manos la gran llave
Que fuerce al infinito…
Con Gibson se puede estar de acuerdo o no con su rotunda afirmación sobre la obra garcialorquiana, pero nadie podrá negar su extraordinario aporte para esclarecer la historia total de un artista, además de los orígenes de su estética, que amó a su tierra y a su gente, como pocos lo han hecho y mostrado.
¿Y donde están los restos de Federico García Lorca? ¿Se los dieron a sus familiares y estos los sepultaron en secreto para evitar sórdidas peregrinaciones? Estas y otras preguntas serán respondidas algún día y hasta es posible que Ian Gibson escriba otro texto sobre el dramaturgo que hacia obras a partir de la historia de su gente, sin importarle las consecuencias, como pergeñó La casa de Bernarda Alba.

sábado, febrero 13, 2010

Teatro juvenil contra las drogas

La elaboración, distribución, venta y consumo de las drogas psicotrópicas, y además la descarada utilización de los capitales que de ahí surgen, es uno de los grandes problemas que acosan a los gobiernos de todas las naciones del planeta, especialmente por el daño irremediable que produce entre las comunidades, particularmente la adolescente, y por la inyección millonaria de dólares en negocios ilegales, fundamentalmente, los cuales desajustan las economías.
El mundo entero adelanta en estos momentos una guerra sin cuartel contra las narcotraficantes en general, la cual arroja un saldo sangriento de proporciones negativas, pero el problema no ha sido erradicado y está muy lejos de ser resuelto por esa vía. Un gran sector de la opinión pública, con Mario Vargas Llosa entre ellos, recomienda cambiar tales estrategias gubernamentales, porque al narcotráfico no se le puede derrotar por la vía militar-policial, sino con una acentuada campaña social, destinada a convencer y demostrar que las drogas son nefastas para la vida misma, ya que amenaza a los miembros más indefensos de nuestras comunidades: niños y jóvenes. Es otro problema sociocultural en medio de una crisis crónica que fractura a la familia, base de las actuales sociedades modernas. ¡Plomo y fuego por un lado, verbo y compasión por el otro!
Aquí en Venezuela, gracias a la alianza humanista de la Oficina Nacional Antidrogas (ONA) y un sector de intelectuales y padres de familia preocupados por sus hijos, están en marcha planes y acciones contundentes porque son convencidos que la única forma de combatir ese flagelo es hacerlo en conjunto, aportando cada uno su grano de arena. Toda esa gente cree y comulga que las drogas si deterioran y desestabilizan al individuo, a la familia y a la sociedad. Y creen que la arma más eficaz es evitar caer en ellas, o sea: prevenir y para ello hay que conocer los tipos de drogas, sus efectos y sus consecuencias, para planificar la metodología de trabajo, sin olvidarse del dialogo sincero y abierto con niños y jóvenes, e incluso recurrir a la ayuda profesional de médicos y psicólogos. El silencio es cómplice del problema y termina siendo fatal.
Teatro herramienta
Y para pasar de las palabras a los hechos, con el respaldo de la Fundación del Colegio Francia y la sociedad de padres y representantes, se exhibe, en su recién inaugurado espacio teatral, el espectáculo Los árboles caídos, de Norberto Benavides Pérez (Caracas, 15 de enero de 1962), una importante y lúdica respuesta, fuerte pero sutil, contra ese conflicto de la narcoadición entre la juventud.
El veterano actor Fermín Reyna asumió la teatralización del texto y para ello se reunió y ensayó con jóvenes intérpretes íntimamente convencidos de la gravedad del tema y la violencia que el mismo ha generado. Logró obtener un montaje bastante aceptable con marcadas acciones del mundo juvenil, representado en dos parejas, el cual oscila entre las características de la adición con la cocaína, los efectos y las consecuencias degenerativas, al tiempo que la replica escénica se manifiesta con el accionar de dos adultos dispuestos a darlo todo para rescatar a muchachos y muchachas de ese infiernillo de las drogas que los anula, condena y destruye.
Utilizó, pues, al teatro como herramienta didáctica para mostrar al público una saga, basada en hechos reales, creada por el autor tras numerosas entrevistas e investigaciones. Siempre la realidad es más cruda que la ficción, pero en el teatro hay poesía y eso la hace más verdadera.
El montaje está en proceso de ajuste y requiere de mayor interacción entre los dos niveles de las tareas escénicas: uno lúdico y desolado, con drogadictos y sus conflictos, y los adultos que utilizan el dialogo como herramienta para detener la hecatombe de las drogas entre la niñez y la adolescencia. El primero tiene buena resolución teatral, mientras que el segundo carece de ritmo y de verdad, porque los personajes no son auténticos, lucen acartonados y parecieran estar en otro país y no en esta calida Venezuela. Necesitan más ensayos para superar esos baches y buscar que el espectáculo corra rápido y refrescante como un arroyo entre la montaña. Es cuestión de rutinas exigentes y más funciones.
No es fácil montar una pieza como la que propone Benavidez Pérez, quien aplica una estructura circular y atemporal, donde las acciones son casi cinematográficas, pero Reyna la saca hacia adelante y logra convencer, aún con los desaciertos anotados, los cuales son solucionables.
Sinopsis
Camila sueña con amor y éxito profesional, pero su Renato la hace narcodependiente. Su amiga, Melania disfruta su nota existencial, con cocaína y sexo sin control, aunque su narconovio Manaure cree que pueden salvarse. Paralelamente, un maestro de escuela y la mamá de un jovenzuelo adicto se cruzan y luchan con soluciones dialogadas para detener la marabunta de las drogas. Una sorpresa espera el espectador paciente.
Ficha artística
Obra:Los árboles caídos. Autor:Norberto Benavides Pérez.Intérpretes: Camila: Daniela Salazar Renato: Christopher Bencomo. Manaure: Giovanni Oviedo. Melania: Estephanie Serrano. Elena Manrique:Angie Hernández. El maestro Aurelio Castañeda: Marco Coir. Coreografías: Soraima Solórzano. Asistentes:Aurismar Villamizar y Alvanis Alvarado. Producción:Good Show Productions C.A. Director y Escenógrafo:Fermín Reyna

