jueves, octubre 27, 2005

Raro beisbol

El teatro venezolano, siempre en pos de temas originales y de captar más espectadores por intermedio de sus dramaturgos, le puso el ojo al beisbol, no sólo por el eventual público que puede atrapar con sus obras centradas en las vicisitudes de ese juego de multitudes o por las complejidades de sus jugadores, sino porque nada humano se le puede escapar al ojo de una de las más antiguas manifestaciones artísticas del país,algo así como 400 años; aunque el beisbol llegó a Venezuela a finales del siglo XIX, cuando unos niños bien, jugaron unos “innings” aquí en la capital, y se ha quedado para toda su saga ya centenaria.
En Caracas, el beisbol como temática teatral ha sido abordado, hasta ahora, por Gustavo Ott, Francisco Viloria, Néstor Caballero, Ibsen Martínez, Milton Quero y Paúl Salazar.
Ott, que además de ser periodista, profesión que no ejerce, sintió una “atracción fatal” por el beisbol, ha escrito 80 dientes, 4 metros y 200 kilos, con la cual ganó el Premio Tirso de Molina; además tiene a Fotomatón, y Linda gatita. Hace años, por allá por la década de los 80, Viloria escribió Los Samanes Beisbol Club, dramática historia de un grupo de peloteros instalados en una barriada de San Bernardino, que después se transforma en el equipo Magallanes; esa pieza nunca se montó y ahora tampoco se consigue ni al autor ni el libreto. Quero, premiado novelista, tiene una pieza extraña: La vida es un strike out, donde una pareja de ancianos evoca los juegos que vieron y a los que no acudieron. Caballero, en 1996, redactó y estreno el unipersonal Mister Juramento/Homenaje a Julio Jaramillo, donde un travesti, encarnado por Franklin Virgüez, manifiesta su pasión por una serie de peloteros, a quienes incluso se ha llevado a la cama. Este texto ahora hace temporada en Caracas. Otro que lanzó su bola dramatúrgica fue Martínez; se trata de La hora Texaco, estrenada en los años 80 en El Nuevo Grupo.
Magallanes versus Caracas
Paul Salazar (Caracas, 3 de abril de 1967) estrenó su pieza Rivales eternos -la cual tiene un subtítulo que revela una gran parte o la razón de ser de la pieza misma: La historia de un magallanero que fue caraquista por un día- en el Ateneo de Caracas durante la temporada 2002. Ahí participaron, bajo la dirección del mismo Salazar, los actores José Romero, José Zambrano, Aura D´Arthenay, Carlos Díaz y Rodolfo Drago. Ahora hace temporada en la Sala Doris Wells, de la Casa del Artista, con Germán Mendieta, Gerardo Luongo, Raúl Blanco, Marlezx Martínez, además de D´ Arthenay y Drago.
Salazar, con Rivales eternos, se atrevió a escribir una pieza cuya temática y argumentación descansa totalmente en el juego del beisbol, gran pasión nacional exacerbada en los últimos años por la comercialización de los grupos y su singular negocio, fomentado además por los medios de comunicación, sin contar el vaso comunicante con el multimillonario imperio lúdico que se escenifica en Estados Unidos y otras naciones. La novedosa obra transcurre en el apartamento de un caraquista, tras haber sido abandonado por su esposa y su pequeño hijo, precisamente el 31 de enero de 1994, cuando los equipos de los Leones del Caracas y los Navegantes del Magallanes se juegan el título de la temporada. Esto exige del público un mínimo de conocimientos de las reglas del beisbol y además otro tanto de la historia de dicho deporte en Venezuela, porque sus personajes principales tienen sus acciones dramáticas y sus diálogos construidos en torno a los movimientos, el lenguaje técnico y el desarrollo del juego, así como las vicisitudes de los equipos criollos y sus jugadores a lo largo de 100 años. ¡Hechos reales para una ficción teatral!
Pero Rivales eternos es algo más que un episodio sobre unos amantes del beisbol en el país. Alude al malsano gusto por las apuestas con dinero contante y sonante de por medio y denuncia los mafiosos chantajes de que pueden ser víctimas los apostadores, con secuestros de familiares incluidos, para obligarlos a cancelar esas temibles deudas. ¡Hay casos reales!
Rivales eternos es una exaltación al beisbol y a la amistad fundamentalmente, pero también da una seria advertencia sobre los peligros de las apuestas. Es un texto audaz, ambicioso y bien elaborado, que revela un notable progreso de este dramaturgo, que está en la cacería de la obra perfecta que lo consagrará.
El espectáculo resulta placentero,a pesar de la hiperactividad de los actores ahí involucrados, ya que sus personajes están al borde del paroxismo no sólo por el juego que ven por televisión, sino por otros problemas personales. Seguro que impactará a los espectadores que además sean fanáticos del beisbol.

