jueves, diciembre 29, 2005

Otro ¡Oh, Caracas!

Desde 1975 no asistíamos en Caracas a una función teatral en Navidad. Los artistas vernáculos optan por descansar en esas fechas o viajar al exterior para jugar a los camaleones con los espectáculos de Nueva York, París, Londres o el nostálgico Madrid. En esta ocasión, también nosotros nos quedamos aquí y por eso presenciamos, en la Sala Anna Julia Rojas, por segunda vez, la erótica revista musical ¡Oh, Caracas¡/El otro lado de tu cama. Ambiciosa producción venezolana lograda con acierto por el empresario Esteban Trapiello, el director Rodolfo Drago, una docena de desinhibidos actores y actrices, además del juvenil cantante Keiser, y siete escritores criollos que aceptaron el reto.
Sobre la primera representación de ¡Oh, Caracas! para la prensa y la crítica, escribimos que estábamos ante un aceptable montaje visual y cultural, el cual sirve para reír y a veces, como consecuencia de la calidad de la pieza literaria y su desarrollo escénico, hasta permite que la sangre hierva y con fantástica velocidad organice una revolución al sur del ombligo, ya que esa es la prueba única de que lo exhibido o escuchado sí logra sacar de su ligero sueño a la imaginación, sin la cual el sexo no es más que una mera reacción animal o fisiológica.
Reconocimos que en ese ¡Oh, Caracas! había suficiente erotismo, no sólo verbal sino también visual, para que la mente de los espectadores planifique o busque con quién desahogarse. Los desnudos, discretos y nada agresivos (en playas o en piscinas hay más carnes y mayores volúmenes, además que están a la mano) son el justo ingrediente para que el espectáculo sea placentero. También destacamos que en su larga historia, el teatro venezolano, mejor dicho, los productores y los artistas, no habían trabajado con eróticas revistas musicales, salvo unos shows mínimos en bares o discotecas o los socorridos montajes exhibidos por la televisión, desprovistos de maldad, por supuesto. Ahora con este paso de Trapiello y Drago se abren unas cuantas posibilidades, porque hay un mercado ansioso por ver piezas eróticas, más o menos audaces.Una serie de recortes a los textos, como a las acciones dramáticas, le quitaron al espectáculo, visto ahora en Navidad, no menos de 30 minutos. Ahora sí todo estaba en su sitio y los intérpretes lucían más seguros de sus roles. Por lo que se puede afirmar que se trata de otro montaje, el cual hace temporada -dobles funciones hoy y mañana viernes, a las 8:30 pm y 10:30 pm; además del 1 de enero, a las 6:00 pm y 8:30 pm- en el Ateneo.
Este ¡Oh, Caracas! ha permitido comprobar las dificultades de nuestros dramaturgos para componer sketchs o minipiezas con dosis eróticas, pues tienen que superar los atavismos judeocristianos de sus basamentos culturales, ya que no son sajones ni nórdicos. Subrayamos esto porque el erotismo exhibido es light y recargado, inocentemente diríamos nosotros, de misoginia y homofobia, de chistes y/o situaciones que buscan la risa fácil del público, pero nunca una reflexión profunda sobre algo tan básico en la vida de los seres humanos como son el erotismo y sexo. Un texto erótico para el siglo XXI tiene que tener algo verdaderamente novedoso u original y llevar un equilibrio entre la información de las conductas sexuales y los juegos o escarceos amorosos o románticos, dejando por fuera lo obvio y lo vulgar. Conseguir a siete autores que lleven a sus textos tales exigencias no es nada fácil, y lo exhibido hasta ahora revela que hay material posible de cultivar o pulir, ya que los autores ahí involucrados, además de ser criollos, tienen un cúmulo de experiencias, aunque deben superar unas cuantas rémoras.
Para nosotros, los mejores textos fueron los de la periodista Atamaica Nazoa, el escritor Armando José Sequera (debería escribir más teatro, porque sí sabe) y el actor y dramaturgo Javier Vidal con su delicioso “Desnudos en el hall”. El gran triunfador es el director Drago quien tuvo el talento para coordinar los siete textos, crearles sus didascalias y conseguir la organicidad de los actores con sus complejas situaciones, donde cantaban (doblaban) y además bailaban. Ahí hay un elenco con talento para ser cultivado o pulido, aunque desde ya se destacan Maribel Zambrano y Daniel Ramírez, y el experimentado José Luis Montero.