Las tríbadas no comen gente

Entre las féminas los afectos públicos no despiertan sospechas ni suspicacias. Eso no ocurre con los varones. porque son malinterpretados, son pecaminosos o inmorales y tienen hasta olores y colores de pecado infame, lo cual obliga a que se oculten o se disfracen, cual exótico carnaval existencial, aunque eso ha ido cambiando por las luchas reivindicativas de algunas organizaciones.
Recordamos eso, porque la homosexualidad masculina en los escenarios criollos no es una novedad, especialmente después que la comercialización de las carteleras teatrales abusó de tales personajes con tales conductas, pero ridiculizados o convertidos en payasos o graciosos a la fuerza. Aquello permitió que, durante las tres ultimas décadas de la centuria pasada, “poner una loca en las tablas es ganancia segura”, como nos lo dijo un productor que hizo fortuna con numerosas piezas de esas características. ¡Una fortuna hecha con el ajeno pecado nefando, je jeje!
Pero también hubo espectáculos memorables por las reflexiones que propusieron al público, como Escrito y sellado, Las puntas del triángulo, Detrás de la avenida y Eclipse en la casa grande, donde Isaac Chocrón, César Rojas, Elio Palencia y Javier Vidal rompieron lanzas por sus entes que exigían respecto para sus básicos derechos humanos. Hemos recordado algunos de los más destacados montajes, pero hay muchos de ingrata memoria por su ordinariez y la homofobia subterránea de sus textos y montajes.
Pero la homosexualidad femenina no ha contado con tal promoción escénica durante esos últimos 30 años del siglo XX. Si la memoria no nos falla, Ultimo piso en Babilonia de Xiomara Moreno y La buhardilla de Gilberto Pinto, son las únicas piezas que han podido alarmar a cierta audiencia avestruz, esa que no quiere saber nada de damas en apasionados romances con otras féminas.¿Por qué? Las respuestas que hemos obtenido tienen que ver con el ancestral matriarcado y otras conductas tradicionales de la población, que evitan abordar ese tema, dentro o fuera del teatro, algunas veces por ignorancia o por temor a ridiculizaciones y exageraciones. Aquí en Venezuela la mujer es casi sagrada y no se aplaude nada en su contra, aunque por ahí hay muchos que les caen a golpes y cometen otros excesos.
Y para ayudar a que la audiencia cambie y vea al lesbianismo como una conducta sexual más, exenta de “maldades” y que las mujeres no tienen porque privarse de vivir en plena libertad, el Teatro Trasnocho presenta el espectáculo La noche de las tríbadas (1975) del sueco Per Olov Enquist, puesto en escena, con mucha sobriedad, por Costa Palamides y con las destacadas actuaciones de Diana Volpe y Diana Peñalver, apuntaladas en Ludwig Pineda y Elvis Chaveinte.
En su pieza, Enquist utiliza el termino tríbadas, de origen griego, que significa lesbianas, porque ahí plasma un encuentro o desencuentro entre el dramaturgo August Strindberg y su ex esposa Siri Von Essen, cuando ella ensaya el monologo La más fuerte, de su antiguo marido, acompañada de la actriz Marie David, reconocida luchadora por los derechos de las mujeres y quien es supuestamente amante de Siri. La misoginia del escritor estalla, porque él considera que todas las mujeres progresistas son tríbadas o lesbianas. Es, pues, un dramón, donde se rescata al unipersonal strindbergiano, que se transforma en una pieza donde las féminas se aman y excluyen al hombre por su irracionalidad.
¿El público qué hace o dice? Si la audiencia está enterada o interesada en la saga personal y literaria de Strindberg, pues es casi seguro que capte el sufrimiento del personaje y de los que lo acompañan, pero si es neófita, como ocurre en la mayoría, porque el teatro no se inventó para los cultos o recultos o instruidos, no hallará jamás las razones y las sinrazones del atormentado Strindberg que al parecer no sabia que tenía una mujer por dentro y de ahí su misoginia exacerbada, a pesar que usó y abusó de las féminas.
El escritor Enquist perdió la oportunidad de hacer una gran pieza sobre la homosexualidad femenina. Dicho, en palabras criollas, mató al tigre y le tuvo miedo al cuerpo. Tenía que jugársela más y verdaderamente hacer una creación redonda, asumir el conflicto. Él también se asustó con lo que tenía en las manos y se quedó en la mera creación de un hecho supuestamente histórico, pero no rompió lanzas por la liberación femenina en general o por las tríbadas en particular.
Pero, y aunque esto excede a mi trabajo crítico aquí, Enquist si nos ha dado una pista o una huella para dedicarnos escribir una pieza teatral sobre un célebre autor venezolano, usando su biografía y algunas de sus piezas que están muy ligadas con su propia vida. Creo que es la mejor forma de rendirle homenaje a este artista criollo, pero de eso no escribiremos más hasta que el proyecto esté concluido. Nosotros nos “embarcamos” con esta obra que vino de afuera, de eso no nos queda duda, pero de ahí sacaremos algo diferente y hasta mejor, como tiene que ser. Carlos Giménez, de estar vivo, nos diría, su frase favorita: “Donde perdí, gané”.

.

