viernes, noviembre 27, 2009

Shakespeare entre los caraqueños

Los apasionados amores de una parejita de adolescentes y su trágico desenlace por la irracional oposición de sus familias; la enloquecida venganza de un príncipe que urde el extermino de su madre y su tío padrastro para castigarlos por el asesinato de su progenitor; la locura de un general traidor para apoderarse de la corona de su reino y los desbordados e injustificados celos que desgracian a un todopoderoso señor de la guerra, son parte de los argumentos de cuatro textos teatrales de William Shakespeare que podrán ser degustados en la única sala de la zona suroeste de Caracas.
Para demostrar como algunas de esas metáforas verbales y escénicas creadas por aquel legendario bardo de Avon siguen vigentes en la centuria 21, el dramaturgo y traductor Gustavo Ott (Caracas, 1963), apuntalado en su Textoteatro, grupo residente del Teatro San Martín de Caracas (TSMC), inició ya la temporada 2010 con el espectáculo Romeo y Julieta, y además prometió que durante los meses venideros subirán a escena obras como Hamlet, Macbeth y Otelo hasta redondear su programación “Shakespeare 4x4”. Toda una sobria investigación escénica, actoral y literaria con producciones de tan selectas piezas del autor inglés (1564-1616), a partir de un elenco de sólo cuatro actores.
Ott y su gente saben que cuando las agrupaciones artísticas venezolanas reciben beneficios del Estado y además se comprometen con una comunidad para la cual laboran, deben cumplir lo prometido al público o al menos intentarlo, por eso “picaron adelante” con la lectura escénica de Romeo y Julieta, fiel al original. Ahí sacrifican la rima por las imágenes, pero mantienen un juego verbal que permite crear ritmo, como lo proponía Shakespeare.
“Así, el texto se presenta más cercano al espectador del siglo XXI, como lo fue en su época…Su poesía la hemos traducido con rigurosidad; hemos puesto atención a la belleza de un texto que contiene frases sobre el amor y la muerte que hoy todo el mundo repite, sin saber que vienen de esta obra monumental”.Y eso que revela Ott es verdad, porque, como dice Romeo, “no hay cerca de piedra capaz de atajar el amor; y lo que el amor puede hacer, aquello que el amor se atreve a intentar”.
Lo novedoso del “prólogo” del Textoteatro-TSMC es como los actores David Villegas Mariana Alviarez y Gabriel Calderón, con el director Luis Domingo González incluido, logran dar vida a Romeo y Julieta, alucinante tragicomedia sobre amores con obstáculos insoslayables, la cual ha culminado por ser la más hermosa metáfora que existe sobre la libertad de los seres humanos. Consiguen plasmarla de forma más que convincente sobre un cuadrado pintado en el piso y con mínimos elementos escenográficos (palos, antifaces, etcétera). Todo eso con ritmo endemoniado y apuntalado en una exquisita selección musical, hasta materializar su versión en escasos 120 minutos, sin agotar a la audiencia que, sin lugar a dudas, queda satisfecha por la hermosura de la pieza y el despliegue escénico, acentuado con la coreografía actoral, el cual remite a las artes marciales orientales, y el vestuario utilizado.
Lo único que no está aún logrado, ya que hacen falta más ensayos, es la totalidad de las caracterizaciones, donde los intérpretes intentan materializar varios personajes. Esto no satisface porque hay agudas diferencias técnicas entre los cómicos y tal batiburrillo afecta la veracidad del espectáculo, ante la carencia de homogeneidad. Creemos que una grabación con cámara de video les ayudaría muchísimo, pues se verían y así decantarían sus respectivos trabajos escénicos. Creemos que lo mejor es usar mascaras y no desplegar un virtuosismo que no se tiene, por ahora.
Y no podíamos culminar este crónica sin citar al teatrero Miguel Guerberof, quien al montar, en Buenos Aires, Timón de Atenas, una de las ultimas obras de Shakespeare, durante al temporada 2003, declaró que estaba sumamente convencido de que hacer Shakespeare resignificando nuestro tiempo es ser mas fiel a Shakespeare que nunca, porque nos coloca también en una época que era tan aciaga o tan tremenda como la nuestra. “El Renacimiento tardío inglés era un tiempo de gran efervescencia intelectual, económica, comercial. Creo que fue el comienzo de un mundo global. Shakespeare advierte sobre los peligros del hombre, de su intención de destruir todo lo que puede y no conservar lo único que tenemos, que es nuestros plantea y que es irrecuperable. Como es posible que la naturaleza -cito al autor isabelino- cansada como debe estar de dar su fruto, pueda seguir fabricando cosas para que el hombres las destruya”.
Alerta con la pava
Y con respecto al montaje de Macbeth para la temporada 2010, hay que recordarle a la buena gente del TSMC que esa obra tiene una fama bien ganada de pavosa o de siniestra por una larga cadena de desgracias que han caído sobre sus intérpretes, desde que se estrenó. Recordamos ese mito, suscitado por los ritos de brujería presentados en la citada pieza, que provocaron la retaliación de los magos de la era isabelina, porque todavía los seres humanos estamos constituidos de la misma materia de los sueños, como diría Shakespeare por boca de Prospero, protagonista de La tempestad. La última vez que se escenificó en Caracas fue en la sala Anna Julia Rojas del Ateneo, en 1984, puesta en escena por Carlos Giménez. Cuentan los fabuladores que el primer siniestro que desencadenó la cuatricentenaria maldición, fue la salida violenta de ese extraordinario artista del seno ateneísta, después de un escandaloso aquelarre en la quinta Macondo, de los Otero Silva; posteriormente murieron hasta familiares de los actores y otros quedaron muy maltrechos, pero aún sobrenada la agrupación productora, Rajatabla, que marcó más tres décadas en la buena historia del mejor teatro criollo, gracias a la resistencia del gerente-actor Francisco Alfaro,porque Giménez fue llamado para resucitar los festivales internacionales y los comandó hasta 1992, ya que murió en 1993; pero las autoridades ateneístas cambiaron de escenario el 4 de agosto de 2009. Por supuesto que esa leyenda puede ser conjurada y lo más seguro es que Ott -quien junto a José Gabriel Núñez (1938) integra la dupla de los dramaturgos criollos más representados en el exterior- tenga algo entre manos. ¡Algún artificio para que las brujas no sigan volando…!