jueves, diciembre 22, 2005

Cayó telón

Mientras la temporada 2005 del Ateneo de Caracas es clausurada con la revista musical erótica ¡Oh, Caracas!/El otro lado de la cama, una millonaria producción de la empresa que comanda Esteban Trapiello, el grupo Theja cerró el ciclo 31, de su incesante busquedad de una estética propia, con el remontaje de Autorretrato de artista con barba y pumpá. Es una extraña pieza que, como algunos dicen, fue la última que escribió José Ignacio Cabrujas (Caracas, 1937-Porlamar, 1995), escenificada ahora por José Simón Escalona, en el Teatro Alberto de Paz y Mateos.
Esos fueron los dos últimos espectáculos que finiquitaron este año teatral, al cual hemos rotulado “el gran salto de la talanquera”, porque muchos teatreros optaron por independizarse financieramente del Estado y adoptaron la línea comercial, entendiéndose ésta como una busquedad de mayores audiencias, utilizando actores con más raiting (provenientes casi siempre de la televisión), además de temáticas y argumentaciones más ligeras. Aunque el fin último de una expresión artística, escénica en este caso, es llegar a grandes audiencias, es muy apresurado asegurar desde ahora que esta nueva tendencia de la comercialización del teatro tenga desde ya garantizado un gran éxito financiero, porque es el público o el soberano quien dirá la última palabra y dejará en la taquilla su aporte económico.
Mientras eso ocurre, en positivo o en negativo, hay que recordar que el Theja, con 82 espectáculos en su historia, la mayoría financiados por el Estado venezolano, gastó ahora no menos de 44 millones de bolívares para esta reposición de Autorretrato (la había estrenado en 1990). Sin esa inversión, la institución no hubiese podido cumplir su compromiso con el público y además tampoco habría participado en el décimo aniversario cabrujiano, y habría pasado por debajo de la mesa, aunque ya el Grupo Actoral 80 hizo lo suyo con el nuevo montaje de El día que me quieras, excelente trabajo del director argentino Juan Carlos Gené y memorable actuación de Héctor Manrique como el desubicado Pío Miranda.
Sin bolívares no hay teatro posible, ya que el financiamiento de un ctáculo">espectáculo teatral es de por sí toda una pieza tragicómica que muy pocos conocen. Y en el caso del Theja, esa inversión difícilmente fue recuperada por taquilla,pues la sala no tiene más de 180 butacas. Y es en medio de éste incómodo contexto financiero que se ha revivido un fragmento de la historia de Armando Reverón (Caracas,1889-1954), personaje de carne y hueso que inspiró a Cabrujas para convertirse en el protagonista de Autorretrato de artista con barba y pumpá.
Reverón y Cabrujas vivieron y perecieron bajo la incesante férula de la consecución del sustento para la supervivencia, el bolívar para el diario yantar. Ambos fueron hombres de talento, pero las sociedades en las cuales vivieron los explotó hasta la saciedad, los esquilmó hasta llevarlos a la muerte. Uno fallece, enloquecido en un sanatorio y dejando atrás decenas de obras suyas que enriquecieron a sus mecenas, y el otro fenece, infartado y ahogado en la piscina de una residencia donde se recluía para escribir una telenovela con la cual pretendía financiarse él y los suyos. ¡Similitudes no teatrales!
Crueles coincidencias entre Reverón y Cabrujas, pero más terrible porque el escritor se reflejó o se proyectó en ese fantástico pintor de la luz, como antes lo había hecho en sus piezas - Juan Francisco de León, Acto Cultural y El día que me quieras-, ya que él de alguna manera es el gran protagonista de todas ellas, porque él era un venezolano en pos de la historia y en desafío perenne a sus contradicciones existenciales, lamentando haber nacido unos metros más allá de un lugar donde las cosas le habrían sido diferentes. Reiteraba aquello de que los seres humanos no escogemos nacer ni seleccionamos a nuestros progenitores ni el espacio territorial donde iniciamos nuestros caminos; nos toca aceptar tales herencias y hacer un viaje, a veces ventajoso o tortuoso.
Este montaje de Escalona, junto al que hizo Gené, son para nosotros las mejores muestras del mejor teatro posible en Caracas, sin caer en los peligrosos caminos del teatro comercial. El primer actor Javier Vidal, sin tener la edad y el tipo reveroniano, logró una personaje de fantasía, una creación estética sobre el gran pintor de Macuto. Este comediante,cuando ya vive su medio cupón, está en su mejor momento de creación histriónica.

