domingo, diciembre 30, 2007

Carmelo Castro labora por El Cabito

Su tío abuelo confía en la supuesta brutalidad del compadre Juan Vicente Gómez y la historia de Venezuela resulta diferente durante el siglo XX. Ahora Carmelo Castro (Caracas, 6 de diciembre de 1954) se dedica a recopilar material para los guiones de una película o una miniserie reivindicatorias sobre ese auténtico antiimperialista: Cipriano Castro. Un brioso general que se apodera de Caracas con los guerreros de su triunfante revolución libertadora, el 22 de octubre de 1899; pierde la Presidencia de la Republica el 19 de diciembre de 1908, sin disparar un solo tiro, tras gobernar a la convulsa nación y además desafiar a las potencias internacionales. Condenado al ostracismo, fallece en Puerto Rico, el 5 de diciembre de 1924, a los 65 años.
Carmelo Castro, el cuarto de esa dinastía de laboriosos andinos y por ende sobrino nieto de El cabito, como también se conoce al legendario general, no vive de la gloria de su antepasado, a quien ignoran sus auténticos valores revolucionarios. No vive del cuento ajeno y por eso es un trabajador cultural que destaca en el ámbito del teatro infantil o para niños con su grupo Thalia, además de ser todo un respetable escritor o libretista para la televisión, nacional e internacional, especialidad que muy pocos cultivan con éxito.
Carmelo, educado en diversas escuelas públicas, se vincula desde los 11 años a las artes escénicas, gracias al profesor Eduardo Cortina, y participa en actos culturales sobre personajes históricos caraqueños. Después, en el liceo Francisco Fajardo, dirigido por Gilberto Varela, trabaja en varios espectáculos creados sobre fragmentos del teatro universal, hasta que a los 17 años conoce a Levy Rossell y su agrupación Arte de Venezuela. Trata de estudiar Relaciones Industriales en la Universidad Católica Andrés Bello, pero deserta al tercer año y en 1977 está aprendiendo el abcé de la actuación en la Escuela Juana Sujo, de donde lo retiran sin darle mayores explicaciones y cuando faltaba una semana para graduarse.
Busca acomodo en los talleres de Rajatabla, pero al mismo tiempo crea con algunos compañeros el grupo Omega. Ahí se nuclea con Germán Mendieta, Hernán Marcano y Ulises Castillo y para ellos escribe la pieza Amigo sol, amiga luna, la empiezan a montar y logran que José Simón Escalona se las dirija, pero él además les propone que ingresen al Primer Taller de Jóvenes Actores de su grupo Theja y ahí comienza todo a nivel profesional. Son los años 80 y participa en los memorables montajes de Caligula y Marilyn.
Decide montar casa aparte, reúne a su gente y así brota el grupo Thalia, que ya pasa de los 25 años de labores continuas. Comienza con La fiesta de los colores y hasta ahora lleva no menos de 20 piezas, algunas de las cuales han remontado. Cree que el teatro infantil es básico para capacitar espectadores y actores, porque sin un buen teatro para niños y niñas no hay nada que esperar del público adulto. Y lo dice precisamente el autor más montado de ese rubro.
Carmelo no se queda únicamente en el teatro y salta a la televisión como actor, pero no tiene muchos éxitos, “porque no soy el prototipo del galán”, y al poco tiempo escribe libretos para Radio Caracas Televisión, tras hacer un intensivo taller con destacados maestros como Fausto Verdial y Pilar Romero.
Asegura haber redactado o participado en los libretos de no menos de 40 telenovelas. Actualmente trabaja en la creación de la teleserie Pobre millonario, que se produce en Panamá, y prepara otros proyectos. “La televisión es un medio que nos permite llegar a millones de espectadores, por eso hay que escribir cosas buenas y verdaderamente culturales. Además quiero pergeñar una miniserie o el guión de película sobre mi tío abuelo, el mítico Cipriano Castro. Se lo merece”.
Cantera de 500 actores
Thalia no presenta sólo espectáculos para niños. Además produce montajes de adultos y por eso alista La guerrita de Rosendo, pieza de Gilberto Pinto sobre los tiempos del general Ezequiel Zamora. Su director Carmelo Castro comenta que ha formado no menos de 500 actores, como José Romero, Yugui López, José Manuel Ascenzao, Javier Zapata y Cesar Rojas, entre otros. “Todos ellos crecieron y no sirvieron más en los montajes para niños, por lo cual se fueron, pero después hemos tenido que buscar actores mayores o maduros para las piezas donde se requieren ese tipo de comediantes. Esa es la paradoja”.

domingo, diciembre 23, 2007

Kiddio España da el ejemplo desde Anzoátegui

Nació en el bolivarense Maripa, el 22 de mayo de 1944, pero desde 1973 está dando una batalla pública por el teatro anzoatiguense en particular o por el criollo en general. Es líder de un fenómeno sociocultural que arrancó en 1975 y el cual, a pesar de mezquinos obstáculos, ha sobrevivido hasta ahora. Es Kiddio España, formado en unos talleres especiales sobre arte dramático que se dictaron en la Universidad Central de Venezuela, entre 1965 y 1967, y mejor capacitado en la romana Academia de Arte Dramático D’ Amico, además de una pasantía por el Teatro Estudio de la capital italiana.
A su regreso, en 1973, consiguió trabajo como profesor de actuación en la Escuela de Teatro Teofilo Leal, en Barcelona, y nunca más salió de la región oriental. Fundó la agrupación Teatro Estable de Barcelona y dos años después, acompañado por su esposa Guidita Gasparini y otros artistas, puso en marcha el Festival de Teatro de Oriente.
No le ha sido fácil acrecentar tal empresa hasta ahora, porque mientras el Conac, durante varios años, y después el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, lo han respaldado, él reconoce que encuentra poco respaldo, por “no decir que nada”, de las autoridades locales y otros entes públicos y privados. No quiere entrar en mayores detalles ni acusar a nadie. Sabe, muy bien, que los políticos pasan y los artistas quedan y además escriben la historia de sus sociedades, como pasó con los griegos y los romanos, para citar dos casos, más nada. Deja que su trabajo siga adelante, ya que comenzó a organizar el festival del 2008.
Hasta ahora contabiliza 32 festivales, pero todo comenzó en el año 1974, cuando al trabajar en la escuela teatral de Barcelona, se dio cuenta que estaba casi paralizada y se hacían pocas cosas. “Eso me causó inquietud porque no era lo que yo quería y además venía de Italia con teorías y disciplinas positivas. No me quedó otra alternativa y fundé el Grupo Estable de Teatro de Barcelona para hacer montajes y crear así un vehículo que comunicarnos con la comunidad. Cuando habíamos mostrado unos dos o tres espectáculos, comprobamos una notable ausencia de público y al mismo tiempo el aislamiento de los artistas era preocupante, desconocíamos lo que se hacia en los otros estados orientales. Comenzamos a estudiar la posibilidad de crear un medio que nos permitiera, además de comunicarnos, conocernos y enterarnos que cosas hacían los elencos de esta región del país. Así surgió el Festival de Teatro de Oriente. A partir de 1976 creamos las bases para consolidar las posteriores ediciones. Y no nos hemos detenido”.
Los primeros Festivales no fueron estimulantes. Era notable la poca asistencia de la comunidad y las debilidades estéticas de los participantes, que eran grupos de espontáneos. “También nos dimos cuenta que había gente con talento pero que les hacia falta formación teórica. Sin embargo, desde el primer Festival pudimos implementar varios talleres destinados a la formación o capacitación de los actores. Y nos creció el entusiasmo porque esos muchachos y sus agrupaciones comprendieron que la cosa teatral era más compleja y más difícil de lo que se habían planteado”.
Kiddio aclara que durante los últimos 32 años no han tenido descanso alguno. “Muchas agrupaciones mejoraron en lo conceptual y en lo estético. Además fuimos abriendo el compás para que no solo participaran los grupos orientales sino también los centrales, los occidentales y los caraqueños. Hasta que nuestro Festival se convirtió en auténtica muestra nacional y a medida que aumentaron las agrupaciones notamos un desarrollo estético. Se transformó en escuela viva y poco a poco ganó un público, una audiencia que ha crecido en toda la región oriental, porque ya no es Barcelona, sino Puerto la Cruz y demás poblaciones”.
Fiesta patronal oriental
Perdió la cuenta de los espectadores durante cada Festival, porque salió de las salas convencionales, se tomó las plazas públicas y pasó a las barriadas de Barcelona y Puerto La Cruz, además de 30 35 barrios de cuatro municipios orientales. Eso hace que el Festival de Teatro de Oriente sea verdaderamente popular, nada elitesco. Es consecuencia de un proceso o una evolución. Comenzó como actividad regional y posteriormente era una muestra nacional y un evento de carácter internacional. Después de 15 Festivales invitaron a agrupaciones de las islas del Caribe y asi, poco a poco, a grupos latinoamericanos, europeos, asiáticos, africanos y australianos. Ha sido un proceso interesante porque han tenido eventos de 54 agrupaciones, como el de este 2007, y hasta ediciones con 70 agrupaciones. Es una fiesta patronal de Barcelona, donde cada año, durante octubre, la gente espera el Festival. Es algo que altera el ritmo de una ciudad tranquila, estremece y cambia a la gente. La inversión que hace el Estado venezolano, que nunca los ha abandonado, no supera los dos millardos de bolívares, que es poco si se piensa en los centenares de miles de espectadores que lo disfrutan