sábado, noviembre 21, 2009

Todos somos emigrantes

No estamos en este mundo por nuestra propia voluntad. Somos todos emigrantes y mucho más ahora con el alucinante desarrollo de la tecnología digital. Desde que nacemos y tenemos que adecuarnos a esa familia y ese país que no elegimos, hasta que podemos tomar la decisión de cambiar de suelo y de cielo y adentrarnos así en ese túnel que es la emigración, una acción existencial de humanos que puede ser voluntaria, obligada o forzada, y la cual consiste en abandonar nuestro país con ánimo de establecernos en otro lejano o cercano. También es ausentarse temporalmente del propio terruño para hacer en otro, desconocido, determinadas faenas; o abandonar la residencia habitual dentro de la misma nación, en busca de mejoras materiales o espirituales para la existencia. Los emigrantes que sobreviven usan poetas o artistas para revelar como les fue en aquellas aventuras y propalar sus conclusiones o consejos para los que decidan tomar similares caminos. La literatura, el teatro, el cine y la televisión, además de la poesía, enseñan múltiples sagas de emigrados o emigrantes que en el mundo han sido. !Nunca olvidemos que emigrantes y exiliados son las dos caras de una moneda infernal creada en el Paraiso bíblico!
Y para que los venezolanos pensemos al tomar decisiones sobre ese acto como es emigrar, en un escenario del Celarg está la pieza teatral Emigrantes, de Slawomir Mrozek (Polonia, 1930), dirigida por la venezolana Elia Schneider, artista dotada de sensibilidad, como lo ha demostrado con sus variados trabajos creativos en la escena, para lo cual creó la agrupación Teatro Dramma.
Apuntalada en la entrega profesional y visceral de los comediantes Paúl Gámez y José Manuel Peña, versionó el texto de Mrozek, que escenificado puede durar 180 minutos, por lo menos, hasta llevarlo a una hora y 20 minutos en esta bolivariana república, donde precisamente cunde la moda de emigrar hacia el norte de America o a España, entre otros destinos.
Emigrantes, que se desarrolla en el sórdido sótano de un building, probablemente de Nueva York, es la saga de dos hombres de edad mediana (un intelectual y un obrero), quienes emigraron por diversos motivos. Tratan de romper el tedio de una noche de fin de año con estrujantes diálogos que revelan sus características existenciales. Uno es un pretencioso idealista, empeñado en cambiar a su compañero, quien solo piensa en la mañana en que regresará a trabajar, porque su meta es reunir muchos dólares para construir en su pueblo una mejor vivienda para su familia. Son las dos caras de una misma moneda humana, las facetas de emigrantes sin fortuna que tratan de fortalecer sus espíritus para no ser devorados por una sociedad donde se han insertado en desventaja.
Emigrantes es una desalentadora pieza sobre el infortunio de hombres que salieron o huyeron de sus núcleos familiares e incursionan en un contexto social que solo quiere de ellos su barata fuerza de trabajo. Tienen un enemigo común, pero se agreden con sus mezquindades. No hay asomos de amistad y no exhiben la natural necesidad humana.
Hay que insistir, pensando en los nuevos espectadores, que allá del desarraigo de los personajes (resueltos desde muy adentro por Peña y Gámez, o sea que se tomaron bien en serio sus roles tan puntuales y significativos), que tienen unos roles fundamentales para entenderlos, el espectáculo se caracteriza por la oposición de dos clases sociales, de dos visiones del mundo radicalmente opuestas. Los protagonistas sólo tienen en común la nacionalidad y un cuarto insalubre; más allá de eso, un abismo ideológico los separa. Esta es por supuesto una lectura política, que como la existencial, están o deben estar presentes en cuanto obra de teatro se muestre, porque no hay teatro sin compromiso, nunca lo hubo… y menos en estos tiempos crispados y de cambios necesarios.
La versión que materializa Schneider los muestra en camino hacia una ruptura violenta, donde el obrero tiene más razones para luchar y salir hacia adelante. Nada de finales telenovelescos, si no la cruda realidad. Todo eso gracias a una puesta inteligente -ahí los sonidos, la música y la sobresaturación con las gamas del color gris son fundamentales- para una ácida adaptación y unas actuaciones que estremecen, especialmente “el obrero” Paúl Gámez, un intérprete desconocido hasta ahora en los escenarios venezolanos.


viernes, noviembre 20, 2009

Boda cubana en Caracas

No es conocido suficientemente al teatro cubano en Venezuela. Las razones o sin razones de tal ignorancia y de otras cosas más, no podemos resumirlas en este espacio, pero mientras haya vida, o se distinga o saboree el olor y la pulpa de la guayaba, habrá pasión e interés suficientes para estudiarlo y disfrutarlo en la escena, ya que la cultura de tan histórica isla es fundamental para comprender lo que ha pasado durante los últimos 60 años de este balcanizado continente, porque ahí si han luchado sin descanso alguno para consolidar su superestructura propia y original, a partir de lo heredado. Eso nadie lo puede negar, como tampoco su positiva influencia en las manifestaciones culturales vecinas, porque las “diásporas” lo que han logrado es su mayor difusión y popularización.
Lo afirmamos tras haber evaluado la producción y la temporada que la Compañía Teatral Prometeo realizó con la pieza La boda, adaptación de Raúl Martín sobre el original de Virgilio Piñera (Cuba, 1912-1979), puesta en escena por el respetable artista cubano Noel de la Cruz y apuntalada con las actuaciones de Aymara Ramia, Jorge Concha, Franca Peri y especialmente Rogers Lombano. Cuatro comediantes que tienen toda una carrera teatral por hacer y con éxito, teniendo en cuenta sus características y sus sólidos procesos de aprendizajes recibidos, tal cual lo revelan en este montaje. Roma no se hizo en un día, ni tampoco un actor comienza con un espectáculo. Ellos van muy bien hasta ahora.
La boda es un espectáculo sobrio, sin estridencias y aleccionador sobre algunas aristas de la sociedad burguesa latinoamericana, pero, fundamentalmente, muy divertido por la insólita historia de sus personajes. Es la teatralización, en códigos del absurdo ionescano, de un chisme o un enredo, sobre el fracaso de su matrimonio como consecuencia de las desproporcionadas tetas de una señorita de la sociedad, por lo cual el novio y su parentela no podían permitirse tal cosa. Esa reacción de los personajes teatrales que provoca asombro y risa al público contemporáneo no es más que una metáfora que propone el autor sobre los despropósitos de una sociedad banalizada y más interesada en las formas que en los contenidos de sus actos.
Este fragmento del texto lo resume todo: “La historia de mis tetas”, declara la frustrada novia Flora, “porque todo el mundo sabe que todo el mundo habla de todo el mundo, es lo que dañó mi boda, porque no hay boda porque hay tetas caídas. Y punto. Se acabó. Calabaza, calabaza, cada uno para su casa, que de boda nada, nadita de nada”.
El montaje, donde se notan las manos y el talento del veterano director De la Cruz, permite el lucimiento de los cuatro comediantes, especialmente por el desdoblamiento de sus personajes y por sus rutinas como actores cantantes e histriones bailarines. Todo eso unido al correcto tiempo y el ritmo escénico logran que el espectáculo impacte por la ridícula conducta de los entes teatrales propuestos por Piñera, brillante escritor que interpretó o recreó el absurdo ionescano a los gustos latinoamericanos, haciéndolo más melodramático. Para algunos investigadores, el escritor cubano sì se le anticipó a las propuestas europeas del absurdo teatral, pero ya sabemos que los filtros académicos favorecen más al Viejo Mundo y no a estas tierras americanas.
Y al recordar las influencias ionescanas en la dramaturgia de Piñera, hay que citar que sus obras Falsa alarma (1949) y La boda (1957) revelan una originalidad que hubiese querido el rumano-francés Ionesco. Pero lo que nadie podrá negarle a este autor es su cubanidad, como lo resalta el excelente crítico Rine Leal, a quien conocimos aquí en Caracas, y de quien obtuvimos unos análisis contundentes sobre la Electra Garrigó que aquel dejó como modelo de un teatro moderno y novedoso por su depurada creatividad.
Mientras se reescribe la historia teatral, en Francia celebran ahora no sólo la partida de nacimiento de un género teatral denostado y admirado por el que también pulularon Beckett y Adamov -Arrabal, en menor medida-, sino también y sobre todo el centenario del autor de obras como La cantante calva, El rey se muere, Rinocerontes o Las sillas. Sus "antiobras teatrales", como le gustaba decir al interesado, Eugéne Ionesco (Slatina, Rumania, 26 de noviembre de 1909-París, 28 de marzo de 1994), como reseñó El país, de Madrid.