jueves, octubre 20, 2005

Susanita Pons

El monólogo, la más primitiva o la más antigua forma o expresión del arte teatral, está generando estragos estéticos y de audiencia en Caracas y otras ciudades.Ya no son las actrices las únicas que monologan y arremeten con sus patéticos personajes, siempre femeninos, contra las bárbaras costumbres de la civilización occidental contemporánea, que ha intentado convertirlas en simples objetos del deseo y en máquinas para la prolongación de la especie, como lo ha exhibido Mimí Lazo desde hace 10 años con El aplauso va por dentro y ahora, además, lleva 24 meses más con No seré feliz, pero tengo marido, imponiendo históricos récords de taquillas y audiencias. Ese éxito ha generado insólitas manifestaciones de “verdes envidias” entre los teatreros, quienes al parecer ignoran que de cada diez espectadores, siete son mujeres; estadística que les invito a comprobar y así sacar conclusiones prácticas.
También hay actores que encarnan a personajes masculinos en situaciones críticas, tal es el caso de Omar Gonzalo y su contemporánea creación de El loco, y Aníbal Grunn con A tu memoria , amarga y poética reflexión sobre la vida de los segundones de las compañías teatrales, la cual a su vez le permite evocar al desaparecido director Carlos Giménez. Pero el caso menos corriente es la reaparición de Franklin Virgüez encarnando al travesti “Susanita Pons”, del estridente espectáculo Mister Juramento/Un homenaje a Julio Jaramillo, el cual hace temporada en la Casa de Rómulo Gallegos.
Franklin Virgüez (Barquisimeto,1953) es un verdadero animal de teatro, tiene condiciones físicas y culturales cultivadas y además maneja registros recios para encarnar característicos fuertes y violentos. No hay dos actores de su prototipo ni de su edad como él en estos momentos. Por la conducta racista en algunos canales de televisión, él, como también sucede con otros comediantes (y no abordamos el caso de las actrices de “color”, para no extendernos) no blancos ni catires, no es protagonista de las telenovelas; siempre le adjudican papeles segundones y de poca valía. Pero eso no ha impedido que él crezca como intérprete e incursione con éxito en unas cuantas piezas teatrales, especialmente con Mister Juramento, texto que escribió y dirigió Néstor Caballero hace más o menos diez años.
Mister Juramento es la melodramática historia de un travesti, “Susanita Pons”, de los años 50, que hacía la calle en los tiempos del perezjimenato y además conoció al bolerista Julio Jaramillo, mítico personaje que se convirtió en su protector. La historia real de tan sensible personaje la conocía Virgüez y la contó primero a José Ignacio Cabrujas para que la hiciera teatro, aunque Caballero fue el que pudo lograrlo.Sin lugar a dudas que “Susanita Pons” es otro de esos fantásticos seres de la larga e iredenta noche latinoamericana, quienes han vivido en bares, discotecas y burdeles, o en las avenidas de las principales ciudades. Seres míticos que no han sido redimidos por ninguna sociedad y se han convertido en símbolos de una supuesta perversión, que no es tal. Virgüez ha querido humanizar a “Susanita Pons” y utilizarla como metáfora para abrir un debate intelectual sobre tales mariposas noctámbulas. ¡Tarea hercúlea, pero no imposible!
En cuanto a este tercer montaje, -antes los resolvieron Caballero y Roberto Stopello-, ahora encomendado a Daniel Uribe, tenemos unas cuantas reservas. Se le ha quitado al actor toda posibilidad de interactuar con el público, de armar una fiesta con la audiencia y hacer improvisaciones, de romper el hielo que siempre existe en este tipo de espectáculos, y eso no ayuda en nada al actor, porque lo hace monocorde e incluso hay momentos en que hasta desfallece. Nunca puede haber atmósferas dramáticas en escena, siempre tiene que cundir la alegría, aunque sea amarga, porque no es una tragedia.
En síntesis, este texto no ha tenido suerte con sus montajes. Hasta ahora se ha quedado en el mero aporte del autor. Hace falta un director audaz y creativo. Tiene Franklin Virgüez el reto de proseguir, pero con mayor teatralidad, porque “Susanita Pons” se lo merece.

