lunes, agosto 21, 2006

Éxito con otra pareja gay que envejece

El éxito nunca se puede garantizar, a pesar de que es lo más anhelado por los artistas. No han patentado aún la formula mágica que asegure los sanos aplausos y las prósperas taquillas. Los teatreros trabajan anhelando que nunca se empañe la felicidad de poder mostrar un espectáculo. Pero cuando el público y la crítica festejan simultáneamente los óptimos resultados, a todos los involucrados en tal o cual montaje se les cambia la cara y se les acelera el pulso, porque han logrado ese objetivo para el cual trabajaron sin flaquear: hacer arte, contribuir a la catarsis de su colectivo y apuntalar a la empresa siguiente.
Todo eso se desprende de una conversación que mantuvimos con el director Michel Hausmann (25 años), feliz conductor de la pieza teatral Los navegaos, de Isaac Chocrón, la cual lleva casi tres meses de temporada en el “santo santorum” del teatro comercial -ese que se hace sin financiamiento del Estado- o sea en el Teatro Trasnocho, en el sótano del Centro Comercial El Paseo, de las Mercedes.
Hausmann admite que Los navegaos es la cuarta pieza que dirige, al igual que es la cuarta obra “fabricada”en Producciones Palo de Agua. “Si uno ve la ficha técnica de nuestra primera obra Tócala de nuevo, y la compara con Los navegaos va a encontrar muchos nombres en común. El tesoro más grande que tenemos en Palo de Agua es el fantástico grupo de profesionales que está a nuestro lado y creo que en Los navegaos logramos tener al ‘dream team’ completo: Edwin Erminy como diseñador de escenografía, Carolina Puig en el diseño de la iluminación, la incansable Eva Ivanyi con el vestuario y la música incidental de Salomón Lerner. El productor de la obra, como siempre, es mi amigo, socio y co-fundador de Palo de Agua, Yair Rosemberg. Y, por supuesto, actores de la talla de Javier Vidal, Juan Carlos Gardié, Juan Carlos Alarcón y Annabelle Brun”.
Para Hausmann, que viene de estudiar en Nueva York, su carrera como director de teatro empezó en el año 2004, con el estreno de Tócala de nuevo, (14 semanas en el Trasnocho y otras 6 mas en el Ateneo). Luego en abril del 2005 estrenó El favorito de Dios (13 semanas en el Trasnocho). En octubre de ese mismo año exhibieron El violinista sobre el tejado, una obra monumental en comparación con los trabajos anteriores que venían realizando, volvieron a hacer una temporada en abril del 2006, y todavía tienen ganas de seguir haciéndola, porque durante sus exhibiciones en el Aula Magna reventaron la taquilla ante la respuesta del público.
Confiesa que el texto de Los navegaos “me llegó a la bandeja de entrada de mi e-mail con el título ‘Regalo de cumpleaños anticipado’, dos días antes de mi cumpleaños, el 28 de julio de 2005. No me acuerdo qué otros regalos recibí ese año, pero este, proveniente de Isaac Chocrón, nuestro patriarca teatral, era extraordinario y mucho más después de lo que ha pasado con el espectáculo”.
Advierte que ya conocía el teatro y algunas de las novelas de Chocrón. “La verdad es que no he leido toda la obra de Isaac que representa medio siglo de incansable trabajo artístico. Pero cada cierto tiempo eligo otra pieza con la esperanza de terminar la colección chocroniana antes de que se acabe esta insólita década que estamos viviendo todos los venezolanos”.
Comenta que son muchos los temas recurrentes en la literatura de Isaac, tales como la pertenencia, la familia, la alienación, el amor y la amistad. “Pero no considero prudente hacer un mayor análisis de cada uno de ellos, porque otros más preparados han escrito miles de páginas al respecto y los ofendería con mi vago análisis. Tendré tiempo para profundizar,ya que yo recién comienzo”.