Teatro por la identidad venezolana

¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Son algunas preguntas que intentaron ser respondidas por la muestra “Teatro por la identidad”, tendencia fundamentada en conceptos esencialistas y existencialistas, relanzada por factores sociopolíticos en Argentina, la cual se instaló hasta en la Sala Horacio Peterson de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte). Esta edición del 2009 reunió los espectáculos ¡Mamá! y Fronteras, gracias a la producción del Teatro Nacional Juvenil de Venezuela y la Fundación Labrecha.
¡Madre! compiló tres monólogos, centrados en el contexto histórico argentino, la dictadura y los desaparecidos por la represión. Mi nombre es Angélica Rinaldi, La muñeca y La traición del recuerdo, dirigidos, desafiantemente, por el arquitecto y reconocido escenógrafo Héctor Becerra y con las respectivas actuaciones de Angélica Rinaldi, Karina Mosquera y Milvi Mosquera, materializan diversas situaciones donde torturadores y verdugos destruyen vidas y hasta cuerpos de mujeres comprometidas con la lucha por la democracia. Estos textos, escritos por Gilda Bona,María Eva Pérez y Beatriz Mátar, actuados emotivamente, no dan pausa para respirar por la violencia que encierran, violencia que dejó más de 30 mil victimas en la gran nación sureña, violencia que nunca más se puede repetir.
Fronteras sumó a: Sudacas, de Hugo Men, estridente faceta existencial sobre la inmigración latinoamericana en Europa y sus conflictos de adaptación. Resuelta correctamente por los comediantes José Luis Zález e Yma Sumak Carhuarupay, con una creativa puesta en escena de Jorge Cogollo. Fronterizos, de Josefina Ayllón, delicioso sainete del absurdo latinoamericano, al mejor estilo de Virgilio Piñera, que plasma a dos jóvenes en la frontera colombovenezolana; uno es un soldado (Christian Jiménez) que cuida que nadie pase de la raya entre los dos países, la cual durante la noche anterior “rodó” unos metros; el otro, un campesino (Jorge Cogollo) atribulado porque su vaca y su leche quedaron del otro lado. Es un agridulce juego de palabras que culmina en hermandad irrenunciable. Hay un fino trabajo de dirección por parte de Gregorio Milano. Cuanto vale una nevera, de Claudia Piñeyro, es la alucinante saga de la señora Piñeyro (Yma Sumak Carhuarupay) quien tiene dos conflictos: la nevera se quemó por un corte de energía eléctrica y como su apellido tiene una “ñ”, ni las computadoras gringas, ni la compañía de electricidad… reconocen esa letra. Y junto con ello, tampoco su identidad. Audaz dirección por parte de Costa Palamides.
¿Qué decir de todo esto? Mucho, pues, más allá de las valoraciones estéticas o de los gustos, o regustos, o disgustos también, se ponderó una envidiable capacidad de trabajo donde participó mancomunadamente un puñado de artistas venezolanos, talentosos jóvenes en su mayoría, y los indispensables asimilados, esos que se aposentaron en esta Tierra de Gracia para ayudar a crecer a los demás porque así también ellos se pueden realizar.
Esta muestra sobre el complejo teatro por la identidad, que en ultima instancia es todo el teatro escrito y el que viene en camino, nos agarró a todos de sorpresa, menos a la buena gente de Unartes, donde, con Emma Leonor Cesin y Miguel Issa, les abrieron los escenarios para llevar su oportuno mensaje de paz y fraternidad, además de denuncia sobre los horrores de la exclusión.
Es de esperar que durante los años venideros ese teatro por la identidad, como lo piensan y lo hacen el Tnjv y sus asociados, siga creciendo con sus propuestas estéticas, porque tienen el germen de una juventud capaz y amante del buen teatro.
Y como colofón de este evento, histórico por sus contenidos y su actualidad, pudimos, junto al periodista y amigo Hernán Colmenares, y gracias a la colaboración de los productores del evento, que el Teatro del Secadero, procedente de Mar del Plata, Argentina, participara también en esta muestra criolla con sus espectáculos Potestad de “Tato” Pavloski y Novia en rojo, mi ópera prima, centrada en aspectos de la saga del transexual venezolano Esdras Parra. Un par de piezas sobre los hijos de los desaparecidos por la canalla dictadura argentina y la cruel exclusión social por razones o sin razones sexuales. Ahí, gracias a la entrega profesional del primer actor Mario González y el equilibradísimo apoyo de Mery Shulze y Claudia Mauriz, los espectadores caraqueños ampliaron más su menú de eventos culturales, con lo que han incrementado su sensibilidad y sus conocimientos sobre algunos desgraciados aspectos de la incivilización actual.
Así, a buena hora, Unearte está en la vanguardia de la lucha por la mejor cultura venezolana, uniéndose con otras manos e inteligencias sensibles y humanista



Cayó el telón para Rial

El sol ha caido definitivamente para él. Falleció en Caracas, durante el pasado martes 17 de noviembre, el periodista, escritor y dramaturgo José Antonio Rial. Nació en Cádiz el 26 de abril de 1911 y a los 20 meses se lo llevaron a las islas Canarias, donde se educó y logró debutar en el periodismo y además abordó la novelística y el teatro. Además de La prisión de Fyffes, entregó Venezuela Imán, Jezabel, Gente de mar, Segundo naufragio y Tiempo de espera, porque la narración era su “pasión desmedida”, aunque el teatro lo hizo más popular. Su primera pieza, Entelequias, la escribió a los 18 años y en 1935 publicó Viaje interior. La fraticida contienda -arrojó más de un millón de muertos- le quitó la libertad física, pero su cerebro siguió creando y nunca más se detuvo, y menos cuando salió el sol para sus ideas. Ahora reposa, descansa de los acosos a que estuvo sometido desde aquel inolvidable 18 de julio de 1936.
Era José Antonio Rial sobreviviente de la prisión de Fyffes, siniestro campo de concentración en Tenerife donde el general Francisco Franco, autoapodado Caudillo de España por la Gracia de Dios, encerró a una parte de los canarios republicanos opositores a su tiránico régimen. Tras sacrificar siete años, un mes y cinco días de su vida, logró instalarse aquí en Caracas, desde los fugaces tiempos del presidente Rómulo Gallegos y la dictadura del coronel Marcos Pérez Jiménez, y donde se quedó hasta ver la ultima puesta del sol de su vida.
Cuando llegó a Venezuela se dedicó de lleno a la vida cultural como escritor y periodista -trabajó durante varias décadas en el matutito El Universal- y además dirigió y animó, durante casi dos décadas, al importante programa de televisión dedicado a las artes escénicas: El rostro y sus máscaras, en el canal 5, una inolvidable empresa cultural del Estado, la cual fue regalada a la Iglesia Católica de Venezuela por el presidente Rafael Caldera, durante el último día de su mandato constitucional.
Precisamente el teatro venezolano, y en especial el grupo Rajatabla, recibieron los beneficios de las más importantes obras de José Antonio. La muerte de García Lorca, Bolívar y Cipango, además de La fragata del sol, que se estrenó como telepelícula para el canal 8 y después se hizo teatro en un escenario de Tenerife, lo convirtieron en el dramaturgo más codiciado de Venezuela, porque con Carlos Giménez trabajó “en llave” para lograr los guiones teatrales adecuados para esos notables espectáculos, algunos de los cuales se exhibieron en eventos internacionales.
En una última entrevista y sesión fotográfica que nos dio en diciembre de 2008, José Antonio lamentó que la muerte “del Carlos” (18 de marzo de 1993) lo privó de ese amigo creador. Afirmó que ese mutis ha sido demoledor para Rajatabla. “Sigue existiendo la institución, sí, pero ya no es lo mismo; perdió su brújula, aunque su gerente, el buen amigo Francisco Alfaro, ha trabajado endemoniadamente para que no se hunda ese barco que ha beneficiado a toda la comunidad. Ellos, incluso, me han escenificado otros textos, como Sucre, el sueño del hombre y el monólogo Un hombre de otros tiempos, que encarnó el primer actor Carlos Márquez. Cuando Giménez muere, algunos de sus alumnos ensayaban un texto mío, Darién, sobre Vasco Núñez de Balboa, pero nunca más supe que pasó con ese proyecto”.
A pesar de las normales limitaciones físicas por su avanzada edad no se rindió, ni tampoco le falló su memoria. Preparaba otros productos literarios, los cuales esperaba ver editados o representados, como aquel espectáculo para niños que le hicieron con su texto La Cenicienta en Palacio, bajo la dirección de Mario Sudano y producido por la agrupación Teatro del Canovacio.
Comentaba, con palabras, cansadas sí, pero precisas, que nunca pensó en llegar ser el más longevo de los teatreros venezolanos, superando a Fernando Gómez con 92 y Romeo Costea con 87. No tiene pacto secreto alguno con ninguna fuerza oculta para haber sobrevivido tantos años. Nunca pensó que duraría tanto. Pero, si creía, y que "me perdonen mi inmodestia", haber sido útil a esta Tierra de Gracia, donde pudo casarse con Clorinda, amarse durante seis largas décadas, engendrar y criar a sus hijos, y entregarse de lleno al periodismo durante décadas, además de escribir sus novelas y ver representadas, con envidiable éxito, la mayoría de sus piezas teatrales.
Nos dijo, quizás como despedida, que no le tenía miedo a la muerte porque en la prisión de Fyffes conoció su cara y sintió en la nariz su emanación.

