martes, septiembre 30, 2008

Teatro contra la mala memoria de los venezolanos

El director Carmelo Castro, sobrino nieto del legendario general Cipriano Castro, siempre ha estado preocupado por la fragilidad de la memoria del pueblo venezolano, “defecto que nos lleva a condenar al olvido tanto a figuras como acontecimientos que han forjado nuestra historia como país y en el caso que me toca de forma directa, el teatro”.
Es por eso que organizó un homenaje para el dramaturgo, director y educador Gilberto Pinto (Caracas, 1929), el cual consiste en el montaje y la temporada de uno de sus textos más memorables, La guerrita de Rosendo.
“Este espectáculo, con el que mi grupo Thalia además festeja sus 26 años de labores continuas, lo presentamos desde el próximo martes 8 de octubre y se prevé que estará en cartelera hasta el domingo 2 de noviembre, en el Teatro Luisela Díaz del Caracas Theater Club, en San Román. El elenco de La guerrita de Rosendo lo integran: Luis Serrano quien interpreta al jefe de la montonera, Maryeliz Montilla es Ermelinda, Daniel Landa es Cristóbal, Christian Riveros es Jacinto y Yeskar Fuentes es El Cunaguaro. Son jóvenes y talentosos figuras de la actuación que han asumido con profesionalismo y dedicación este inmenso reto. Además, María de las Casas realizó el diseño del vestuario, mientras que Héctor Becerra creó una sorpresiva escenografía. La música, escrita por Leonardo Small e Hilda Carmona, es precisa y contribuye al realce del espectáculo. El diseño de maquillaje y de iluminación es de José Manuel Ascensao, cofundador de Thalía junto conmigo”.
GUERRILLAS
Para Carmelo Castro (Caracas, 6 de diciembre de 1954) La guerrita de Rosendo, escrita en 1975, es una oportuna ficción, inspirada en hechos reales y ambientada en esos confusos tiempos de la posguerra federal venezolana del siglo XIX. “Sus protagonistas son seres desesperados que pretenden continuar con su guerrita de montoneras, son personajes muy bien definidos, casi arquetípicos, que tienen gran vigencia tanto en la Venezuela actual, como en Latinoamérica”.
El líder de una de esas montoneras, o guerrillas para utilizar el lenguaje contemporáneo, es un militarzote de las huestes “amarillas”, el mayor Rosendo Calcurían, quien para escapar de sus perseguidores, una patrulla de “azules”, busca protección en un rancho perdido en los llanos, pero ahí se le aparece una misteriosa mujer que le tiende una celada, con sexo incluido, mientras ella espera a una escuadra de “amarillos”, quienes le harán un juicio sumario y lo fusilarán porque es un soldado corrupto y un abusador de sus poderes, especialmente con el sexo femenino. “La metáfora es tan obvia que explicarla nos parece innecesaria”, acentúa Castro, “porque alude en gran parte a lo que somos hoy en día”.
“En lo que respecta a los valores estéticos de la pieza, la trama está montada sobre un suspenso que conecta al espectador de inmediato y en cuanto a los personajes, se puede afirmar que pasan por toda una gama de emociones que es difícil encontrarla en otro texto teatral”, puntualiza. “Debo reiterar que en ningún momento la propuesta es hiperrealista. Me he basado en la sensualidad y el suspenso planteados en el texto. La trama es cruda por el tipo de personajes y el momento histórico que les toca vivir”.
CESARISMO
Castro monta “La guerrita de Rosendo porque su trama toca un momento importante de nuestra historia como país. Retrata a una Venezuela que se deshacía en retazos por la ambición de unos cuantos caudillos que conducían a unas huestes famélicas a unas escaramuzas sangrientas donde la principal arma era el machete. Unos movidos por la ambición personal y otros a lo mejor con buenas intenciones pero que no llegaron a concretar un proyecto de nación con todas las de la ley, dicho de otra manera, basada en instituciones sólidas y no el caudillismo o el corrosivo y pernicioso cesarismo”. Y enfatiza que “el caos de la posguerra federal explica en gran parte lo que somos hoy en día”.
AL MAESTRO
“Gilberto Pinto fue mi maestro de actuación en la Escuela de Arte Dramático Juana Sujo, ya hace más de 30 años, para aquel entonces bajo la dirección de Porfirio Rodríguez, quien tomó las riendas de esa institución a raíz de la muerte de la propia Juana Sujo. A partir de ahí comencé a conocer los alcances de su obra. De ahí que en Thalía, en el marco de la celebración de nuestro XXVI aniversario, decidiéramos hacerle este justo homenaje a nuestro educador”, dice Castro.
PERSONAJE
Gilberto Pinto es una gran personalidad del teatro venezolano. Como actor y director ha interpretado numerosas piezas universales y criollas. Ha escrito 18 obras, escenificadas en toda América y Europa; entre ellas: La noche moribunda, El hombre de la rata, Los fantasmas de Tulemón, Lucrecia, La buhardilla, La noche de San Juan, La guerrita de Rosendo, El confidente, La muchacha del blue-jeans, Pacífico 45, y una de las últimas, editada por Fundarte y ganadora del IV Premio de la Feria del Libro, mención Dramaturgia, titulada La visita de los generales. Se encuentra en proceso de edición por el Celcit un volumen con Un domingo de verano, El peligroso encanto de la ociosidad y El esclavo de la luna. Como pedagogo ha impartido clases en los institutos teatrales del país. Ha trabajado también para la radio, el cine y la televisión.
Además ha escrito Reflexiones sobre la condición y preparación del actor, Gómez Obregón y su época y El texto teatral, notas y contranotas para jóvenes dramaturgos. Ha sido condecorado con las Ordenes Mérito al Trabajo, Andrés Bello y Francisco Fajardo, todas en su primera clase. En 1999 obtuvo el Premio Nacional de Teatro.

sábado, septiembre 27, 2008

Salvador Allende en 60 minutos

“El pueblo no quiere violencia. No necesita la violencia. Soñamos con una sociedad distinta y queremos luchar por ella, sin ser imitadores. La revolución chilena la haremos con gusto a vino tinto y sabor de empanada de horno”. Con esas palabras, transmitidas por Radio Magallanes, él, médico prestado a la política, estaba seguro que su sacrificio no sería en vano y alertaba a su gente porque un fracaso podía ser transformado en extraña victoria. Así se despidió el presidente Salvador Allende, aquel negro martes 11 de septiembre de 1973.
Y ahora los caraqueños podrán conocer cómo fueron las últimas horas del mandatario en el Palacio de la Moneda, en el corazón de Santigao de Chile, adonde había llegado a las siete y treinta de la mañana, pero resumidas en los 60 minutos del unipersonal Allende, la muerte de un presidente, de Rodolfo Quebleen, el cual será presentado en la Sala 1 del Celarg, del próximo 29 de octubre al 2 de noviembre, por el actor Roberto Moll, según la puesta en escena creada y producida entre el polifacético Luis Fernández y la actriz Mimí Lazo.
El periodista Rodolfo Quebleen (Rosario, Argentina, 1938), residente en Nueva York desde 1965, explica que el proceso de elaboración de su monólogo fue complicado, “porque es el resumen de una obra de teatro que no funcionaba. Yo insistía que de una forma u otra tenía que ser un trabajo teatral, porque el teatro refleja la vida y los espectadores pueden escuchar la respiración de los personajes, ver como el sudor brota en los rostros de los actores, que en esos momentos no son ellos sino los personajes que ellos están viviendo. Antes de comenzar a escribir había leído docenas de libros y ensayos sobre Allende, su gobierno y su familia. Conversé con mucha gente que lo conoció, entrevisté a su esposa Tencha y a su compañera Payita. Comencé a armar el texto y sufrir terriblemente con la comprensión de la escritura. No tenía demasiado material y tuve que hacer un gran esfuerzo para lograr la versión final”.
El primer montaje de Allende, la muerte de un presidente se realizó en el Theater for the New City, de Nueva York, el 16 de abril de 2006, con una inesperada acogida, “porque durante tres semanas la sala estuvo totalmente llena noche tras noche, al punto que en la última función se decidió hacer otra temporada en septiembre. Días antes de reinaugurar, se viajó a Caracas, invitados por el Tercer Festival Internacional de Monólogos y, pese a ser presentado en inglés con teleprompter, tuvo muy buena acogida. Nos presentamos en la Sala Juan Bautista Plaza. De regreso a Nueva York se reabrió la temporada y tuvo el mismo éxito de público durante otras tres semanas. Este espectáculo fue actuado y dirigido por los excelentes artistas colombianos Ramiro Sandoval y Germán Jaramillo, respectivamente”.
En Chile conocieron de Allende, la muerte de un presidente y el director Fernando Valenzuela y el productor Eduardo Larraín decidieron realizar una película basada en la pieza teatral. Viajaron a Nueva York y rodaron parte del monólogo con enfoque cinematográfico, que se mezcló con textos elegidos de La divina comedia, de Dante Alighieri, y pietaje documental. La película se estrenó en Santiago con buena aceptación del público y la crítica, por ejemplo del especialista Ascanio Cavallo de El Mercurio, escribió: "La pieza teatral es un esfuerzo de estilización sorprendente. Notable funcionamiento de textos clásicos en contextos nuevos e inesperados. Notable idea dramática y fílmica. Sin embargo, a pesar de todo, la mejor pregunta la formula Allende sobre un escenario oscuro: Los presidentes pueden ser desplazados. Pero, ¿cómo puede ser desplazado el pueblo? La pregunta es triste. La respuesta, todavía más”.
“El último día de Allende es el resumen de su vida política. Todo lo que había dicho y hecho tenía una función muy específica: dignificar al pueblo, rescatar lo que le pertenecía y devolvérselo. En el caso específico de los minerales, existían pero no eran chilenos y quienes trabajaban hasta la muerte en las minas para extraerlos, eran los menos beneficiados de esos sacrificios y en varias oportunidades sus protestas fueron reprimidas por medio de la fuerza que representaba a gobiernos al servicio de los capitales extranjeros. Allende cumplió con su promesa de devolver al pueblo lo que le pertenecía materialmente, no podía defraudarlo negándole su derecho a creer en la dignidad humana, y esto significaba defender hasta la última instancia de su vida el mandato que le había sido otorgado por ese pueblo de mineros y mapuches. Ese mandato es preservar las instituciones constitucionales y no era negociable y sólo podía defenderlo con su vida, porque sabía que cuando llegara el momento final iba a estar solo y un hombre solo únicamente tiene su vida para pelear. La vida anterior al 11 de septiembre deja de tener importancia cuando amanece ese martes, porque no era un día más, es el último y él lo sabe. Y sabe que ese día se vive hasta que llega la muerte y en su caso, es la salvación de la dignidad de su pueblo”, subraya Quebleen.
Para Quebleen, Allende, a 35 años de su muerte, cobra una dimensión inusitada en una América Latina plagada de ex gobernantes corruptos y cobardes, defenestrados miserablemente y asilados en cualquier parte, pero nunca sufriendo los sacrificios del exilio, por el contrario, con limusinas con choferes y en el peor de los casos presos, reclamando derechos que nos corresponden. En cuanto a si Allende siguió los pasos de alguien, pues si, del presidente chileno José Manuel Balmaceda, que espero el minuto en que terminó su mandato para suicidarse y no enfrentar así vejaciones, aquel 19 de septiembre de 1891.