jueves, febrero 11, 2010

Robert Rosen revela el mito de Lennon

El escritor Robert Rosen (Nueva York, 1952) leyó la entrevista que hicimos al dramaturgo Paúl Salazar Rivas sobre su pieza teatral Yo soy John Lennon, donde es citado como una de las fuentes claves para la investigación que adelanto el premiado dramaturgo, y se interesó por conocer no sólo la obra sino también al autor. De esa conversación, surgió esta entrevista, la cual publicamos aquí,versionada del inglés.
Rosen, quien es uno de los especialistas más importantes en la memoria del ex Beatle asesinado, afirma que la viuda ha trabajado “bien duro” durante los últimos 30 años para alimentar el mito de John y Yoko. “Ella quiere que el mundo los vea como los grandes amantes del siglo XX, una reencarnación de Robert y Elizabeth Barrett Browning. Ella ha tenido éxito, en gran medida, en lo que se refiere a esterilizar la imagen de Lennon y convertirlo en una figura disneificada, un cariñoso ex Beatle/Santo del Rock ‘n’ Roll, manchado únicamente por unas leves faltas en su personalidad. El problema es que muchos trabajos intelectuales que Yoko Ono ha autorizado para perpetuar el mito ––como Lennon, el musical de Broadway y el libro Remembering John Lennon–– no tienen corazón o espíritu, o carecen de coraje. Son sosos y aburridos. Pero la gente todavía permanece fascinada por Lennon, y continua comprando su música, porque la mayoría de sus piezas son clásicas, y porque suenan tan fresca ahora, como cuando sonaron en 1964”.
Rosen subraya que, “afortunadamente, a pesar de la maquinaria de relaciones públicas de Yoko Ono, libros como el que yo escribí, Nowhere Man, que ha ofrecido una visión más objetiva de Lennon, también está presente y es consultado, porque la gente está hambrienta de saber la verdad y conocer a Lennon como una persona inmensamente talentosa, pero un ser humano profundamente equivocado y contradictorio que luchó diariamente con sus demonios, y trató, con todas las fuerzas de su voluntad, de seguir su camino”.
-¿La familia del difunto lo ha contactado a usted para que escriba una biografía basada íntegramente en sus diarios?
-Creo que un libro basado en sus diarios, es una buena idea y me encantaría hacer algo como eso; pero difícilmente eso no ocurrirá, no durante mi vida. Lo último que Yoko Ono haría es dejar publicar los diarios de Lennon, porque eso destruiría el mito, el cual describí en mi respuesta anterior.
-¿Como están sus relaciones con Yoko Ono y el hijo de Lennon?
-No tengo ninguna relación real con Yoko Ono, ni con Sean Lennon. La última vez que vi a Yoko Ono fue durante el juicio contra Fred Seaman, por derechos de autor en septiembre del 2002. Yo testifiqué a favor de ella y ganó el caso; Yoko Ono obtuvo el control de más de 300 fotografías que Seaman había tomado cuando era asistente personal de Lennon. Sean estaba ahí, también, pero no hablamos. La última vez que conversé con él fue en 1982.
“ Yoko Ono no es mi amiga ni mi enemiga. Pero estoy seguro que la próxima vez que me necesite para algo, sus abogados llamarán a mis abogados”.
-¿Qué es de la vida del asesino David Chapman? ¿Usted ha pensado entrevistarlo y así conocer de primera mano lo que el asesino tiene por dentro?
-Chapman está cumpliendo una sentencia de 20 años a cadena perpetua en la prisión de Attica. Eso significa que cada año, desde el 2000 el es elegible para libertad condicional, y todos los años le es negada. Chapman nunca saldrá de ahí. Él morirá en prisión. ¿Cómo es su vida ahí dentro? Por un momento él dijo que estuvo poseído por demonios. Después dijo que encontró a Jesús y Jesús le exorcizó los diablos. Aparentemente, está najo protección custodiada, trabajando en la cocina y la biblioteca. Si Chapman dice que quiere hablar conmigo, seguro que lo haré. ¿Qué periodista no lo haría? Pero Chapman no ha ofrecido entrevistas desde inicios de los 90s, cuando habló con Jack Jones, que escribió su biografía Let Me Take You Down. Chapman permanecerá vivo en la prisión, pero creo que él necesita decirse a si mismo que algún día saldrá. Y es lo suficientemente inteligente para saber que si ofrece alguna otra entrevista, destruiría cualquier chance remoto de que alguna vez le concedan la libertad. Demostraría que todavía está interesado en ser famoso, que es la razón que él dio para matar a Lennon. Chapman quería ser famoso y lo es, a un precio muy caro, digo yo.
-¿Está dispuesto a leer la pieza teatral sobre Lennon que escribió Paúl Salazar Rivas?
-Tengo ya su obra y la leeré pero me tomará algún tiempo. Leo y hablo algo de español, pero no es muy fluido y tengo que buscar muchísimas palabras en el diccionario. Pero todo lo que aluda a Lennon me interesa y conmueve.

John Lennon reaparece en Rajatabla

Cuando se aproxima la conmemoración de las tres décadas de muerte del legendario cantante y artista John Lennon (8 de diciembre de 1980), aquí en Caracas el dramaturgo Paúl Salazar Rivas (Caracas, 3 de abril de 1967), quedó con su pieza Yo soy John Lennon entre los siete finalistas de la II Muestra Nueva Dramaturgia Venezolana, organizado por la Fundación Rajatabla en homenaje a Rodolfo Santana, a quien el grupo escenificará su pieza Obra para dormir al público , la cual será estrenada en el mes de abril.
La Fundación Rajatabla, por intermedio del periodista y teatrero José Domínguez, informó que con el fin de promover y llevar a la cartelera teatral la nueva dramaturgia venezolana del siglo XXI, el colectivo teatral fundado por Carlos Giménez en 1971, seleccionó las siguientes piezas: Honor a mis padres de Elio Palencia, Mi reino por un sueño de José Antonio Barrios, Yo soy John Lennon de Paúl Salazar, Agridulce de Glener Morales, El robo de la arrobita (Teatro Infantil) de Carmen García Vilar, Nosotras de Marisabel Dávila Lobos y El más mejor de Roberto Azuaje.
Así mismo decidió hacer una muestra de Lecturas Dramatizadas de otros seis títulos que por su alta calidad dramática merecen ser conocidas por el público, abriendo las puertas a otras agrupaciones a interesarse por ellas.
Domínguez subrayó que Rajatabla continúa de esta manera su proyecto de dar a conocer “nuevos textos de autores venezolanos y de promover nuestro talento, ya que están concientes de las dificultades que tienen los dramaturgos criollos para llevar a escena sus propuestas”.
En los últimos años la agrupación ha montado casi exclusivamente obras de autoría nacional como Trastos Viejos de Javier Vidal, Cuando quiero llorar no lloro de Miguel Otero Silva, El peligroso encanto de la ociosidad de Gilberto Pinto, Plenilunio en la casa del dolor de José Domínguez, así como a los ganadores de la I Muestra: Los dioses del sur de Vicente Lira, Contacto de Carmen García Vilar, La jaula Big Show de Héctor Castro y José Amindra de Roberto Azuaje, entre otras”.
En esta nueva edición se recibieron 69 piezas, muchas de ellas de alta calidad dramática, por lo que el jurado decidió ampliar la selección de cuatro a siete piezas, de las cuales tres de ellas, por las características juveniles de sus propuestas, serán producidas por el Taller Nacional de Teatro para su tercer nivel de perfeccionamiento.
“Los responsables de la Puesta en Escena de estas piezas se decidirá de mutuo acuerdo entre los autores y la Directiva de Rajatabla”, puntualizo Domínguez.