jueves, noviembre 19, 2009

El pecado de Manuela fue amar

Cuenta que no conoció a Manuelita Sáenz durante sus estudios primarios si no más adelante, porque en la Escuela Experimental Venezuela se utilizaba un texto donde el Hermano Nectario María desechaba el periplo humano y político de esa mujer y por ende la negaba. “Gracias al historiador Alfonso Rumaso González aprendí más de ella y hasta me entusiasmé con un proyecto del poeta Aquiles Nazoa, quien pretendía hacer una obra sobre las Manuelitas latinoamericanas; ahí estarían: la Sáenz, la Madroño, que también fue amante del Libertador, y la Rosas, la hija del argentino tirano Rosas. Esa maravillosa pieza la tenía en su cabeza y no sé si logró escribir algún boceto de tal proyecto. Me hubiese gustado hacerla, dirigida por el gran Horacio Peterson, por supuesto”.
Así explica la primera actriz Manola García Maldonado sus primeros contactos con la Libertadora del Libertador, a quien ahora precisamente encarna en el espectáculo teatral Manuela… sus propias palabras, estrenado el 23 de noviembre de 2006. “Ahí doy la vida de la quiteña que salvo la vida del caraqueño, durante un atentado conspirativo el 25 de septiembre de 1828, en la casa de gobierno de Bogotá, sede actual de la Cancillería de la nación colombiana”.
-¿Cuantas funciones ha realizado?
-Perdí la cuenta del número de presentaciones que he tenido desde esa fecha. Lo único cierto es que en cada función el público queda conmovido por lo que hacemos y eso me entusiasma. Me reconforta difundir algunas facetas de esa gran mujer cuyo pecado fue amar. La estamos mostrando en todos los escenarios posibles, hasta los cuarteles hemos ido. Es un ser hermoso. Y en ocasión de la Quinta Feria Internacional del Libro la mostramos en la Plaza de los Museos y después en Unearte. De esta experiencia solo puedo decir, parafraseando al poeta, que he vivido y nadie me quita lo bailado.
Teatrera
Manola, nacida en Valencia el 19 de junio de 1928, aclara que jamás pensó que algún día estaría en un escenario. “Nunca lo soñé, muchos menos en mi época, cuando esa profesión u oficio era mal vista y por eso los actores y las actrices se combinan los nombres. Pero en mi familia me apoyaron e hice todo el teatro que pude y que acepté hacer. Tenía una bonita voz y una figura atractiva, lo cual me permitió contar con unos cuantos enamorados, pero nunca me casé. Seguí soltera hasta ahora y dedicada mis sobrinos y mis sobrinos nietos”, dice con una satisfacción contagiosa.
-¿Siempre quiso ser actriz, deducimos de lo que comenta?
-
Yo quería ser corresponsal de guerra porque uno de mis tíos habia peleado con los republicanos en la fratricida conflagración española y conocía casi todas las vicisitudes de los combatientes. Me decidí por el bioanálisis después que me dio bilharzia y vi un huevito del parásito transmisor en el microscopio del laboratorio. Se graduó como bioanalista, tras estudiar en el Instituto Nacional de Higiene, porque en la UCV no habían creado aún la escuela apropiada. Eso ocurrió en los años 40. Pero la vida me dio una grata sorpresa cuando vi la película La balandra Isabel llegó esta tarde (1949) y quedé deslumbrada ante el trabajo de la actriz Juana Sujo. Tres años más tarde leí un aviso de prensa en el que la famosa comediante promocionaba unos talleres para aprendices y no lo dudé mucho, tras conocerla en persona a la salida del Cine Metropol, en Sabana Grande, acompañada del hermoso actor Guillermo Carrera, con quien hice varios espectáculos más tarde. Acudí a esos cursos, aprendí el abecé teatral y llevó cinco largas décadas encarnando a los más difíciles personajes escénicos, desde Electra hasta Manuelita Sáenz, además de otros 48 roles de importancia. Pero también trabajaba como bioanalista hasta que me jubilaron y eso me impidió trabajar en varios espectáculos a los cuales me convocaron.
-¿Con cual pieza debutó en el teatro?
-Es inolvidable aquello. Fue con Fiebre de primavera, una comedia de Noel Coward y la dirigió Horacio Peterson, durante el año 1953, lo recuerdo bien; pero desde entonces no he dejado de estar en un escenario.
-¿Y el cine?
-He trabajado en varios largometrajes, pero actualmente estoy en el rodaje del filme Días de poder, de Román Chalbaud, donde encarnó a la madre del protagonista.
Aclara que usa los apellidos de su padre, el valiente periodista Manolo García Maldonado, el popular Anésimo Onato de El Morrocoy Azul, como un homenaje a su estirpe y a sus tíos, fundamentalmente, por la admiración que esos hombres le depararon, por sus comprobadas valentías y porque dejaron huella en la historia de las ideas venezolanas. " Conocí a papá cuando tenia nueve años porque el había estado preso ocho años por la dictadura del Benemérito y desterrado a Colombia por la dictablanda de López Contreras. Por eso yo soy la mayor de la familia”.
Heroínas criollas
Para Manola las mujeres venezolanas son unos heroínas de carne y hueso, especialmente las que son abandonadas por sus hombres cuando ya les han parido por lo menos un hijo. “Tienen que unirse a otros, que también dejaron abandonadas a otras, donde también engendraron más hijos, y así ellas consumen sus vidas. En resumen, en este país existe un matriarcado, pero ellas tienen que soportar abusos de toda índole. Así levantan hogares sin padres o con presencia minima de un varón responsable. Y eso está casi generalizado”.
Puntualiza que en su casa, en Valencia, primero, y después en Los Teques, “mi mamá, Eva Núñez Guinand de García Maldonado, tuvo que mantener un hogar de tres hembras y tres varones, yo era la mayor y por eso comencé a trabajar cuando tenía 15 años. Mi madre fue una gran mujer y tuvo que echarle pichón porque mi papá, Manuel Antonio García Maldonado, o estaba preso por sus actividades políticas o literarias o recorría el mundo porque lo habían desterrado los gobiernos tiránicos de Gómez o López Contreras. De alguna manera, las venezolanas hemos reproducido en gran parte esa vida guerrera, de luchadora sin vacilaciones de Manuelita que amó al Libertador y combatió incluso por su vida. Se quedó sola y así murió cuando ya era una anciana. Era una mujer talentosa y comprometida con la causa independentista. Nuestras Manuelas de los siglos XX y XXl también han amado en circunstancias difíciles y lucharon para llevar a puerto seguro sus hijos y apuntarle así al crecimiento de nuestro país. Nuestras Manuelas son esas mujeres-padres que todos conocemos y a quienes incluso se les irrespeta o violenta, aunque en este gobierno bolivariano ya hay leyes que las defienden, pero todavía falta mucho más.”
La amante inmortal en escena
Para conmemorar los 150 años de la muerte de la heroína, la Compañía Nacional de Teatro (CNT), dirigida por Dairo Piñeres, produjo el espectáculo Manuela... sus propias palabras, el cual se presentó en el Teatro Teresa Carreño, hace tres años. Este montaje, que todavía recorre Venezuela y que ahora ha retornado a la Sala Anna Julia Rojas de Unearte, consta de fragmentos escritos por Manuela en distintos momentos de su vida, los cuales se desarrollan en tres actos: “Diario de Quito”, “Por correo hemos sabido de sus desgracias” y “Diario de Paita”, interpretados por Emily Mena, Verónica Arellano y Manola García Maldonado, respectivamente.