lunes, diciembre 19, 2005

El teatro comercial no es el peor de los negocios

Todos quieren exhibirse ahí, pero no hay espacio para tanta gente. Aún no tiene la capacidad física para tamaña empresa. Todos quieren estar en ese sitio de moda porque es un lugar que tiene todas las comodidades para el público, que es para quien se hace el teatro y sin cuya presencia todo proyecto artístico, por más revolucionario que sea, está condenado al fracaso. Ese es el Teatro Trasnocho, ubicado en el Complejo Cultural Trasnocho del Centro Comercial Paseo Las Mercedes, llamado por algunas como “El faro del teatro venezolano contemporáneo” o “El Ateneo del siglo XXI”.
El Teatro Trasnocho, por ahora, consta de una sola sala y su capacidad depende de la configuración. Si se utiliza un escenario a la italiana, que es el más demandado, hay 308 butacas; para un café concert hay 220; caben 450 personas de pie; si se monta una pasarela entran 256 y cuando es arena hay espacio para 312 butacas. Los cálculos para sus ingresos por temporada de espectáculo son fáciles de lograr si se tiene en cuenta que hasta este 2005 la entrada costaba 20 mil bolívares.
El teatrero Moisés Guevara, gerente artístico del Teatro Trasnocho, tras aclarar que no se atrevía a definir al teatro venezolano que se está haciendo en este siglo, subrayó “lo que sé es que hay que abandonar las discusiones bizantinas para acercarnos a un teatro donde coincida lo que queremos decir y lo que el público quiere escuchar. Tenemos que abandonar la disociación”.
-¿Por qué las temporadas se hacen de viernes a domingos?
-Se hacen así por varias razones. No creo que tengamos todavía suficiente público para alargar los días de función y sacrificar el esquema de apoyo a las temporadas. Otra es que no quiero sacrificar los espacios programáticos para otros géneros, como los conciertos y las temporadas de zarzuela y ópera que se presentan durante los otros días. El próximo año tenemos nueve meses para la temporada de ópera de cámara. Además debemos atender las demandas para otro tipo de eventos. Nosotros tenemos que atender los mercados que abrimos y posicionamos.
-¿Por qué no producen espectáculos propios?
-Nos asumimos como un espacio de presentación de espectáculos, nunca nos pensamos distinto. Hay muchas agrupaciones y productores independientes en comparación con las salas de teatro que están operativas. Caracas tiene más de 80 salas y pocas de ellas están operativas. No tiene sentido competir con nuestros aliados, por el contrario tenemos que apoyarlos y protegerlos. La única producción que seguiremos realizando es la Actors Studio Master Class, los espacios de entrenamiento para actores y directores no existen y esta experiencia para nosotros es invaluable.
-¿Cómo son las relaciones con los artistas y los productores?
Como las de todas las salas de teatro del país y del mundo en el conocido esquema de la coproducción. Insisto en que si algo puede marcar la diferencia es que nos asumimos con todo rigor como una unidad de atención al cliente y los actores, los directores, los técnicos y, por supuesto, el público son clientes para nosotros. No bajamos nunca la guardia. Nuestra política es hacer lo que nos gusta con el sello de cinco estrellas.