jueves, diciembre 20, 2007

Portella no quiere que repitan su nombre

“A veces llueve en Caracas, la vida cesa por unos segundos y luego continua. No hay amor que se resista en esta ciudad confusa y movediza, que nos envuelve y acaricia, que nos asusta. Tradicional y vanguardista, de remate de caballos y de sushi, de salsa y merengue, de rave y trance. Ciudad homosexual y hétero, donde las rejas intentan proteger, encierran. Distinta y parecida a las demás, en ella perros y vagabundos anuncian la pobreza de un país que se cree rico”. (Pág. 96).
Este es un inquietante fragmento, que además no necesita mayores explicaciones, de la amorosa y al mismo tiempo desesperada novela poética No repitas mi nombre del narrador Jorge Gustavo Portella, de 114 páginas, publicada por la empresa caraqueña Rayuela/Taller de Ediciones.
CARAQUEÑO RAJADO
Jorge Gustavo nació en Lima en 1973 y sus padres lo hicieron venezolano dos años antes de “la edad de la razón”, como apunta el crítico Rafael Arráiz Lucca, por lo que se le considera un escritor caraqueño que cuenta con más de ocho libros de narrativa, ensayística y poesía. Saltó a la fama, por así llamarla, cuando ganó el III Premio de Novela Erótica Letra Erecta 2005 con La diosa es un pretexto, pero ya antes su nombre había empezado a sonar al conquistar el Premio Nacional de Poesía Centenario Luis Beltrán Prieto 2002 con Cruel, donde canta, entre otras cosas, que “nadie llora a los perros que la calle asesina/ pero siempre se detiene por el morbo”.
Arráiz Lucca reitera que Jorge Gustavo “es un caraqueño, y ya veremos por qué este dato será importante para comprender su poesía. Al igual que muchos otros vates de los últimos 40 años, concluyó su pregrado en la Universidad Católica Andrés Bello. Ahí estudió Ciencias Sociales, mención Relaciones Industriales, y allí trabaja desde hace ya varios años... No se puede saber si para Portella es una suerte de exorcismo de sus fantasmas interiores, pero el parentesco de su poesía con la de Francisco Pérez Perdomo en cuanto al trabajo acerca de la muerte es evidente... pero los muertos de Portella están aquí en la ciudad, no sobreviven de ninguna manera, ni los asiste ningún tipo de recreación mágica. Son muertos bien muertos”.
PRIMERA NOVELA
Jorge Gustavo Portella confiesa que No repitas mi nombre es la primera novela que escribió, pero la segunda que publica, porque La diosa es un pretexto salió primero ya que conquistó el premio de Alfadil que era precisamente la edición.”Yo soy muy lento para armar mis relatos y esta novela está compuesta por muchos de ellos. Por eso me demoró como cinco años concluirla. Después vino la espera en las editoriales y al final salió. Yo, por ahora, no pago la publicación de mis libros. No podría hacerlo”.
Acepta que “No repitas mi nombre es una narración amorosa y se centra en una pareja que tuvieran una relación simple, cuando eran universitarios, quienes se reencuentran después de unos años y ella ya es la pareja de uno de sus mejores amigos. Ahí suceden muchas cosas”.
-¿Por qué el tema amoroso?
-Creo que la realidad es más dura que la misma ficción. Me parece hermoso escribir del amor y por eso en mis novelas yo estoy presente, yo soy el narrador en primera persona, soy tal cual, ese que cuenta sus pesadillas, ese que se pregunta, cosas como, ¿qué será de las banderas cuando todo acabe?,¿se botarán otras tantas?,¿sólo aparecerán en fechas oficiales?
Advierte que con su novela insiste en el tema romántico, "porque sí creo que las relaciones amorosas son una muestra de las mejores interrelaciones humanas, son muy fuertes y crecen cuando uno está ligado íntimamente. A mi edad todavía el amor me ilusiona, y quizás cuando tenga hijos escribiré otras cosas. Y por eso es que ahora estoy embalado hacia mi tercera novela, ya que además estoy de nuevo enamorado. Y por eso he escrito que al escribir uno se va, se aleja de sí mismos y observa la vida como desde afuera. Uno es uno más que observa, no necesita entender sino ver y escribir”.
MUCHO TRABAJO
Él insiste en afirmar que la poesía es lo máximo. "Fue lo primero que me atrapó, porque me obliga a expresarme como soy. En la poesía soy muy honesto. La poesía me exige mucho trabajo”.
Y como para que no quede duda de su talento poético, la crítica Maria Teresa Flores afirma que uno de los aspectos más destacables del discurso y de la voz de Jorge Gustavo Portella es su vertiente erótica, el tono sinuoso, la manera de abordar lo femenino desde la palabra erótica que acaricia, frágil. "En el contexto del discurso masculino poético, es una voz osada que no teme mostrar sus debilidades y ante el otro, o femenino, revela sus carencias, debilidades, deseos con conciencia clara de la fuerza de Eros y sin dejar de evocar lo animal. Y propone como modelo este fragmento:
“Déjate caer como una bestia herida /que tu espalda degrade el color de las sabanas/ ofréceme tu cuello y tu nuca temerosa”
Y como colofón de esta crónica sobre tan valioso escritor joven queda sus palabras apesadumbradas ante la falta de una critica literaria más profesional, más centrada en el ahora de las obras y en el mundo en que se producen.
Él es un escritor de inquietud constante, “por que el universo en el cual decidí escribir trabajar, crece hacia y desde mi propia palabra, y desde y hacia mi propia vida”.

miércoles, diciembre 19, 2007

El muerto y sus dolientes

Abdón Villamizar (San Cristóbal, 30 de julio de 1929) retornó a Nueva York tras sus vacaciones anuales en Caracas. Se marchó inmensamente feliz por haber presentado su cuarto libro de piezas teatrales y cuentos en la Sala Rajatabla, apadrinado por los actores Francis Rueda y Francisco Alfaro, después que un elenco de jóvenes estudiantes le hicieran una lectura dramatizada de su obra El muerto y sus dolientes.
Villamizar, como lo dijo durante el acto de presentación de su texto, nunca esperó que uno de sus textos “alcanzara el honor de ser representado o leído en una sala con tanta historia positiva para el teatro venezolano, a la cual conocí décadas atrás, durante la exhibición del espectáculo Cacería de ratas, de Peter Turrini, donde uno de los actores era precisamente ese trabajador de las tablas que ha sido William José López”.
Después de haber estudiado teatro con Juana Sujo, Horacio Peterson y Enrique Benshimol en la Caracas perezjimenista, Villamizar se instaló en Estados Unidos desde 1958 y con el paso de los años, además del trabajo y el permanente estudio, se convirtió en uno de los puntales para el desarrollo de las artes escénicas hispanas en Nueva York, al lograr crear el Instituto de Arte Teatral Internacional (IATI), hacia 1969, y fundar la Sala Tamanaco para la exhibición de obras venezolanos e internacionales. Tras un sórdido accidente -fue atropellado y mutilado por un camión del aseo neoyorquino, en 1986- se entregó a escribir teatro, editarlo y montar algunos textos.
Con El muerto y sus dolientes plasma la historia de “Justino”, un “respetable caballero” que en vida tuvo innumerables máscaras y conductas existenciales, las cuales se conocen precisamente en la noche de su velatorio, ya que ante su ataúd desfilan, de manera intimidante y haciendo uso de un verbo ácido y revelador, desde un travestí hasta la esposa, además de una amante y una criada, todos personajes amargados porque el occiso los utilizó para sus placeres libidinosos. Es la patética historia de un rico de pueblo o un semental de la comarca, que Abdón ha teatralizado para “hacer un tanto de prédica moral sobre los excesos de una generación que entre las décadas de los 30 y 60 impuso su ley en toda Venezuela”, según nos lo reiteró.
“Nada de lo que pasa en El muerto y sus dolientes es extraño en el mundo que estamos viviendo, ya que si esos padrotes han disminuido en cantidad, todavía quedan unos cuantos y han brotado otros que con mayores refinamientos usan su poder para destruir hogares o personalidades”, afirma el dramaturgo.
El muerto y sus dolientes, respetable pieza del teatro costumbrista criollo, fue leída y representada por Wilfredo Arguello, Karlina Fernández, Yurahy Castro, Jean Carlos Rodríguez, Tatiana Mabo, Emilshen Acevedo y la veterana actriz Miriam Pareja, bajo la conducción de Rufino Acosta. Podría ser ensayado un poco más y hasta servir de espectáculo de ejercicio por los alumnos del Taller Permanente Actoral del Rajatabla que desde 1993 comanda Francisco Alfaro.