lunes, noviembre 16, 2009

Para no olvidar a Romeo Costea

Los homenajes cuando son merecidos tienen que ser en vida y no cuando el inevitable mutis es ya un eterno presente. Así lo pensaron en la embajada de la República de Francia y por intermedio de la Alianza Francesa organizaron un sensible evento para exaltar la labor de un teatrero rumano que siempre ha estado ligado a las actividades culturales galas, pero fundamentalmente las venezolanas.
Sobre ese valioso y auténtico trabajador cultural debemos recordar que él, junto a su madre Caterina, rezó dos veces la novena a San Antonio para rogar aunque fuese un sólo milagro: enrolarse en la tripulación de un barco y salir así desde Rumania, donde nació el 14 de enero de 1922, en Braila. Él asegura que el santo sí lo escuchó: fue aceptado para tareas muy específicas en el buque Transilvania, pues hablaba muy bien el francés y el inglés, y logró así embarcarse en el puerto de Constanza; atracó el 11 de julio de 1948 en Marsella. Desertó y el 14 de julio lo festejó en París. ¡Era libre y su destino lo podía decidir!
Nunca se imaginó lo que sería su vida en las siguientes seis décadas, ni que viajaría al continente americano para dejar una huella cultural en un país petrolero. Ese fue el otro milagro que le hicieron. Ambos los ha disfrutado y ha sido feliz, no lo niega.
En la Universidad de la Sorbona continuó sus estudios teatrales, iniciados en Bucarest; trabajó con Marcel Marceau y en la Comedia Francesa. Emprendió, hacia 1950, una serie de giras internacionales. Eso mismo año fundó su propia agrupación y se presentó en el Theatre de Poche en 1952; luego hizo lo mismo durante 1953, en el Theatre de la Huchette, sala que después ocupó, el para entonces “desconocido” rumano, Eugene Ionesco con su pieza La cantante calva.
A raíz de una prolongada huelga obrera se quedó sin espacio para exhibirse y es por eso que Romeo Costea optó por venir a Caracas de vacaciones, invitado por unos familiares. Compró un boleto en el buque italiano Auriga y el 23 de diciembre de 1953, desembarcó en La Guaira, para nunca más irse, aunque en septiembre de 1960 hizo una breve incursión por Nueva York y logró montar la pieza The Year of the Census de John Hopper, en el Teatro La Mamma. No quiso ser inmigrante en la ciudad de los rascacielos y retornó a la cálida Caracas.
Se adaptó a la vida caraqueña, tras aprender el castellano, y es en junio de 1955 cuando presenta al grupo Compás, con el apoyo de la embajada francesa por intermedio de su instituto cultural. Una agrupación que dio el ejemplo con su incesante y atinado trabajo artístico, haciendo énfasis en la producción y exhibición, durante continuas temporadas, de los maestros del teatro galo como Moliere, Marivaux, Cocteau y Musset; además de lo más representativo de su vanguardia: Ionesco, Tardieu, Adamov y Westphal, entre otros. Incluyó una selección del teatro rumano y otros autores universales como Cervantes, Casona, Pirandello, Mihura y, por supuesto, a lo más destacado de la dramaturgia venezolana: Arturo Uslar Pietri, Alejandro Lasser, José Gabriel Núñez, Sergei Vintrin y Jean Zune. Lanzó a Isaac Chocrón, cuando le montó su ópera prima Mónica y el Florentino, en 1959.
Ha perdido la cuenta de los montajes realizados. Cree que ha escenificado algo más de 104 piezas, sin contar las reposiciones. Y de esos largos 50 años de trabajo artístico le queda, como testimonio irrebatible, una pared de su apartamento tapizada con una selección de los afiches de sus espectáculos.
Además de su dilatada actividad como director y maestro ha sido actor en varias películas francesas rodadas aquí en Venezuela. También es uno de los intérpretes favoritos del cineasta Román Chalbaud, su amigo. Admite que uno de sus mejores roles fue en La gata borracha, aunque aparece en buena parte de la cinematografía del maestro merideño. Es por todo eso, además de haber sido profesor en la Escuela Nacional de Teatro y de su inquebrantable amor y fe en Venezuela, que un idóneo jurado le concedió el Premio Nacional de Teatro en 1996.
No le gusta y hasta demuestra su enojo cuando le recuerdan su origen rumano. Insiste en que es venezolano y no rumano, pues “aquí llevo más de medio siglo y además ostento su máximo premio para los teatreros; creo que merezco que no me consideren más como director extranjero. De Rumania no tengo si no imborrables recuerdos, pues no poseo ni cédula ni pasaporte de mi país de origen. Soy un venezolano nacido en Europa, que ha realizado más de un centenar de montajes y numerosos programas para la televisión cuando estaba en su etapa inicial”.
“También hay que aclararle a las nuevas generaciones que antes de la llegada de Alberto de Paz y Mateos y otros foráneos a Caracas, aquí sí había teatro de calidad y además los sainetes divertían a los venezolanos. Ellos actualizaron la cartelera y formaron nuevos comediantes, como yo también lo hice. Es mi historia, corroborada por otros premios y reconocimientos”.
!Nunca hubo un homenaje tan justo y en tan buen momento!

sábado, noviembre 14, 2009

Comprometidas puntas criollas

Hay fiesta en Venezuela cuando escenifican teatro criollo. Se festeja que productores y directores se interesen por dramaturgos nacionales y acepten que los nativos sí pueden verse en escena. Así lo comentamos, el pasado 8 de noviembre, porque Ese espacio peligroso, de Edilio Peña, hacía temporada en la Sala Horacio Peterson, conducido por Gregorio Milano y con las performances de Luis Villegas y Marina Guedez. Ese mismo día nos enteramos del montaje de El intruso, otro texto de Peña, resuelto por Carlos Russo, en la Sala de Conciertos de la UCV.
Así, de repente, la cartelera vernácula se enriquecía con dos piezas más, sin contar otros montajes de autores nacionales que se han posicionado, como Orgasmo de Carlos Castillo, Tania en pelota de Mary Montes, Mi vida no es tan sensacional de Daniel Sarcos y A 2,50 la cuba libre de Ibrahim Guerra; además de los perennes unipersonales de Luis Fernández (No eres tu ¡Soy yo!) y Mimí Lazo (El aplauso va por dentro), y la reposición, después de casi 20 años, de Fango Negro de José Gabriel Núñez, espectáculo experimental a bordo de un autobús .
Y ahí no culmina tan “curiosa lista”. Se agrega Las puntas del triángulo de César Rojas, auténtica pieza trasgresora que asombró a los teatromaníacos de la década de los noventa, pero ahora versionada y llevada al Teatro Chacaíto, por Gigi Kurz y con las caracterizaciones a cargo de Luis Miguel Sánchez, Loreliz Carolina Urbina, Joseph Dubin y Dayana Castillo. Nuevos comediantes para una temática que se ha mantenido en el tiempo.
Las puntas del triángulo, estrenada durante la temporada de 1991, con Ricardo Sánchez, Ingrid Muñoz, José Romero y Linsabel Noguera, en la sala Rajatabla, es una saga sobre las relaciones súper intimas de dos hombres y una mujer (Junior, Laura y Francisco), quienes entran en conflicto y tienen un final patético porque irrumpe Elvira (madre de Junior, dueño del apartamento) y se rompe así la magia de esa convivencia, un oasis en medio de una convencional sociedad tercermundista y en mutación. ¡Una triple y desesperada decisión existencial en pos de lo desconocido que es la felicidad... aunque sea pasajera o breve!
La temática de Las puntas del triangulo no es otra cosa que la bisexualidad, agravada por las peculiares aristas que generan tal tipo de convivencias entre los integrantes del susodicho terceto y su contexto. Tampoco es original ese planteamiento, el cual en Venezuela fue abordado antes por Román Chalbaud e Isaac Chocrón con sus obras Los ángeles terribles y La máxima felicidad. El valor del texto de César Rojas es el desgarramiento de Elvira, la cuarta victima del machismo rampante que ha alienado también a los otros personajes.
El montaje 2009, resuelto por audaces e inteligentes teatreros emergentes, exige mayor trabajo actoral. Sus personajes deben convencer con las intimidades y las crisis que los acorralan. Además hay que resolver, con estética minimalista, los juegos eróticos del trío, porque lo obvio es innecesario exhibirlo. Artísticamente hablando, el espectáculo está a medio camino y requiere de menos nerviosismo. Se reconoce la audacia de escenificar un texto que reitera situaciones conocidas dentro de un contexto social aún crispado.
Este tipo de teatro sobre la bisexualidad,bien realizado, debe abrirle el camino a otras manifestaciones escénicas criollas sobre el lesbianismo, el travestismo y, por supuesto, la transexualidad, aplicándolos como útiles métodos para educar o hacer tomar conciencia al publico. No deben haber más excluidos sociales para ninguna de esas conductas o decisiones de género y es por eso que el teatro puede y debe ayudar.


sábado, noviembre 07, 2009

¿Quién teme al teatro criollo?