-¿Y las relaciones con el público?
-Eso hay que preguntárselo propiamente al espectador, yo no recibo mayores quejas. Por lo demás, entiendo que son muy buenas, la prueba es que apoyan todas nuestras presentaciones. Vienen aquí y agotan la boletería cuando les gusta el espectáculo.
-¿Cuáles son las exigencias a las producciones que llegan al Trasnocho?
-No tenemos exigencias estéticas o de contenido, si las impusiese estaría aplicando una especie de censura que no es correcta para ningún oficio y mucho menos para el oficio de creación y comunicación del teatro. Para la programación del Teatro Trasnocho las agrupaciones y los productores independientes deben presentar con antelación un proyecto y entregar copia del libreto de la obra. Con estos elementos es que tomo decisiones y, por supuesto, hay exigencias de calidad y profesionalismo. Pongo todos mis sentidos y la experiencia de 20 años en este medio a la hora de decidir la programación del teatro.
-¿Puede mencionar alguna en particular?
-Una de las exigencias que ha costado más que entiendan los productores es la entrega del libreto, parece mentira pero fue difícil que se entendiese que la lectura de la obra era una exigencia programática. Las exigencias estéticas las impone el espacio y el esquema de programación: doble horario, de viernes a sábado, a las 8:00 pm y a las 10:00 pm, y domingos a las 6:00 pm y a las 8:00 pm. No podemos olvidar que Trasnocho es un teatro dentro de lo que originalmente fue una sala de cine. Sueño con ponerle al Teatro Trasnocho una tramoya como la del Teatro Alberto de Paz y Mateos, eso nos permitiría programar una temporada de Autorretrato de Artista con barba y pumpá del grupo Theja, para mí la mejor producción teatral del 2005. En lo que somos altamente exigentes es la promoción y publicidad de los espectáculos; ahí no bajamos la guardia, así como en el mantenimiento de nuestras herramientas de trabajo”.
-¿Cuál es el ingreso por taquilla?
-No me gusta hablar de dinero y no por prurito, realmente no soy quien maneja cifras, creo que hemos realizado una estupenda gestión y todavía falta. Toda la operatividad del teatro la lleva la gerencia general, está en manos de mi mejor compañera profesional, Margarita Lamas, nada hubiésemos logrado sin ella y eso lo saben los actores, los productores, los directores y el público. Lo que sí me preocupa con relación a este tema, y es mi más reciente tormento, es cómo están manejando los grupos y los productores independientes los ingresos que obtienen. Sé que no están pensando en el futuro, no existe la política de la capitalización para el próximo proyecto, para el mañana. Cuando se es productor independiente hay que guardar para reinvertir. El teatro no es un gran negocio pero tampoco es el peor. Con el número de espectadores y el valor de la entrada, que este año fue de 20.000 bolívares, se sacan esos datos por cada obra que usted quiere conocer.
-¿Cuáles son las lapsos de la temporada?
-Durante el 2005 se inició el 14 de enero y acaba de concluir el domingo 11 de diciembre. Presentamos 12 obras de adultos y tres para público infantil. Quince espectáculos por año.