El teatro para niños es un arte anónimo

“Hoy, más que nunca la primera necesidad de nosotros los venezolanos es la educación y la cultura, una responsabilidad compartida entre la familia y el Estado, consagrada en la Constitución Nacional Bolivariana de la República de Venezuela. Pero erradicar el analfabetismo es solo un paso. Hay que acabar con el analfabetismo funcional, es igual o peor a no saber leer y escribir porque nos convierte en tontos útiles, fáciles de manipular. El teatro bien hecho contribuye en gran parte a paliar esta urgencia que va desde algo que pareciera elemental como lo es aprender a comportarnos en público con la premisa del respeto a los demás, a enriquecer nuestro lenguaje y a contemplar un hecho artístico, sólo por nombrar algunos aspectos positivos”.
Así piensa el director de teatro, dramaturgo y guionista para televisión Carmelo Castro (Caracas, 6 de diciembre de 1954), al solicitarle su opinión sobre el estado actual del teatro para niños en Venezuela.
Castro advierte que “es necesario aclarar que hay autores como Alfredo Mantovani, que establecen una diferencia entre “teatro infantil” y “teatro para niños”. Para el caso que nos ocupa utilizaré esos términos indistintamente”.
-¿Qué pasa con el teatro infantil?
-El teatro que se hace para niños en nuestro país está a cargo de agrupaciones independientes, muchas de las cuales con más de 20 años en la escena y en una pequeña porción en manos de nuevos empresarios con buenas intenciones, pero con poca experiencia, quienes comienzan a explorar lo que en publicidad se podría catalogar como un “nicho”, más, si tomamos en cuenta que el grueso de nuestra población está conformada por niños y jóvenes.
Subraya que desde “unos años para acá existe el Teatro Infantil Nacional (TIN) institución de la cual compartí la responsabilidad de su fundación, junto a José León, Juan Carlos Azuaje, Dagoberto González y Armando Carías, y desde donde se han generado programas con el objeto de estimular a las agrupaciones y de preservar la memoria del teatro para niños en Venezuela, todos con las mejores intenciones pero que aún son insuficientes para abarcar todo el país. El caso es que se requiere un mayor esfuerzo por parte del Estado que quien posee los recursos”.
-¿Qué caminos lleva?
-Si hacemos un balance justo, nos damos cuenta que el público que demanda esos espectáculos ha ido creciendo con el tiempo, de otra manera cómo explicar que se pueda mantener un montaje en cartelera durante meses y con una asistencia calculada en más de 12 mil espectadores, muchas veces superior a los espectáculos para adultos más taquilleros. Otro tema sería analizar la calidad de lo que se está haciendo y eso es algo que cada director y cada agrupación debe revisar con mucha objetividad por la responsabilidad que implica el destinatario de nuestro trabajo, el niño. Por ser un optimista incorregible pienso que el límite es el cielo. Las generaciones que vienen detrás tienen que ser mejores que las presentes porque si no, no hay evolución. Hay un público cada vez más ávido de buenos espectáculos.
-¿Es comercial o altruístico?
-El artista al igual que cualquier otro ser humano tiene necesidades imperiosas que atender. Siempre he pensado que hay que dignificar la profesión. Me opongo de manera rotunda a que el artista de cualquier disciplina, se siga viendo como un ser etéreo que se alimenta del aire al mejor estilo de los bohemios románticos del siglo XIX. Más, si desde hace muchos años a esta parte, la política del Estado ha sido ir disminuyendo el apoyo económico a los grupos teatrales en contraposición con el estimulo que sí recibe la música, por ejemplo. Craso error, ya que no han entendido que la fortaleza del teatro está precisamente en las agrupaciones consolidadas, de las que hay muchas en todo el país. Eso en cuando a la primera parte de la pregunta, en lo que respecta al altruismo, siempre está presente, comenzando por el hecho de que el teatro infantil es un arte anónimo, ya que al niño no le interesa quien actúa, ni quien dirige, lo que quiere es pasarla bien.
-¿Sirve para preparar actores o espectadores?
-Por supuesto que sí. En el caso de los actores, siempre se ha dicho que el que haya hecho teatro para niños o teatro de calle es capaz de enfrentarse a cualquier tipo de público. Muchas de las figuras de nuestro teatro de hoy provienen del teatro de la escuela primaria o del liceo. Otro ejemplo a mencionar es la Compañía Teatral de Lily Álvarez Sierra, donde se iniciaron personalidades como Elianta Cruz, Ibrahim Guerra, Carlos Omobono y Orlando Urdaneta. De Thalía, la agrupación que dirijo, puedo mencionar a: José Manuel Ascensao, Wilmer Ramírez, Karl Hoffman, José Ángel Ávila, José Romero, Miguel Lizardi, Javier Zapata, César Rojas y a Natalia Capelleti. En lo que toca a los nuevos espectadores, siempre insisto ante los actores que en cada función tenemos la responsabilidad de develarles la magia del teatro a muchos niños que seguramente asisten por primera vez a un espectáculo teatral y de ahí nuestra responsabilidad de que esta experiencia los marque de una manera positiva para el resto de sus vidas. Prefiero hablar del niño como espectador en evolución y no como espectador del futuro, porque desde que el público pisa la sala ya recibe una información, está en contacto con el arte.
-¿Se enseñan técnicas del teatro infantil?
-Que yo tenga conocimiento, fuera de los grupos dedicados al género, no. Sé que Armando Carías, fundador y director del Grupo Chichón de la UCV por muchos años, ha abogado porque se imparta como materia en las diferentes instituciones que tienen a su cargo la formación de actores. En una oportunidad, ambos formamos un equipo, junto a Néstor Caballero y a José León. para diseñar y dictar una maestría de teatro infantil a licenciados egresados del IUDET, pero la experiencia no se volvió a repetir, ahora el teatro infantil sólo ha quedado reducido a un crédito de la mención docencia teatral, sin mayor trascendencia.
-¿Qué pasa con el público y el teatro infantil?
-Ya he mencionado que contamos con un público cada vez más exigente y continuo crecimiento. Creo que la cuestión está en llevar el teatro a aquellos niños que bien por falta de iniciativa de sus padres o por carencias económicas hasta el momento no ha sido favorecido. Hace unos 25 años tuvimos la oportunidad por iniciativa de Carlos Alfaro, estando al frente de la Dirección de Cultura del Municipio Sucre, de realizar funciones de calle en diferentes barrios de Petare, contando con todo el poyo de la comunidad en esa ocasión.
-¿Cómo se comportan los padres y cómo los niños?
-El padre o representante es quien escoge la obra que va a ir a ver el niño, en algunas ocasiones por aquello de que “protección implica dominación”. A partir de ahí hay detalles significativos que resaltar como es el caso de que son las madres en mayor números las que conducen a su prole al teatro. Lo primero que hacen, ya en la sala mientras esperan el inicio del espectáculo es leerles la sinopsis a los pequeños (de ahí que recomiendo que siempre se escriba esta, en forma de cuento para hacerla más amena pero sin revelar el final). Ya iniciada la obra, el adulto participa y disfruta. En cuanto al niño, siempre responde de manera honesta ante el espectáculo. Si no le gusta, enseguida muestra el rechazo que va desde el llanto a la protesta airada pero si lo logras enganchar, se convierte en el mejor espectador del mundo premiándote con su sonrisa.
-¿Es un buen negocio?
-La mayoría de los que hemos escogido con responsabilidad el género del teatro infantil como campo de trabajo, primero pensamos en el niño y después en lo demás. Con la ausencia de un verdadero apoyo por parte del Estado para quien ahora la prioridad del circo pareciera estar por encima a la del teatro y también ante la indiferencia de gran parte de la empresa privada, se hace imperante cada vez más depender de la taquilla para la supervivencia del teatro para niños. Se debe tomar en cuanta también que hacer un buen espectáculo tiene sus costos. No podemos regatear con un producto que va a consumir lo más preciado de cualquier sociedad, su infancia.