martes, diciembre 18, 2007

Xiomara Moreno festeja sus otros 15 años

En Venezuela no abundan agrupaciones teatrales dirigidas o comandadas por mujeres. No existe misoginia alguna ante el accionar de teatreras inteligentes y trabajadoras. Lo que ocurre es que ellas se han dedicado más a la actuación, a la dirección, a la dramaturguia y -he aquí su gran peso o importancia- a ver cuanto espectáculo teatral se hace en el país, superando con su asistencia a los varones.
Y como muestra de qué también hay señoras o “señoritas como las de antes” en el comando de grupos o empresas teatrales prósperas o prestigiosas, está el caso de Xiomara Moreno (Caracas, 1959), directora, productora y autora, quien para festejar los 15 años de su agrupación Xiomara Moreno Producciones hizo una especial temporada con el espectáculo Como gustéis, de William Shakespeare, en versión y dirección de Javier Moreno, en la sala Trasnocho. Fue una verdadera fiesta quinceañera para celebrar lo recorrido y lo ocurrido, donde participaron comediantes como Carolina Leandro, Claudia Nieto, Nelson Lehman, Mayte Parias, Raúl Hernández, Hans Velásquez, Trino Rojas, Valentina Castellanos, Eduis Guerra y John David Peña.
Javier, hermano de Xiomara, explica que se sienten honrados al hacer esa comedia, pues, “Como gustéis es una entrega y la aceptación de todas las posibilidades exceptuando las que conducen a lo perjudicial, al mal fin. Nos anima la fe de los quinceañeros, dispuestos y con inmejorables intenciones a internarnos en el bosque; ese bosque que es el teatro. Y no puede más que acabar bien”.
QUINCEAÑERA
Xiomara explica que su agrupación, una asociación civil sin fines de lucro, lleva su nombre más por el azar que por gusto. “Fue bautizada así por el abogado Alejandro Oropeza en el Registro Civil, al encontrar que el nombre deseado –Manatí- ya lo tenía otra institución. En septiembre de 1992 nació nuestra organización, con la participación de mi hermano, el dramaturgo y director Javier Moreno, de la escenógrafa Valentina Herz Izaguirre, del pintor Juan Iribarren Calcaño, del cinéfilo Jesús Ricardo Azuaga y del dramaturgo y gran amigo Ricardo García Vanderdys, ya fallecido. Debutamos con la adaptación y dirección que hice de El mayor monstruo del mundo de Calderón de La Barca, en la sala José Félix Ribas, del Teatro Teresa Carreño. Entre ese Calderón y el reciente Shakespeare se nos fueron otros tres lustros de nuestras vidas útiles”, apunta reflexiva.
Desde aquel debut, Xiomara Moreno Producciones ha exhibido espectáculos tales como: Danza Macabra de Strindberg; Coloquio nocturno y crepúsculo otoñal de Dürrenmatt; la obra infantil El caballero verde; ½ Noche en Video 1/5 de José Balza-Javier Moreno (1995);La Misión de Müller (1997); La mujer de espaldas de José Balza, Xiomara Moreno y Carlos Duarte. La versión y montaje de El labrador de Bohemia de von Tepl, que la exhiben todos los noviembres, en el día de los muertos, desde el año 2000. Prosiguen en la lista: La casa quemada de Strindberg (versión y dirección de Xiomara Moreno); El Popol Vuh (2005) en su versión para niños, bajo la dirección de Javier Moreno. Mínimas (2005) y De especies (2007) .Y para cerrar el año Como gustéis de Shakespeare. Sin contar las reposiciones y las giras por la geografía nacional.
DRAMATURGIA
Cuenta Xiomara, “escarbando en mi memoria, que, junto a mi hermano Javier, vimos el espectacular montaje que Carlos Giménez hizo, en los años 70, de Fiebre de Miguel Otero Silva, en el antiguo Ateneo de Caracas. Desde allí se perfiló mi deseo por hacer teatro. Cuando inicié el cuarto año de bachillerato en Ciencias, ingresé al recién creado grupo liceísta TEIO (Teatro de la Escuela Técnica Industrial del Oeste o el liceo Rafael Vegas), bajo la dirección de José Simón Escalona. Corrían los últimos años de la década de los setenta, y empezó mi vida universitaria en la Escuela de Artes de la UCV, donde cinco años después me gradué en la primera promoción de Licenciados en Artes, mención Teatro del país. Durante ese tiempo participé en ciclos de lecturas dramatizadas y escribí mi primera obra de teatro Gárgolas (1979), en el taller dictado por José Ignacio Cabrujas y en 1983 tenia lista la segunda: Obituario.
NUEVE EN EL THEJA
Con Gárgolas volvió a hacer contacto con Escalona, y a partir de ese momento pasó a ser, por espacio de nueve años consecutivos, la productora y directora artística del Grupo Theja. Además durante ese lapso dirigió y produjo sus propias obras: Obituario (1984), Perlita Blanca como sortija de señorita (1986), Geranio (1988), Manivela (1990) y Último piso en Babilonia (1992), reestrenada en el 2001, por el Grupo Contrafuego); pulió el texto de Cyrano (1991) dirigido por Escalona, y produjo las obras: Padre e Hijo, Ángeles y Arcángeles y Jav & Jos de Escalona; Su novela romántica en el aire de Javier Vidal; y Muchinga de Javier Moreno. A la par, actuó en las obras Marilyn, la última pasión; en Hermes Bifronte como la esposa de Pirandello; y también la esposa en Padre e Hijo, todas de Escalona. “Fue una experiencia extraordinaria, la cual aplique después con mi agrupación”, reitera esta mujer que se caracteriza por su carácter fuerte e indomable, además de su capacidad de trabajo
Asegura que sus casi 30 años de actividades en el mundo del teatro la han formado sólidamente en las disciplinas teatrales, de las cuales vive, porque además es profesora universitaria y por eso tiene postgrados relacionados con su especializada artística, “que es la que me mantiene viva, porque además es una especie de religión”.