miércoles, febrero 10, 2010

Van dos piezas de César Rengifo

La primera actriz Dilia Waikkarán con su tropa de actores, que integran la fundacion cultural Ayanamsh, ha logrado, durante los últimos ocho meses, llevar a escena dos de las tres obras que Cesar Rengifo escribió sobre la Guerra Federal (1859-1863): Lo que dejó la tempestad (30 de julio de 2009) y Un tal Ezequiel Zamora (5 de febrero de 2010). Ahora, esta indomable artista esta dispuesta a iniciar la preproducción de Los hombres de los cantos amargos, con lo cual su homenaje al dramaturgo y al legendario Ezequiel Zamora que es el protagonista de esa trilogía, habrá culminado. “Nuestro general del pueblo soberano vuelve a combatir por su gente, pero desde la escena teatral. Más no podemos hacer”, comenta la comedianta.
El espectáculo Un tal Ezequiel Zamora, presentado recientemente en el Teatro Municipal de Caracas, bajo la dirección de Henry Manganiello, comienza un día cualquiera a la media noche del año 1859, en el rancho de una familia campesina, los Yari, de cinco miembros, sumidos en la más profunda miseria económica uy sus almas rebosantes de dolor y angustias permanentes. Afuera se organiza el enfrentamiento entre liberales y conservadores, para lo cual los hombres jóvenes son reclutados por la fuerza para servir al gobierno y enfrentarlos al mismo pueblo. El terror de la Guerra Federal que durara hasta el año 1863, se aproxima en medio de la fanfarria de los disparos de fusiles, chopos, cañones y machetes rastrillados. La familia Yari decide ocultar a sus dos hijos aptos para la conflagración, en un refugio retirado del conuco donde viven. Carlos, el hijo mayor, con profundo sentimiento revolucionario, decide convencer a sus padres y a su hermano José Antonio que el camino del triunfo esta en alistarse en las filas de Zamora, con la esperanza de lograr el sueño revolucionario de “Tierra y hombres libres”.
José Antonio cree en la guerra como una oportunidad para surgir, aunque se juegue la vida, mientras que su hermana menor, la enfermita Gemma, sale en busca de los pasos de la sombra imaginaria de Zamora, convencida de poderlo alertar sobre un posible atentado que ha divulgado un herido. A los días regresa…pero en los brazos de su hermano Carlos. Y aquí es donde aparecen las lanzas de la independencia, ocultadas por el viejo Juan Yari durante varias décadas, las cuales se sumaran ahora al conflicto. La madre. Guadalupe, con su sentencia definitiva cierra el espectáculo: ¡No iré al Algarrobo…marchare con ustedes…si hay que arder en esa inmensa hoguera de la guerra…arderemos juntos…el cielo encapotado anuncia tempestad!
El montaje, gracias a las características descriptivas y didácticas de la dramaturgia de Rengifo, estremece al más duro de los espectadores por la fuerza y el verismo de sus acciones escénicas. La guerra esta ahí con sus llamas y sus muertos inocentes. El ritmo en ascenso atrapa y el desenlace resulta demoledor. Se recuerdan así todas las madres y las mujeres que el teatro universal atrapó en sus cuatro mil largos años de lucha por la paz. Y se les enseña a los venezolanos la huella nefasta de las conflagraciones civiles.
Aura Rivas, Frank Maneiro, Germán Mendieta, Virginia Urdaneta, Frank Francisco, Elitse Sánchez, Elvis Chavente, Guido Falcone, Frank Francisco, Julio Liendo, Luis Villegas, Mariana Calderón, Mariana Gil, Mauricio Maldonado, Cesar Maneiro, Henry Álvarez, Eduardo Bravo y Sara Tovar, integran el hábil elenco de esta segunda producción, el cual, como la primera, ha sido auspiciado por el Ministerio del Poder Popular para la Agricultura y Tierras.
Ahora lo que hace falta es que Dilia y su tropa de comediantes puedan hacer una temporada con los dos espectáculos logrados, porque como ella ha expresado “nosotros los creadores, los intérpretes y el Estado venezolano estamos obligados a reivindicar la obra de uno de los más grandes exponentes del teatro popular y campesino en nuestro país, un autor que ha sido desechado por unos supuestos puristas estéticos”.
Pienso, añade, que “la obra teatral de Rengifo no ha sido lo suficientemente expuesta para que nuestro pueblo lo conozca y sobre todo para que la mayoría, viéndose reflejada en ella, sepa de su trayectoria, de toda su angustia y preocupación porque se realizaran cambios profundos que favorecieran a este pueblo y dignificaran a nuestros campesinos y así, comprendan la lucha que en estos momento estamos librando para lograr esa dignificación y que la apoyen. Pero lo más importante, para que la defiendan”.
Comenta Dilia que para los dos primeros montajes se hicieron grandes esfuerzos y están seguros de que con “los argumentos bien sustentados lograremos completar, para el segundo semestre del 2010, la famosa trilogía sobre la Guerra Federal. Los hombres de los cantos amargos no puede quedar fuera de esta reivindicación que exigimos como cultores para nuestro Cesar Rengifo. No nos olvidemos que además de la lección histórica que necesitamos aprender sobre el héroe anónimo de estas lucha, también estamos conmemorando el bicentenario de nuestro Independencia y, con el proceso de cambio y la lucha contra el latifundio tenemos que lograr nuestra independencia productiva de la tierra para celebrar la fiesta de la culminación con éxito de la revolución alimentaria”.
La acción de Los hombres de los cantos amargos, primera pieza de la trilogía, recuerda Dilia con libreto en mano, ocurre entre los años 1854 y 1855, alternativamente en el despacho del Secretario de Gobierno y una calle en Caracas, una hacienda cacaotera en los Valles del Tuy, y un campamento de negros cimarrones en las montañas de Capaya. La tesis central de la pieza es que la abolición de la esclavitud tuvo su origen en razones puramente económicas, ya que, según cifras de la época, resultaba más costoso mantener a los esclavos como tales que liberarles y contratarles como peones, por jornales de hambre, sólo en las épocas del año que requiriesen su trabajo. Mediante una técnica de acciones paralelas, Rengifo muestra los distintos niveles en que se desarrolla el proceso socio-económico de la liberación de los esclavos, acciones ágiles, en ocasiones violentas, en las que cada personaje usa un lenguaje propio de su psicología y su situación, enriquecido, en el caso de los esclavos, con elementos folklóricos y poéticos auténticamente populares.