lunes, octubre 17, 2005

Cabrujas vive en la escena

Nada mejor para perpetuar el recuerdo de un ausente que evocarlo con gozo entre sus amigos o, en este caso, leer e incluso representar sus obras, más cuando se trata de un dramaturgo de la talla de José Ignacio Cabrujas (Caracas, 17 de julio de 1937 / Porlamar, 21 de octubre de 1995), por quien sus familias, la sanguínea y la elegida, en este décimo año han organizado los montajes de sus piezas El día que me quieras y Autorretrato de artista con barba y pumpá, además de la lecturas dramatizadas de otros de sus textos, en un desafiante ciclo que ha organizado el teatrero Moisés Guevara.
Cabrujas es el talento más versátil de todo el teatro venezolano del siglo XX. Él brilla como dramaturgo, director, actor, guionista de televisión y articulista de la prensa, porque, al igual que los grandes teatreros de la historia, encauza su descomunal talento, su curiosidad intelectual y su pasión para el trabajo en la dirección que se proponía.Así lo retrata, con plena certeza, el también celebre autor teatral Isaac Chocrón (75 años), compañero de controversias y desengaños en la fundación y el desarrollo del Nuevo Grupo, la mejor empresa cultural privada jamás realizada en Venezuela.
Chocrón puntualiza que Cabrujas insiste siempre en un tema central a lo largo de las 14 obras que se le conocen. Utiliza la historia para que los espectadores de su teatro puedan entender mejor el presente y disfrutar así de la catarsis y sacar sus conclusiones.No son viajes nostálgicos sino de juegos teatrales con paralelismos curiosos, irónicos o contundentes entre lo que pasó y lo que nos está pasando. Cabrujas utiliza vidas de nuestros antepasados o de mundos pretéritos -algunos aún en existenciapara que nos reflejen como espejos mágicos, coincidencias con nuestra vida contemporánea.Es por eso que el teatro de Cabrujas cosechó aplausos y premios cuando él vivía y los seguirá cosechando, porque muy pocos autores lograron llegar hasta las entretelas del alma del público criollo como él lo hizo, y nadie, desde su ausencia, ha podido al menos imitarlo.
Un día para querer
Para que la primera década sin la presencia de Cabrujas permitiese, al menos, una reflexión nacional sobre su legado y sus prédicas, el Grupo Actoral 80 escogió escenificar una de sus obras más urticantes, la que más polémicas causó, al tiempo que es la más internacional de todas: El día que me quieras. Esa pieza, estrenada el 26 de enero de 1979 en la sala Alberto de Paz y Mateos, donde hizo 68 funciones y aplaudida por 11.896 espectadores, se mostró de nuevo en el Ateneo de Caracas entre marzo y mayo del 2005, bajo la dirección de Juan Carlos Gené, uno de los teatreros más importantes de América Latina.
Gené reconoció a El Mundo que El día que me quieras es una obra memorable.“Es una pieza que me confronta muy íntimamente, porque por un lado es de un venezolanismo exacerbado, pero al mismo tiempo está centrada en la figura de Carlos Gardel, personaje tan entrañablemente rioplatense; todo eso me provoca una mezcolanza emocional muy grande, en la cual uno tiene que tratar de salvar el aspecto técnico de la dificultad estilística de ese texto”.
Admitió Gené que en El día que me quieras, como en todo el teatro que hizo Cabrujas, se intenta definir lo indefinible.“Ese texto me crea una emoción muy fuerte por las circunstancias actuales que se viven en Venezuela. Creo que es el de más alto desarrollo, como también lo son para mí Acto cultural y Profundo. Todo está en la osadía como Cabrujas encaraba la expresión del discurso verbal”.
Hay que recordar que Cabrujas utiliza el hecho histórico de la visita de Gardel a Caracas en abril de 1935, quien después se instaló en Colombia, para otro de sus memorables triunfos. Iba a proseguir su periplo y se insertó para siempre en la eternidad ese 24 de junio al estrellarse su avión en Medellín. Pero Carlos Gardel (1890-1935), gracias a la magia escénica y en este caso invocado por Cabrujas, revive en El día que me quieras. Cuando se estrenó generó una controversia intelectual, algo poco frecuente, porque ahí se profetizaba, por intermedio del atormentado Pío Miranda, que el comunismo rampante de la URSS y de la Europa Central, defendida por el “telón de acero” “era una engañifa descomunal” y que se “balcanizaría” en los años siguientes.Al mismo tiempo, se plasmaba una historia de amor entre adultos, en medio de situaciones difíciles, porque Pío Miranda había proyectado un viaje a la lejana Rusia como “luna de miel” e inicio de su vida marital bajo el régimen de José Stalin. Toda una suma de utopías sociales y existenciales reunidas en un texto teatral como nunca antes se había logrado en Venezuela.