martes, septiembre 23, 2008

"Te querré infinito" abre otra senda

Desde el 21 de diciembre 1879, con el estreno de Casa de muñecas de Henrik Ibsen, en Copenhague, el teatro mundial revela el maltrato contra las mujeres dentro del matrimonio y propone reflexionar sobre la necesaria igualdad en las relaciones de la pareja desposada legalmente o arrejuntada. Ante tales peticiones desde la escena, las reacciones de la sociedad son notables y han generado cambios con leyes que garantizan derechos para las féminas que son víctimas o personas sin derechos en las uniones matrimoniales.
Pero aún así y cuando ya son 129 años de esa lucha teatral, los índices de “la violencia domestica” -así se rotula al gesto de que el macho dé puñetazos o pique a la aterrada hembra con el cuchillo de la cocina- les paran los pelos a personas sensibles. Y sólo hablamos de la sociedad occidental, porque en otras latitudes a las hembras se les tiene como “muebles caseros” y cuando las desposan el maltrato es peor. En síntesis, la total igualdad aún no existe, por más exaltación del feminismo que transmita la televisión, la gran Celestina del siglo XX y la que más provecho saca de esa falsa realidad, porque el machismo es conducta familiar y base cultural del sistema occidental, y eso no se cambia con leyes o decretos.
Y para recordar esos 129 años de “la decisión de Nora”, como se califica al gesto de la heroína de Casa de muñecas, cuando sale del hogar y deja a su esposo y sus hijos, se exhibe en la Sala Horacio Peterson del Ateneo la producción de la pieza Te querré infinito de la española Gemma Rodríguez (Barcelona, 1973), la cual sin ser tan violenta, ya que “los golpes son pocos”, reitera los grados de imbecilidad que sobreviven en el matrimonio y las consecuencias sobre los hijos, victimas de tanta brutalidad.
Gemma con su obra fotografía en dos lapsos a una joven familia contemporánea. El primero muestra el romance y la pasión de Clara y Nico, trabajadores en empresas competitivas, y para quienes el amarse es su norte. En el segundo, siete años después, el amor luce seco, hay secuelas y un niño de siete años es pretexto para que la ex pareja se vea y siga torturándose hasta el infinito en pos de la felicidad que ya no existe.
Si los especialistas consideran a Te querré infinito un refrito telenovelesco, porque el amor real está agotado conceptualmente, este montaje es lo más valioso del director Dairo Piñeres (Caracas, 1975). “Rompe” el texto y crea otra pareja que como espejo reproduce a millones de matrimonios similares. Un excelente aporte creativo para reiterar sus dotes de autor escénico. Además, el espectáculo gana en desarrollo, intriga y desenlace. Y hace más dramática la denuncia de la autora sobre la infelicidad de los matrimonios en pos de una entelequia trasmutada en costumbre animal.
Es ejemplar la dirección para lograr la sincronía de las parejas que componen Indira Jiménez y Janet Rojas con Luis Vicente González y Alexander Rivera, y la relación tragicómica con la directora del colegio del niño de Clara y Nico, la buena actriz Simona Chirinos, todo un personaje positivo dentro de la farándula teatral caraqueña por su capacidad de trabajo y por su innegable versatilidad.
Con este montaje, la agrupación Séptimo Piso, que festeja ahora sus 13 años de labores continuas y altamente positivas para las nuevas generaciones teatrales, inicia una búsqueda estética más centrada en el texto , sin descuidar los aportes escénicos. También hay que reconocer que este grupo es el macronúcleo donde trabajan más directores y creadores escénicos jóvenes y talentosos. Casi todos egresados del Iudet.
Sin pretender hacer comparaciones, que por lo general pueden ser odiosas, Séptimo Piso para el siglo XXI viene ser a lo que fue Rajatabla, con Carlos Giménez al frente durante la pasada centuria. Ahí hay gerencia y creación, pero además se sabe de todos los peligros que tiene la profesión y de la eventualidad de todo lo que hay en el plano cultural. Hay un líder y mucha gente que lo secunda, pero todos están en condiciones de trabajar en donde los ubiquen, para impedir que se repitan aquellas historias nefastas para el teatro mismo. Y por si fuera poco: ya tienen un público cautivo. ¡Todo eso vale oro!

Más reflexión sobre el hecho artistico pide J.A. Sánchez

Actualmente Venezuela carece de creativas investigaciones teóricas sobre sus artes escénicas que ocurren en tiempo real y en presencia de espectadores. Se hicieron algunas en la época de Carlos Giménez, porque críticos como Rubén Monasterios y Leonardo Azparren Jiménez reflexionaron sobre el por qué y el cómo de la mayoría de los espectáculos de ese huracanado argentino y otros creadores. La escena quedó vacía tras la muerte de ese gran artista y después ningún otro logró suscitar tales educativos y estimulantes enconamientos teóricos, claves para evaluar el derrotero del teatro como evento ideológico-práctico ante sus audiencias. Las reseñas periodísticas o las publicadas en la web son el único testimonio sobre lo pasado y lo que ahora ocurre, aunque pueden haber otras reflexiones, no tan difundidas. Y quedan, por supuesto, para conocerse las tradicionales tesis universitarias, cuya difusión es misteriosa o desconocida.
Reiteramos esa lamentable falencia teórica porque durante cinco días se realizó el Taller de Artes Escénicas / Dramaturgias del cuerpo y de la imagen, conducido por el investigador español José Antonio Sánchez (27 de mayo de 1963), en la sede de la oficina tecnica de la Aecid, dentro de los programas culturales que adelanta la Alcaldía de Chacao. Trece personas estuvieron, del 8 al 12 de septiembre, unas 20 horas como máximo, escuchando y aprehendiendo las disertaciones, bien fundamentadas, sin apasionamientos y con puntuales soportes teóricos y audiovisuales, sobre numerosos y selectos espectáculos teatrales, dancísticos y fílmicos de Europa, Estados Unidos y México, Colombia, Brasil y Perú, de las últimas tres décadas.¡De Venezuela como es obvio no había nada!
INVESTIGADOR
Sánchez, catedrático de Historia del arte en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca (Universidad de Castilla-La Mancha), es un investigador especial que ha estado más cercano a los artistas de su entorno, por lo que hace 14 años publicó el libro De las dramaturgias de la imagen a las dramaturgias de la imaginación, texto escrito en un contexto muy diferente al actual, pues en los años noventa trataba de apoyar teóricamente una serie de propuestas escénicas realizadas por españoles que intentaban homologar su trabajo con el de colegas europeos, herederos del teatro de imágenes, del teatro posmoderno y de las dramaturgias complejas de la época.
Reconoce Sánchez que su empeño en crearle un discurso teórico a una generación de creadores resultó en términos históricos fallido, pues la mayoría de aquellos colectivos se disolvieron o derivaron hacia trabajos banales, empresas educativas e incluso acabaron abrazando al enemigo, es decir, a la televisión.
Él puntualiza que la enseñanza de la historia del arte “en una facultad de artes sólo tiene sentido en la medida en que contribuye críticamente a la generación de nuevos discursos productivos”. Y reitera que la transmisión de información, uno de los objetivos de la enseñanza tradicional, ha quedado obsoleta, dada la facilidad para acceder a ella, y de lo que se trata ahora es de proponer guías de búsqueda en archivos, bibliotecas y mediatecas, metodologías de lectura, interpretación y elaboración y, sobre todo, incentivar la discusión y el trabajo en grupo. “La parálisis creativa que provoca la desmesurada cantidad de referencias inmediatamente disponibles, sólo puede ser salvada mediante la detección de necesidades de comunicación urgentes derivadas del análisis del presente inmediato. Cada comunidad, física o virtual, requiere unos medios para la elaboración simbólica de su realidad, la pertinencia de los cuales ya no puede ser juzgada de acuerdo a valores propios de la estética moderna, sino en función de diversos criterios de eficacia, uno de los cuales debe ser necesariamente el de eficacia artística (que no estética), pero al que se pueden añadir otros procedentes de lo social, lo micropolítico, lo educativo, lo científico, etcétera”.
Sánchez afirma que el arte ha perdido su posición social y se implica en dinámicas culturales más amplias. “Ello es una consecuencia de la imposición de la cultura visual y de modo de inscripción del arte que recupera ciertas componentes propios de la época premoderna. Los estudios de cultura visual han puesto de relieve la necesidad de considerar los productos artísticos como objetos entre otros con el contexto de la cultura visual. Antes o más allá de la consideración artística de la obra de arte, ésta es un producto visual que comparte códigos y contexto con otos productos visuales no artísticos. Pero la diferencia entre el arte y lo no artístico se fue debilitando en las ultimas décadas del siglo XX., al mismo que se debilitaron las diferencias entre Alta Cultura y Baja Cultura”.
Tras reconocer que no conoce el estado actual de las artes escénicas venezolanas, pero se compromete en posteriores viajes ponerlas más atención, Sánchez afirma que le interesan aquellos creadores escénicos con plena consciencia de la especificidad y los recursos del medio y que utilizan este medio para proponer un discurso abierto a la ciudad, que renuncian a la protección del espacio acotado por la institución teatral e insertan su trabajo en un espacio cultural amplio. “Me interesan los creadores que no se conforman con el oficio y el aplauso de la profesión, aquellos que buscan la formulación de ideas o la exposición de sensaciones de un modo que ningún otro artista en otro medio podría alcanzar”.
A los interesados en mayores detalles sobre lo que hace y adelanta Sánchez, cual versión del legendario Quijote de La Mancha, les recomendamos visitar la página web:
http://artesescenicas.uclm.es/nueva2/.
Ahí comprenderán que su objetivo es poner a disposición de estudiantes, docente y profesional material crítico y documental sobre creadores escénicos contemporáneos iberoamericanos, así como sobre sus contextos de producción, exhibición y crítica. No es un archivo exhaustivo, sino una propuesta documental ligada a un propósito historiográfico definido.
COMPARACIÓN
Este taller fue un viaje al pasado y un repaso del perezoso presente que nos asalta desde la escena o alguna esquina de cualquier ciudad, donde su mejor teatro está en la calle y no lo hacen sus valiosos actores. Más que 20 horas para absorber ese valioso batiburrillo escénico, lo que se hizo fue un agradable y nostálgico ejercicio de imaginación para comparar o confrontar lo ocurrido afuera con lo que transcurrido en Venezuela desde 1993, porque buena parte de lo exhibido también se vio aquí, gracias a los festivales internacionales de Caracas, pero estos perdieron calidad y cantidad por sus gerencias improvisadas, y desaparecieron sin dolientes y “por inventario”.
Al final, este seminario arrojó un balance íntimo sobre la inevitable decadencia del arte de una comunidad cuando la comercialización o banalización se convierte en filosofía y dicta los derroteros de su vida cultural. Todo eso como consecuencia de la desaparición de sus mejores artistas y su mediocre sustitución, porque el arte no se decreta, como diría el más cuerdo marxista, si no que se preparan las condiciones objetivas y subjetivas y además se diseña y apuntala el mejor contexto para que finalmente irrumpa el talento creativo