lunes, diciembre 17, 2007

Alexis,defensor de la lengua

En estos tiempos de tantos retorcijones políticos e ideológicos, además de una incesante revisión de los basamentos culturales de este balcanizado continente, se acepta que Francisco de Miranda fue el que primero escribió y habló sobre la unidad o la integración de las naciones creadas por la España imperial en América, y que le correspondió a otro venezolano fuera de serie, como lo era Andrés Bello, formular el concepto de un “castellano de América” y después proponerlo como instrumento fundamental para esa ansiada integración continental. Tales ideas, que costaron sangre, sudor y lágrimas a sus propulsores y seguidores, lograron germinar y hoy existe una serie de repúblicas con sus inquietos habitantes empeñados en dejar atrás el subdesarrollo y alcanzar un nivel de calidad de vida comparable con el continente europeo, por ahora.
Recordamos aquí a Miranda y Bello con sus fantásticas dimensiones como soñadores de un continente libre y desarrollado culturalmente tras el fragor de las conflagraciones del siglo XXI, tras leer un excelente ensayo del profesor Alexis Márquez Rodríguez sobre la importancia de los medios de comunicación para la unidad de la lengua.
Y es precisamente el académico Márquez Rodríguez (Sabaneta, 12 de abril de 1931) quien ahora, en didáctica conversación, reconoce que, a casi 200 años de la Independencia del Reino de España, venezolanos y venezolanas proseguimos utilizando el castellano o el español, el lenguaje de los conquistadores y los colonizadores, pero también nos seguimos comunicando con el lenguaje de Cervantes, de Calderón, de Gracilazo y el de los grandes escritores. “No hay mayores diferencias. Es posible que en la aplicación práctica del lenguaje haya ciertas diferencias o características típicas del contexto donde se habla. En el mundo militar se utiliza un lenguaje con implicaciones propias, como también ocurre en los ámbitos de la política, de la medicina, del derecho y en la literatura donde hay rasgos específicos, pero en los demás sectores se habla igual”.
Reitera que hay algo que no se nos podrá quitar o negar nunca, pese a que se tengan críticas posiciones frente a los hechos históricos del Descubrimiento, la Conquista y la Colonia, y es que desde el desembarco de los descubridores heredamos un instrumento importantísimo que es el lenguaje, el mismo instrumento que se ha utilizado para defender nuestros derechos ante la España imperial. “Esa es una herencia cultural que no se puede modificar jamás”.
Recuerda que el general Antonio Guzmán Blanco trató de afrancesar a los venezolanos, pero no lo consiguió y nuestra lengua siguió siendo la misma, y de aquello sólo quedaron los galicismos. También Bolívar daba mucha importancia al idioma galo. Pero con el francés han intentado penetrarnos, mucho antes de la época guzmancista, de tal manera que hasta Rafael Maria Baralt produjo ese diccionario de galicismos. Lo mismo ha pasado con el inglés. Pero nuestra lengua general es el español o el castellano y además esta enriquecido con nuestros venezolanismos.
Comenta que la lengua castellana en nuestro país tiene diferentes formas de manifestarse. No sólo el pueblo sino también los escritores tienen sus formas propias para expresarse, las hay coloquiales y vulgares, pero todo eso hace un todo, que es el idioma, que es la lengua. “No hay que olvidarse del contexto, eso que los psicólogos llaman ‘el contexto situacional’, ya que lo que se habla y lo que se dice depende de donde se encuentre, porque hay un factor externo que explica o afirma lo que se habla. Yo doy, como ejemplo, esa oración: ‘La operación fue todo un éxito’. Esa frase aislada dice algo, pero si se la oímos a un militar o a un jefe de policía o un médico o a un matemático cambia, porque el termino ‘operación’ es el mismo para todos, pero para los respectivos profesionales tiene una connotación específica”.
2008
Profesor graduado en el Instituto Pedagógico de Caracas (1950) y abogado egresado de la UCV (1961) son los títulos académicos de Alexis Márquez Rodríguez, quien con sus libros, sus investigaciones y sus trabajos periodísticos se ha convertido en una especie de paladín, sin acerados yelmo, cota y escudo, de la lengua castellana en Venezuela. Y no hay otro como él. Entre sus temas favoritos está la novelística de Alejo Carpentier y por eso espera la aparición de un gran libro que le editan en España, la otrora imperial Iberia, donde revisa todo lo que ha escrito sobre ese cubano. "Saldrá en el 2008 y eso ameritará que se digan otros cosas más".

jueves, diciembre 13, 2007

Abreu revela la clave de su sistema orquestal

“¿Cuándo se incluye un niño pobre, miserablemente pobre, en la sociedad, si el niño tiene las condiciones musicales necesarias? Pues en el mismo momento que recibe el instrumento, y el maestro”.
Tal pregunta y su respuesta, que son la clave el éxito del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, las dijo José Antonio Abreu en una excelente entrevista de investigación que María Elena Ramos realizó para su libro Diálogos con el arte/Entrevistas 1976-2007, de 452 páginas y esmeradas fotografías, publicado por Editorial Equinoccio de la Universidad Simón Bolívar.
No está por demás recordar que María Elena Ramos es una periodista egresada de la Universidad Católica Andrés Bello en la promoción de 1975, quien hizo una sostenida y meritoria carrera como curadora de arte hasta que culminará siendo ejemplar directora del Museo de Bellas Artes en enero de 2001.
Ahora para continuar su notable marcha culturizadora, la ex directora del MBA irrumpe con este texto donde compiló 25 entrevistas con notables artistas plásticos nacionales e internacionales, filósofos, la escritora Antonia Palacios y además el maestro Abreu.
Se trata, pues, de un “libro extraordinario”, como lo explica el poeta Armando Rojas Guardia, donde la periodista no es una simple entrevistadora sino una auténtica interlocutora de sus personajes, que con un ligero aliento nietzscheano insufla en sus conversaciones un delicado ahondamiento conceptual en las obras de los que aceptaron dialogar con ella y dejar así sus ejemplares testimonios para la historia cultural de esta Tierra de Gracia.
ENTREVISTADOS
¿Qué podrá pasar con este texto de teoría del arte? Mucho y nada, creemos nosotros. Será muy útil para las nuevas generaciones si estas lo aprehenden u otro libraco más si la USB no se las ingenia para cazar a esa gente que está en urgencia de semejante aprendizaje. Hay que organizarle foros o talleres o círculos de lectura, ya que ahí están las claves del mejor arte venezolano o mundial del siglo XX y difícilmente esta centuria tendrá creadores o maestros de tales magnitudes.
Por ahora hay que recordar que para estos diálogos, María Elena Ramos (cubana por nacimiento, pero venezolana por decisión) atrapó a Pierre Alechinsky, Christian Boltanski, Jacobo Borges, Santiago Cárdenas, Emerio Darío Lunar, Gabriel Morera, Alejandro Otero, Julio Pacheco, Alirio Palacios, Mercedes Pardo, Claudio Perna, Adrián Pujol, Pancho Quilici, Luisa Richter, Edgar Sánchez, Glenn Sujo, Antonieta Sosa, Jesús Soto, Pedro León Zapata, Cornelis Zitman, José Antonio Abreu, Antonia Palacios, Jean Baudrillard, Stanley Cavell y J.F.Lyotard. Son 25 creadores, ocho de ellos hicieron mutis y dejaron sus historias y sendas creaciones para la humanidad.
Nosotros, por sano interés profesional y porque Abreu y todo su proyecto orquestal está en la palestra pública, precisamente ahora que marcha con la Misión Música, disfrutamos de sus declaraciones que van desde la pagina 373 a la 403, especialmente porque él no acostumbra dar entrevistas, se cuida de hablar más de lo necesario no por lo que revele sino por los significados de lo dicho.
En las paginas 394 y 395 afirma cosas que revelan su dimensión humana y la calidad de su compromiso: “...con el paso del tiempo, y a medida que maduran los proyectos y que las generaciones de relevo aparecen y se fortalecen, entonces me siento llamado a asumir tareas cada vez más impregnadas de nuevos idealismos... sin dejar de consolidar día a día los antiguos ideales, pero sobre todo comprendiendo cada dia más. Hoy comprendo, muy en lo profundo, aquella idea hermosísima de San Pablo: ‘que se me libre de gloriarme de cualquier otra cosa que de la cruz de Jesús’.Es decir, sólo deseo culminar mi vida habiendo cumplido hasta el final con todo lo que pueda hacer en plena disponibilidad hacia los demás y hacia mi país, al servicio de grandes causas”.
CONVERSACIONES
La autora, en función de los eventuales lectores, puntualiza que sus estudios de Comunicación Social dieron estructura, con el género de la entrevista, a aquella vieja costumbre de preguntar, “pero también hay que decir que las conversaciones que integran este libro no son en realidad entrevistas periodísticas, ni por su forma final ni por los planteamientos esenciales desde el momento mismo en que fueron pensadas. En su mayoría no fueron hechas siquiera con la intención de publicarlas, se trataba para mí más bien de un seguimiento -abierto e indefinido en el tiempo- que me permitiera comprender un poco más sensiblemente el fenómeno de la creación y el mundo del arte, de los artistas. Podría llamarlas, en todo caso, entrevistas de investigación”.
Reconoce que algunas “conversaciones” se han dado en dos o más ocasiones con un mismo personaje, otras en una sola, en encuentros que se iniciaron hace más de 30 años y han llegado, con otros, hasta los últimos meses del año 2006.“De las 25 personalidades, 20 son artistas plásticos, una es escritora, uno es músico, y están presentes en el libro tres filósofos que han dedicado importante espacio en su pensamiento a los temas del arte y de la estética”.
Admite que quería saber cómo trabajan, cómo se da el proceso en que sus obras llegan a ser, qué los mueve, cuáles son sus obsesiones fundamentales, qué admiraron del arte que les precedió y qué aspiraron traer ellos mismos al arte de su tiempo. “He llegado a saber algo de lo que les resulta esencial, o apasionante, o incomprensible, o intolerable. He visto cómo los garabatos propios, intrascendentes para unos, son para otros una parte importante de la estructura de la obra; o cómo algunos, más analíticos, dan un espacio a la razón que para otros, más intuitivos, sería impensable”.