Pero su gran valor está más allá de las circunstancias políticas, sus predicciones y las disquisiciones ideológicas que provocó. Es una hermosa saga de amor con final difícil o confuso, que muestra el sufrimiento de las mujeres sometidas a los designios de los machos de “fin de semana” y del eterno deambular ideológico de los que se asumen como intelectuales. Una feroz diatriba contra todos los intentos por embozalar las ideas libertarias y el amor sin tapujos e intereses, en la que Gardel, el único grande de América Latina, es un delicioso pretexto.Es otro melodrama universal, no es un sainete venezolano, aunque sus personajes y su entorno sí lo sean. Su temática y argumentación llegan fácilmente al público por la humana simpleza de su ejemplar historia y la solidez de sus razonamientos, los cuales desbordan geografías y otras barreras.Fue un espectáculo teatral de depurada calidad escénica donde la gratísima sorpresa la deparó Héctor Manrique como Pío Miranda, el revolucionario comunista de la Caracas de los años 30. Es posible que durante el año próximo vuelva a esa escena esta producción del GA 80. ¡El país lo necesita!
El pintor Reverón
Hace 15 años, bajo la égida de José Simón Escalona y en la Sala Alberto de Paz y Mateos se escenificó Autorretrato de artista con barba y pumpá, una especial creación de Cabrujas sobre “El pintor de Macuto”, el artista Armando Reverón (Caracas, 10 de mayo de 1889 / 18 de septiembre de 1954). Se trata de un texto de alta poesía dramatúrgica sobre ese artista alucinado, quien se refugió en un universo mágico que, en torno a objetos y muñecas creados por él, dio origen a la última y delirante etapa expresionista de su obra, caracterizada por el empleo de materiales tales como tizas, creyones y por una fantasía teatral que se tornaba más y más incontrolable pero, a través de un dibujo que aspiraba a la corrección académica.Fernando Gómez, Manola García Maldonado, Juan Carlos Gardié,Germán Mendieta y Luis Fernández, entre otros comediantes, acompañaron a Escalona en esa empresa con su agrupación Theja.Venezuela era otra.
hora, a 15 años de ese estreno y a una década del mutis de Cabrujas, vuelve Escalona a escenificar Autorretrato de artista con barba y pumpá, como parte de los homenajes de la familia de los teatreros venezolanos hacia el maestro ausente, la familia elegida, como enseña Chocrón. En esta ocasión, Javier Vidal, Gerardo Soto, Nacho Huett, Emerson Rondón y Nacarid Escalona asumieron el reto de un espectáculo mucho más decantado que el anterior y hacer posible una lectura escénica más austera, aunque se conserva la escenografía creada por Susana Amundaraín y la música de William Blanco, otros artistas que han crecido y se ubican en lugares importantes.Este reestreno de Autorretrato de artista con barba y pumpáha sido fijado para el próximo 28 de octubre en la Sala Alberto de Paz y Mateos, a las 8:00 pm.¡Será un grato reencuentro!
Seis domingos
Moisés Guevara, quien junto a Iraida Tapias y otros teatreros fundaron en plena década de los 90 la empresa Teatro Profesional de Venezuela, donde José Ignacio Cabrujas era su director, también quiso rendirle homenaje al desaparecido dramaturgo. Y para ello nada mejor que dedicarle en el Teatro Trasnocho, donde Moisés se desempeña como director artístico, seis domingos del próximo mes de noviembre, siempre a las 11:00 am, para hacer las lecturas dramatizadas de siete textos del legado de Cabrujas. Eso permitirá que desde el 6 de noviembre el público disfrute de textos como Fiésole, Juan Francisco de León, El extraño viaje de Simón el malo, Tradicional hospitalidad, La soberbia milagrosa del general Pío Fernández, Profundo, y La vida y la muerte del rey Ricardo III, versión del original de William Shakespeare.Ahora Iraida Tapias, Miriam Dembo, Javier Vidal, Xiomara Moreno y Lupe Gehrenbeck, además de Moisés Guevara, son los directores de esas lecturas.Los elencos comenzarán a ensayar desde este lunes. Será un espectáculo especial, por los actores ahí involucrados.