viernes, septiembre 19, 2008

Rosendo sigue en guerra

Las sangrientas montoneras heredadas de la Guerra Federal no han culminado. Y para analizarlas y advertir sobre su peligrosa permanencia vive el dramaturgo Gilberto Pinto. Un caraqueño de 79 años, quien reitera que su “final de partida” no ha llegado aún y lo demuestra con un incesante trabajo intelectual, ya que su grave dolencia cardiaca no le impidió terminar la obra La visita de los generales. Y ahora se dispone a recibir un emotivo homenaje del grupo Thalia con el montaje de su pieza La guerrita de Rosendo, creado por el director Carmelo Castro, la cual se podrá ponderar desde el miércoles 1 de octubre en el Teatro Luisela Díaz del Caracas Theater Club, en San Román, donde permanecerá hasta el domingo 2 de noviembre.
Escrita en 1975, La guerrita de Rosendo es una oportuna ficción, inspirada en hechos reales y ambientada en los confusos tiempos de la posguerra federal venezolana del siglo XIX. Sus protagonistas, seres anónimos que pretenden continuar con su guerrita de montoneras, son personajes muy bien definidos, casi arquetípicos, que tiene gran vigencia tanto en la Venezuela actual, como en Latinoamérica. El protagonista es el mayor Rosendo Calcurían, un militarzote de las huestes “amarillas” que para escapar de sus rivales, una patrulla de “azules” se refugia en un rancho perdido en los llanos, pero hasta ahí lo sigue una misteriosa mujer que le tiende una celada, con sexo incluido, mientras ella espera a una escuadra de “amarillos”, quienes le harán un juicio sumario y lo fusilarán porque es un soldado corrupto y un abusador de sus poderes, especialmente con el sexo femenino. La metáfora es tan obvia que explicarla nos parece innecesaria, porque alude en gran parte “a lo que somos hoy en día. En lo que respecta a los valores de la pieza, la trama está montada sobre un suspenso que conecta al espectador de inmediato y en cuanto a los personajes, puedo afirmar que pasan por toda una gama de emociones que es difícil encontrarla en otro texto teatral”, puntualiza Carmelo Castro.
Gilberto Pinto es una de las personalidades del teatro venezolano contemporáneo. Basta revisar sus 18 piezas, muchas editadas y además escenificadas por toda América y Europa. Hay que recordar los valores de Los fantasmas de Tulemón, El hombre de la rata, La muchacha del bluejean y Pacífico 45. Y se encuentra en proceso de publicación por el Celcit un volumen con Un domingo de verano, El peligroso encanto de la ociosidad y El esclavo de la luna. Tambien ha escrito ensayos y por eso tiene: Reflexiones sobre la condición y preparación del actor, Gómez Obregón y su época y El Texto Teatral, notas y contranotas para jóvenes dramaturgos. Como actor y director ha interpretado piezas de Pirandello, Sastre, Camus, Chejov, Ionesco, Shaw, Rengifo, Brecht, O´Casey, Lorca, Miller, Strindberg, O´Neill, Beckett, Synge, Durremat, Coward, entre otros. Ha impartido clases en los más importantes institutos teatrales del país. Ha trabajado para la radio, el cine y la televisión.
Carmelo Castro afirma que siempre le ha preocupado la fragilidad de “nuestra memoria, defecto que nos lleva a condenar al olvido tanto a figuras como acontecimientos que han forjado nuestra historia como país y en el caso que me toca de forma directa, el teatro”. Le impacta enterarse como las nuevas generaciones no saben quien era Alberto de Paz y Mateos, de quien sólo queda su nombre en un teatro que está cerrado, y casi rayando en el escándalo por estar más cercano en el tiempo, Carlos Giménez, quien tanto influyó, entre otras cosas en la consolidación de un público a través del Festival Internacional de Teatro que inventó. “Gilberto Pinto fue mi maestro de actuación en la Escuela de Arte Dramático Juana Sujo, ya hace más de 30 años, A partir de ahí comencé a conocer los alcances de su obra. Por eso decidimos hacerle este justo homenaje al maestro”.
Sensualidad y suspenso
La propuesta de La guerrita de Rosendo no es hiperrealista. Está basada en la sensualidad y el suspenso planteados en el texto. La trama es cruda por el tipo de personajes y el momento histórico que les toca vivir. “María de las Casas, a quien invité para el diseño del vestuario, me dijo que mi puesta era poética y así quisiera describirla. La escenografía, creada por Héctor Becerra, tiene una sorpresa que capta el concepto de la obra. La música escrita por Leonardo Small e Hilda Carmona es sublime y contribuye al realce del espectáculo. Isaac D´Lima es el responsable de la imagen sobre la base de la fotografía de Guillermo Felizola. El diseño de maquillaje y de iluminación es de José Manuel Ascensao, cofundador de Thalía junto conmigo, hace 26 años. El reparto lo integran: Luis Serrano interpreta a Rosendo Calcurían, Maryeliz Montilla es Hermelinda, Daniel Landa es Cristóbal, Christian Rivero es Jacinto y Yeskar Fuentes es El Cunaguaro. Son jóvenes y talentosas figuras de la actuación que han asumido con profesionalismo y dedicación este inmenso reto”, asegura Carmelo Castro.