. Hay fiesta en Venezuela cuando escenifican una obra teatral criolla. Se festeja que productores y directores se interesen por dramaturgos nacionales y acepten que los nativos puedan verse en escena. Por eso vino desde Mérida el escritor Edilio Peña (Puerto La Cruz, 19 de abril de 1951) para disfrutar así de una función del espectáculo Ese espacio peligroso, basado en su texto homónimo, el cual hace temporada en la Sala Horacio Peterson,de Uneartes, bajo la precisa dirección actoral que adelanta Gregorio Milano, con las puntuales actuaciones de Luis Villegas y Marina Guedez, y gracias a la producción general del grupo Teatro Grado 38º.
Al día siguiente de la exhibición, Peña mantuvo un conversatorio con los estudiantes de Uneartes y quedó impresionado por la inteligencia de sus interlocutores y la cultura exhibida, además del sano interés por aprehender los secretos básicos de la dramaturgia. “Mientras haya gente joven como ésta, el futuro de nuestra patria está garantizado”, comentó el laureado creador teatral.
Ese espacio peligroso no es más que la saga de un dúo entregado a las disquisiciones típicas de un matrimonio formal o de una pareja. Sin embargo, a diferencia del ejemplar texto del absurdo Días felices, de Samuel Beckett, aquí el dialogo es coherente, lógico y con derivaciones poéticas como para que los espectadores venezolanos puedan disfrutar de ese laberinto verbal donde sus personajes, Hombre y Mujer, están atrapados en un espacio y en un tiempo indefinidos, lugar que no denota ninguna referencialidad y donde recuerdan su pasado de manera circular.
Ese circulo, que no es otra cosa que el susodicho “espacio peligroso”, es una metáfora sobre el tiempo humano, con principio y final, sucesión continua de instantes, idénticos unos a otros, que determina las vidas de hombres y mujeres; especie de dios que todo lo decide. Hombre y Mujer tienen como meta intentar sobrevivir, sin esperar un futuro o un mañana diferente.
En ese espacio reiteradamente manifiestan su tristeza y su angustia por perpetuar su sufrimiento. Materializan las relaciones constantes de poder y con su accionar son instigados a rememorar el ayer para evitar ser devorados o engullidos por ese espacio o esa luz que los ilumina. En ese reiterado trayecto, sus cuerpos y sus mentes son llevados a constantes recuerdos y al final del proceso, entre la ansiedad y el agotamiento mental, el espacio se cierra, para dar paso a otro día gris.
¿Teatro existencial?, quizás. La etiqueta es lo menos importante. Lo valioso es la invitación a la reflexión sobre el qué y el ahora de la existencia humana. Preocupaciones presentes a lo largo de veintitantas piezas que ha escrito Edilio Peña, desde cuando dio a conocer Resistencia, hace ya 36 años,e iniciara su gran carrera profesional.
¿Y por qué hay fiesta en Venezuela cuando escenifican obras criollas? Porque directores y productores piensan no solo en sus ganancias, si no también en la fortaleza cultural del país donde nacieron y viven todavía. Pero, y he ahí la razón de nuestra queja o denuncia, son pocos los textos criollos que saltan a la escena. Solamente una decisión oficial, proveniente del sector gubernamental, como es obvio, condicionada con algún subsidio, puede hacer que descubran al teatro venezolano con mayor frecuencia. Pero estamos soñando despiertos y eso no es bueno. La realidad es que los criollos tienen que buscar que los representen en el exterior y que allende las fronteras los exalten. Así son las cosas por ahora. Ignorados en el terruño, reconocidos en el vecindario, por lo menos.
¿Qué grupos de jóvenes comediantes quieren hacer una segunda reedición de El Nuevo Grupo? La empresa cultural aquella que lanzó a Isaac Chocrón, José Ignacio Cabrujas y Román Chalbaud. Ojalá que copien ese modelo de sistema de producción y de auto critica y podamos así ver a una nueva generación de autores venezolanos adecuados a este nuevo siglo.

Mrozek emigra a Caracas

El escritor y dramaturgo polaco Slawomir Mrozek regresa a los escenarios caraqueños. El viernes 13 de noviembre estrenan su pieza Emigrantes, en la sala experimental del Celarg, gracias al tesón de la venezolana Elia Schneider y al trabajo actoral de José Manuel Peña y Paúl Gámez.
Elia explica que ha elegido el texto de Mrozek porque es un autor polaco, nacido en 1930, que vivió muchos años en el exilio. Sus obras son muy dramáticas, los personajes se enfrentan a situaciones extremas y absurdas. “Para mí es como un Eugene Ionesco contemporáneo. Los personajes de sus obras se comportan todos de formas extravagantes, de formas insólitas, son situaciones absurdas, no tienen argumento, conllevan siempre a algo trágico”.
Subraya que conoció a Mrozek cuando vino a uno de los Festivales Internacionales de Teatro, esos que se hacían antes en Caracas. “Me tocó ir a buscarlo al aeropuerto y llevarlo al hotel. Antes de llegar, en plena autopista La Guaira- Caracas, el carro se detuvo. Tuvimos que empujarlo entre todos en medio del tráfico. Ahí conocí al personaje AA, que era muy parecido a su autor”.
Monta Emigrados porque “es una obra excelente que indaga profundamente en la condición humana. Por que me interesa mucho la temática: la obra trata sobre los obstáculos de las emigraciones en el mundo. Soy hija de emigrantes y viví esta experiencia desde muy pequeña y se lo difícil que es superarla, si es que se puede afirmar que uno la ha superado”.
Agrega que tiene muchos amigos que han emigrado a otros países en los últimos tiempos y que me han transmitido sus vivencias muy dramáticas por cierto. Creo que emigrar es un duelo, un viaje sin regreso…ellos piensan en regresar todo el tiempo y si lo hacen, encuentran todo cambiado y las raíces que echaron ya no existen. La emigración es una condición que uno decide cuando no se vislumbran alternativas, cuando se truncan tus esperanzas, cuando no eres indispensable , cuando se te degrada, cuando se te cuestiona por lo que piensas o lo que dices, cuando se te desvaloriza, cuando se te castiga arbitrariamente, cuando se te excluye sin razón”.
Elia, casada con el cineasta José Ramón Novoa y progenitores del abogado y novel creador cinematográfico Joel, recuerda que “una vez, cuando visitaba a Brasil, durante la época de la Dictadura, en medio del trafico, en una cola, había un carro delante de mi, que tenia una calcomanía pegada en el vidrio la cual decía:Brasil ame o deje. Esa frase me hizo preguntarme varias cosas, entre ellas, cómo se podría sentir un brasilero que quería cuestionar el régimen Militar en el Brasil de esa época”.
“En mi caso personal más de una vez me he sentido poco apreciada como profesional en este país a pesar de los logros y honores obtenidos en el exterior. No puedo negar que esta idea de emigrar no haya pasado más de una vez por mi cabeza. También la inseguridad en la que vivimos es algo que me aterra y me paraliza, la considero parte fundamental de mi descontento. Aunque también soy guerrera, tal vez por eso sigo aquí trabajando. Soy de aquí”.
-¿De qué trata la obra?
-No se debe contar el teatro, porque el público tiene que descubrirlo, pero como tu eres un comunicador te cuento que alude a dos personajes que emigran a una gran ciudad desarrollada: es AA, un intelectual pretencioso, que va huyendo de su país de origen por razones políticas y XX, un obrero pobre que ha emigrado de ese mismo país con la idea de regresar con dinero para mejorar su calidad de vida y la de su familia. Ambos viven en un sótano inhóspito en condiciones infrahumanas. Es la noche de Año Nuevo y esto acentúa la enorme soledad que los invade al recordar su pasado. Los dos son totalmente opuestos y conflictúan todo el tiempo, hasta el extremo. Hacen evidente que sus diferencias sean irreconciliables. Ninguno se pone en los zapatos del otro. La incomunicación es una constante. La intolerancia es la norma, pero ambos se necesitan mucho, aunque intentan tapar esto”.
Puntualiza que la idea del autor no es contarnos una historia sino hacer que nos insertemos en este contexto y seamos testigos de como transcurre esa relación. “Mrozek no sitúa esta obra en ninguna parte, tampoco quiere una especificidad política, su idea es adentrarse en la condición humana, penetrar en las oscuridad de cada personaje, en su ironía en su lado mezquino. La obra esta escrita en un género naturalista, pero hay partes que el autor resalta con el absurdo de las situaciones. Ambos personajes esconden cosas uno del otro en sus maletas, como es el caso del obrero que compró una lata de comida de perro porque no entendió lo que dice en la etiqueta y tenia hambre. Son situaciones insólitas y extremas, que te provocan risa…totalmente absurdas, como cuando el intelectual AA pretende hacerle ver al obrero XX que es un ser libre y que no tiene porque encadenarse al pasado”
-¿Cómo ha sido el proceso de montaje?
-El montaje tuvo una duración de un año. Pasamos del realismo más conservador, donde todo el set era muy parecido a la vida cotidiana, muy barroco, lleno de muebles y objetos, y de una obra que duraba tres horas, tal cual como la concibió Mrozek, a un simbolismo austero minimal, casi sin objetos, que dura 85 minutos, con un set que toma en cuenta solo lo estrictamente necesario para contar la obra. Trabajamos en equipo. Todos los integrantes son de mi taller de formación actoral y esto hizo que la comunicación fuera muy fluida. Es magnifico hablar el mismo idioma actoral y escénico. De esta manera toda la energía se va en el trabajo creativo. Estoy encantada con esto”.
“Nada en la puesta esta ahí por azar. Todo esta reflexionado, es una pieza difícil de dirigir, la mayor parte del peso está en el texto y los actores. Es una obra sobre la condición humana de estos personajes. La obra tiene momentos absurdos agudos. Esta finamente hilada, llena de sugerencias y contrastes. Es lo que yo llamaría dramaturgia de guantes blancos, impecable, donde no se percibe casi la mano del escritor”.
Explica que trabajó con dos de sus alumnos: Paul Gámez (XX) y José Manuel Peña (AA). “Llevamos tiempo trabajando juntos, de tres a cinco años. Los conozco a fondo les tengo un gran aprecio y una gran confianza a nivel humano y actoral. Son absolutamente dedicados y disciplinados. Después de este montaje, estoy segura que van a dejar huella en el medio actoral venezolano. Tienen mucha verdad”.
“También debo señalar que tres de mis alumnos más destacados en mis talleres de formación actoral, trabajan en el montaje. Ellos son: Sebastian Torres, primer asistente de dirección; Michelle Ruth, segunda asistente y Marisol Da Silva funge como State Manager. Todos laboraron con excelencia y absoluta dedicación”.
-¿Cómo está resuelta la escenografía, el vestuario y la iluminación?
-En cuanto al espacio, trabajé conjuntamente con Maitena del Guezabal, con quien trabajo desde 1986, y quien es una de las arquitectas y diseñadoras mas reconocidas de este país, decidí colorear de gris el espacio escénico para encerrarlo en una especie de laberinto imaginario, sin salida. Eso hará que el público sienta ese encierro. El vestuario es de Raquel Ríos, muy talentosa que ha obtenido a lo largo de su larga carrera varios premios nacionales en obras anteriores. Diseñó el vestuario en gris también, con una textura dura, casi como de cartón, para que sea parte del contexto espacial. La iluminación también jugara un rol fundamental en esta obra, y es diseñada por José Ramón Novoa. El tiene la cualidad que desde niño entendió la importancia de la luz en la creación de los espacios escénicos. En este caso deberá buscar la atmosfera que transmita esa soledad, ese encierro que rodea los personajes. Debe definir el alma, la esencia de esa estética de sótano infrahumano. La producción es de Yomaira Molina, una joven emprendedora, muy inteligente, excelente negociadora, es la que ha movido todo el proyecto adelante.
-¿Este montaje marca otro retorno a los orígenes?
-El origen siempre da pie a nuevos procesos...Nunca se vuelve atrás...pero siempre se recuerda el origen... Ya las cosas sucedieron...ahora vendrán nuevos acontecimientos. En todo caso la idea es profundizar en los temas de la estética. Es probable que mis obras anteriores sea un estimulo importante, por la influencia visual y musical que tenían, pero ahora me interesa seguir investigando sobre el texto. Mis metas: volver esto no solo en una obra de teatro, sino en una experiencia conmovedora que haga reflexionar a la gente que lo vea.Yo no creo en el teatro solo como entretenimiento. Para mi es un arte que me permite expresar lo que pienso de la vida. Esto es de gran responsabilidad, por lo que no me interesa para nada hacer un teatro sin estas condiciones. Mi puesta en escena de Emigrantes tiene como objetivo llevar un mensaje de tolerancia a quienes decidan embarcarse en esta nueva experiencia a partir del próximo 13 de noviembre en la Sala Experimental de la Fundación Celarg”.