No obstante, advierte que muchas de esas tendencias o características del teatro chocroniano se presentan, como es obvio, en Los navegaos, su más reciente texto. “Sí, hay muchos elementos de sus obras previas, pero lo que más me llama la atención de esta obra es que ha sido escrita con la misma magra sencillez que su reciente novela, El Vergel. Ambas obras, una dramática y otra literaria, poseen una belleza que deriva de su forma tan pura de hablar de temas tan trascendentes. Hay varios aspectos de Los navegaos que me llamaron mucho la atención. En primer lugar esta el tema del envejecimiento de la pareja homosexual, Juan y Brauni, felizmente encarnados por Javier Vidal y Juan Carlos Gardié. Un tema que Isaac lo trata de manera latente, muy sutil. No está en la superficie de la obra, pero sí está presente todo el tiempo. Juan y Brauni tienen décadas viviendo como pareja y el amor o pasión que pudieron haber sentido en un momento se ha transformado a lo largo de los años en una amistad. Una pareja heterosexual después de 20 años de relación también pasaría por una metamorfosis parecida, pero de esa relación saldrán hijos y eventualmente nietos, y se crea un arraigo que va más allá de dos personas. Juan y Brauni no tienen hijos ni nietos, se tienen a ellos mismos, a una casa, una sirvienta y unas trinitarias que Chocrón utiliza como una genial metáfora teatral en la obra . Esas trinitarias son bellas, le dan vida a la casa, pero están tumbando el muro sobre el cual crecen. Juan y Brauni recuerdan sus viejos tiempos bebiendo y fumando, pero como están enfermos, les ocurre igual que a las trinitarias Lo que les da ‘vida’ es el mismo elemento que los trae mas cercano a la muerte”.
Para materializar a este texto, se propuso respetar dos elementos importantes de la obra: “en primer lugar la teatralidad con la que fue escrita, todo dentro de un naturalismo inglés. La otra fue la pureza con la que Isaac escribió la pieza. Mi trabajo fue preservar la elegancia de la obra y no entorpecer la pureza con la que fue escrita”.
El trabajo con los actores, según Hausmann, ha sido una de las experiencias más nutritivas o ricas. “Poder compartir con actores a quienes respeto y a quienes he visto sobre las tablas desde niño como Vidal y Gardié. Sumado a eso pude compartir con el increíble talento de las figuras más jóvenes de la obra, Alarcón y Brun. Los escuchaba mucho a todos ellos cuando estábamos trabajando. Hubo mucha retroalimentación durante los ensayos. Creo que ayudó mucho que todos estábamos muy claros sobre a dónde debería ir el montaje y todos sentíamos una profunda admiración por Isaac y nos sentíamos muy afortunados de poder ser nosotros quienes estrenábamos su más reciente obra. Estoy sumamente satisfecho con la obra y lo obtenido, y me encantaría en algún otro momento volver a trabajar con una obra de Isaac. Se aprende”.
Sobre las reacciones del público, comenta que han sido variadas. “Escucho muchos halagos para con los actores. La escenografía también ha recibido muchas flores. Creo que en general la gente sale muy contenta y aparentemente han comentado la obra con más personas, porque a tres meses de estrenada todavía cuenta con una alta asistencia. Eso, según me han dicho, no es frecuente, por lo que se deduce que es un éxito. Este es el teatro que me gustaría escenificar. En mi corta carrera como director he tenido mucha diversidad en los géneros que he trabajado. Esta obra en particular posee elementos de naturalidad muy parecidos a los que se encuentran en la estética del cine que es realmente el medio que yo estudié académicamente y esta pieza me hizo reflexionar sobre cuáles deben ser mis próximos proyectos. Por ahora quiero sentarme a escribir algo... Han pasado unos meses y todavía no lo he hecho... creo que es hora de hacerlo. Todo este trabajo y el público se combinaron para este éxito que es del teatro venezolano, más nada”.

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