lunes, septiembre 15, 2008

Entre Jericó y Hamlet

Durante los años noventa del siglo XX se atascó el crecimiento del teatro venezolano. Una peste sin nombre diezmó a todo lo que había significado cinco décadas, por lo menos, en formarse y exhibirse. Un “hueco negro” devoró al gran motor de creación y gerencia que era Carlos Giménez, además del excelente director Enrique Porte y los dramaturgos José Ignacio Cabrujas y Fausto Verdial, y, por supuesto, varios actores y actrices de valía.
No está desierta la escena criolla de la centuria XXI gracias a un milagroso puñado de supervivientes y una briosa generación de relevo, salida en buena parte de la Escuela de Artes de la UCV, del Iudet y de agrupaciones independientes. Todos desafiaron a la guadaña del Sida, el alcohol, las drogas y las crisis cardíacas. El actual proceso lo dinamiza un conjunto de agrupaciones de jóvenes con ganas de ser sucesores de los ausentes y así lo demuestran día a día en escenarios de Caracas y otras poblaciones venezolanas. La diferencia de esta nueva cohorte de artistas con las anteriores es que sí saben de la importancia de la difusión de sus trabajos y para ello piden -esa es la palabra precisa- tener acceso permanente a los espacios teatrales y además que periodistas y críticos no los dejen solos, que los acompañen, porque recuerdan que el teatro es el más antiguo vehículo que se inventó la humanidad para comunicar e informar sobre hechos trascendentales de la comunidad, además de ser herramienta eficaz de la culturización y medio útil para las actividades lúdicas de la sociedad misma.
Y es por eso que la agrupación Teartes insiste con su temporada del Proyecto Hamlet hasta el 21 de septiembre en el sótano 1 del edificio San Martín de Parque Central, en el espacio de GA-80. Este experimento teatral, macerado con textos de William Shakespeare y Heiner Müller, rondaba desde hace varios años en la cabeza de Jericó Montilla y ahora lo presenta con su grupo, convertido en desgarrado hecho escénico, alejado de la palaciega idea shakesperiana y transformado en violenta ceremonia dentro de un decadente espacio underground. Ahí la tragedia por la conquista y el abuso del poder se plasma con ferocidad y masacra los más nobles sentimientos de los seres humanos, todo eso en medio de una alucinante saturnal con elementos y códigos de las contemporáneas y agresivas tribus urbanas.
Héctor Castro, Alí Rondón Pérez, Jariana Armas, María Claret Corado, Louani Rivero, Mónica Quintero, y Sara Valero Zelwer son los felices interpretes que agreden al público con textos, provenientes de la libérrima versión del poeta inglés, hilvanados con fragmentos de La maquina Hamlet del autor alemán. Y por si fuera poco, Jericó sumó al espectáculo una serie de imágenes escénicas influenciadas por el pintor Francis Bacon, para acentuar así el carácter plástico y simbólico de su propuesta, y llevar a los actores y la audiencia por los más oscuros caminos del alma, donde lo cándido es sombrío, borroso y desfigurado.
No hay que olvidar que el Hamlet de Shakespeare se centra en dos aspectos fundamentales para la sociedad isabelina: la familia y el poder. Los que después han asaltado las páginas de tan sórdida pieza han buscado lo oculto que dejo ahí sepultado el poeta de Avon. Müller hizo lo suyo y por eso inventó una “maquina que muele gente”, en sentido figurado, para mostrar el monstruoso aparato que los nazis crearon para conquistar el poder y las conciencias de su pueblo primero y después lo intentaron con el resto de Europa. Lo que ocurrió ya es una historia que ha servido para lucrar a unos vivos, pero la formula que patentó Adolfo Hitler no está sepultada y eso es lo que pretende demostrar este venezolana que tiene hasta un nombre con resonancias bíblicas: Jericó.
Es, pues, un trabajo inteligente y de mucha fuerza escénica o de violencia actuada. Una muestra del teatro que viene para este siglo XXI, un teatro que puede aturdir el público desprevenido, donde pululan Hamlets y despechadas Ofelias, donde abundan traidores tíos y madres disolutas, y donde siempre esta oscilando, cual péndulo trágico, la eventualidad de una invasión disfrazada por un amistoso Fortimbras.¡Nunca el príncipe Hamlet fue tan contemporáneo y no es precisamente por el juego que se inventó Müller!

El poeta Ramos Sucre revive en el teatro

Al ciudadano José Antonio Barrios Valle no le gusta decir cuándo nació, ni tampoco dónde. Pero, convencido de la inutilidad de su secreto a voces, “porque esta cara me delata”, reconoce que es oriundo de Cádiz, Andalucía, España, y su primer grito “lo di a las diez de la noche del 22 de julio de 1964, como lo cuenta mi madre Maria Antonia”.
Explica que su resistencia a detallar su origen es para evitarse “desagradables detalles xenófobos” de los disociados, que por ahí existen, “engavetados la mayoría”, quienes no saben que él hizo todos sus estudios aquí en Caracas, porque lo trajeron a los ocho años y gracias a ello ahora avanza con una nueva generación ascendente de dramaturgos venezolanos, “porque sí pertenezco a este país”.
Y al entrar en confianza da la noticia que justifica este reportaje:
-Acabo de ganar el Primer Concurso de Dramaturgia Breve Gilberto Pinto, organizado por la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, según el veredicto, unánime, del jurado que integraron los dramaturgos Rodolfo Porras, Gustavo Ott y Carlos Arroyo. El galardón consiste en mil quinientos bolívares fuerte y la publicación de mi obra Mi reino por un sueño…una cuerda tensa a punto de romperse. Ellos avalaron su decisión porque en mi pieza encontraron, como registra la respectiva acta, “un carácter innovador propuesto en la estructura dramática, la creación de atmósferas, la visión humanista y poética de los personajes, así como un consistente dominio de la escritura escénica”.
-¿Por qué el teatro?
-Escribo para que los personajes que están en mi interior puedan ser escuchados. Siento que al escribir teatro los personajes que salen de mí o se me presentan, pueden tomar el cuerpo del actor y vivir mientras dura cada función. Se materializan y expresan sus inquietudes. Persigo o anhelo ser escuchado especialmente a través del montaje de mis obras.Mis primeros maestros y de quienes recibí mayores influencias en mis comienzos dentro del teatro en general y especialmente en mi formación como actor fueron Carlos Giménez y Enrique Porte, con quienes realicé sendos cursos en 1981 y 1983, respectivamente. Además hice diversos talleres con otros maestros. En la dramaturgia he recibido excelentes enseñanzas de profesionales como Marcos Purroy, Gustavo Ott, Mónica Montañés, José Gabriel Núñez y Elio Palencia.
-¿Cuántas obras escritas hasta ahora?
-Hasta ahora, en global, son 13 piezas, que yo divido en cinco obras largas, más un monologo y ocho mini-obras o mínimas. De las cinco, tres han recibido premios. Mi ópera prima, La cotufa no baila más, una leyenda urbana del Parque Central, ganó el Premio de Dramaturgia Fundarte 2006. La penúltima, El sitio, quedó en tercer lugar en Inglaterra en el Concurso Premio CASA de Dramaturgia Venezolana 2008 y la última, por ahora, Mi reino por un sueño... una cuerda tensa a punto de romperse acaba de ganar el concurso de la Casa Andrés Bello.
-¿Cuáles son las temáticas de sus obras?
-Hasta ahora me han interesado temas como el absurdo en las relaciones humanas dentro del entorno urbano, la incomunicación, los dramas de algunos personajes históricos y la intolerancia.
La poesía siempre me ha habitado y trato de canalizarla en mis obras de teatro e incluso tengo tres poemarios hasta ahora inéditos. Mi nueva obra surgió durante un taller de poesía que efectué el año pasado 2007 en Monte Ávila Editores bajo la guía de Miguel Márquez. Fueron momentos maravillosos los que allí compartimos ya que disfrutamos tanto de la poesía de diversos autores, pero me atrapó la obra y la vida de José Antonio Ramos Sucre (Cumaná, 9 de junio de 1890/Ginebra, 13 de junio de 1930). Decidí profundizar en ese malogrado venezolano y en sus escritos. Leí sus poemas, sus cartas y las biografías escritas por gente que lo conoció. Así surgieron diversos personajes, acciones, situaciones y se fue armando la estructura escénica de mi obra, que ha resultado premiada. Ahora espero que algún director se enamoré de ella y la escenifique, porque sería exaltar al gran poeta que fue Ramos Sucre. Es posible que para el Festival Festea 2009 Mi reino por un sueño…una cuerda tensa a punto de romperse pueda verse en escena.
-¿Cómo son sus relaciones con grupos y directores interesados en sus obras?
-Considero que he tenido suerte en este sentido ya que las relaciones han sido armoniosas y respetuosas. Mis textos crecieron y se enriquecieron con los aportes y la creatividad de las agrupaciones y los directores que hasta el momento se han interesado en mis obras.
-¿Le interesa escribir para el cine y la televisión?
-Me interesa muchísimo, recientemente he tenido el privilegio de participar en talleres de guiones cine y televisión con profesionales como Patricia Kaiser e Ibrahim Guerra. Por lo tanto es una asignatura pendiente. Hacia allá pienso dirigir mis próximos pasos, sin abandonar por supuesto la escritura para el teatro.
EQUIPAJE TEATRAL
Barrios Valle tiene en su haber cinco obras largas: La cotufa no baila más, una leyenda urbana del Parque Central (estrenada en 2006), ¡Que bodas tienes tú! Cursillo pre-matrimonial para parejas indecisas, Rasputín en Caracas, El sitio y Mi reino por un sueño... una cuerda tensa a punto de romperse.
Añade el monólogo La novia viuda. Y cierra con ocho piezas mínimas: De la Carraca a Palo Verde... un metro para Miranda, El año del perro, Punto y coma, Pañito blanco para el altar, Doble despecho... ese bolero ya no es para ti (2007), La novia es mi hijo, Me sacó la piedra y Barajita repetida no llena álbum (estrenada en 2008).