martes, diciembre 11, 2007

"Caramelo de Nueva York" ganó en Maracay

Betty, de 33 años, y Elisa, algo mayor, viven un melodramático desenlace en un vagón del Metro de Nueva York. Son seres alienados que agobiados por las convenciones sociales optan por poner “la raya” a sus existencias de manera nada convencional.
Esa es la síntesis argumental de la pieza Caramelo de Nueva York, de Juan Martins (47 años), la cual obtuvo el primer premio de la Bienal de Literatura “Miguel Ramón Utrera”, en mención Dramaturgia, auspiciado por la Coordinación de Literatura de la Secretaría Sectorial de Cultura del estado Aragua, en Venezuela. Según la decisión del jurado, que integraron Alfredo Fuenmayor, Rodolfo Rodríguez y Oswaldo González, este trabajo literario “apunta hacia la concreción de una estructura coherente, cuyo discurso se arma desde el centro mismo de un espacio único, cerrado, múltiple, en el que confluyen conflictos, tensiones y situaciones dramáticas que en lo formal se resuelven en el mismo discurso físico-espacial, emocional-lúdico”.
Martins, quien ejerce la crítica teatral, explica que Caramelo de Nueva York es consecuencia de una experiencia maravillosa. “La hice a una hora determinada del día, con el ritmo necesario del oficio para escribir lo que el texto exige, no lo que uno quiere. A parte del hecho de que se debe escribir a diario, también se puede hacerlo a medio camino con lo orgánico, con el hecho automático que lleva una idea detrás de la otra sin pararte de la computadora y bajo su sorpresa. Hay un poco de esas dos cosas en la escritura de esta pieza, la cual forma parte de una trilogía que denomino ‘Piezas inicuas’, done los personajes estructuran el ritmo de los diálogos, la sintaxis, el sentido y, como es natural, el significado hacia formalidades psicológicas. Están allí ficcionando la realidad mediante lo perverso, lo extraño y la dualidad de sus caracteres. Siendo (desde la progresión de las escenas) el sexo un modo de vida en ellos”.
Profesor en Ciencias Sociales y maestro en Literatura Latinoamericana, además de dirigir el Estival Teatro en Maracay, Martins reitera que a la pieza premiada la acompañan Saldré de tu piel de cuero y Tres cabezas muerden mejor que una. “Es una trilogía donde está presente lo perverso, lo lúdico y ficcional. Esas temáticas no me son propias, es una concepción de la dramaturgia en la que la ciudad es el tema, un tratamiento de lo femenino. Y lo digo así porque Caramelo de Nueva York fue escrita orgánicamente, desde lo sentido por la escritura, y en ella predomina la intención del habla y del tono. En otra docena de piezas he venido tratando diversos temas, como Monos azules en Time Square que aborda lo mediático, la televisión, el teatro y sus diferentes modos de alienación. La escribí a cuatro manos con Isaac Goldemberg, peruano con muchos años residenciado en Nueva York. Esa me gusta por sus ritmos y porque se trata el asunto de los latinoamericanos en esa ciudad, la alienación consumista, el aspecto religioso de los latinoamericanos y su efecto mediático en una urbe como esa. Allí se cuestionan los efectos de los medios de comunicación, como lo hago en Dollwrist, que también me ha dado satisfacciones. Varias de mis piezas están centradas en el asunto de la televisión y sus dueños, las formas de poder que se establecen desde estos medios y el elemento erótico.
-¿Por qué el teatro y la literatura?
-Son opciones de vida y porque entre la literatura y el teatro existe un estrecho enlace. Es más, sabemos que el teatro, en tanto a su dramaturgia, es literatura. Cada cual encuentra sus vínculos necesarios, pero si se asume la condición desde el escritor sabremos que será el texto quien nos exigirá y no al contrario. En otras palabras, no escribimos lo que queremos, sino lo que el texto nos exige.
-¿Cómo se maneja en esas dos disciplinas y además en la crítica?
- Escribo y es una vitalidad, pero también necesito integrarme al escenario. Y la crítica teatral es parte de esa misma vitalidad. Por ello, desde la crítica establezco un respeto hacia el actor. Eso me legitima escribir crítica, pero no me hace juez en nada. No me siento juez ni responsable de los discursos, sólo trato de ser honesto conmigo mismo, porque también soy creador. Cuando me presento como productor o escritor para nada tiene que ver con la crítica que ejerzo. Son limitaciones del hecho escritural que bien someto al rigor del método y el primero que me lo agradece (en caso de que sea así) es el lector. A él me debo, sea éste un espectador o un actor, actriz. Y me hace feliz escribir para ellos.
-¿Cuál es el estado actual del teatro venezolano?
-Repito lo que he dicho en otros escenarios: se ven emerger grupos, actores, actrices, dramaturgos y directores (sin ser aún un movimiento) que, con mucho menos recursos, están alcanzando niveles estéticos bien reveladores. La reciente Muestra Internacional de Teatro y Títeres en las Comunidades de Caracas nos mostró esa posibilidad, sorprendiendo a propios y extraños en ese acontecimiento. A esos grupos nadie los conoce, nadie los ve en ciertos centros culturales, pero desarrollan su trabajo. Por ello, tenemos que estar pendientes de esas nuevas voces, incluso, en la dramaturgia. Eso me interesa.

El aplauso ahora llegó hasta la ONU

La periodista Mónica Montañés lo escribió. Gerardo Blanco tomó las magras cuartillas de lo que sería un atrevido unipersonal y con creatividad y paciencia inventó un montaje para que Mimí Lazo lo estrenara en la temporada 1996 del Ateneo de Caracas. Desde entonces El aplauso va por dentro ha recorrido espacios teatrales americanos y europeos y ahora, como para que la verde y cochina envidia no tengan descanso durante lo que resta de este convulso y bisagra 2007, se presenta, en única función, esta noche del 11 de diciembre, a las siete en el auditorio de las Naciones Unidas, allá en Nueva York, durante un especial acto cultural auspiciado por la embajada de la República Bolivariana de Venezuela ante ese organismo multinacional. Una temática socioantropológica que asoma en tan selecto escenario político, precisamente cuando la violencia de genero se ha convertido en algo más que un peligroso problema de convivencia mundial.
La información la dio Mimí, quien desde el pasado octubre reside en Manhattan y donde además se presenta con sendos espectáculos en la sala de Repertorio Español. Las quiero a las dos, de Ricardo Talesnik, la cómica situación del “donjuán” que pretende amar y ser amado por dos féminas, y su infaltable El aplauso va por dentro, las vicisitudes de Valeria: una arquitecta cuarentona y divorciada que lucha desesperadamente para conseguir un hombre capaz de compartir amor, sexo y compañía perenne en sus conjuntas y cotidianas luchas contra la soledad y para intentar construir un hogar.
Las peripecias de esa arquetípica Valeria, que se materializan mediante una hora de ejercicios aeróbicos en un gimnasio, se han mostrado casi dos mil veces y durante el pasado fin de semana no menos de mil espectadoras y espectadores la aplaudieron en el penthouse de Corp Banca, en La Castellana, para lo cual Mimí viajó desde Nueva York y ayer volvió a volar por el urgente compromiso en la ONU.
Perdimos la cuenta de las funciones que hemos visto de El aplauso va por dentro, increíble fenómeno de público en la historia del teatro vernáculo, sólo comparable con la tragicómica pieza travestí Mister Juramento de Néstor Caballero. Y cada vez encontramos mayores y mejores elementos de comunicación y catarsis que atrapan a las nuevas audiencias. Además del impecable desarrollo que como interprete ha logrado Mimí con su sosías Valeria, personaje que no se quedó en el siglo XX sino que ha variando con el paso de los años y el peso de las experiencias, lo cual enriquece no sólo las didascalias sino el mismo discurso de la pieza. Es un montaje dialéctico y esto se ha logrado por la entrega profesional de la actriz y por la reacción del público que siempre quiere verlo y repetirlo como si fuese la primera vez, con lo cual se pule el discurso femenino de la autora, convertida ahora en exitosa libretista de telenovelas.
La historia teatral esta en deuda con Mimí, Blanco y Mónica, pero mucho más será cuando se le aplauda en cine.

domingo, diciembre 09, 2007

Fernando Gómez, el hijo de "La Tachón"