jueves, octubre 13, 2005

A tu memoria

Para que nadie olvide la historia del teatro venezolano y a los artistas que lo han hecho posible a lo largo de los cuatro siglos que le achacan, hay que de vez en cuando hacer espectáculos sobre sus vidas y sus tormentos. De lo contrario, a nivel mediático, se estará siempre comenzando, creyendo que el teatro llegó ayer por avión y que la “estrellita” que ahora dice cuatro zoquetadas en el escenario es lo máximo jamás visto antes. Preservar la memoria de los ausentes es vital para cualquier proceso cultural o político.Ignorar el pasado de una disciplina artística es cortarle sus alas y reducirla a una simple actividad dominical.
Por supuesto que es mucho más fácil ignorar que estudiar y tener así en cuenta a los valores que nos precedieron. Venezuela tiene que crecer y para ello la memoria es la vitamina obligatoria.Es por eso que el popular teatrero Aníbal Grunn (Aníbal Enrique García Belardinelli, Bahía Blanca, Argentina,1947), está ahora en la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas con su unipersonal A tu memoria, espectáculo con múltiples lecturas, donde se puede deducir que es un homenaje al ausente Carlos Giménez, o que simplemente exhibe un melodrama de frustraciones y mezquindades muy típico del mundo teatral.
Nosotros vimos a Aníbal Grunn por vez primera durante la temporada de 1976, haciendo a un personaje de El círculo de tiza caucasiano, de Bertold Brecht, bajo la férula de Ugo Ulive, en la sala Alberto de Paz y Mateos. Desde entonces no ha parado y es ahora que, para festejar sus cuatro décadas en los escenarios, ha escrito y actuado A tu memoria, donde, según él, hace un especial homenaje al teatro y en especial a esos seres mínimos o grises que han sido los segundones, pudiendo haber sido los protagonistas, porque precisamente sin ellos no hubiese subido el telón y el drama o la comedia no se hubiese desarrollado.¿Alguien se imagina al Quijote sin su Sancho Panza?
En A tu memoria, Aníbal Grunn muestra a un mínimo hombrecito que, en esa larga duermevela que sigue a los funerales de los amigos, evoca al ausente: un director o un gran actor a cuyo lado soñó, disfrutó y hasta amó como nunca.Interpreta a seis personajes claves en igual número de espectáculos que realizó el ahora ausente pero siempre presente teatrero.Para los que hemos visto cómo los teatreros han producido sus artes escénicas, durante los últimos 36 años, no nos es difícil identificar ahí a los patrones de la vida real que Aníbal Grunn ha utilizado para componer su angustioso y existencial espectáculo. Pero no. Aníbal Grunn los ficcionó a todos ellos y lo que el público identificará es a un Bolívar en su soledad final, mientras añora a Manuela; o al coronel desesperado porque no llega la carta que le anunciará su pensión y se salvará así de vender a su gallo... y otros tantos personajes que matizan a esas patéticas angustias de los artistas latinoamericanos, como a ese mítico Próspero que reitera aquello de que los seres humanos estamos tejidos de la misma tela que los sueños y que nuestra corta vida se cierra con un sueño.
Los que vivimos más de cerca el ciclo vital de Carlos Giménez (1946-1993) nos deleitamos al volver a ver a los personajes claves de su bitácora artística con el grupo Rajatabla, al cual fundó y comandó durante 22 años. Pero hay algo más que eso. Y de ahí la grandeza del trabajo de autoría y de la entrañable y desgarradora actuación lograda por Aníbal Grunn. Lo anecdótico fenece ante el peso de la historia angustiada de ese solitario hombrecito, que ahora ya no será nada ni nadie al perder al ser para el que trabajó -odió y además amódurante largas décadas.A tu memoria podrá ser interpretado como una evocación a Carlos Giménez -dos largos lustros pasó Aníbal Grunn en Rajatabla-, pero también es la saga de un peón del teatro que exorciza a sus fantasmas, apoyado, con sobriedad, por un prudente director y hábil gerente como es Carlos Arroyo, líder de la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa, productora de este espectáculo.
Para nosotros, A tu memoria es el primer intento que se hace para poetizar, teatralmente, el paso de ese “huracán argentino” que fue Carlos Giménez, aunque otros podrán decir lo contrario. Lo único cierto es que serán estremecidos por lo que les llega desde la escena.
¡Qué importa... somos como los sueños!