sábado, septiembre 13, 2008

Elio Palencia vive de la escena

Durante las dos últimas temporadas teatrales caraqueñas, tres de sus 22 obras ganaron premios de la Alcaldía del Municipio Libertador. Pero La quinta de Dayana (2007), Penitentes (2008) y Mi hermano José Rosario (2008) -montada por la agrupación Abrapalabra- no le dieron suficientes bolívares como para irse de vacaciones o dedicarse de lleno a la dramaturgia, que es su gran pasión. Y es por eso que Elio Palencia (Maracay, 13 de diciembre de 1963) prosigue escribiendo con el equipo responsable de la telenovela ¿Vieja yo? , que transmite Venevisión.
“En el canal 4, donde trabajo desde hace tres años, estoy bajo la batuta de Mónica Montañés, a quien conocí durante el proyecto Voltea pa´ que te enamores. Ella, junto con otros escritores, como Leonardo Padrón y Alberto Barrera, ha retomado el hilo sembrado por Cabrujas, Garmendia y Chalbaud para hacer una televisión comercial de calidad, y, sobre todo, ética, entretenida y respetuosa del espectador. Además, la cinematografía, que era una asignatura pendiente, ya cuenta conmigo. Hice un taller de guiones y la Villa del Cine me premió llevándolo a la pantalla. Se trata de Una casa pa´maita, versión de La quinta de Dayana, protagonizada por el transexual colombiano Endry Cardeño, bajo la dirección de Eduardo Barbera. No me puedo quejar: trabajo para el teatro, la televisión y ahora el cine. Vivo, pues, para las artes escénicas”, puntualiza Elio.
Desde niño, comenta Elio, su vocación fue definida por una especie de encantamiento hacia todo lo que fuera “representación”. En la escuela reunía a compañeros y rayaba algunas líneas para ser montadas. Igual en el liceo y al entrar la universidad, fue la gran definición vocacional, el descubrimiento de un camino y el principio de una visión hacia lo creativo en el teatro en paralelo con su propio crecimiento vital. Terminó sus estudios en Turismo, empezó Sociología, que no terminó, porque la mayor parte de su tiempo estaba ganada por el intento de profesionalizarme. Es decir, comenzó a escribir desde el hecho teatral en sí, por necesidades expresivas dentro de la escena, donde se inició como actor y luego fue interesándose por otros campos y posibilidades de contenido y forma, tanto en la dramaturgia como en la puesta en escena y la producción, a cuyos círculos casi siempre he estado ligado. De hecho, varias de sus piezas han sido escritas para colectivos de actores, en una dialéctica creativa con ellos y también con directores. Porque para él la pieza termina de escribirse sobre el escenario. Los demás géneros literarios le han dado cierto pudor, aunque se atrevió con la prosa y tiene una serie de relatos que, bajo el título de Re-sentir, abordan un tema recurrente: el de la memoria, pero desde la perspectiva de un niño.
A pesar que sus obras mantienen demanda de público y los artistas las buscan para escenificarlas, Elio comenta que hay un peligroso letargo en el teatro venezolano, después que durante los años setenta y ochenta se vivió un fenómeno inédito. Detecta una indefinición o aturdimiento respecto a la escena, una medianía que parece haber sido definida por el mercantilismo de la última década. “Pero hay gente como Xiomara Moreno, y agrupaciones como Teatrela, TET, Textoteatro, La Bacante y Contrajuego, además de los festivales de Occidente y de Oriente y unos cuantos creadores emergentes. Creo que en ellos está el hilo, la conexión con riguroso nivel de compromiso con el arte teatral, que en la medida de su coherencia es compromiso con la sociedad. Creo que es importante destacar la edición de la dramaturgia y vaya mi reconocimiento a la iniciativa de la editorial El perro y la rana, pero gran parte de la construcción de un teatro nacional pasa también por montar lo que escriben sus dramaturgos, y además montar bien sus piezas y llevarlas a todos los rincones del país. Pero sobre toda es necesario revisar a la política teatral oficial como inversión social y eso pasa por darle a los creadores una vida digna, propiciando su perfeccionamiento para que puedan dar lo mejor de si a los demás. La reivindicación del creador teatral sigue siendo una deuda histórica”.
Las minorías
Su teatro toca temas que van desde el Sida hasta la transexualidad, la homosexualidad y otros más. Defiende lo que escribe porque el teatro es un espacio posible para lo que no existe y puede ser. Y también para que “precisamente salga a la luz la diversidad que somos. Las minorías son parte de nuestra sociedad, la enriquecen y deben ser respetadas”. Su debut fue en la temporada caraqueña de 1990, cuando el Centro de Directores para el Nuevo Teatro le montó Detrás de la avenida. Desde entonces ha presentado: Penitentes, La quinta de Dayana, Un patio, dos islas, De bodas, Carmiña, una yegua de otra tierra, Pasajeros, Doña Bárbara, la perfecta ama de casa, ¿Niña o hembra?, Anorexia, rapsodia náutica, Del Alma Querida, Mi hermano José Rosario, La reina del soufflé, Arráncame la vida, Fronteras, Campeones, Escindida, Sintonía o... ¿hay un extraño en casa?, Habitación independiente para hombre solo, Secuestro Rosa, Camino a Kabaskén y Oasis Pub.

lunes, septiembre 08, 2008

Marina Baura reaparece en el teatro

Presenciamos el debut del director Carlos Omobono (Caracas, 1959), durante la noche del 18 de enero de 1979, en la sala Juana Sujo del Nuevo Grupo. Fue con la comedia Mónica y el florentino de Isaac Chocrón, quien celebró así, con un puestista que insurgía y una actriz que ya descollaba, Elba Escobar, sus primeros 20 años teatrales. ¡La memoria siempre reitera la importancia de la historia!
Mucho teatro ha visto Caracas durante los últimos 29 años y es seguro que las mejores épocas vendrán, precisamente cuando los elencos de sus exigentes espectáculos tienen actrices de la talla de una Marina Baura, “estrella” de la mejor televisión venezolana exhibida durante en los últimos 50 años. Y por ello, Carlos Omobono puso su granito de arena al llamar a la venezolana Julia Pérez (nombre legal de la primera actriz, nacida en Vigo, España, el 1 de noviembre de 1941), para encarnar a Graciela, obstinada colombiana que después de 12 años de matrimonio opta por deshacerse de su marido, tal como lo escribió Gabriel García Márquez en Diatriba de amor contra un hombre sentado, el único monólogo que se le conoce al Nobel de Literatura 1982.
Diatriba de amor contra un hombre sentado no es otra cosa que el conflicto entre la dicha pública y la infelicidad privada de la mujer que pretende festejar sus bodas de seda, pero Graciela se quita la máscara y descarga sus frustraciones y en especial arremete contra la frialdad íntima del esposo -“se nos agotó el amor de tanto usarlo”, como dice la canción- al parecer cansado de ella, quien aún es diestro seductor de jovencitas y posiblemente menos poderosas económicamente.
Este monólogo, estrenado hacia 1988 en Buenos Aires y ocho años después en Bogotá, es una bella pieza literaria. Todo un exacerbado alegato sobre la infelicidad de la mujer que lo tiene todo, menos la paciencia ante la desaparición del amor que la unió a su marido. Pero los 90 minutos que consume el montaje caraqueño son insoportables ante la carencia de teatralidad del texto, a pesar de las hábiles alusiones y guiños musicales que el director hace con la cantante venezolana Maria Teresa Chacín y los juegos de los actores con la escenografia creada por Valentina Herz para animar la escena.
La impactante performance de Marina Baura y la estoica participación del joven intérprete José Alex Romero, como “el marido”, lograron atrapar al cómplice público del estreno, función fatal por fallas con el sonido, pero que fue exorcizada con los positivos deseos de los entusiastas amigos del elenco y del director, además de los interesados espectadores ante la aparición de una nueva compañía productora de espectáculos teatrales, el Grupo Halternativa.
Marina Baura demostró que está en plena madurez de su carrera actoral, tiene un mágico dominio de escena y una habilidad única para obviar desatinos técnicos y hacer llevadero el tiempo escénico lastrado por la fantástica abundancia literaria del escritor. ¡No siempre los novelistas son buenos dramaturgos,aunque trabajen con las palabras; los buenos autores teatrales hacen poesía escénica, o sea manejan aquello que los teóricos llaman "dramaturgia de la imagen" o están en vías de conseguirlo
El director Carlos Omobono debe cortar tanta prosa literaria para salvar la teatralidad, precisamente después que les “rebajò” las bodas de plata a la pareja y se las convirtió en bodas de seda. Hay que volver a Escena 8 para ver si es cierto que el director Carlos Omobono hizo los cortes precisos que aligeran la pieza y la hacer más soportable para el público o el crítico de las mil cabezas, con lo cual los actores, especialmente Marina Baura, tendrán más oportunidad de lucirse