lunes, febrero 08, 2010

Habla Cabrujas 17 años después

Rolando Peña, mitico "príncipe negro" de las artes vernáculas, asegura que José Ignacio Cabrujas le escribió un texto para la presentacion del libro Mene digital,hace 17 años El escritor Oscar Marcano le creyó y lo ha metido en la web para que los venezolanos lo conozcamos.
Nosotros, complices de estos dos señores, hemos optado por republicarlo para el deleite de los que conocieron al "papá" de El dia que me quieras y para reiterar nuestra perpetua lealtad hacia quien en un oportunidad escribió que ya eramos parte de la fauna cultural de esta Tierra de Gracia. Hechas estas aclaratorias, aqui va y que lo disfruten:
"Esta noche tengo regocijo en la memoria, tal vez porque recordar es un estupendo placer de la inteligencia. Sobre todo recordar a quien ha sido buen compañero de vida, gente de trecho en trecho, como debería ser la gente.
Treinta años me separan hoy de una noche en la Plaza Carabobo. Román Chalbaud y yo, saliendo de un fracasado ensayo en un fracasado teatro, elucubrando una fracasada película. Y allí, frente a la Policía Técnica Judicial, como se verá, un pésimo sitio, estaba Rolando Peña a golpe de una de la mañana, recitando a todo lo que le daba la memoria un deprimente monólogo de Antón Chejov que para nada le iba a quien en ese momento me pareció apenas un mocetón atarantado. Era El Canto del Cisne, no el de Rolando, sino el de un viejo actor ruso harto precisamente de su fracaso.
Así lo vi, tenso y, sobre todo, intenso, pronunciando a manera de conjuro, invocando el anhelo de Stanislavsky, unas palabras a mitad de escena y totalmente absurdas en la aspereza de la Plaza Carabobo: “Este hueco, negro, ay Misha, se ha tragado los mejores años de mi vida, mi juventud, mis ilusiones”. Se refería Chejov a la oscura platea de un gran teatro, sin espectadores ni testigos. Pero dicho por Rolando, frente a la Petejota, no pude menos que renovar en mi vida, el sentido de ese hueco que en ese instante sonaba a país agujero, a Caracas agujero y, sobre todo, a lo que nos aguardaba pero que aún no éramos capaces de medir en barriles, sino en vulgares hoyos.
De todas maneras era un mal augurio y una blasfemia contemplar a un joven, declamando sobre el fracaso de un anciano. Ese día, Rolando estuvo a punto de ofrecerme unos cuantos carajazos al intuir que yo ponía en duda su talento histriónico. Pero la cosa no pasó a mayores tal vez por la cercana presencia del Poder Judicial.
Román lo conocía. Tanto, que había sido actor en una de sus primeras películas: me refiero a Cuentos para Mayores donde Peña aparecía de muchachón moderno y despreocupado caminando por las calles de un Petare colonial medianamente exótico. Entonces usaba franelita y exhibía los bíceps a lo West Side Story. Pero nada de Leonard Berstein. Puro Chelique Sarabia y sobre todo puro Héctor Cabrera, puro “Rosario”, luz del día o del cielo y el impudor de Román transformando todo aquello en serenata de postigo y calle empedrada, como Guanajuato o San Miguel Allende.
Entonaba Cabrera, Rosario, dispuesto a cortejar a una chica casadera, y Rolando hacía de bulto en segundo plano, de acompañante del galán como en las viejas películas mexicanas cuando Negrete, acompañado de unos cuantos Peñas sindicalizados, proclamaba su amor por la sin par Gloria Marín. Insólito comienzo para quien esta noche se nos presenta como legítimo artista de vanguardia. ¿Qué otro artista plástico del mundo o de este agobiado continente debutó de sombra, de relleno de imagen, de miembro anónimo de un combo telúrico?
Esa noche, superada la antipatía, Rolando nos llevó a una de sus casas que eran múltiples y dependientes de las compañías femeninas. En esa oportunidad se trataba de la residencia de una ciudadana argentina, vestida de satén, y dispuesta a ofrecernos, cosa que hizo, lo juro, una infusión de yerba mate servida en su correspondiente cazuelita. Yo estaba asombrado, no sólo porque era la primera vez que consumía yerba alguna, sino por la conducta estrafalaria de éste a quien después se le conoció como El Príncipe Negro, paseándose por aquel apartamento convertido en estancia pampera, donde de un momento a otro podía irrumpir algún gaucho de boleadoras, sin mayor asombro.
Siempre he tenido por norma que conocer a una persona es preguntarle qué hace, puesto que en Latinoamérica no existe ninguna otra posibilidad de definir a un ser humano. Rolando me aseguró que era actor accidental, pero sobre todo bailarín contemporáneo y cuando traté de imaginarlo alado, príncipe de Giselle, consorte del Hada de Azúcar o Espectro de la Rosa, procedió a decirme que lo suyo era la vanguardia y que por esa razón pertenecía al polémico grupo de Grishka Holguin, bailarines de pies sucios, enemigos de cualquier zapatilla y de ésos que ensayan en mono y se arrastran por el piso elevando el torso cada vez que se refieren al infinito, o a la soledad, o a la bomba de hidrógeno o a la polución o a la mala vida.