-A cuatro años de estar funcionando, ¿qué promedio de espectadores tienen?
-Con El traje nuevo del emperador batimos récord con 15.000 espectadores y cinco meses de taquilla agotada. Llevamos un registro de asistencia de público que se mueve desde los 5.000 espectadores hasta los 14.000 por obra. Cada espectáculo tiene su convocatoria pero siempre vamos por los 15.000 del récord y en el 2006 a superarlo. Ya en el 2005 realizamos 455 funciones. También se hizo una temporada de ópera con Rita... golpea a su marido de la Compañía Memoria de Apariencias. Además de varios conciertos y el ciclo de Jazz Trasnocho con Swing que duró un mes.
-¿Cuál es el balance de la temporada general y cómo se pueden comparar con las anteriores?
-Somos una institución joven y no creemos haber alcanzado nuestra meta. Cada año es un escalón más y estamos dispuestos a seguir adelante. La temporada 2005 fue estupenda. Las temporadas se consolidan y el perfil programático se depura y decanta.
Estrenan “Navegaos”
Moisés Guevara cuenta que durante el 2005 presentaron: “Pequeños Fantasmas” (Skena), “Menguada la hora” (Cdnt), “Los Mosqueteros del Rey (Skena), “Nos
seguimos queriendo” (Talento Femenino), “Gastone y Meraviglioso” (Dramo),”El favorito de Dios” (Palo de Agua Producciones). “Tres Reinas” (Big Show Productions),”Con ‘A’ de Ilusión” (Producción Independiente), “El Método Gronholm” (Cdnt), “Mínimas” (Xiomara Moreno Producciones),”Simon” (7 G Producciones) y “Rosa de dos aromas”( Skorpio 42 producciones). Se presentaron además tres producciones infantiles: “Tierra de aventuras” (Compañía de Lily Álvarez Sierra), “El Traje nuevo del Emperador” ( Skena) y “Hércules en el Olimpo” (Colibrí).
-¿Cómo han funcionado a nivel de público las lecturas dramatizadas?
- El programa “Haciendo Publico lo Privado”, que son las lecturas dramatizadas las obras de teatro que el público quiere ver y nosotros queremos hacer, es nuestro proyecto consentido. Nos hemos reunido más de 140 actores y alrededor de 15 directores para leer 41 obras de teatro. El nivel de asistencia de público está entre 60 y 180 espectadores; qué más se puede pedir para un programa de investigación y revisión de la dramaturgia universal, simplemente seguir adelante y convocar más actores y directores, tener un público con seguridad que cada día nos apoyará más.
-¿Qué planes hay para el año próximo?
- En principio, la labor de seguir ganando público para el teatro. Iniciamos el año 2006 con la continuación de la temporada de Rosa de dos Aromas. Esta producción tiene que llegar a cumplir sus tres meses de temporada. Tenemos el estreno de la obra de Isaac Chocrón, Navegaos, bajo la dirección de Michel Haussmann. Estrenamos la obra de teatro infantil del Talía, “Pinocho”. Hay cuatro temporadas para los jueves musicales; en febrero arrancamos con zarzuela. Y por primera vez desde que estoy en Trasnocho voy a dirigir una obra y me siento obligado a estrenarla en esta que es mi casa. Voy a montar Pequeños crímenes conyugales de Eric-Emmanuel Schimtt con las actuaciones de Carlota Sosa y Marcos Moreno.
-¿El Trasnocho paga impuestos?
-Somos una institución seria y cumplimos con todos nuestros compromisos.