A Isaac Chocrón nunca le gustó el disfraz femenino

A sus 78 años, que los cumple el próximo 25 de septiembre y con no menos de 30 libros, entre piezas de teatro, novelas y ensayos, presentes en su dilatada, positiva y premiada hoja de vida, el escritor maracayero Isaac Chocrón niega, rotundamente, que tenga entre sus proyectos entregar una pieza literaria relacionada o vinculada con la transexualidad y otros temas tan densos como ese. Él, nos dijo: “nunca en mi vida me interesó disfrazarme de mujer; siempre he sido una persona definida en mi vida y eso se puede ver en mi saga personal o leer en mis obras, donde no hay disfraces. Respeto a los que lo hacen, pero eso no me interesa a mí”.
-Lo vimos al lado de Mario Vargas Llosa, el pasado 16 de agosto, mientras presenciaban una función de la pieza Al pie del Támesis, donde el escritor peruano plasma una metáfora sobre la transexualidad de uno de sus personajes. ¿Qué pasó? ¿Qué hablaron?
-Sí, ahí nos vimos. Conozco a Mario desde hace varias décadas, es un caballero muy fino; además, pudimos hablar previamente, de varios temas, en un restaurante en el Trasnocho Cultural y conmigo tuvo una especial deferencia.
-¿A dos años de haberse estrenado Los navegaos, dirigida por Michel Hausman, ya tiene otra pieza lista?
-Sí, la tengo lista, pero no puedo revelar todavía su nombre, ni su contenido. No se debe contar el cuento hasta su debido momento, porque cuando se cuenta se va. Es una vieja costumbre del mundo del teatro. No es sano hablar antes de que el proyecto esté bien definido, especialmente en aquello de los elencos.
-¿Y el director quien sería?
- El mejor o el de siempre. Será uno de los que siempre ha sido.
-¿Entre Ugo Ulive, que está retirado, y Michel Hausman a quien elegiría?
- No sé, aunque Ulive que, es mi gran amigo, podría regresar, y Hausman es un brillante joven, preocupado en incrementar su talento como director y productor de bellos espectáculos. De eso hablaré después, te lo aseguro.
-¿También tiene otra novela para publicar?
-No, no estoy obligado a decir lo que estoy haciendo. ¿Verdad? No quiero advertir sobre lo que proyecto. Pero insisto, que cada vez es más difícil escribir, porque la suerte del éxito es que te estimula, pero lo difícil del éxito es que te exige.
-Una persona que escribe todos los días, desde las nueve de la mañana hasta la una de la tarde, primero a con la zurda y después lo vierte en la computadora, debe tener un cerro de piezas terminadas. ¿De acuerdo?
-Eso es verdad, escribo todos los días, sin que la fecha me detenga o me lo impida. Si no escribo, paso el resto del día malhumorado, me deprimo, y siento que no valgo la pena. Antes terminaba más rápido las obras, pero ahora todo es más lento o más madurado. Lo hago poco a poco y sin ningún apuro. No me interesa estar figurando en los medios de comunicación todo el tiempo. Insisto: si yo dejo de escribir no tengo razón para vivir. Uno escribe lo suyo, en mi caso mis obras teatrales o mis novelas, y las lanza al mundo para que vivan sus vidas. Yo, a diferencia de los padres, de papá y mamá que se pasan toda la vida educando a los hijos y después los hijos no los ayudan, mis obras si me hacen llegar plata, o sea, los respectivos derechos de autor, porque los empresarios me pagan.
-¿Prefiere el bajo perfil, a estas alturas de la vida?
-Sí, como me lo dijo un amigo, “si sigues así, de bajo perfil, de vas a convertir en una versión de la Greta Garbo".
-¿Quiere ser la Greta Garbo del teatro venezolano?
-No, nada de disfraces; aclaro. Ella, Greta Garbo, vivía en las inmediaciones del edificio de la ONU, en Nueva York, al lado del building donde moraba Truman Capote. Ella salía desde su apartamento, hacia las cinco de la tarde, vestida con impermeable y con una pañoleta en la cabeza, además de unos grandes lentes oscuros, para pasar desapercibida, mientras iba a la farmacia o alguna tienda. Todo el mundo sabía que era ella, pero nadie la inoportunaba. Paseaba en paz y sin alboroto por su barrio.
-¿Usted no se disfraza para salir a la calle?
-No, ni soy tan famoso como la Garbo, pero si quiero caminar sin que tenga estar dando explicaciones a la gente sobre tal o cual tema.
CUMPLEAÑOS
-¿Cómo celebrará su 78 cumpleaños?

-Para esa fecha no estaré en Caracas.Es posible que viaje, así lo tengo planificado.
-¿Qué aspiraciones tiene al arribar a 78 años?
-Cuando cumplí 75 años dije que tenía todas las imaginables. Eso lo reitero ahora.
-¿Qué más espera de la vida?
-Todo.
-¿Y como profesional de las artes que espera?
-Mucho.
-¿Qué pasó con sus obras en el exterior?
-Se siguen representando; el año pasado montaron O.K. y este año le tocó el turno a Escrito y sellado. Ambas producciones lo hizo el grupo Repertorio Español, en Nueva York. Es posible que lleven a escena Los Navegaos, porque el director Rene Buch está enamorado de esa pieza. No olvides, que mi debut teatral fue el 9 de marzo de 1959, cuando Romeo Costea montó, en el Teatro de Bolsillo, que pertenecía al Instituto Venezolano Francés, mi ópera prima Mónica y el florentino. El año próximo cumplo mis bodas de oro teatrales. Seguiremos hablando.
-¿Cuál es su balance de vida al arribar a los 78?
-Yo te dije, hace tres años, que quiero hablar siempre de mi presente y mi futuro. No quiero que me pregunten cosas como si ya hubiese acabado todo para mí. Esos balances los deben hacer los periodistas o los críticos. Eso del debe y el haber en el libro de la vida no va conmigo, porque soy un vitalista, un hombre que lo que ha hecho es vivir, más nada. No quiero hacer ese trabajo de contable. Tú has leído mis novelas y visto mis obras, por lo que esa tarea te corresponde a ti.

domingo, septiembre 07, 2008

Otros días felices para trasnocharse

¿Qué piensan los teatreros cuando eligen y escenifican una obra? Ni ellos mismos lo saben o pueden explicarlo. Hay un mágico mecanismo cultural que les impone tales decisiones cruciales, en las que pueden perder o ganar prestigio, además de los aplausos de los espectadores, que en ocasiones no los toman en cuenta. Declaran vaguedades para salir del paso y nosotros lo que hacemos es ver sus producciones y opinar sí es importante lo hecho o no tomarlos en cuenta, ni tampoco escribirles la reseña. ¡Porque la ausencia de crítica es de por si una crítica!
Recalcamos esto, frecuente en el contexto caraqueño, porque hemos visto en la temporada 2008 sendos montajes de la obra Los días felices, de Samuel Beckett: una producción de la Compañía Nacional de Teatro, con puesta en escena de Dairo Piñeres, y otra, que se exhibió, en la Sala Plural, lograda con la suma de los aportes creativos de los actores Haydée Faverola y Marco Villarubia, el director Humberto Ortiz y el maestro de la escenografía Fernando Calzadilla.
Los días felices fue escrita por Beckett a comienzos de los años sesenta, después que el escritor vio a la esposa de un amigo enterrada hasta el cuello en la arena de una playa francesa. El artista poetizó aquello y desde que la estrenó se convirtió en referencia esencial del teatro contemporáneo. Ahí plantea su metáfora con Winnie, distinguida señora que es engullida lentamente por una especie de roca (en el segundo montaje caraqueño es un monumental mesón de cocina), mientras ella parlotea y proclama lo feliz que se siente, al tiempo que está pendiente de su esposo Willy, quien duerme o lee o no hace nada. Winnie aparece en el primer acto inmovilizada hasta la cintura, pero en su constante hablar, enmarcado por la manipulación de distintos elementos, evoca una felicidad que parece contradecir su situación. Su pareja, Willy, la escucha parlotear sin prestarle mucha atención. Winnie habla, discute, recuerda, regaña a Willy, lo aconseja y no cesa de intentar puentes comunicantes. El constante empeño del personaje por ser feliz pareciera darle sentido a su existencia. En el segundo acto, Winnie está ya imposibilitada hasta de manipular los elementos que aún la rodean. Las palabras y sus silencios se hacen, entonces, sus únicas verdades. Ella sigue apostando por la felicidad.
Y, como es obvio, el público queda preguntándose por qué o para qué todo aquello. Preguntas que sí tienen respuestas en función de la capacidad de análisis de cada uno o tomarse el espectáculo como un acto lúdico más, esto por supuesto no es tan fácil porque el teatromaníaco es crítico por naturaleza, no traga entero jamás.
Pero gracias al montaje de Ortiz y Calzadilla, muchas cosas quedan aclaradas, por el preciso y ejemplar trabajo escénico materializado con los actores Faverola y Villarubia. Se trata de uno de los montajes más decantados que hayamos visto en muchos años de ese difícil texto beckettiano y, además, es una de las producciones más inteligentemente pensadas y realizadas para la reflexión y el disfrute del público, que sale favorecido ante ese desborde creativo destinado a materializar el crítico pensamiento del autor sobre la sociedad burguesa contemporánea, entregada al insaciable consumo como única meta o razón para su existencia.
Este montaje hace “digestivo” el espectáculo de tan absurda obra, gracias a la solución escenográfica creada por Calzadilla y al orgánico trabajo actoral de Faverola, gracias a sus transiciones y a esa patética resignación que trasmiten sus músculos faciales y los tonos de su bien colocada voz, todo eso acompañado por el sonido de una cortina de varillas metálicas que ocultan al indispensable Willy (Villarubia). Hay un laborioso trabajo de dirección, una lectura escénica sobre el pensamiento de Beckett, apuntalado en algo más que un aporte escenográfico. Fue tan acertado el trabajo de este equipo, que un jurado de cinco críticos concedió los Premios Municipales a la Mejor Actriz y al Mejor Dispositivo Escenográfico.
Agradecimientos
Fernando Calzadilla agradece el Premio Municipal de Escenografía por Los días felices en el Espacio Plural de Trasnocho. Y subraya que nada pasa en el escenario sin la presencia del actor. “Doble mi fortuna en este caso, porque además de mi reconocimiento también se reconoció a Haydée Faverola, quien junto con Marco Villarubia, fue quien le dio vida a lo que de otra manera hubiera sido simplemente parapeto. Además del reconocimiento que esto significa para Humberto Ortíz, director de la obra y por ende guía del espectáculo, estos premios son para los que seguimos creyendo en el teatro sin diferencias ni categorías. Este preámbulo es para decir que este premio es además muy especialmente para Moisés Guevara, director artístico de Trasnocho, quien con su visión y apoyo a hecho posible que este espectáculo, y tantos otros como este, hayan tenido lugar y expresión”.