Así lo conocí y años más tarde o tal vez meses más tarde, puesto que soy incapaz de recordar fechas, volví a topármelo, esta vez en la Universidad Central de Venezuela, ahora de malla y toalla atravesada. Ese día me propuso un espectáculo llamando Testimonio. Según su propia ocurrencia, íbamos a compartir el formidable escenario de la Facultad de Arquitectura, él con una coreografía sobre muerte, violencia y guerrilla, obligación de los sesenta, y yo, con un monólogo aún inédito denominado Terrible Situación de un Necrófago. Y así se hizo, más por su pasión, que por mi escepticismo. Así me obligó al punto de amenazarme con unos cuantos coñazos de fallar yo en mi escritura o en mi capacidad de memoria.
La coreografía de Rolando según pude enterarme en el último ensayo, consistía en unos pasos y revolcones febriles, aunque, dicho en su honor, casi siempre verticales y en la proyección Kodak de unas diapositivas con manchas y explosiones de sangre y muertos, reflejadas en su pecho, en su espalda, su cabeza y hasta en su culo, como si todo él fuese un depósito de violencia, de Fidel Castro, de Sierra Maestra y hasta la victoria siempre.
Aquello fue un delirio consagrante a los ojos del cenáculo vanguardista de la Facultad de Arquitectura, Vaticano de las audacias. A punto estuvimos de salir en hombros de fanáticos que ese día nos proclamaron como auténticos reyes de un sonido nunca escuchado, de un cuerpo nunca visto, de una palabra nunca dicha.
Guardo en mi memoria la noche de Testimonio como el mejor regalo que he recibido de este artista.
Después fue escucharle sus coreografías teóricas en el rebelde Cafetín de la Facultad de Ingeniería. Como por ejemplo aquel día que el Príncipe me relató una idea para ser realizada en el Aula Magna con la música de El Lago de los Cisnes. Quería Rolando inspirarse en los movimientos de Petipa y reproducir nada menos que los cuatro o cinco actos de tan singular partitura, solo que danzada, en lugar de balletistas, nada menos que por Adriano González León en el rol de El Príncipe, por Elisa Lerner caracterizada de El Cisne Negro y por Salvador Garmendia resolviendo los complicados fuetes del Embajador de China. Deseaba allí, Rolando, traer al Aula Magna una buena parte de los mendigos y locos de la ciudad, encabezados por el hermosísimo y rubicundo Luis Lucsick, interpretando el papel de Brujo Malvado que tanto daño le hace al amor.
Pretendía mi amigo que yo me desempeñase en el rol de El Bufón y que el actual Ministro de Relaciones Interiores, Jesús Carmona, hiciese el papel de El Chambelán. Como es natural, el espectáculo no encontró ni acogida ni mucho menos financiamiento, pero a los pocos días, este hermoso amigo a quien siempre conseguí con un proyecto, me propuso algo más cercano. Era el tiempo de Henry Miller y esas horribles traducciones argentinas donde el órgano sexual masculino suele llamarse “picha”, miseria cultural de aquel momento. Así, en la Sala de Conciertos de la UCV, presentamos el aguerrido Peña y este servidor, un espectáculo de danza y palabra denominado Homenaje a Henry Miller, donde Rolando, torso desnudo, mallas negras y este servidor, vestido de lo que era, es decir, de intelectual resentido, interpretábamos las infinitas y jactanciosas sexualidades parisinas del gringo renegado.
No había música. Rolando bailaba y yo leía. Rolando bailaba al filo de la palabra, bailaba lo que decidía, sin proyecto, sin idea, a lo que diera, pero sobre todo, a lo que sucediera. Treinta y tantos solidarios, casi siempre arquitectos, nos saludaron con vítores en un espectáculo que jamás logró llenar las butacas de la Sala de Conciertos, pero que fue calificado de intransigente y osado.
Desde allí fue la vida. Cada vez que Rolando ha tenido a bien decirme que es pintor o artista plástico o como se le quiera llamar, tiendo a no creer del todo en esa cédula. Me cuesta trabajo reducirlo. Rolando es artista, simplemente. Ni plástico, ni de goma. ni de madera, sino de temperamento, por no decir de rabia. Sin él, no podríamos explicarnos o, lo que es peor, no podríamos relatarnos. Rolando es un provocador en el más riguroso sentido de la palabra, es decir, aquel que estimula, aquel que molesta. Aquel que no se resigna. Rolando supo mantenerse como atractivo de una aldea frente a la cual se convirtió en disonancia. Verlo, o mejor dicho, presenciarlo, es creer en un espectáculo, no sé si de arte, no me importa, pero sí del ser humano, que sí me importa.
Están aquí, ahora cuando lo celebramos, los barriles que somos, la simple y sensata reducción que alguien ha hecho de nuestra vida. Barril que es tosco como somos y dorados como se nos dice. Barril adorno, y barril cuenta.
No habrá pájaros ni árboles ni mares en el arte de este excepcional ciudadano. Nadie los busque. Sólo el relato, casi frío, casi austero de lo que nos permite existir a pesar de nosotros mismos. La historia de un país que desde 1922 se cuenta por barriles, es decir, por recipientes.
Viéndolos aquí, apilonados, vuelvo a repetirme la misma pregunta: ¿Qué hay adentro ahora que Rolando los ha convertido en fachada? ¿Qué es ese líquido allí guardado? ¿Qué parte de nosotros mismos contienen?
Testimonio y homenaje: allí vivimos, allí nos hierven, nos procesan, nos refinan, nos exportan.
Pero Rolando ha tenido el decoro de no mostrar el contenido. Tan solo la fachada".
José Ignacio Cabrujas
Centro Cultural Consolidado
Caracas 6 – 5 – 1993