lunes, octubre 10, 2005

Vida útil

Este libro no se consigue fácilmente en las librerías venezolanas. Los interesados pueden contactar a la empresa Planeta Colombiana Editorial o la Fundación Teatro Nacional de Bogotá, quienes se los expenderán con sumo placer. Nos referimos a Fanny Mikey “Por el placer de vivir” /Confesiones de camerino con Humberto Dorado, estremecedor y ejemplar texto de 286 páginas y numerosas fotografías del álbum particular de una sólida actriz y exitosa empresaria, o de la colombiana-argentina más importante de todos los tiempos. Sí, porque ella con su muy noble profesión de comedianta, aunada a la histórica y emprendedora tarea de crear salas teatrales (lleva tres hasta ahora, en Bogotá), producir espectáculos (que se cuentan por docenas) y además realizar festivales internacionales (en marzo y abril del 2006 inaugura el décimo), entró por la puerta grande a la historia de la cultura del vecino país. Nadie antes hizo algo tan vital e histórico en el ex Virreinato de la Nueva Granada. ¡Suerte envidiada por muchas otras naciones!
No tenemos actualmente en Venezuela a una persona del mundo artístico con un récord tan positivo como el de Fanny Mikey (Buenos Aires, 1930). Sí, tuvimos una que iba por el mismo camino de grandeza y se nos murió cuando no había llegado a su cenit, quien de la nada inventó una agrupación, hizo inolvidables montajes e impuso sus festivales internacionales de teatro. Queda su recuerdo, más nada, porque todo aquí cambió y para mal. Era Carlos Giménez (Rosario, Argentina, 1945Caracas, 1993).
Esta publicación, que son las desesperadas confesiones de Fanny Mikey al actor, guionista y escritor Humberto Dorado, es un intento maravilloso por dejar unos apuntes para una historia de las artes escénicas colombianas desde la trinchera que esa valiente y aguerrida mujer ha ocupado desde finales de los años 50, bien sea en Cali o en Bogotá.Ella, una vez más, ha demostrado que la inteligencia no es sólo para peinársela sino también para aplicarla en beneficio de los demás y, a veces, para el disfrute de su poseedor y de sus íntimos.Es un libro que no ahorra detalles sobre la vida íntima, incluso creemos que se excede, de una mujer que ha luchado a toda costa contra la soledad y para buscar el amor de un hombre o de una familia o de un colectivo y quien no se ha detenido en pequeñeces ni en mezquindades.Su meta única ha sido hacer felices a los demás y a medida que eso se iba logrando, ella también ha sido feliz. Amó y ama. Amará para siempre. Pero es hembra, madre y abuela por encima de todo. ¡Y ahí está preparando su próximo festival!
Creemos que por femenina decencia, porque eso nunca lo ha perdido, no revela unas cuantas cosas más, las cuales se difundirán cuando ella quiera o lo permita. Pero lo logrado está ahí y el cómo lo hizo es modelo de gerencia en una sociedad difícil y con muchas parcelas, tal cual es la colombiana. Salvo el incidente de la bomba terrorista, puesta por la más siniestra derecha bogotana, en su teatro de la calle 71, los colombianos decentes, que son millones, la cortejan y la aman y estarían dispuestos a elegirla Presidenta de la República por sus dotes para administrar y además amar a su pueblo.
Nosotros pudimos conocerla durante los últimos tramos de los 50 y los primeros años de los 60 en Cali, cuando colaboraba con Enrique Buenaventura para fundar al Teatro Escuela de Cali, brillante agrupación del mejor teatro comprometido que ha tenido Colombia, junto al bogotano Teatro de la Candelaria. Después Fanny en pos de su techo existencial y de una tarea que trascendiera más allá del simple estreno teatral, se instaló en Bogotá y es en los años 70 cuando sueña y va materializando, poco a poco, su fundación Teatro Nacional, apoyada por unos pocos colombianos que sí aman como nadie a su terruño y por el trabajan y no se rinden jamás.
No pretendemos poner de modelo a Fanny Mikey.No. Invitamos a que sea leída su biografía para conocer a una “abeja reina” que ya es una leyenda y aprender ahí cómo se trabaja para la comunidad.

jueves, octubre 06, 2005

Ahora es en Bogotá