jueves, noviembre 05, 2009

Ribas también venció en Chile

La agrupación Producciones Veneteatro, residente en Los Teques, realizó una importante gira por varias ciudades de Chile con la pieza teatral Ribas, el vencedor, escrita, dirigida y protagonizada por Dante Gil, acompañado de los actores Ulises Acosta y William Pérez, y con la asistencia técnica de Henry Pantoja.
La gira cultural, financiada con recursos propios, se realizó en el marco del III Festival Internacional de Teatro y Danza Iquique-Chile/Fintdaz 2009, realizado en Iquique, al norte del país sudamericano.
Los venezolanos fueron aplaudidos además en Santiago, Pozo Almonte, Huara, Calama, Baquedano, Coquimbo, Antofagasta y Alto Hospicio, para realizar la despedida en Arica, en la frontera con Perú. Todo eso entre los días 11 y el 22 del pasado mes de octubre.
La delegación venezolana dentro del mismo festival realizó distintos talleres y conferencias, los cuales fueron reseñados ampliamente por la prensa local, y donde participaron de manera gratuita distintos artistas de la localidad y comunidades chilenas.
Durante el evento, Veneteatro fue la única agrupación seleccionada para participar en el Festival Internacional de Teatro del Sur a realizarse en Santiago y San Fernando en Chile, durante el mes de febrero de 2010 con Ribas, el vencedor. Además de recibir diversas ofertas para otras ciudades como Buenos Aires, Córdoba, Bucaramanga, Montevideo, Mar de Plata, México D.F. Viena y Barcelona.
-¿Por qué se estrena en el exterior?, preguntamos a Dante Gil.
-Realmente fue algo circunstancial, luego a medida que se acercaba la fecha se transformó en un reto. Ribas, el vencedor es la primera obra de mi autoría y quería mostrarla ante un público extranjero, que en realidad no es muy distinto al nuestro. José Félix Ribas es un héroe muy conocido en nuestro país, pero en el exterior se sabe muy poco sobre él. Los pueblos de Chile y Venezuela están hermanados por lazos independentistas, y no es por casualidad que celebramos el Bicentenario en el mismo año. Bolívar, Miranda, Andrés Bello y José Félix Ribas, entre muchos otros, fueron luchadores por la independencia en toda Latinoamérica; más al sur encontramos a San Martín en la Argentina y Bernardo O’Higgins, considerado El Libertador de Chile y quien tuvo un gran encuentro con Francisco de Miranda en Europa. Así que a nivel contextual e histórico tenemos muchas más semejanzas que diferencias. Mi objetivo principal con Ribas, el vencedor era lograr despertar interés entre el público y hacer conocer a este prócer latinoamericano y líder de la juventud. Y creo que de alguna manera aporté mi grano de arena para ello; muchos historiadores luego de las funciones se me acercaron interesados en conocer más a profundidad la vida de Ribas. Ribas, el vencedor es,pues, un homenaje al prócer y para los estudiantes y seminaristas caídos en la guerra de Ind ependencia venezolana.
-¿Qué planes tiene para mostrarla en Venezuela?
-Esta es una obra realizada en función del Bicentenario de la Independencia de Venezuela y por eso haré, durante el próximo año, una temporada en Unearte. También vamos a realizar una gira nacional por colegios, liceos, teatros y comunas en general. Pienso que es importante difundir el mensaje que el mismo prócer transmitía a sus jóvenes soldados, no importa cuán difícil sean los obstáculos, “no se puede optar entre vencer o morir, es necesario vencer”. Ese ideal me inspiró para la premisa de la obra. Ribas capturado, prisionero y torturado, incluso asume su muerte como una victoria. Incluso en la muerte también se puede ser un vencedor. Es el mensaje que quise resaltar en la obra, porque de alguna forma es la premisa de mi propia vida.
-¿Cómo fueron invitados a Chile?
-Por intermedio del director del evento, Abraham Sanhueza López, un trabajador cultural de gran reconocimiento en Chile. Envié mi material que fue analizado por la comisión organizadora de entre más de 150 postulaciones de todo el mundo y quedamos seleccionados para representar a Venezuela. En el marco del festival, me propusieron dictar dos talleres de actuación como parte de la labor social del festival, los cuales tuvieron mucho éxito por su convocatoria, asistieron personas ligadas al medio, directores, actores y nuevos artistas de distintas nacionalidades.
- ¿Qué pasó en esos festivales?
-A nivel de festivales, el público chileno tiene fama en Latinoamérica por ser uno de los más exigentes. En Viña del Mar hay un evento musical donde el público premia o castiga la labor de los cantantes. En el ámbito teatral no es muy distinto, El público y la crítica también son muy exigentes, es algo que forma parte de la cultura y espíritu del espectador chileno; la calidad de los espectáculos y entrega de sus artistas es premiada o castigada. Durante la realización del mismo, asistieron diversas personalidades del medio artístico chileno y tuvimos la fortuna en recibir una invitación directa del director del Festival de San Fernando, al sur de Chile, lo cual es un orgullo para nosotros como venezolanos.
-¿Qué experiencia han traído de ese viaje y esas exhibiciones?
-La experiencia fue maravillosa y durante las funciones de extensión a las comunidades recibimos la visita del alcalde de Huara, quien además es historiador. Agradeció mucho nuestra visita. Recorrimos más de 2.000 kilómetros desde Santiago hasta Arica y allí, en la zona fronteriza, realizamos la función de despedida con la presencia de todas las delegaciones internacionales y el comité del festival. El momento más conmovedor para nosotros fueron los aplausos de todos los espectadores coreando el nombre de Venezuela.
-¿Qué posibilidades hay de seguir viajando al exterior?
-Seguiremos mostrando nuestro trabajo y la historia de nuestro país por toda Latinoamérica y el mundo, por encima de cualquier obstáculo. Es importante hacer un llamado a las autoridades para que cumplan con su deber de avalar esta labor. Fuimos seleccionados para el Festival Internacional de Teatro Unipersonal de Uruguay 2010, apoyado por Iberescena, y organizado por el reconocido actor y director Fabio Zidán, quien ha hecho una importantísima labor artística en el Uruguay. También tenemos previsto realizar temporadas en Mar de Plata, Córdova y México D.F., entre otras ciudades del continente. Seguramente pisaremos suelo europeo durante el próximo año con Ribas, el vencedor.