jueves, diciembre 15, 2005

¡Oh, Caracas!

Durante los últimos 36 años de producciones teatrales caraqueñas, nadie se había atrevido a tanto: Esteban Trapiello y su empresa invirtieron 175 millones de bolívares para producir una monumental revista musical, cuyos contenidos oscilan entre la comedia sexual costumbrista, con algo de erotismo y unos sesudos miniensayos sobre los comportamientos sexuales. Ahí fueron utilizados 12 actrices y actores, quienes, además de desnudarse y exhibirse por 150 minutos, lograron dar vida a siete textos teatrales y siete entremeses. Mención especial merece el director, quien sí fabricó imágenes, les dio ritmos y obtuvo manifestaciones de sensualidad, sexualidad y erotismo innegables.
Cosas importantes ponderamos en ese experimento escénico rotulado ¡Oh, Caracas!/El otro lado de tu cama. Pero antes de evaluar tan respetable trabajo escénico se debe recordar que el sexo de los humanos está regulado por universales normas biológicas para funcionamiento y aplicaciones, además de diversas pautas sociales. Pero no sucede lo mismo con el erotismo, o la imaginación sensual, los cuales son eminentemente culturales y por lo tanto tienen notables diferencias según las sociedades. El erotismo nos diferencia de los animales, pero no es igual en todos los seres humanos y hay niveles de disfrute.
¡Oh, Caracas! es un aceptable montaje visual y cultural para los pacientes espectadores venezolanos, quienes han soportado, durante este año, para no citar lo visto desde finales del siglo XX, todo un conjunto de montajes depresivos o delirantes y nada estimulantes para la vida misma. Sirve bastante para reír y a veces, como consecuencia de la calidad de la pieza literaria y su desarrollo escénico, hasta permite que la sangre hierva y con fantástica velocidad organice una revolución al sur del ombligo, ya que esa es la prueba única de que lo exhibido o escuchado sí logra sacar de su ligero sueño a la imaginación, sin la cual el sexo no es más que una mera reacción animal o fisiológica.
Hay en ¡Oh, Caracas! suficiente erotismo, no sólo verbal sino visual, para que la mente de los espectadores planifique o busque con quién desahogarse. Los desnudos, discretos y nada agresivos (en playas o en piscinas se ven más carnes y mayores volúmenes, además que están más a la mano), son el justo ingrediente para que el espectáculo sea placentero. ¡Hay que estar muerto para rechazar cuerpos y palabras que exalten esos placeres. Y en la Sala Anna Julia Rojas lo que había era vida y deseos de seguirla disfrutando.
Claro está, para nuestro criterio, que todavía esos escritores de teatro, a excepción del novelista y cuentista Armando José Sequera y el polivalente artista Javier Vidal, tienen miedo a desnudarse en escena con sus textos. Se camuflan o hacen de camaleones. Lucen pacatos, consecuencia de la moral judeocristiana, y revelan atrasos culturales detectados por manifestaciones de misoginia y homofobia en sus textos, que lucen hasta ridículos. Los chistes sobre los indefinidos o gays son resabios más de los años 60 que de este siglo donde la sexualidad y el erotismo no tienen cortapisas, salvo normas sanitarias y legislaciones de protección a la infancia y la procreación.
Pero los autores no están solos. El público también mora con su atraso erótico y sólo la oscuridad de la sala podrá incitarlo a que su erotismo se desborde de ahí en adelante y salte esa brecha cultural en que lo ha mantenido el subdesarrollo. También le queda, a quien intente desarrollar su erotismo, un tanto de intuición y curiosidad, sendas herramientas que sacaron a Adán y Eva del Paraíso.
El gran triunfador es Rodolfo Drago, artista de bajo perfil, que ahora, apuntalado por Jorge Spiteri y el coreógrafo Henry Landa, ha logrado materializar esa “bomba de tiempo” que es ¡Oh, Caracas! Creó las didascalias e hizo de alfarero con actrices y actores. En funciones posteriores habrá logrado el tiempo escénico y el ritmo actoral adecuados para disminuir la duración del espectáculo. Todos los intérpretes involucrados fueron valientes, pero merecen ser recordados por sus performances: José Luis Montero, Maribel Zambrano, Karlos Palomino y Daniel Ramírez. ¡El soberano dirá, como siempre, la última palabra!