Los espectáculos teatrales latinoamericanos, a diferencia del cine, no cruzan fácilmente las fronteras para exhibirse ante los auditorios del vecindario. Hay pocos empresarios que arriesgan sus dólares para contratar a tal o cual montaje, aunque tenga éxito en un país cercano. Hay serios “problemas” con los textos, los actores, las puestas en escena y eso que se llama ”gusto del espectador”, que es quien decide en última instancia. Sin embargo, en Santo Domingo, Miami y Ciudad de Panamá se han presentado recientemente unos cuantos montajes venezolanos, con rotundo triunfo de taquilla. Decimos esto porque en Caracas y en Bogotá sí hay obras que pueden ser contratadas, además ahora que la moneda está a la par y hay tanta necesidad de ganarse la vida con lo que se sabe hacer bien y puede interesar a muchos.
Y para abrir ese intercambio urgente de artes escénicas venezolanas y colombianas, el Teatro Nacional de Bogotá, que preside Fanny Mikey, se llevó, para tres semanas, a la desopilante comedia Jav y Jos, del criollo José Simón Escalona, actuada por Luis Fernández, Javier Valcárcel y Orestes Ortegano, y la estrenó el miércoles 28 de septiembre en la sala de la Calle 71.
Para nosotros fue importante presenciar el “segundo debut” de Jav y Jos ante un público con otros parámetros culturales, en un espacio escénico más cerrado y además contemplar a otro actor que hacía su aparición, en este caso: Orestes Ortegano.
Por supuesto que a los colombianos presentes no les disgustó el planteamiento existencialista, ni la estética vodevilesca del espectáculo venezolano. En Bogotá, donde hay en plena actividad nada menos que 105 bares, cybercafés, discotecas y saunas para gays y lesbianas, la anécdota de la pareja homosexual que vive una aguda crisis de coexistencia, y que además cuestiona amargamente las razones para su devenir, no alarmó a nadie, ni generó un éxodo de protesta. El texto fue escuchado con seriedad y aplaudido en sus momentos críticos, al tiempo que se comprendía o digería el melodrama de los dos decadenes artistas dragqueen que se niegan a aceptar el desgastador paso de los años y la irrupción de una nueva generación que los desplazará, no sólo de la escena, sino de todos los establecimientos o antros donde ejercieron su imperio como artistas, además. ¿Dónde está Peter Pan?
Pero Jav y Jos es algo más que el drama de una pareja de gays venida a menos, tanto en lo íntimo como en su exterior; es la decadencia física y mental de dos seres humanos, en medio de una sociedad inhóspita que los cuestiona y persigue, pero que además les exige impuestos y otras contribuciones. Son las imágenes patéticas de la soledad que antecede a la muerte, de ese sainete que vivimos todos los seres humanos, porque así lo imponen las normas de un colectivo neoliberal, donde sus ciudadanos son simples fichas en una inmensa fábrica de producción y consumo de cualquier cosa, donde no importa lo que pienses y hagas, sino que participes en una compra y venta a semiperpetuidad. No es gratuita,pues, la alienación en que sobrenadan los protagonistas de Jav y Jos. No es un simple artificio su sórdido show para revivir las memorias de tiempos idos. Pero en este montaje para los bogotanos, pudimos notar algo que antes no habíamos apreciado. El personaje mudo del marinerito, especie de “cachifo” de la pareja, ahora está resuelto por el bailarín Orestes Ortegano,quien hace un show dancístico para crear otra atmósfera, un oasis de juventud y vida que contrasta notablemente con la decadente y trágica de la pareja. Es como una cerilla encendida al fondo de un oscuro túnel. Es otra vida que comienza y promete ser al menos más ágil y más violenta.
No sabemos si el autor Escalona habrá visto este montaje, porque ahora tiene otra cosa extraña, una especie de coda o una oferta para un segundo acto donde, como es obvio, falta el texto. Ahí hay elementos para otro show.Vimos a Fernández y Valcárcel en una verdadera competencia para atrapar al complejo público bogotano y al final lograron lo que pretendían: aplausos lentos que fueron incrementándose hasta llegar al cálido y entusiasta reconocimiento por el trabajo actoral desplegado, además de unas cuantas risas picarescas. No hay lugar a dudas de que se trata de una pareja de comediantes que asombra por la entrega que manifiestan para sus difíciles roles.
Ahora Jav y Jos sigue en cartelera, pero con Mark Tacher en el rol de Javier Valcárcel. Lamentamos no estar ahí para ver su performance, que será diferente, por supuesto.