martes, noviembre 03, 2009

El teatro es antológicamente político


No fue precisamente una visita de incógnito la que hizo Edilio Peña durante los pasados días 31 de octubre y el 1 de noviembre a Caracas. En la Universidad Experimental de las Artes (Unearte) lo esperaban para que evaluara el nuevo montaje de su pieza Ese espacio peligroso y después, al día siguiente, se reuniera con los estudiantes y el público en un conversatorio. Él mismo reconoce que no fueron mas de 48 horas porque tiene compromisos con la Universidad de Los Andes y, por sin fuera poco, esta culminando una novela. Pero antes de retornar a Mérida, contesto a unas preguntas que le hicimos en relación con su fugaz reencuentro con las nuevas generaciones de teatreros.
No hay que olvidar que Edilio Peña (Puerto La Cruz, 19 de abril de 1951) fue catapultado en 1973 por su ópera prima teatral, Resistencia, y desde entonces no se ha detenido y nunca deja de agradecer a El Nuevo Grupo, con Isaac Chocrón a la cabeza, que además de premiarle su texto lo mostró en el Teatro Alberto de Paz y Mateos. Los actores Héctor Myerston y Gustavo Rodríguez, dirigidos por Armando Gotta, lo hicieron un espectáculo inolvidable, porque su argumento esta centrado en las torturas que un régimen tiránico aplica para silenciar a un luchador político. Desde entonces se internacionalizó y sus textos se montan más afuera que dentro de Venezuela. Él no se afecta por ese "desprecio" y ha seguido escribiendo y como prueba ya comenzó los ensayos de su más reciente obra: Pronto, la muerte de Sean Penn y Oliver Stone.
Reitera que la dramaturgia venezolana adquirió proyección continental, “porque nuestros autores son representados continuamente en varios escenarios del mundo”.
-¿Por que cree que su teatro ha sido descubierto ahora por las nuevas generaciones? ¿Dónde está la clave?
-Al principio todo este entusiasmo por mi teatro por parte de las nuevas generaciones, ha significado una sorpresa halagadora, la cual agradezco. No siempre los escritos de un autor trascienden durante el momento en que los escribió y cuando éstos fueron representados. Lo que está ocurriendo con mis obras, a nivel nacional e internacional, quizá es la señal de que estas tienen una honda significación para las nuevas generaciones. Una significación que les habla de un mundo oscuro, trasgresor, ontológico. Es decir, mi teatro no transita por la obviedad. No es obvio. Las historias no circundan el relato de las apariencias, sino de la esencia motivacional que hace de los personajes entidades múltiples. Cultivé una dramaturgia que no sucumbió ante el naturalismo ni al realismo sociopolítico. No hay que olvidar que cuando comencé a escribir teatro había una militancia por el teatro político explicito. El autor desaparecía en la moda de la creación colectiva, la cual ahogó a la dramaturgia latinoamericana. La devoción por Bertold Brecht no permitió que la dramaturgia de este continente, y en especial aquí en Venezuela, alcanzará los niveles de renovación y de propuesta composición estructural que si alcanzó el género de la novela. Los hacedores del teatro latinoamericano, de aquel entonces, no entendieron que el verdadero teatro es antológicamente político y no político, en términos ideológicos. Las ideologías pasan, en cambio la ontología, que es consustancial con la esencia humana, no.
-¿Cual es el origen de Ese espacio peligroso? ¿En que fecha fue trabajado? ¿Estaría dispuesto a reescribirlo?
- Mi obra Ese Espacio Peligroso es una reescritura de mi otra obra llamada El Círculo. Esta versión la realicé cuando tendría unos 35 años. La hice con la idea de potenciar mucho más la musicalidad y la imagen a representarse de la obra. Ya no volvería más sobre esta obra. Creo que sus montajes recurrentes garantizan que ella permite expandir su poética teatral en la escena. Cuando recién vi el montaje que realizó la agrupación Teatro Grado 38º quedé muy agradado, sorprendido, porque Gregorio Milano, a quien a partir de ahora, considero un notabilísimo conductor de escena, logró una propuesta realmente posmoderna de esta obra. Los actores Luis Villegas y Marina Guedez se sumaron como piezas de un engranaje laberíntico, haciendo transcurrir de manera intensa, la trama propuesta. Igual, en otro contexto, me entusiasmó la voluntad creativa del director Carlos Russo al montar mi obra El Intruso. Russo posee pasión y creatividad. Además, lo consideró un estupendo actor. El destino final de estos hallazgos es que el público, integrado por jóvenes en su mayoría, recepciona esta poética de la teatralidad desacostumbrada.
-¿Cuántas obras después de Resistencia?
-Creo que unas 20. Por supuesto no fueron escritas continuamente, porque mi actividad como dramaturgo se ha desarrollado, paralelamente, con mis labores de narrador, ensayista y guionista cinematográfico. La dramaturgia para mí es vecina de otros géneros. No quiero decir que sea su extensión. Sólo se vincula con le entidad dramática que habita en cada formado narrativo: el personaje. Aunque ningún género puede arrogarse la propiedad exclusiva de esa entidad tan escurridiza e inaprensible. Me sigue interesando una dramaturgia de tensión y atmósfera porque creo que en las situaciones límites los personajes abren las compuertas de su alma.
-¿Por qué se representa tan poco teatro venezolano en Venezuela?
-Creo que por una razón de sobrevivencia se les hace imposible a los directores comprometerse a montar la dramaturgia venezolana. En todo caso, no me extraña, a mí siempre la gente de teatro de Venezuela me ha parecido muy pusilánime en los momentos históricos y políticos que demandan sus compromisos. Durante la Cuarta República, la frivolidad fue su bandera. Ahora en la Quinta, queda expuesta al desnudo la pusilanimidad de muchos artistas. Prefieren montar obras que no arriesgue esa sobrevivencia doméstica y cobarde. Evitan montar a autores que estén en la lista negra, como yo. Y como somos la mayoría, recurren a autores internacionales donde no haya ninguna explicitud reflexiva.