domingo, febrero 07, 2010

John Lennon espera fallo en Caracas

Cuando en Venezuela se escenifica a un dramaturgo nacional es día de fiesta y cuando se le edita es una jornada de júbilo. ¿Qué por qué sucede eso? Porque a los criollos se les ningunea casi siempre en las producciones y para las publicaciones. Las razones o las sinrazones de esos desatinos hay que buscarlas en la nada misteriosa transculturización a que el país ha estado sometido durante las ultimas décadas, una fea costumbre de desechar al de aquí para darle entrada al foráneo sin mayores razonamientos. ¡Claridad en la calle, oscuridad en la casa!, dirían nuestras bisabuelas.
Para evitar que esa maluca costumbre siga haciendo daño, y al menos nadie se entere que fulano de tal, nacido en Guanare, escribió una obra que puede ganarse un concurso al menos, en Monte Ávila Editores Latinoamericana insisten, patrióticamente, en publicar algunos textos de venezolanos, tal es el caso de Yo soy John Lennon, de Paúl Salazar Rivas (Caracas, 03 de abril de 1967),74 páginas prolijamente impresas y con una artística portada creada por David Morey, el cual espera el resultado de un concurso para ver si sube a la escena caraqueña.
Mientras Salazar Rivas espera, con obvia angustia, que su “John Lennon” pase la prueba del certamen caraqueño, cuenta que tenía a John Lennon como personaje, pues “aunque Lennon aparece en la obra, su aparición es muy breve, “me refiero a su protagonismo referencial, pero ésta obra nace por mi deseo de escribir sobre Joan Manuel Serrat y la pieza se llamaría Yo soy Joan Manuel Serra. Esto fue por el 200 y la idea era la de un hombre que por su exagerada admiración a Serrat un buen día se cree que es el cantautor catalán… desatando muchos problemas en su familia y entorno. Pero nunca hice nada con eso, pues no veía la obra, no sabía por donde entrarle, Serrat es un cantautor que yo admiro mucho, lo he citado en casi todas mis obras de manera descarada, pero es un personaje complejo y le quedo debiendo la obra al maestro Serrat”.
“Por lo que pensé que manteniendo la idea la podía aplicar a John Lennon, del cual sé mucho e igualmente admiro. Un buen día comprendí que la idea la podía desarrollar con John Lennon, y Los Beatles, y de ahí nació Yo soy John Lennon. Es decir, la obra la mudé de Barcelona, España, a Nueva York, pasando por Liverpool. Pero quienes lean la pieza o algún día vean la obra sabrán que hace escala por Argentina, Colombia, México y Venezuela. Repito que lo de Serrat fue el inicio de todo, lo cito a nivel anecdótico, realmente nunca empecé a preparar nada teniendo a Serrat de protagonista, salvo la idea que ya cité. Siempre la estructura de la obra, la diagramación, la investigación, todo eso que se hace para intentar escribir una obra de teatro ya se realizó con la decisión de escribir Yo soy John Lennon”.
“Lennon es un personaje muy interesante, con todo respeto es mi Beatles favorito, y creo que su carrera como solista es muy importante, se bajó de esa aureola de ser uno de los fabulosos de Liverpool para luchar por la paz, seguramente cometió errores, pero las cosas hay que contextualizarlas. Creo que no era fácil vivir siendo, John Lennon, pero era un hombre autentico qué pasó buena parte de su vida a la defensiva. Ahora, escribir una obra sobre Lennon es meterse en tremendo paquete, es un hombre que cumplirá este 8 de diciembre de 2010, treinta años de ser asesinado, y todavía sigue teniendo muchísimos seguidores que le rinden culto. La historia misma de Los Beatles es muy interesante, es el ejemplo vivo de creer que si mismo, de las travesuras del destino al unir a dos talentos como Lennon y McCartney, George Harrison y Ringo, que sin duda alguna, y sin quitarle merito al señor Starr, es el uno de los hombres más afortunados en la historia del espectáculo, su entrada al grupo es sencillamente increíble. La historia de Los Beatles es el ejemplo vivo de estar en el sitio justo en el momento justo a la hora justa”.
“La historia de Los Beatles está llena de anécdotas tremendas para aquellos que tienen el deseo de triunfar: un día estás tocando en Hamburgo, mal pagado, mal atendido, mal tratado y 24 meses después estás ganando millones de dólares y eres una influencia en millones de personas, lo del dinero no es lo más importante, lo digo como referencia. Pero ésta no es una obra exactamente sobre Los Beatles, ni siquiera sobre John Lennon, eso es una excusa para hablar de la amistad y el aceptase así mismo, si vas a triunfar que sea sin la careta de nadie, aceptar el tiempo que te tocó vivir. Serrat dice en su canción A quien corresponda que no hay otro tiempo que el nos ha tocao, aclaremos quien manda y quien es el mandao”.
- ¿Cómo fue el proceso de investigación y construcción de la pieza y en cuanto tiempo estuvo lista?
-Realmente sabía mucho sobre el tema Beatles, es decir, antes de imaginar que algún día en mi vida escribiría algo sobre los Beatles, ya sabía bastante sobre la historia de la banda, y siempre me incliné un poco por Lennon, de hecho, la tan odiada por algunos, Yoko Ono, me resulta un personaje interesante, no creo que ella haya separado a Los Beatles, ellos estaban ya sentenciados. Seguramente, la relación Lennon-Ono aceleró algunas cosas, pero lo que vivían esos señores por su fama era una locura, los egos, el descontrol que había en algunos asuntos de su administración desde la muerte de Brian Epstein (su primer manager quien fallece en 1967), todo era un zaperoco y John conoció a Yoko, lo demás es historia. Hace poco leí que en el mundo se han escrito más ocho mil libros que tratan el tema de Los Beatles o de algún Beatles, lo cual no dudo, pero sí leí especialmente para la obra muchos libros sobre el tema, cito los fundamentales -a mi juicio y para mi obra-, Lennon Recuerda de Jann S. Wenner, que es la entrevista (transcripción textual, que incluye hasta la tos, risas y cualquier sonido que este hizo durante la entrevista) que Lennon dio a la revista Rolling Stone en 1970, y que es un documento fundamental no solo para el tema de la obra, sino para entender al mismo Lennon, ya que personalidad era compleja. Fue la primera vez que Lennon hablaba claramente sobre su opinión de la ruptura de Los Beatles y sobre lo que pensaba de cada ex Beatles, sus ex compañeros, incluyendo sus colaboradores más cercanos. Es un Lennon siempre a la defensiva, el y Yoko contra el mundo, recuérdese que las cosas hay que contextualizarlas, y en esa época (1970, la entrevista salió publicada en 1971) Yoko era la villana de la película, todos la culpaban por la separación de Los Beatles, y a Lennon por dejar su esposa por Yoko, entre otras cosas. En fin, es un Lennon desesperadamente sincero luchando contra el mundo. Los últimos días de John Lennon de Robert Rosen, otro libro fundamental para la obra, aquí por cierto tratan de desmitificar esa imagen del Lennon amante de la vida hogareña encargado de su hijo Sean y Yoko de los negocios, un libro rudo, donde detallan como el asesino de Lennon preparó su plan para hacer lo que hizo. Los Beatles (Una biografía confidencial) de Peter Brown y Steven Gaines, para muchos una especie de biblia sobre el tema de Los Beatles, fundamental para los amantes del grupo. Por último, Un bello crimen del venezolano Jesús Puerta, pero son muchos los libros y artículos de prensa leídos, artículos que venía guardando poco a poco sin saber que algún día haría una obra sobre Lennon, y también por supuesto el internet. Vi todas las películas Beatles, documentales Beatles, en fin, es complejo, de Los Beatles hay de todo, y por supuesto versiones encontradas”.
“Obviamente en ese tipo de obras, cuando uno se mete con un personaje tan popular sabes que estás jugando con fuego, el imaginario colectivo tiene una idea propia de John Lennon, otra cosa es que toda esa información que llegué a acumular no se podía ver de manera descarada en la obra, pues para eso escribo una biografía, otra cosa ¿Qué sé yo? La información tiene que darse con mucha mano izquierda. Es más, gran parte de esa información no serviría para nada, uno lo sabía, solo que tenias que enfrentarlo así, sabiendo que es más lo que no usarás a lo que sí”.