martes, octubre 04, 2005

Festival Internacional de Monólogos

El monólogo, la más antigua manifestación teatral de la cultura occidental, donde el espectáculo únicamente tiene a un intérprete, reinó durante una semana en Caracas y otras ciudades, como Maracaibo, Coro, Guanare, Mérida, Ciudad Bolívar, Porlamar, Cumaná, San Felipe y Barcelona. Gracias a calificados comediantes foráneos y venezolanos, fue posible la realización del Primer Festival Internacional del Monólogo, entre el 26 de septiembre y el 2 de octubre, evento realizado por Gerardo Piñero y Denis Ayala para el Ministerio de Cultura y el Conac.Hay que recordar a las actrices y los actores que lo hicieron posible, tales como Norma Aleandro (Argentina), Fanny Mikey (Colombia), Juan Sasiaín (Argentina), Arturo Rossel (Chile), José Antonio Alonso (Cuba), María Beatriz Vergara (Ecuador) y Lieve Delanoy (Bégica); así como los venezolanos David Villegas, Ezequiel Patiño, Omar Gonzalo, Michel Labarca, Ricardo Nortier, José Antonio Lugo, Alberto Rowinsky, Aníbal Grunn, Sol Sosa, Carlos Márquez y Mimí Lazo. La mayoría de ellos se exhibieron en varias ciudades, mientras que otros sólo pudieron verse en Caracas.
La importancia de este evento, más allá de lo artístico, ya que había actrices de prestigio internacional, como Norma Aleandro y Fanny Mikey, está en la respuesta multitudinaria de los amantes del teatro, no sólo en la capital sino también en la provincia, donde se peleaban por ingresar a las salas teatrales y llegaron incluso a exigir funciones posteriores.
¿Qué por qué el público acudió en masa a la convocatoria del festival de monologuistas?
Hay múltiples respuestas, pero la más creíble y fácil de comprobar, sin caer en diletantismos socioculturales, es que el público no tenía que pagar nada, salvo soportar las colas y correr el riesgo de no poder ver el espectáculo porque el aforo del local estaba full. Solamente en los ya tradicionales festivales internacionales de teatro de Caracas, se había visto algo igual: la audiencia asaltando las puertas de los teatros para exigir su derecho “a ver a los ingleses o los chinos”, y llegando incluso a confundirse con el otro público que sí había pagado, convirtiendo en un divertido sainete su ingreso a los montajes. Trompadas, además de insultos, y arremetidas de los cuerpos policiales han sido los aderezos de algunos de esos eventos.
¿Qué por qué era gratis?
Porque el productor general del evento, el Gobierno, por intermedio del Ministerio de Cultura, o sea su titular Francisco de Asís Sesto Novás, así lo decidió.
¿Está bien que el Gobierno regale los espectáculos?
Sí, si también lo hace con la comida, la atención médica y las medicinas, el teatro también debería ser obsequiado. Lo único malo, por así decirlo, es que crea un precedente: los amantes del espectáculo no van a querer pagar nada en los eventos venideros, como el XVI Festival Internacional de Teatro de Caracas, para el cual ya fue aprobado un millardo de bolívares.
¿Se convertirá en una norma que el teatro financiado por el gobierno tendrá puerta franca de ahora en adelante?, es la picante interrogante que ahora queda en el aire.
¿A qué costos se hizo este festival?
No sabemos exactamente lo que cobraron los artistas visitantes, ni los nacionales, aunque algunas fuentes extraoficiales, dignas de crédito, nos aseguraron que se les pagó entre 5 y 10 mil dólares a los foráneos y unos dos millones de bolívares a los criollos, además del transporte, hoteles y comidas. Los lectores pueden hacer sus cálculos, porque estas cifras son aproximadas. ¿Gasto o inversión?
Los mejores
Imposible disfrutar de todos los monologantes.Ya habíamos visto a Aníbal Grunn con A tu memoria, hermoso y además desgarrador trabajo que desde esta semana ahora se mostrará en el Ateneo de Caracas, así como también Omar Gonzalo con el histórico performance El diario de un loco; lo mismo que a David Villegas en Bandolero y Malasangre; Ricardo Nortier con su excelente Apuntes de cocina de Leonardo Da Vinci, lo mejor que ha hecho en Venezuela y, por supuesto a Mimí Lazo con El aplauso va por dentro, veterano montaje que se estrenó en la temporada de 1996 y que aún sigue en escena, con notables cambios. Los inéditos o nunca antes vistos fueron los espectáculos de Norma Aleandro y Fanny Mikey, Sobre el amor y otros cuentos sobre el amor y A Fanny lo que es de Fanny. Ellas son unas verdaderas leyendas en la escena, en la televisión y el cine de sus países, además de haber ganado varios premios internacionales
Monte de Venus
Las primeras actrices Norma Aleandro (69) y Fanny Mikey (76) nacieron y realizaron sus carreras artísticas, en buena parte, en Argentina. Son amigas y además están unidas por sus abiertas y valientes conductas políticas contra las tiranías de cualquier tinte político. La primera, quien conoció a Caracas porque su amigo Carlos Giménez, la trajo a presentar su unipersonal Sobre el amor y otros cuentos sobre el amor, en los años 70, retornó a Venezuela para mostrar otro monólogo, aunque tenía el mismo título. Su exhibición en la Sala Ríos Reyna fue apoteósica. Dio una clase de actuación como nadie lo había hecho antes en ese escenario: pasaba, con una velocidad increíble y una verdad actoral casi de mito, de una mocita de 15 años a una virgen anciana de 100, y lo que hacía era manejar su cuerpo y cubrirse o descubrirse la cabeza con una mantilla. Ella, que es, por supuesto, toda una tradición del mejor teatro argentino, usó textos clásicos y otros de reciente factura. Con Fanny Mikey, que además es la promotora teatral más importante de Colombia, el asunto fue diferente.Ella era su propia obra. Su monólogo A Fanny lo que es de Fanny, cuyo título lo dice todo, está centrado en su biografía, en su paso alucinante por el mundo del teatro y del espectáculo en Argentina y en Colombia, especialmente en Bogotá.Tiene un desparpajo y una gracia única para decir las cosas más difíciles, como que es una judía que adora a la Virgen María, o que pensó o que hizo cuando se tuvo que afeitar, por primera vez, su Monte de Venus, y otros detalles íntimos como ese. Su show, muy dentro de lo que se conoce como café-concert, tiene algunos contactos con el público para interactuar, y por eso fue que, en la Sala José Félix Ribas, actuó y contó una anécdota que le ocurrió en el violento Medellín, cuando Pablo Escobar Gaviria, que aún vivía y disfrutaba de uno de sus espectáculos, no quería soltarle una de sus retadoras piernas, pero aquí al materializar esa situación lo hizo, sin saberlo, con nada más y nada menos que “Farruco” Sesto, sonriente caballero que estaba en la primera fila de la sala. Cuando él se identificó, ella se perturbó un poco, pero el espectáculo prosiguió y así contó varias escenas de su vida,declamó a Pablo Neruda, bailó tango y salsa y al final dijo a la audiencia, ya atrapada en su seno, que los venezolanos no debían olvidar que Bogotá está a menos de dos horas de vuelo y que allá los esperaba con su X Festival de Teatro Iberoamericano, en marzo y abril del 2006.