Nada de computadoras ni celulares. Soy de la romana antigua. Tampoco me enchinchorro ni me empantuflo. Con 91 años cumplidos y en ruta hacia los 92, que los cumplo el próximo 13 de marzo, que son edades bien redondas, sigo leyendo y releyendo y preparándome para mi próximo personaje en la película Zamora, que mi amigo Román Chalbaud comienza a rodar durante el mes de enero. Él me ofreció ese rol, que es pequeño, y lo acepté y por eso me estoy dejando crecer la barba, porque debo encarnar a un auditor que investiga para procesar al que sería el gran héroe de la Guerra Federal, al Abel que después mataron miserablemente. Debo recordarle a las nuevas generaciones que el 22 de noviembre de 1952, en los tiempos del general Marcos Pérez Jiménez, hice mi primer teleteatro Donde nace el recuerdo para el Canal 5 y desde entonces me vinculé a ese importante medio.
En 1987 me otorgaron el Premio Nacional de Teatro por mis largas décadas entregadas a la composición de personajes claves para la escena. Pero debo esta pasión, que todavía me embarga, a mi madre Presentación “La Tachón” Castillo, que con papá Rosendo Gómez Peraza, me hicieron nacer en La Guaira, en aquel 1916. Era actriz y cantante de elogiada trayectoria, trabajó con las compañías de Teófilo Leal, Jesús Izquierdo, Emma Soler y Antonio Saavedra, cabezas de las más importantes compañías del teatro venezolano de las cuatro primeras décadas del siglo XX. Hijo de gata... caza ratones, que en mi caso resultaron teatrales.
Hice mi bachillerato en el Liceo Andrés Bello, cuando estaba en la esquina de San Lázaro, y hacia 1937 ya azotaba las calles de Nueva York a donde marché a estudiar medicina, cosa que no pude hacer porque las universidades eran privadas y carísimas, y sólo tenía un aporte de 50 dólares mensuales para sobrevivir. Sin embargo aproveche el tiempo y me entregué a la práctica teatral con unas agrupaciones latinas y además pude ver los mejores espectáculos de la época. Mi primer debut fue pues en Manhattan, en castellano y, por supuesto, con textos de Benavente y otros famosos autores españoles, en el sótano de una iglesia, en el alto Manhattan.
La guerra contra los nazis y los japoneses me asustó y regresé a Caracas para estudiar, definitivamente, medicina en la Universidad Central de Venezuela, donde egresó hacia 1945, cuando Leopoldo García Maldonado era su rector. La Revolución de Octubre me afectó porque era medinista y me fui a trabajar con mi profesión a diversas petroleras, la cual fue mi verdadero modo de ganarme la vida durante varias décadas, pero antes hice una especialización en radiología, en Nueva York.
Pero “Los amigos del teatro”, una agrupación donde estaban Aquiles Certad, Luis Peraza, Guillermo Feo Calcaño y Andrés Eloy Blanco, entre otros, ya me habían sembrado en la escena venezolana. Mi segundo debut, durante los años 40, fue con la obra Pacto de boda, del criollo Alejo Fuenmayor. Y nunca más abandoné el teatro. Tengo las pruebas de haber actuado en unas 100 piezas, todas en el siglo XX, porque en lo que va de esta centuria no he hecho ni una, pero no pierdo las esperanzas. Aunque tengo un monólogo, El juicio del siglo, basado en el libro de Clarence Darrow, montado por Chalbaud en 1960, del cual he hecho unas mil funciones, pero mi sueño, porque no puedo negarlo, es protagonizar la pieza Rey Lear. Tengo memoria y resistencia física, pero es un personaje que exigiría más de la cuenta. Todavía sueño con encarnarlo en un escenario, porque ya hicimos una lectura dramatizada.
Trabajé en excelentes espectáculos, pero no puedo olvidarme de El enemigo del pueblo, El príncipe Constante y especialmente Autorretrato de artista con barba y pumpá, una pieza de Cabrujas, que estrené en 1990, bajo la dirección de José Simón Escalona; ahí encarné al gran pintor Armando Reverón. A finales del siglo pasado hice 1,Reyes,1 de Chocrón. He estado acompañado de magníficos actores y actrices y ahora les agradezco a todos porque sin ellos no hubiese hecho nada, salvo monólogos.
El último aliento
Fernando Gómez Castillo es el actor activo de más edad en las artes escénicas criollas, pero no está solo. Tiene libros, cuadros, fotografías –“La Tachón” está ahí presente- e incalculables recuerdos, además de la familia elegida, que lo acompañan en su quinta en la urbanización El Márquez. Ya se marcharon sus cuatro hermanos y le dejaron alrededor de 15 sobrinos, seis sobrinos nietos y dos sobrinos biznietos. Tiene un sobrino, Juan Carlos Martínez, que hace televisión y lideriza un grupo de teatro. A el le ha dicho que al teatro hay que dedicarle la vida, desde que se inicia. Hay que estudiar permanentemente, hay que luchar hasta el último aliento.

sábado, diciembre 08, 2007

Aldemaro Romero compuso su autobiografia

Nació en Valencia el 12 de marzo de 1928 e hizo mutis el 15 de septiembre de 2007, en “Caracas la horrible”, como la llamó el mismo Libertador. Fue el músico más importante y el más versátil de Venezuela en el siglo XX. Eso, que lo admite hasta el maestro José Antonio Abreu, no se lo niegan ahora, ni tirios ni troyanos, y así lo corrobora el cronista musical Federico Pacanins, quien el pasado jueves, a las 7:00 pm, en la Librería El Buscón, en el Centro Comercial Las Mercedes, fue el presentador de un insólito y hermoso libro, póstumo de Aldemaro Romero: Encuentros con la gente.
-¿Cuál es el legado que dejó Aldemaro?
-La música es posible porque hay un compositor, que es el creador intelectual; un arreglista que la escribe para los instrumentos de los ejecutantes; un director que comanda a la orquesta que la ejecuta y el o los interpretes. Cada cual tiene su punto de trabajo o especialización definida. Si uno trata de pensar en un músico ideal, como es el caso, de Aldemaro, ese sería aquel que compone, que arregla, que dirige y además interpreta. Esos son los roles básicos de todos aquellos que se dediquen en serio al cultivo de la música.
En el caso de Aldemaro, enfatiza Pacanins (Caracas, 1955), “era un artista que no sólo hizo los roles centrales del arte musical sino que los hizo bien y dentro de un elevado nivel de reconocimientos de sus contemporáneos, dentro y fuera de Venezuela. Como compositor es artífice de éxitos, con obras muy conocidas, tanto en lo popular como en lo académico, además de haber creado un genero como ‘La onda nueva’. Es un compositor que, en 50 o en 60 años de oficio, abarcó todo lo que en música es posible. Como arreglista era un individuo para quien las orquestaciones no tenían ningún secreto alguno, y eso le permitió vivir, entre otras cosas, del oficio del arreglista en Estados Unidos en la década de los 50, además de componer arreglos para artistas muy especiales. Era un pianista muy particular, interpretaba con florituras y le gustaban los arpegios, y era muy especial en su estilo, además de magnifico acompañante. Como director estuvo al frente de orquestas de baile, quintetos, agrupaciones de jazz y hasta comandó festivales de Onda Nueva, y llegó a dirigir orquestas sinfónicas. Y no sólo dirigía sus piezas sino tambien que abordó los clásicos ligeros”.
Agrega que Aldemaro además “fue un destacado showman: trabajó en radio, en televisión y era capaz de entusiasmar a una audiencia con sus habilidades y además contando cuentos”. Y afirma que no hay otro en Venezuela que haya podido decir esto: “La música no tiene secretos para mí. He caminado todas las facetas posibles del arte musical, desde lo popular hasta lo académico. Y todo lo hice con calidad. La música la aprendí por mi cuenta y a escribirla la aprendí leyendo. Para mí la música no es otra cosa que un lenguaje. Mucha gente pregunta si la música es un arte. A veces no es arte, a veces es un fastidio. El propósito de la música es uno solo: sonar bien. Si suena bien es música y, por tanto, ha cumplido su propósito”.Ese era él, puntualiza Federico Pacanins”.
-¿Qué pasará con su legado?
-Cuando nos enteramos de la inminente muerte de Aldemaro, sus amigos tuvimos un sentimiento de desosiego, pero además uno sentía, como lo dijo, una de sus hijas, que el no se iba a ir, que era imposible que él desapareciera porque el legado de un artista lo integran sus obras, sus creaciones. El día de su funeral uno prendía la radio y escucha la música que él había creado y nos dábamos cuenta que no se había ido, que estaba ahí. Su legado es inmenso, porque además hay una gran cantidad de grabaciones importantísimas. Sus piezas están escritas y guardadas y se pueden interpretar. Rodolfo Saglimbeni tiene gran parte de la música de Aldemaro y su esposa también entendió la importancia de ese legado y está creando una fundación para poner a la orden de las generaciones futuras todo el material que dejó nuestro gran músico”.
-¿Qué contiene “Encuentros con la gente”?
-Aldemaro era un cronista delicioso. Hay gente que lo conoce por sus escritos políticos, pero él también se había metido en la escritura musicológica. Había hecho un libro sobre el joropo en Venezuela y unos cuantos estudios sobre el folklore. Pero cuando le hice una serie de entrevistas, que publique una parte en mi libro Conservaciones con Aldemaro Romero, él me anunció que tenía un libro inédito, donde hacía memoria sobre la gran cantidad de gente que había conocido en su larga carrera y donde además dejaba sus impresiones sobre cada uno de esos personajes. Me pidió un consejo antes de entregarlo a una editorial y yo le recomendé a la Fundación para la Cultura Urbana. Rafael Arráiz Lucca recibió los originales y comenzó el proceso de montaje, que no era fácil porque además tenía fotos. Lo leí y resultó ser un libro delicioso, pero lo importante es que por intermedio de todos esos personajes él hace una especie de autobiografía, y va desde su padre, el músico Rafael Romero, hasta Alfredo Sadel, aparece Rita Montaner y así mucha gente, como Fidel Castro, el Che Guevara y hasta el terrorista El Chacal. Es, pues una pieza autobiográfica mirando a terceras persona, donde el orden cronológico no se respeta, pero sin embargo es un texto dinámico. Y ahí se vuelve a ver la genialidad del maestro.