martes, septiembre 02, 2008

La jaula de Rajatabla

Al morir el director argentino-venezolano Carlos Giménez (28 de marzo de 1993) se dijo, con cierta perversa intención, que la agrupación Rajatabla desaparecería en semanas. No ha sido así. El actor Francisco Alfaro (Madrid, 24 de octubre de 1950) asumió la gerencia y lleva tres lustros luchando para que la nao no se hunda, pero carece de un director artístico a la altura del finado, algo imposible de conseguir, aunque sí podría haberse ejercitado. Se aplicó la formula de “un esteta para cada montaje”, con lo cual las características vanguardistas de la agrupación sí desaparecieron. ¡Craso error, pues se trata de una institución dedicada a la producción de espectáculos teatrales de índole artística!
La institución, que ya tiene más de 100 piezas escenificadas a lo largo de sus 37 años (28 de febrero de 1971), prosigue visitando algunas ciudades claves de la provincia, aunque las giras internacionales son menos frecuentes, y mantiene activa su “fabrica de actores” con el Taller Nacional de Teatro (TNT). Con las ganancias que deja la administración de una taguara, instalada en el patio de su sede, donde venden cervezas y pasteles de queso, y unos cuantos bolívares fuertes provenientes del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, la Rajatabla de Alfaro puso en marcha un proyecto destinado a promover la dramaturgia venezolana. Hizo un concurso y seleccionó cuatro piezas para la temporada 2008 que finaliza en noviembre. Ya mostró Los dioses del sur de Vicente Lira y Cont@cto de Carmen García Vilar. Actualmente exhibe La jaula big shop de Héctor Castro y cierra con José Amindra de Roberto Azuaje.
La jaula big shop, dirigida por José Sánchez y con la participación de Gerardo Luongo, Yurahy Castro, Rossana Hernández, Wolmar Coronado, Freddy Buitrago, Elvis Chaveinte, Vicente Peña, Flor Colmenárez, Ignacio Marchena, Jhonny Torres, Carlos Núñez, Miriam Pareja y Pedro Pineda, no es más que el bar-prostíbulo del municipio Bergantín. Un antro donde más de 12 parroquianos y las meretrices luchan contra el hastío y además preparan una parodia teatral del Descubrimiento de América. Todo eso fracasa por un “golpe de Estado” de la policía contra el alcalde.
Lamentablemente, esa “jaula” no supera las comparaciones con otras dramaturgias criollas y muestra “las costuras” de piezas famosas como El pez que fuma de Román Chalbaud, La revolución de Isaac Chocrón, Baño de damas de Rodolfo Santana, A 2,50 la cuba libre de Ibrahim Guerra y Calígula de José Simón Escalona, las cuales, en su momento, plasmaron a un país convertido en un burdel donde se resuelven problemas sociales, políticos y hasta culturales. No es malo que se tomen detalles de otras obras altamente significativas, pero el texto de Castro no alcanza la intensidad ni la densidad de las aludidas ni tampoco logra parodiar a José Ignacio Cabrujas en su Acto cultural. ¡Con esos seis textos sí se habria podido hacer un insólito cóctel teatral...pero había que arriesgar y eso es lo que ahí faltó!
Y por si fuera poco, al montaje le faltó “carne” y acción para ser un auténtico espectáculo vivo, con lo cual las falencias del texto son más obvias. Se desperdició la oportunidad de crear un cálido carnaval con las rameras interactuando con el público y lograr así esa perenne fiesta característica de los botiquines populares. Un teatro lúdico donde el accionar de la audiencia pudo ser parte importante del montaje. ¡La nostálgica pista musical es excepcional por los temas utilizados!

lunes, septiembre 01, 2008

Los dos no hicieron esperar a los coreanos

¿Qué pasará en una sala de espectáculos sí los actores no acuden a su cita con el público? ¿Podrá alguien del personal técnico suplir esa inesperada ausencia?¿Qué reacción tendrían los espectadores cuándo presencien una función improvisada por los acomodadores o los tramoyistas? ¿Ha nacido una nueva manera de encarnar el teatro o la danza?
Esas preguntas y otras las estará respondiendo, desde el escenario, la agrupación Dramo con su espectáculo Esperando a los dos, el cual, en representación de las sufridas y nunca bien comprendidas artes escénicas venezolanas, participa mañana en la gala inaugural de la decimoséptima edición del Festival Nacional de Danza de Corea, en la ciudad de Mokpo.
Sí, Esperando a los dos, estrenado en el Ateneo de Caracas durante la temporada 2006, fue invitado para que lo aplaudan los coreanos, después que aquí lo vieron los organizadores de ese importante evento de la nación asiática.“Es una oferta que significa un reto, ya que vamos a mostrarnos ante una sociedad culta, con otra lengua y diferentes códigos de valores, pero estamos seguros comprenderán y además disfrutarán nuestro lenguaje escénico occidental. Es un reto que aceptamos y mucho más en estos tiempos tan difíciles”, puntualizó Miguel Issa, director de Dramo y uno de los interpretes que, con Eliana Santander, viajó a Corea del Sur el pasado sábado, después de celebrar el Premio Municipal de Teatro del Municipio Libertador, en su categoría de Mejor Espectáculo para Niños, con la pieza musicoteatral La zaranda, el cual fue anunciado el pasado jueves.
Issa explica que Esperando a dos es un espectáculo donde se combina la danza y el teatro, el cual plasma a dos personajes que trabajan como acomodadores en una sala teatral y quienes, al no llegar los actores del espectáculo de ese día ellos, deciden asumir poco a poco una nueva obra, la cual van creando a partir de todo lo que hasta ese momento se ha presentado en ese espacio.“Esperando a los dos no es otra cosa que un homenaje a los artesanos del teatro, por parte de los trabajadores detrás de bastidores, seres que han visto más espectáculos y las vidas secretas de esos montajes que cualquier crítico y que con su sabiduría referencial pueden o son un verdadero medidor para valorar la calidad de un espectáculo”, afirma.
SAGA DE UNA PASIÓN
Miguel Issa (Caracas, 1962) quería ser cantante lírico, pero su instrumento vocal no dio, o no tiene, los registros adecuados. Eso no lo detuvo y logró estudiar música en la Escuela de Artes de la UCV, donde se licenció hacia 1991. A instancias de Luis Viana participó en su agrupación coreográfica. Eso le gustó tanto que trabajó en varios espectáculos y especialmente con Acción Colectiva, compañía de danza y teatro físico creada en 1985 por iniciativa de Carlos Orta, Julie Barnsley y Diane Noya, y donde además intervinieron Leyson Ponce, Juan Carlos Linares, Pedro Osorio, Marieli Pacheco, Eleonora González, Enid Narváez, Carlos Mujica, Alfredo Orueta y Jacqueline Simonds, entre otros.
Ahí permaneció seis años, hasta que con Leyson Ponce crearon Dramo (Dramaturgia del Movimiento), que desde 1995 se ha caracterizado por abordar la creación a través de la fusión de los lenguajes del teatro, la danza, la ópera, el cabaret, el circo, el ilusionismo y el video.
En 1996, Dramo debutó con Gastone e Meraviglioso y en 1997 presentó Ella, María Callas y Nosferatu, ladrón de cuerpos. Desde entonces no ha detenido su trabajo artístico, donde el entrenamiento corporal o el intenso adiestramiento físico es fundamental para la creación de nuestros espectáculos. En 1998, presentó Medea Material de Müller y la ópera Lo Speziale de Haydn; en 1999, exhibe el auto sacramental El Divino Narciso de Sor Juana Inés de la Cruz y Pascua.
Para el año 2000 realizó una versión de La Divina Comedia de Alighieri y la opera de Kurt Weill: Los siete pecados capitales. En el 2001, entregó La canción de los niños muertos, inspirada en las canciones de Gusta Mahler. En el 2001, creó el espectáculo R.S.V.P., versión de Esperando a Godot de Beckett, y Chez Raymonde. Para 2003, mostró El Mistral y en 2004 estrenó una versión de la ópera La gata Cenerentola y La Fiesta de los Barrosos.
En 2005, Dramo celebró sus diez años con el remontaje de las obras más emblemáticas y Café Inmigrantes. En 2006 produjo Caracas Itinerante, Esperando a los dos y Caracas Intima, bajo la dirección de Miguel Issa. Para el año 2007 estrenó La Zaranda, creada por Miguel Issa en coproducción con la Fundación Morella Muñoz, y El vuelo del ilusionista de Leyson Ponce.
Dramo ha presentado sus trabajos en Francia, ItaliaPortugal, Chipre, México, Colombia, Costa Rica, Indonesia y en Venezuela, además participó en diversas ediciones de los Festivales Internacionales de Teatro de Caracas, de Oriente, de Occidente, de Maracaibo, de Danza, de Solos y Duetos del Ministerio de la Cultura.
ESPECTADORES Y TÉCNICOS
Desde su primer temporada, Esperando a los dos, durante los meses de julio y agosto de 2006, en la sala Horacio Peterson, hasta sus últimas presentaciones en el Espacio Plural del Teatro Trasnocho, de febrero a mayo de 2008, ha sido exhibido 70 veces y ha contabilizado 7.540 espectadores. Para esta creación de Miguel Issa, exhibe un diseño de iluminación resuelto por Gerónimo Reyes; un dispositivo escénico, vestuario y maquillaje, logrados por Edgar Gil; una pista de musicalización y una edición musical donde interviene Miguel Issa y Eduardo Arias. Mientras que las labores de coordinación de escenario y del equipo de producción, cuenta con las fuerzas y las voluntades de Adriana Issa, Alma Kochen y Yarua Camagni y, nuevamente, Edgar Gil.