“Además, esta obra habla sobre la amistad, el ser uno mismo, Lennon es una excusa para decir que si triunfas escondido detrás de otros eres una mentira. Lennon lo dice en la obra, el por un momento de su vida quiso ser Elvis, pero comprendió que Elvis hay uno solo, que el tenia que ser John Lennon”.
“Para contarla tomé cuatro personajes latinoamericanos, un Chef argentino (Pablo) (McCartney), un colombiano (Ricardo) aspirante a actor (Ringo Starr), un Hare Krisna “Liberal” mexicano (Gregorio) (Harrison), y un abogado venezolano (Juan), cada uno de ellos tendría un matiz de la personalidad de un Beatles (obviamente eso se va develando poco a poco en la obra), el venezolano sería el equivalente a Lennon, y es quien por un colapso nervioso un buen día llega a creerse John Lennon, causando serios problemas en el grupo de amigos, pues es el único que está legal en Nueva York que es donde se desarrolla la obra justo durante la semana del 1ro. al 8 de diciembre de 1980 que es donde está ubicada la obra en tiempo y espacio. Juan (el venezolano) es el quién resolvía todo los asuntos referentes al sueño que ellos tienen: Montar un restaurante en Nueva York, la presión de sus amigos hace que este colapse y estalle un conflicto cuando Juan Lenguado se cree el mismísimo John Lennon y sus amigos intentan hacerlo entender que él no es Lennon, pero Juan está poseído de Lennon, hasta llega a confundir a sus amigos por tal convicción. Por una razón justificada en la obra, el mismo John Lennon y Yoko Ono entra a la casa de estos cuatro amigos a poner la cosa en orden ¿Cuándo ocurre eso? El 8 de diciembre de 1980, el día que es asesinado Lennon, horas antes de las 11 de la noche en la ciudad de Nueva York que es cuando Lennon es victima del atentado. La pieza tiene un toque de comedia, y se realizó con todo respeto hacia el personaje de Lennon y Yoko Ono. Ya lo demás lo sabrán cuando se logré montar la obra o cuando lean el libro. Me tardé mas investigando y diagramando que escribiéndola, para finales de 2005 ya estaba lista, me ayudó mucho unas correcciones que me hizo Juan Ramón Pérez, un excelente dramaturgo de Guanare, residenciado en Pto. La Cruz, le agradezco mucho sus consejos para con esta obra. Agradezco también a Monte Ávila Editores y al jurado que la seleccionó para su publicación. Es muy importante para mí estos agradecimientos, lo cortes no quita lo valiente”.
- ¿Qué ha pasado con su montaje, qué problemas has tenido, no has pensado en llevarla a un guión?
-Bueno, la obra la introduje en el concurso de un grupo de teatro venezolano para que de salir favorecida sea montada por ellos, cosa de la que no sé nada todavía pues entiendo que aun no se ha pronunciado al respecto.La obra a mi juicio tiene una importante exigencia actoral, una cierta exigencia a nivel de producción, por eso cedí y la introduje al concurso (amen del respeto que guardo por ese grupo), yo realmente no puedo montarla en este momento y reconozco que era mi deseo, pero vi que era una buena oportunidad para ver esa pieza de la mano de ese grupo, obviamente un concurso es un concurso, ganas o pierdes. Si eso no se da y no es escogida, respiraré profundamente y me replantearé todo desde el principio, seguiré en la lucha, ya se montará, este es un año muy especial, son 30 años de la muerte de John Lennon ¿Qué mejor homenaje? “
“Sobre lo de llevarla a un guión, seré franco, sin ningún tipo de pretensión, sí he pensado en un guión, obviamente son unos códigos distintos, pero creo que si podría funcionar, y resultaría una película bien sencilla. Pero no me he puesto todavía, pero creo que si es posible que Yo soy John Lennon se pueda traducir en un guión. Aunque la obra se desarrolla en 1980, y en la ciudad de Nueva York tiene una vigencia importante, primero por el personaje de Lennon, y segundo por que el problema del latino buscando el sueño americano todavía existe, cuidado si con más bríos ahora que antes. Sería interesante ver a esos personajes treinta años después, es decir, ver en 2010, una obra o película que se desarrolla en 1980 donde aparece el mismísimo, John Lennon”.
-¿Qué ha pasado con tus otras piezas teatrales y qué esta haciendo actualmente?
-Con mis obras teatrales pasa que hemos tenido que meterle el pecho para montar las que se han llevado a escena, hemos logrado estrenar siete obras de mi autoría y cuando pienso en eso Aura, mi esposa, y yo nos vemos las caras y nos preguntamos ¿Cómo carrizo hicimos? Bueno, citando a Los Beatles, “Con una pequeña ayuda de mis amigos”, en nuestro caso con una gran ayuda de nuestros amigos. La colaboración de mucha gente y con el corazón en la mano y todo respeto, con una perseverancia importante: Un duende en Navidad” escrita en 1994, y estrenada por Bagazos en 1998, Bagazos tuvo 7 nominaciones al premio TIN 99, entre ellas la de Aura D’Arthenay como mejor actriz. Luego nosotros realizamos nuestro propio montaje (obviamente con mi texto y con nuestra visión del montaje) en 2003, y ha sido una bella experiencia, logramos hasta el momento cinco temporadas, ojalá este 2010 los duendes vuelvan a salir a escena, pues es una pieza que siempre nos han pedido. El Conserje (Catálogo para actores en busca de fama… o trabajo) un monólogo que fue interpretado por William Goite, escrita en 1998 y llevada a escena en 2001. Don Shakespeare (Comedia nueva sobre sentimientos viejos), escrita en 1999 y estrenada en 2000 (nuestro primer montaje como Pequeño Grupo), reestrenada en 2001 y 2006. Con ella ganamos el 1er Concurso Nacional de Dramaturgia “Efraín Cuevas 2004” en Guanare, el cual entregaba el Taller Experimental de Literatura, una gente que está haciendo una gran labor con sus talleres de literatura allá en Guanare.
“Con Don Shakespeare, Aura D’Arthenay (actriz y productora de nuestro Producciones Pequeño Grupo) fue nominada como mejor actriz al Premio “Marco Antonio Ettedgui 2001 por su interpretación de Daniela en esa obra y su interpretación de Andrea en Secreto a Voces de Totti Volmer. Una prueba de amor (Comedia de amor infantil) escrita en 1998 y estrenada en 2006. Rivales Eternos (La historia de una Caraquista que fue Magallanero por un día) escrita y estrenada en 2002, reestrenada en 2005. Zona Liberada (Hoy puede ser un gran día) escrita y estrenada en 2005 (Eran 17 personajes en escena). El Ladrón está aquí (basada en una mentira auténtica) Escrita en 2007 y estrenada en 2008. En el 2009 el grupo montó una pieza no escrita por nosotros que fue Los papeles de febrero (A 20 años del Caracazo) de Oscar Acosta, la cual reestrenaremos en 2010 en la sede de Uneartes del 24 de febrero al 7 de marzo. Ahora, lamentablemente o no (el destino dirá), ya empezó el acumulamiento de obras, tengo ya varias engavetadas, entre ellas la de Yo soy John Lennon y otras que no menciono por razones obvias, en total tengo 14 piezas escritas, pero esto no lo digo con tristeza ni con pesimismo, algún día se montarán, y si no se montan era por que no tenían que montarse, ahí están y probablemente seguirán llegando. Todo tiene su momento. Sigo escribiendo teatro. Colaboro en algunos guiones de un programa de turismo, trabajo en un proyecto para un colegio que quieren realizar al final del año escolar un acto sobre la no violencia estudiantil, en fin, creo que he tendido un poco mas de rigor y disciplina, por lo que ahora escribo un poquito más que antes. Siempre escribo pensando en mi esposa Aura D’Arthenay a quien considero una gran actriz y la mejor aliada e inspiración que puedo tener. Lamentablemente para cuando usted me hace esta entrevista hay varias cosas apunto de darse por ahí con algunos textos míos, pero sería una gran falta de respeto y temeridad de mi parte hablar de eso si no hay nada definido todavía, lo digo pues me hubiese encantado hablarlo con usted que tanto nos ha apoyado en estos diez años de Producciones Pequeño Grupo, tal vez la próxima vez que hablemos le daré buenas noticias o le diré que la gaveta se sigue llenando, una de dos. Entiendo que hay un dicho que dice “Ayúdate que Dios te ayudará”, en eso estamos, ayudándonos, esperamos por Dios, que nunca nos ha olvidado, pero obviamente está algo ocupado en este momento.