martes, diciembre 04, 2007

Chocrón y Ott en salas teatrales de USA

Sigue el teatro venezolano ganando escenarios y aplausos allende las fronteras. Si este año no menos de ocho piezas se escenificaron en Estados Unidos, Argentina y España, el 2008 ya tiene en agenda sendas obras de Isaac Chocrón y Gustavo Ott en salas de Nueva York y Washington. Y como es lógico la prensa ya maneja las respectivas informaciones. Después vendrán las críticas respectivas. Y la historia, con sus análisis, se seguirá escribiendo, mientras unos pocos nos preguntaremos por qué aquí, en la patria de Simón Bolívar, se escenifican pocos autores criollos. Mientras llegan esas respuestas o explicaciones maquiavélicas, que son las que más abundan, hay que enterarse de lo que está programado,por ahora.
¿Qué tienen en común un sacerdote católico, un profesor judío y un estudiante? Descúbralo en Escrito y sellado, una historia que demuestra que los amigos pueden ser la mejor familia. Así, ha comenzado la promoción en Nueva York del espectáculo del grupo Repertorio Español, importante institución teatral latina en Estados Unidos. Ahí, para el 11 de enero de 2008, a las ocho de la noche, en su sala de la calle 27, está pautado el estreno del montaje basado en el texto de Isaac Chocrón (Maracay, 1930), bajo la dirección de René Buch.
Escrito y sellado, cuya exhibición en la temporada caraqueña de 1993, se le debe al director Ugo Ulive y los actores Carmen Palma, Fausto Verdial, Luigi Sciamanna, Gonzalo Velutini y Astrid Mujica, pertenece al exclusivo Teatro Venezolano del Sida, asombroso movimiento de artistas e intelectuales destinado a difundir informaciones y situaciones comprometida en torno a la epidemia del VIH o el retrovirus del Sida por intermedio de eventos escénicos; aguerrida manifestación cultural que tuvo su “reventón” desde 1989, aunque Síndrome, la primera pieza, la escribió Amado Naspe en 1987.
Chocrón (77 años), como lo afirma en nuestro libro El arte del Sida (1993), pergeñó Escrito y sellado a lo largo del año 1992, mientras estaba en la Universidad de Alburquerque, como profesor, y donde él conoció al sacerdote católico José Rodríguez, un ser conflictúado que como dramaturgo convierte en uno de los tres personajes de su pieza. “La circunstancia de mi obra, la 16 que escribo, número casi cabalístico, porque Santa Teresa de Jesús -yo creo que soy el único judío del mundo que es teresiano- fundó 16 conventos, es el Sida, pero no es el tema; y está el Sida, porque uno de los personajes,‘el profesor Saúl’ va a Alburquerque a continuar su duelo, a consecuencia del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH), de su gran amigo ‘Luis’, que es otro de los personaje de mi pieza”.
Pero el gran tema de Escrito y sellado es la transformación de dos seres a través del conocimiento de cada uno: “Saúl” y “el padre Miguel”, quien también está afectado por el VIH. “No es un panfleto sobre el Sida ni tampoco es una pieza que muestra los aspectos de la enfermedad. Lo que exhibe es cómo se puede manejar a ese flagelo de una manera positiva. Yo espero que mi obra contribuya, un poco, a varias cosas: que se acabe ese tabú hacia dicho Síndrome, y que nos podamos enfrentar a esa pandemia como una enfermedad más. Lo que quiero es reflejar que la muerte de una persona no significa la desaparición, significa algo más allá; es el alma que queda, su ánima en la memoria de los seres queridos y hasta hablas con ella. Pienso que la muerte es únicamente un tránsito, que es parte de la vida. Antes creía que era un error, una tragedia, una desesperación. Lo importante es no tener miedo por ese final, sino aprender que es una continuación de la vida misma. La prueba de ello es el recuerdo vivo que queda de la persona”.
Ott (43 años) no suelta prenda, pero a mediados de enero sube a escena en una sala washingtoniana su pieza Tu ternura Molotov, cuya temática es precisamente el terrorismo.E ste es un autor que ya destaca por sus obras en casi todo el planeta.Y él, como nos lo ha reconocido recientemente, está en deuda con su maestro Marcos Reyes Andrade, quien le enseñó el abcé teatral y lo estimulo para crear un primer grupo que ha sido la semilla de lo que tiene ahora:el Teatro San Martín de Caracas, en la frontera de la barríada de Artígas, un importante centro de actividad cultural comunitaria de esta Caracas del siglo XXI, aunque su labor comenzó en los años 90.

