viernes, febrero 02, 2007

Elia Schneider prepara "La señora Klein"

“Cuando se cree en algo vale la pena darlo todo y yo creo en el cine que hago y en el que quiero seguir haciendo. Lo comercial es algo trivial y ya creo que quedó demostrado que en este país los cineastas no ganamos dinero con las películas que realizamos. El cine es una forma de comunicarte con el publico, de expresar lo que sientes sobre la vida, es una forma de cambiar y hacer que la gente cambie, que los venezolanos abramos los ojos”.
Así piensa y se expresa la reconocida teatrera y cineasta venezolana Elia Schneider, quien contó que para el próximo 10 de abril será el estreno de su montaje La señora Klein, de Nicholas Wright, en la Sala Horacio Peterson, donde aborda la saga de las tres discípulas preferidas de Sigmund Freud y sus relaciones con el psicoanálisis, el cual después llevará al Teatro La Mamma de Nueva York. Pero ella continuará al frente y muy pendiente de su otro compromiso: la temporada de su más reciente película, Des-autorizados, la cual mostrará, dependiendo, de los exhibidores a mediados del próximo noviembre o en diciembre.
—¿De donde salieron los fondos para Des-autorizados?
—Mi película se está realizando con los fondos del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, Ibermedia y una co-producción entre Colombia, Perú y Venezuela. Por ahora hemos hecho las cosas en tiempo, pero debido a la inflación los precios se han disparado y tal vez tengamos que hacer un reajuste en el presupuesto de post-producción para terminar la película y cualquier película como esta tiene un costo mínimo de 800 mil dólares. “Se cotiza en esta moneda porque varios de los procesos no se hacen en Venezuela y están dolarizados. En cuanto a la promoción hay dos formas de verlo: o se hace una fuerte inversión de tiempo y dinero y un trabajo que se inicia siete meses antes del estreno o simplemente se le da el curso de cualquier promoción de cualquier película. Yo siempre he creído en el trabajo y la inversión fuertes, pero después de mi largometraje Punto y raya que se promocionó por varios meses en toda Venezuela, me di cuenta de que los que recogían los frutos no éramos ni los productores ni el Cnac sino los distribuidores y exhibidores. Así que no sé si volver a realizar este esfuerzo y pasar por una experiencia tan poco motivadora, a menos que este gobierno cambie eso en la nueva reforma de la Ley de Cine.
—¿Qué diferencias hay entre Des-autorizados y tus anteriores filmes, Huelepega y Punto y raya?
—El guión de Des-autorizados, escrito por Fernando Butazzoni y Rosa Clemente y basado en una historia mía, trata sobre un tema que se acerca más a mi realidad e intenta plantear un dilema que nunca he podido solucionar y que tiene que ver con las relaciones: autor y personaje, personaje y actor, actor y director, director y productor, fantasía y realidad, arte versus comercio, etcétera. Básicamente estoy frente a varios ¿para qué? que no necesariamente tienen solución en mi película si no más bien que es la formulación de todas esas preguntas sin respuestas.
Puntualiza que en el caso de sus dos anteriores largometrajes, Huelepega y Punto y raya, “los personajes se movían en medio de contextos muy definidos y la resolución de sus historias quedaba respondida cuando la historia terminaba. El trabajo técnico y de campo en Des-autorizados fue exigente y de una gran precisión. Si algo fallaba toda la cadena se resentía. No hay que olvidar que su historia sucede en la imaginación de una escritora (Elia) que vive en Caracas. Así que Caracas y sus locaciones se prestan para contar su idea, por eso el público verá que ninguna locación tiene un carácter realista y Elías (el escritor que Elia creó) vive en un castillo retirado en una montaña (como es El Calvario) y Raquel que es la novia de Elías, quien es muy estilizada y fría, mora en un espacio gigante como el Hotel Humboldt. Esto le da a la película un carácter muy especial ya que las locaciones son el contexto de cada personaje y se convierten en una parte de su característica personal”
—¿Pero hay otras diferencias entre Des-autorizados y sus dos filmes?
Huelepega fue una “película de guerrilla”, ya que se filmó con las cámaras puestas adentro de los camiones, debido a la censura que nos aplicó el Gobierno de Rafael Caldera durante el rodaje. Punto y raya, donde sí tuvimos todo el apoyo del ejercito venezolano en pleno, fue complicadísima de rodar por la logística y las armas. Creo que ha sido el rodaje mas complicado hasta ahora.
—¿Cómo se le puede vender al público Des-autorizados?
—Creo que el público venezolano tiene sus preferencias que en este caso han estado influenciadas por el gran bombardeo de promoción que ha hecho Hollywood durante años. Es muy difícil para un venezolano competir con toda esta maquinaria. Sin embargo, y atravesando todos los obstáculos, lo hemos hecho con todas nuestras películas anteriores quedando siempre en los primeros lugares de taquilla. Debo aclarar que esta taquilla se reparte de forma muy desigual para los productores venezolanos. En el caso de Punto y raya, que facturó 900 millones de bolívares, 575 millones fueron a manos de los exhibidores y distribuidores y 90 millones fueron para el impuesto de Fomprocine. Nosotros como productores terminamos endeudados y sin poder hacer un nuevo proyecto por casi cuatro años. Creo que si hay algo importante que debe hacer el presidente Chávez con relación al cine, es cambiar la proporción de estos porcentajes y que esta taquilla (que hacen las películas venezolanas) se convierta en fondos para hacer otra. No se entiende porque a estas alturas todavía eso no ha sido cambiado en la ley.
Lo que viene
Elia Schneider adelanta la edición y postproducción de Des-autorizados, porque espera tenerla lista para noviembre 2007. “Por otro lado, ya tengo la primera versión del guión de mi próximo proyecto de cine The Unfit. Es un drama social sobre la campaña de esterilizaciones que se hizo en varios lugares de Estados Unidos para obtener una "raza nueva" y cuyas ideas sirvieron más adelante para iniciar lo que luego se llamó " el holocausto". Seguiré insistiendo en hacer cine, porque tiene un carácter universal y trata sobre la esencia del espíritu humano y eso es válido en cualquier lugar del mundo. Si me dejan seguir haciendo cine en Venezuela lo haré y si no saltaré las cien mil talanqueras en los cien mil países para poder seguir haciendo películas. Para mí el cine es la vida”.


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