jueves, diciembre 01, 2005

Dos mujeres

A pesar del extraño disgusto de algunos teatreros, la mujer sí fue la gran protagonista de la escena venezolana a lo largo de la temporada 2005. Los personajes femeninos se apoderaron de los escenarios y propalaron sus prédicas sobre el malestar en que viven por la discriminación y la poco discreta misoginia existente, la cual proviene desde muchos machos y unas cuantas hembras. Sin embargo, el público, ese temible crítico de las mil cabezas que decide el éxito o el fracaso de los productos culturales, el que dice quiénes son verdaderamente los triunfadores, prefirió a tales piezas donde la feminidad y sus circunstancias eran la temática y la argumentación.
No hay que dejar de tomar en cuenta que los promedios de audiencia a las salas arrojan que de cada diez espectadores, siete son mujeres. Un detalle que ningún productor ambicioso o empresario sensato deja de lado o ignora. Los lerdos dirán todo lo contrario y es por eso que a sus espectáculos no acuden ni las sombras,mientras ellos insisten en hacer “arte” para ellos mismos, desechando a la audiencia o creyendo que pueden pensar por el que paga la taquilla.
Por supuesto que los teatreros deben educar al público, pero esa formación o deformación del gusto no se logra con exclusiones e imposiciones a la fuerza de ese fatídico “déjeme pensar por usted”. Nadie puede olvidar que el teatro está vivo y mantiene una perenne relación con la sociedad donde se le produce.
El aplauso va por dentro, No seré feliz pero tengo marido, Confesiones de mujeres de 30, Angela en la alacena, Lo que dejó la tempestad,Tres reinas, Con A de ilusión, Monólogos de la vagina y Medea, además de El día que me quieras, Yo,tu,ella y Las tiendas de Sheik son algunas de las piezas femeniles exhibidas a lo largo del 2005. Y a esa lista, que no está completa, tenemos que añadir la recién estrenada Rosa de dos aromas, del célebre mexicano Emilio Carballido, en el Teatro Trasnocho, interpretada por Nelly Garzón y Nattalie Cortés, bajo la dirección de Iraida Tapias.
Obra de éxito
Sobre Emilio Carballido (Córdoba, Veracruz, México, 22 de mayo de 1925) hay que recordar que es un patriarca de la escena mexicana, sólo comparable con César Rengifo e Isaac Chocrón en Venezuela; es autor de no menos de 200 obras teatrales, editadas y representadas, además de dos tomos de cuentos y nueve novelas. Su comedia Rosa de dos aromas , estrenada hacia 1985 en México, es una de las más internacionales y fue llevada al cine por Gilberto Gazcón. Aquí en Caracas, se le mostró en la temporada de 1997, con la puesta en escena que asumió el grupo Orinoco Teatro y como parte del Proyecto Emilio Carballido del Centro Venezolano del ITI-Unesco, programado conjuntamente con la embajada de México y la Universidad Veracruzana. El espectáculo tuvo tres largas temporadas y varias presentaciones en el interior del país, y fue llevada a México en el 2000.[
Rosa de dos aromas es la historia de dos mujeres enamoradas o estrechamente vinculadas a un mismo hombre, a quien ambas le han dado hijos y conviven formalmente con él. Lo novedoso de la obra es que las damas, “Marlene” (Nattalie Cortés) y “Gabriela” (Nelly Garzón), de estratos sociales diferentes, una peluquera y la otra intelectual, se conocen cuando van a una cárcel a preguntar por el destino de sus “maridos”, que no es otro que el mismo hombre, detenido por haber atropellado o cometido actos lascivos con una menor de edad. La fraternidad o solidaridad entre las féminas surge porque quieren salvar al progenitor de sus hijos, pero al final se desengañan y lo dejan condenado a su suerte. O sea que la pieza tiene hasta moraleja.
Rosa de dos aromas es un delicioso juguete escénico por la situación de sus personajes y por el humor en que se desenvuelven,quienes demuestran el afecto de las hembras por su macho, pero como tienen dignidad y no son sólo vaginas ansiosas, razonan y toman decisiones trascendentales para ellas y sus hijos.
La puesta en escena satisface las exigencias del texto y ha logrado crear una atmósfera que tiene humedades de mujeres, son dos seres que asumen su problema común y optan por cambiar y seguir luchando. La dirección hizo énfasis en la utilización de la música mexicana de despecho, especialmente los temas de Juan Gabriel que servían de glosas a los dramas de las protagonistas. Los roles están bien resueltos,cada una en su tipología.
Es, pues, una obra de mujeres que debe tener éxito de audiencia en estos tiempos caraqueños.