Abdón Villamizar dona teatro a Venezuela

Es la una de la mañana del 25 diciembre de 1986 y un hombre blanco y pequeño trata de alcanzar a su perro Teny que alegremente cruza la avenida Ámsterdam en la esquina de la calle 72 del West Side de Manhattan. Cuando despierta, dos días después, yace en la terapia intensiva del hospital Sant Lukas. Un camión del aseo urbano de una empresa particular lo atropelló y escapó, tras matar a su mascota y dejarle siete costillas rotas, la pelvis partida y una pierna menos (la derecha), además del hombro izquierdo dislocado. Lo único que él recuerda de aquello es a un agente de policía que le quitó su billetera, mientras estaba inmóvil y atontado en el asfalto, y además le arrancó del cuello una cadena con la imagen de la Virgen de Coromoto. “Ahí me quedé en tinieblas”.
Su lenta y riesgosa recuperación le llevó 30 meses en el hospital Gold Water en la Rooswelt Island. Ese tiempo, que no olvidará jamás, no lo perdió. Aprendió computación, pintura, dirigió un espectáculo y comenzó a escribir sus tres primeras piezas teatrales, las cuales compiló, editó y bautizó en Caracas, en el año 1992, en su primer libro Los estudiantes/El decorador/Los roommates.
INMIGRANTE
Ese es el teatrero Abdón Villamizar (San Cristóbal, 30 de julio de 1929).Vive en Nueva York desde 1962 y viene a Caracas por lo menos una vez al año para recargar sus baterías venezolanas. Además de director y autor de teatro, fundó hacia 1969 el Instituto de Arte Teatral Internacional (IATI), el cual actualmente destaca entre las agrupaciones alternativas neoyorquinas, pero dirigido ahora por Vivian D’ Ángelo, y funciona en el 59-61 de la calle 4.
Cuando se radicó en Estados Unidos se ganó primero la vida como mesero y cocinero, “mi sazón es famosa y me ha permitido ganarme unos cuantos dólares”, además de maquillador, peluquero y excelente mecanógrafo. “Nadie podrá negarme es que ha vivido intensamente y que puse mi montoncito de granos de arena para que el movimiento teatral de los latinos en Manhattan creciera en las difíciles décadas de los años 70 y 80”, advierte.
CARACAS
Abdón, hijo de Maria del Rosario Villamizar Fernández, al despuntar los 18 años se instala en Caracas y para satisfacer sus pasiones estudia actuación con Juana Sujo, Alberto de Paz Mateos y Horacio Peterson, pero es con Enrique Benshimol, en la Escuela de la Casa Sindical del Paraíso, desde 1950, donde solidifica conocimientos y comienza a trabajar en radionovelas y diversos espectáculos teatrales, al tiempo que, bajo la égida de George Stone, se adiestró para la televisión y hasta sus trabajitos hizo en Rctv.
Paralelamente, Abdón logró instalar y hacer funcionar el hotel Brisas del Torbes, en la avenida El Ejército, de San Francisquito a Puente Ayacucho. La dictadura perezjimenista lo obstinó y lo incitó a marcharse de Venezuela. “Había comenzado a odiar la mala política y además necesitaba probar suerte en otros escenarios, para así decirlo, y me marché el 28 de mayo de 1958. Económicamente no estaba mal, pero no miré para atrás y aterricé en Miami para hacer después un largo periplo por la costa oeste de Estados Unidos, hasta que fijé residencia en Nueva York, en el otoño del año 1962, cuando los árboles pierden sus hojas y Central Park se queda sin su verde vestidura. Nunca imaginé todo lo que ahí me iba a pasar, en bien y en mal, aunque sabia que el teatro iba a ser mi pan cotidiano. Y así ha sido hasta ahora, con unos cuantos tragos amargos y dolores físicos además”.
SALA TAMANACO
A principios de 1970, el pujante Abdón consiguió el basement o sótano del edificio 8 East de la calle 16, en las inmediaciones de la Union Square, y comenzó a crear su sala teatral Tamanaco, “luchando” con los vecinos y con el Departamento de Bomberos de New York, allá las normas de seguridad no son un juego. “Mi teatrico sobrevivió hasta unos cuantos meses después de mi accidente, pues la buena gente que me sustituyó mientras empezaba ese largo proceso de rehabilitación, tuvo que entregarla, ya que allá los contratos de arrendamiento tienen sus peculiaridades y yo, sin lugar a dudas, hacia falta. Recuerdo que ahí lo primero que monté fue Chuo Gil de Uslar Pietri, y numerosas obras de Sartre, Pasos y varios autores españoles y latinoamericanos”.
DRAMATURGO
Abdón cuenta que un día, mientras contemplaba las fría y desnudas paredes de su habitación en el hospital Golden Water, "siempre monótonas y atormentadoras, además de los dolores físicos, decidí luchar conmigo mismo, y para tratar de sobreponerme a mi drama, tome la decisión de escribir tres comedias; pensé que distrayendo mi mente, en algo positivo y refrescante, iba ayudarme en mi terapia y podría luchar así en aquellos momentos de angustia y soledad que embargaban. Me puse a escribir, impulsado por mis sentimientos y mi urgente necesidad. Salió el borrador del primer volumen de comedias. Cuando regresé a mi apartamento, en la calle 72, continué en esa tarea y desde entonces he entregado cuatro libros más. Son algo así como una veintena de obras, además de unos cuentos y relatos”.
Precisamente, Abdón informa que este viernes 7 de diciembre, en la Sala Rajatabla, a las siete de la noche, gracias a su director Francisco Alfaro, presenta o bautiza su más reciente libro, Antología / Teatro, Monólogos y Cuentos. “Quiera Dios que puede ver escenificados ante mis compatriotas algunos de los textos que ahí incluí u otro de los que aún esperan en mis otros tres libros, ya que en Nueva York sí he logrado ver representadas algunas de esas comedias. Ese, es por supuesto, mi legado a esta tierra venezolana”.

domingo, diciembre 02, 2007

Marcos,maestro y teatrero a carta cabal

Duerme tranquilo. No hizo daño a nadie y en cambio hace todo el bien que puede, porque lo aprendió de sus padres y sus familiares. Su vida entera la ha dedicado al espectáculo como director de teatro y de televisión, más de 100 telenovelas, según su contabilidad, además de ser maestro de varias generaciones.
Así lo cuenta el teatrero Marcos Leopoldo Reyes Andrade, quien, a sus 78 años, no tiene necesidad de mentir, sino todo lo contrario: dice su verdad y cuenta lo que hizo. Y es por su periplo existencial -55 años de larga faena- que se le considera un ilustre trabajador intelectual de la cultura, pionero de la televisión criolla y fecundo teatrero, formado bajo las directrices del maestro Jesús Gómez Obregón, además de ser abogado y periodista graduado la Universidad Central de Venezuela.
Marcos, quien casó cuatro veces y procreó cinco hijos, explica que “lo de Leopoldo es por el médico de mamá, el insigne Leopoldo Aguerrevere”. Es descendiente del académico Antonio y Alicia Andrade de Reyes y nació el 22 de noviembre de 1929 en Caracas, de Bucare a Carmen, cuando aún los hijos daban su grito primario en la casa de sus padres. No oculta que su abuelo era el general Ignacio Andrade, otrora Presidente de la República, y bisnieto del general José Escolástico Andrade, héroe de la Independencia, cuyos restos no descansan aún en el Panteón Nacional, “como lo ordenó el general Marcos Pérez Jiménez, porque los zulianos se alzaron y no lo dejaron sacar”.
La instalación de la democracia del 23 de Enero no le favoreció. Chocó con la autocracia de Rómulo Betancourt y se asiló en España, pagándose su pasaje, acusado de “instigar a la rebelión” y “por hablar mal del gobierno”. Eso lo obligó a trabajar 12 años en Madrid, desde el 14 de marzo de 1960. Un paréntesis, en su larga lista de servicios al país, que le sirvió para capacitarse mucho más en la Televisión Española, estudiar semiología en la Universidad de Bologña y tener al propio Umberto Eco como tutor de su tesis. Y, por su fuera poco, ganarse un premio internacional al escenificar la pieza Tea Party de Harold Pinter, en 1966.
Regresó a Venezuela, en 1972, para ser profesor en la Universidad Católica Andrés Bello, de donde salió jubilado 22 años después, tras dejar una profunda huella artística. Se vinculó a la UCAB, porque en Madrid daba clases de producción y dirección de televisión y ya era un venezolano famoso cuando el sacerdote jesuita Alberto Ancízar lo invitó a laborar. En la Escuela de Comunicación Social se propuso hacer del teatro una carrera universitaria. Y lo logró, más alla de capacitar actores, capacitó un gran ejército de espectadores que aprendieron a degustar las artes escénicas. Por sus manos pasó gente muy importante como Javier Vidal, Antonio Olivieri, July Restifo, Marco Antonio Ettedgui, Cesar Miguel Rondón, Alba Roversi, Javier Vidal, Carlota Sosa, Carlos Omobono, Julie Restifo, Unai Amenabar, Corina Azopardo y “muchos otros que descubrieron la maravilla de hacer teatro en su vida de estudiantes”. Fundó el Teatro de la UCAB en 1975 y lo hizo debutar con El proceso a Jesús de Diego Fabri.
Marcos, que vivió la revolución de la UCAB, sigue trabajando en la Universidad Santa María y para el año próximo tiene como meta crear la Cátedra de Teatro y otra agrupación con los estudiantes, apoyado por su ex alumno Levy Benshimol, actual director de la Escuela de Comunicación Social.
Además de su labor como docente fundó su agrupación teatral y llevó a las tablas no menos de 40 piezas, “unas buenas, unas malas y otras regulares”, donde destaca su versión escénica de Sonata de otoño de Igmar Bergman.
No niega su satisfacción por todo lo hecho, desde aquel Donde nace el recuerdo, primer programa televisado que se hizo en Venezuela, escrito por Román Chalbaud e interpretado por Fernando Gómez y Giove Campuzano, el cual salió al aire el 22 de noviembre de 1952, el día de su cumpleaños 23. ¡Anhela continuar trabajando no sabe hasta cuando!
Comunicador
Este trabajador, como se lo confesó a Verónica Cortez, cree en la comunicación y en la posibilidad de la enseñanza, porque Bertolt Brecht decía que aquel que tiene conocimiento y no lo transmite es un criminal y el que lo transmite es un sabio. “La suerte que he tenido de poder acceder a cierto nivel de preparación la agradezco, transmitiendo todo eso mediante la docencia o a través del teatro, la televisión y la radio que son, al fin y al cabo, elementos de comunicación”.